domingo, 3 de febrero de 2008

Periodismo y literatura: la incómoda frontera

Por Jesús R. Cedillo.
Desde el mes de agosto y hasta diciembre del año pasado, cursé en la ciudad de México un Diplomado en "Periodismo de Investigación." Con validez oficial de estudios por parte del ITESM, campus ciudad de México, el Diplomado fue impartido por los reporteros y redactores de la revista "Proceso."
Después de "graduarse", este escritor pertenece a la XIII Generación de Periodistas de Investigación. Y la cosa no ha sido sencilla hasta el momento de redactar estas líneas. Merced al buen pool de maestros que nos impartía cátedra, las discusiones e intercambio de esgrima verbal estuvo nutrido. Lo nutrido también fue posible merced al buen nivel de los compañeros de diferentes partes de la república que asistían con puntualidad y placer compartido a dicho Diplomado.
En las discusiones académicas afloraba aquella vieja rencilla entre estas dos materias, entre estas dos disciplinas: ¿dónde está la coincidencia y dónde la divergencia entre el periodismo y la literatura? Que la segunda nutra a la primera es válido, pero llega a suplantar a la primera y a esto ¿aún se le considera periodismo? ¿es mejor un buen texto casi literario basado en hechos reales o bien, es preferible escribir los llamados "datos duros" tal cual, sin matices ni estructuras narrativas emparentadas con la literatura?
Todo mundo lo sabe: la literatura suele gozar de un una gran libertad, necesita, como el tango, de una buena pista de baile para moverse. En cambio, el periodismo, al colocarse al lado de las ciencias sociales, se encuentra atado al manejo de la objetividad (tiene un objeto de análisis) no a la ficción o subjetividad (se basa en el sujeto) de la literatura.
Aflora entonces el problema, la delicada frontera entre uno y otro géneros. Los grandes reportajes se han convertido en libros que se leen como apasionantes novelas ("A sangre fría" de Truman Capote es el ejemplo más socorrido al respecto, aunque ahora hay mejores libros que éste, como los de Santiago Gamboa, Julio Scherer, Juan Pablo Meneses, Tom Wolfe, Ryszard Kapuscinzki, Olga Wornat y Sam Quiñónez, por citar sólo algunos que se pueden conseguir fácilmente en cualquier librería nacional).
¿Literatura o periodismo? El problema es que en los orígenes del buen periodismo, las fronteras siempre han estado abolidas y la separación, la bifurcación entre estos primos de escritura es obligada para la academia, pero sin efecto para la vida diaria. ¿Upton Sinclair (1878-1968) era novelista o periodista? ¿Jacob A. Riis (1849-1914) era periodista o novelista?
Les llamaron los muckraker (los "pepenadores", los "rastrilladores"). Eran periodistas-periodistas anglosajones que cambiaron el llamado establishment norteamericano con su pluma y sus reportajes. Movieron a tal grado el obeso aparato del Estado de USA, que muchas de sus leyes sociales, laborales, en materia de salud, territoriales, etcétera, se modificaron luego de que aparecían las crónicas y reportajes de estos escritores.
Estos reporteros anglosajones sólo se dedicaron a contar lo que era evidente a los ojos, pero invisible para los sociedad rica norteamericana. El asombro y la curiosidad fueron su motor a lo cual sólo agregaron el mejor condimento que puede tener el periodista: escribir bien, y es aquí donde mucho tiene qué ver el tener un buen oficio narrativo, el oficio del novelista, del cuentista.
Estos periodistas no pocas veces se dedicaron a la caza mayor. La gran periodista Ida Tarbell fue más osada: buscó sin asco en el estiércol norteamericano una buena cabeza que pudiera presumir en su sala de trofeos: fue la del magnate John D. Rockefeller, el fundador de la Standard Oil Co. Sin duda, el capitalista gringo más emblemático del siglo XX.
¿Cómo enfrentarse al magnate millonario? Armada con su pluma estilográfica y con una inteligencia a prueba de fuego, la osada reportera, a razón de la entrega de un reportaje mensual en la revista McClure´s por 24 meses, desnudó al magnate y su compañía. Documentó manipulaciones contables, camuflajes legales, estratagemas monopólicas y toda una red de protección oficial para hacer materialmente imposible cualquier auditoría y señalamiento con índice de fuego.
La periodista acosó sólo con su pluma y sus textos al poderoso magnate, dueño de un imperio petrolero, ferroviario y banquero. Las entregas de los reportajes de Ida Tarbell se reunieron en un libro en 1904 y al día de hoy, es una historia que se deja leer con sobresaliente vigor y lenguaje expresivo, el cual de tan apasionante tema, entretiene mejor que una novela. La edición original incluye 64 apéndices documentales en los cuales la reportera basó su minuciosa investigación.
La pluma de Tarbell influyó en la toma de decisiones. El Presidente de USA, Teodoro Roosevelt, solicitó una investigación de la compañía del magnate Rockefeller al Congreso y a varias agencias del gobierno federal, en especial del buró contra los trust, creado por la Ley Sherman, la cual consagraba la libre competencia y penalizaba duramente los monopolios.
¿Periodismo o literatura? La polémica y la discusión sigue vigente. Los maestros en el Diplomado en "Periodismo de Investigación" también están divididos en su opinión al respecto.

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