domingo, 3 de febrero de 2008

Sección 38: la hora de la verdad.

Dos décadas en la paz de los sepulcros, tiempo durante el que muchos de los dirigentes de la Sección 38 se repartían el suculento botín de las cuotas sindicales y del patrimonio social de la organización en medio de la opacidad financiera terminaban de manera abrupta con la llegada de Carlos Moreira Valdés a la dirigencia en un hecho inaudito, que aún mantiene sorprendida a la élite que durante muchos años detentó el poder, luego de la misteriosa muerte de Eliseo Loera Salazar en 1988.
Durante los últimos 20 años los dirigentes venían paladeando las mieles del poder sin contrapeso alguno. Las leyes de las instituciones de seguridad social eran interpretadas a su antojo: lo mismo se cobraban intereses leoninos por préstamos, que se soslayaba la obligación que tenían de informar a la base magisterial acerca de los estados financieros.
En suma, la transparencia no era su fuerte a pesar de que la organización sindical trabaja en gran medida con los fondos públicos que aporta el Estado para el funcionamiento de los sistemas de salud, pensiones y de vivienda.
Convertidos en una especie de jefes de personal de la Secretaría de Educación y Cultura porque desde finales de la década de los 70 la Sección 38 mantiene la titularidad del contrato colectivo de trabajo, tenían como encomienda principal el mantenimiento de la paz dentro del gremio profesoral.
Los docentes, cuya nobleza no está a discusión, habían sido educados por los siglos de los siglos para la obediencia a las prácticas antidemocráticas en el nombramiento del dirigente en turno. El resultado de un voto sesgado en sus objetivos era lo de menos, si el sindicato ofrecía protección.
Entre los maestros y los obreros no existe ninguna diferencia en cuanto a la práctica de la democracia al interior de sus gremios. Sometidos generación tras generación, como los burros viejos, se han acostumbrado a llevar con singular alegría el lastre de la antidemocracia. Los dos grupos, con sus contadas excepciones, comparten una variable común: el analfabetismo funcional.
Antes del arribo de Carlos Moreira Valdés a la dirigencia seccional sonaban en el ámbito magisterial cuatro profesores para suceder a Alejandro Campos García: Francisco Benito Parra, Francisco Gaytán, Higinio Leonel Hinojosa y Benigno Luévano. El favorito de Campos García era el primero.
Documentados todos por la familia en el poder, fueron cediendo poco a poco ante los delegados al Congreso. Sometidos por sus circunstancias personales, como ejidatarios del sindicalismo, cada uno fue entregando su parcela de poder.
Poco antes del inicio de las vacaciones decembrinas Carlos Moreira Valdés se convertía en el nuevo secretario general de la Sección 38. La élite que durante dos décadas detentó el poder sindical guardaba un silencio prudente, misterioso, culpable y cómplice. Habían sido aplastados, derrotados y materialmente defenestrados de los centros neurálgicos de la toma de decisiones. Ahora, el poder absoluto lo tenía el hermano del gobernador Humberto Moreira Valdés.
Aunque la llegada de Carlos a la dirigencia de la 38 no parecía plausible desde el punto de vista político por su parentesco en primer grado con el gobernador y con el dirigente estatal del PRI, porque se pensaba que podría generar una andanada de críticas en los medios de parte de los opositores al moreirismo, tanto los que se encuentran dentro del partido oficial como de quienes hacen política en el resto de los partidos, finalmente el dirigente sindical tomó la decisión –tal vez consensada con sus hermanos- de tomar el control del aparato educativo del estado.
Luego de sus declaraciones en las que sostenía que no le importa ni la crítica de sus opositores ni la de los medios de comunicación, Carlos empezaba a utilizar el canal 7 –mejor conocido como Moreira Channel- para filtrar un nuevo discurso en busca de su legitimación como dirigente de la Sección 38.
Para lo anterior, Moreira Valdés tomaba como bandera las quejas sordas de la base profesoral, arrogándose el concepto de la transparencia.
Durante una entrevista en RCG Carlos acusaba al extitular del FOVI de haber desviado más de 200 millones de pesos del patrimonio de la institución encargada de dotar de vivienda a los profesores.
Así mismo criticaba el derroche en la construcción del nuevo edificio sindical del que dijo había costado 70 millones de pesos, monto que se elevaría a 100 millones por concepto de intereses. Aprovechaba la coyuntura para expresar que durante su administración no se construirían edificios suntuosos, y que se dará prioridad a las clínicas y a los establecimientos orientados a velar por la salud del profesorado estatal.
Durante sus primeros días en el cargo CMV derribaba viejos tabúes al declarar en quiebra a todas las instituciones de seguridad social; además colocaba en tela de juicio la viabilidad del Sorteo Magisterial calificándolo como una forma velada de expoliación a que se somete a los profesores del estado.
Pero lo más importante: la promesa de transparentar las finanzas de Pensiones, Servicio Médico, Fondo de la Vivienda y Seguro del Maestro. Además, señalaba que había renunciado a la compensación monetaria que reciben los miembros del comité ejecutivo. Obligaría –dijo también- a que el resto de los integrantes lo hicieran, porque es necesario que la Sección 38 se conduzca en medio de la mayor austeridad para la optimización de los servicios.
De esta manera Carlos Moreira Valdés no sólo había aplastado a la élite que detentaba el poder en la Sección 38, sino le marcaba nuevos derroteros.
En los momentos en que se redactaban estas líneas, era muy difícil poner en tela de juicio la palabra del nuevo dirigente; sin embargo, sí es necesario consignar que en la base magisterial hay escepticismo al respecto.
Por lo mismo, al arribo del Proyecto 905 (CMV) ahora se le dan tres lecturas:
- 1).- Llega para convertirse en ministro sin cartera del aparato educativo de Coahuila y desde ahí coadyuvar al impulso que requieren Rubén y Humberto para consolidar sus aspiraciones gubernamentales y presidenciales respectivamente.
- 2).- Se convierte en dirigente de la Sección 38 para hacer de Coahuila un laboratorio pedagógico de vanguardia,M con el apoyo de expertos cubanos, o,
- 3.- Escoge este lugar como un sitio cómodo de espera para cuando llegue el relevo de la dirigencia nacional del SNTE.
Por supuesto, las tres lecturas permiten que en la base magisterial se generen dudas acerca del futuro, por lo que los profesores se hacen una sola pregunta: ¿Cumplirá Carlos su palabra de transparentar los manejos financieros de la Sección 38?
Lo anterior, porque al profesorado raso le interesa saber, al menos, en qué momento colapsará su organización sindical.

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