domingo, 3 de febrero de 2008

La llegada de Carlos Ariel Moreira Valdés a la dirigencia de la Sección 38 del SNTE se llevó a cabo en medio de un ambiente terso. Los delegados al Congreso, como borregos, uno a uno fueron emitiendo su voto. Durante el evento, nadie se desgarraba las vestiduras ni se desgañitaba clamando por la democracia, porque ésta nunca ha existido en el negocio que regentea desde hace dos décadas Elba Esther Gordillo Morales.
El liderazgo vertical que desde la prehistoria del sindicalismo en México ha tiranizado a los profesores, también ha emasculado al gremio al grado de que la apatía y el temor son los únicos vientos que soplan sobre el yermo territorio de la cosa sindical.
Si alguna irregularidad hubo en el nombramiento de Carlos como dirigente de la Sección 38, ésta es responsabilidad única de Elba Esther, no de los profesores, quienes se mantienen al margen porque en su ignorancia supina, siguen creyendo que es Dios quien otorga poderes a los secretarios seccionales.
No obstante lo anterior, la sorpresa la daría el propio Secretario General, quien durante sus primeras declaraciones parecía salido de un movimiento rebelde, pues luego de tomar las riendas de la organización, acusaba a la ‘nomenklatura’ que durante dos décadas detentó el poder, de haber llevado a la bancarrota a las instituciones de seguridad social de la Sección.
Con un discurso que causaba estupefacción en tirios y troyanos dejaba entrever que había llegado al puesto con el fin de poner orden en esta organización. Lo mismo acusaba de malversación de fondos, que rechazaba la compensación que tradicionalmente se otorgaba a los funcionarios sindicales.
La crítica al despilfarro, era solamente otra de las cuentas de un largo rosario de reclamos que hacia a los dirigentes de la organización sindical, que durante dos décadas habían medrado con los fondos de las instituciones de seguridad social, que tienen su origen en el erario de Coahuila.
Pero sobre todo, prometía terminar con la opacidad con que se ha manejado la Sección 38 transparentando tanto las finanzas de las instituciones de seguridad social como el destino de las cuotas sindicales.
En pocas palabras, Carlos Moreira prometía cortar las uñas a los funcionarios.
Ojalá que cumpla porque el destino de la Sección 38 así lo demanda.

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