viernes, 15 de febrero de 2008

Petróleo

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La matanza de Tlatelolco 1968.

TLATELOLCO: HORRENDA MATANZA URDIDA POR MENTES ENFERMAS
Fue algo espantoso, de pesadilla. Bandadas de chiquillos histéricos, separados de sus padres en medio de la confusión, corrían horrorizados, en muchas ocasiones para ir a dar frente a los fusiles asesinos, que barrían sin piedad a la multitud. Un grupo de estos niños enloquecidos pasó frente al lugar donde el reportero se había refugiado. De pronto, el cráneo de uno de ellos pareció estallar, tal vez alcanzado por una bala expansiva, y el pequeño rodó por el suelo.Sus compañeros huyeron, pero un chiquitín de unos seis años, estupefacto y seguramente sin saber lo que es la muerte, trataba inútilmente de reanimarlo. Sacudía desesperado el inerte cuerpecillo mientras gritaba. “Beto, Beto, ¿qué te pasó?”. La voz se fue quebrando, convirtiéndose en un ronco bisbiseo, hasta que se apagó por completo. Los dos pequeños cuerpos quedaron tirados sobre el asfalto, estrechamente unidos en un abrazo. Cuando logramos abandonar el refugio, ninguno de los dos se movía; quizá ambos estaban muertos; esta escena quedará grabada en forma indeleble en la mente del reportero; probablemente su cobardía le impidió salvar la vida del segundo niño, arrastrándolo hasta la zanja; pero las balas silbaban por todas partes, y el instinto de conservación es terriblemente egoísta.Las armas nacionales se han cubierto de gloriaFue una matanza estúpida, urdida por mentes enfermas. Lo ocurrido en Tlatelolco al anochecer del 2 de octubre de 1968 pasará a formar parte de las páginas más negras de nuestra historia. Y la Historia, con mayúsculas, habrá de condenar a quienes prepararon la emboscada contra el pueblo y a quienes la ejecutaron.Porque el ejército, aunque haya sido atendiendo órdenes de sus superiores, actuó con una maldad extrema. Si se hubiera tratado de una guerra; si las tropas que se lanzaron contra el pueblo hubieran sido de un país enemigo, no habrían actuado con tanta falta de humanidad. En las guerras, los soldados disparan contra sus iguales, que van asimismo armados, y son extranjeros, enemigos. En Tlatelolco se trataba de masacrar a hombres, mujeres —muchas de ellas encinta— y a niños, que aparte de no llevar armas, eran compatriotas, tan mexicanos como los torvos matarifes que se cebaron en ellos.El guardián de nuestras institucionesSe trató de una operación minuciosamente planeada, con todos los recursos de la ciencia militar. El viernes anterior se había celebrado allí mismo otro mitin de estudiantes, que no fue agredido y transcurrió pacíficamente. Esto confió al pueblo, que cayó en la trampa.Todo estaba calculado al detalle: los agentes de las diversas policías mezclados entre la multitud, que al comenzar la matanza se colocaron un guante blanco en la mano izquierda, para identificarse entre sí; el cierre de todas las vías de escape por el ejército, que se apostó, con las armas listas, en los lugares estratégicos, por donde necesariamente tendrán que buscar la salvación las víctimas de la siniestra emboscada; los helicópteros que sobrevolaban la Plaza de las Tres Culturas y que, al comprobar que la gigantesca ratonera estaba a punto, soltaron primero unas bengalas verdes, y luego otras rojas.Ésta era la señal esperada para cerrar las pinzas. De las ventanas y azoteas de algunos de los edificios que rodean la Plaza de las Tres Culturas hicieron varias descargas al aire y entonces la tropa atacó.Si en balcones y azoteas se hallaban los que iniciaron la balacera, los soldados no dirigieron hacia allá sus armas: abrieron fuego sobre la multitud reunida frente al edificio Chihuahua.Salido de la propia entraña del puebloLa pacífica celebración del mitin del viernes anterior había provocado que pueblo y estudiantes confiaran en que ya no habría más represiones contra las reuniones de protesta por la no solución del problema estudiantil, y en la Plaza de las Tres Culturas se hallaban centenares de mujeres con niños pequeños, que iban a a protestar por la detención de sus hijos en las represiones anteriores.Las primeras descargas de los soldados abrieron enormes claros en la multitud. Los cuerpos caían tronchados como espigas de trigo ante la hoz. Millares de personas emprendieron la fuga por diversos rumbos; pero todos los caminos estaban cerrados por las tropas, que abrían fuego contra la multitud, la hacían recular y correr en otras direcciones, para hallarse otra vez ante las bocas de fusiles y ametralladoras.(La prensa, al día siguiente, dijo que los “francotiradores” que se hallaban en los edificios que rodean la Plaza de las Tres Culturas disparaban lo mismo contra los soldados que contra la gente reunida en el mitin. Falso. Solamente se hicieron de ventanas y azoteas disparos al aire, y sus autores —agentes policiacos— se ocultaron y no volvieron a aparecer. La lógica más elemental indica que si quienes hicieron fuego desde los edificios hubiesen sido estudiantes o partidarios de ellos, habrían disparado contra el enemigo, contra soldados y policías).(También informó la prensa que el general José Hernández Toledo, quien dirigió el ataque del ejército, “recibió un balazo en el pecho”, cuando pedía a los asistentes al mitin que se dispersaran, y al caer herido, fue cuando la tropa abrió fuego. Se informó que el general Hernández Toledo “sufrió una herida penetrante de tórax”; pero El Universal publicó una foto de uno de sus redactores, tomada a medianoche, en la que éste conversa con el general, que presenta magnífico semblante, con el tórax vendado. Increíble ejemplo este de vitalidad y resistencia a las balas, que desdichadamente no compartieron los que cayeron a racimos en la Plaza de las Tres Culturas).Quienes se hallaban en las cercanías de los edificios que integran Ciudad Tlatelolco, acurrucados entre los automóviles para evitar ser alcanzados por las balas, fueron testigos de la forma en que los soldados, ya con la multitud en fuga total, actuaron con un sadismo increíble. Uno de ellos relató:“Rechazada por todos lados, la gente intentó ponerse a salvo en el interior de los edificios; pero eran centenares los que se apiñaban en cada puerta, derribándose y pisoteándote unos a otros. En una de las escaleras del edificio del ISSSTE la gente se arremolinaba; ya casi la mayoría alcanzaba el primer tramo, cuando llegaron dos soldados con rifles automáticos, y sin compasión abrieron fuego. Todos los que se hallaban entre el piso bajo y la primera curva de la escalera quedaron allí, arracimados. La sangre bañó la baqueta y luego escurrió hasta la calle. Los soldados siguieron disparando, hasta que nadie se movió”.Ésa era al parecer la consigna que tenían los soldados: disparar contra todo lo que se moviera. Y en esta criminal tarea eran auxiliados por agentes de la Judicial, de la Procuraduría General de la República, de la Dirección Federal de seguridad, de todas las policías, que debidamente identificados con su guante blanco cubriéndoles la mano izquierda, iban y venían, armados con pistolas y metralletas, disparando a discreción.La maniobra de mezclar previamente a esos agentes entre la multitud, antes de iniciarse el ataque de las tropas, entraba en el plan tan minuciosamente preparado. Al comenzar la matanza, una de las primeras víctimas fue una muchacha estudiante que poco antes había hablado en el mitin. A su lado se habían colocado varios agentes, que inmediatamente después de que fueron lanzadas las bengalas y el ejército inició el ataque, se colocaron sus guantes blancos en la mano izquierda y la abatieron a balazos. Igual sucedió con otros estudiantes a los que previamente se había marcado, y no tuvieron la menor oportunidad de salvarse. (Quienes urdieron estos crímenes a sangre fría deben haber comprendido que hay figuras que se agigantan en la cárcel. En cambio, un muerto es un muerto, y todos tienden a olvidarse de él. Los casos de Demetrio Vallejo y Rubén Jaramillo son bien elocuentes).En el lado de los asaltantes, se dijo que murió un cabo y que “muchos” soldados resultaron heridos. Aquí destaca la falta de imaginación de quienes urdieron el ataque contra el pueblo. Porque si los “agitadores” disponían de armas largas y metralletas “de fabricación rusa y checoslovaca”, según la dijeron a la prensa que dijera, ¿cómo es posible que hubiera tan pocas bajas entre la tropa? Los soldados son de carne, también les entran las balas; ¿no sería más factible que ese muerto y los “muchos” heridos hayan sido víctima de sus propios compañeros, ya que en muchos casos se disparó contra la multitud hasta desde tres puntos opuestos?En cuanto a las armas que dizque tenían los “agitadores”, vaya este dato: en la unidad Alemán, de Coyoacán, la policía localizó a dos guatemaltecos y un mexicano, que tenían un “arsenal” integrado por un rifle automático. Cerca de Coyoacán no ha habido disturbios, y la sagacidad policiaca llegó a tanto; en cambio, en Tlatelolco, rodeado desde hace días por granaderos, vigilado celosamente por agentes secretos, extrañamente introdujeron todo un equipo bélico ruso-checo sin que nadie se enterara.¿Cuántas personas murieron?Haciendo gala de su increíble desprecio al pueblo de México, la prensa diaria minimizó la matanza y tomó por buenas las declaraciones del señor Fernando M. Garza, director de prensa y relaciones públicas de la Presidencia de la República, quien afirmó en conferencia con los corresponsales extranjeros y los diaristas locales, a la una de la mañana del jueves 3, que había habido en total “cerca de 20 muertos, 75 heridos y 400 detenidos”, y que el ataque del ejército “acabó con el foco de agitación que ha creado el problema”.Sólo en la Plaza de las Tres Culturas deben haber quedado tirados más de cien cadáveres. Aparte, otros muchos quedaron grotescamente encimados en las escaleras de casi todos los edificios que rodean el lugar donde se celebraba el mitin. También en las azoteas de esos edificios hubo muertos, pues en un esfuerzo porque nadie escapara con vida, la estrategia militar previó la utilización de los helicópteros, cuyos tripulantes, luego de barrer las azoteas, dirigieron algunas ráfagas de ametralladora contra la gente que huía de la Plaza de las Tres Culturas.A las nueve de la noche, tanto el hospital de la Cruz Roja como el Rubén Leñero, de la Verde, fueron rodeados por cordones de policías. A esa misma hora, la jefatura de estado mayor de la Secretaría de la Defensa ordenó a la Cruz Roja suspender el servicio de emergencia. Camiones y ambulancias del ejército se encargaron entonces de recoger los cadáveres regados en la Plaza de las Tres Culturas. ¿A dónde los llevaron? No se informó de que las unidades del ejército hubieran entregado cadáveres en la tercera delegación, dentro de cuya jurisdicción tuvo lugar la matanza. ¿Irían esos cuerpos a parar en alguna fosa común? ¿En algún crematorio? La verdad sobre el número de víctimas tal vez nunca llegue a saberse. A la hora de salir a la luz pública esta edición de Por qué?, seguramente muchos lectores habrán notado la “desaparición” de algún amigo o familiar. Y en centenares de hogares capitalinos seguirán aguardando, con angustia, al hermano, al hijo, al padre o a la madre o a la hermana desaparecidos, manteniendo la débil esperanza de que se hallen en alguna cárcel o en el inmenso presidio en que ha sido convertido el Campo Militar número Uno, y no en una oscura fosa ignorada, o convertido en cenizas.Esa angustia ante los seres queridos “desaparecidos”, ya podía palparse a la hora de escribir este reportaje: millares de capitalinos recorrían las delegaciones, hospitales, los anfiteatros de las delegaciones, en lamentable y trágico peregrinar sólo alentado por la llama de la esperanza ya a punto de extinguirse.La explicación que se dio por haber dictado la medida de suspender el servicio de emergencia de la Cruz Roja y acordonar los hospitales fue “que se trataba de evitar la presencia de intrusos en las salas de emergencia, y poder interrogar a los heridos”. Increíble diligencia ésta para interrogar a quienes, habiendo sufrido heridas causadas por armas de grueso calibre, seguramente, si se salvan, no podrán hablar en muchos días. Parece más razonable la suposición de que lo que se hizo fue desaparecer cadáveres, con el fin de presentar a la opinión pública un número “decoroso”, que contenga la indignación que embarga a todo el pueblo por este acto de tanta vileza, al que ningún mexicano bien nacido puede hallar explicación.Porque si como dijo el director de prensa y relaciones públicas de la Presidencia de la República, Fernando M. Garza, con esta operación tan bien planeada “se acabó con el foco de agitación que ha causado el problema”, ¿qué razón, qué explicación puede haber para que los soldados dispararan contra la multitud reunida en la Plaza de las Tres Culturas?Se dijo que todos los integrantes del Consejo Nacional de Huelga fueron detenidos. Éstos se hallaban en le tercer piso del edificio Chihuahua, y bastaba con que los numerosos agentes vestidos de civil que estaban mezclados entre la multitud se hubieran colocado en las puertas de acceso, con sus armas en la mano, durante el breve lapso de tiempo en que las tropas hubieran llegado desde sus posiciones hasta ese lugar. Nadie hubiera podido escapar. Pero no; se trataba tal vez de “hacer un escarmiento”, no sólo con los estudiantes, sino también con las madres de familia, que se estaban tornando sumamente beligerantes, y el día anterior habían gritado horrores contra el PRI y el gobierno en la Cámara de Diputados, a la hora en que el “jefe del control” ordenó que se suspendiera la sesión, ante los gritos de las mujeres que les pedían tratar en la tribuna el problema estudiantil y los excesos oficiales.TLATELOLCO: HORRENDA MATANZA URDIDA POR MENTES ENFERMAS (parte 2)Como si estuviéramos en guerraMás de 300 tanques, carros de asalto, jeeps y transportes militares, y diez mil soldados, participaron en la “Operación Tlatelolco”, que seguramente depara entorchados para quienes urdieron con tanta precisión militar el ataque contra el pueblo. Había menos de cinco mil personas reunidas en la Plaza de las Tres Culturas, así que los soldados, unidos a los numerosos agentes vestidos de civil y a los centenares de granaderos que también tomaron parte activa, estaban en proporción de tres contra uno; y si tomamos en cuenta que cerca de la mitad de los asistentes al mitin eran mujeres y niños, caeremos en la cuenta de que la reunión pudo disolverse, aprehendiendo a todos los presentes, con el simple empleo de la fuerza física.Seguramente algunos estudiantes iban armados, aunque ya hemos señalado que los disparos salidos de los edificios no fueron dirigidos contra la tropa, sino al aire. Pero incluso armados con pistolas —rodeado todo el sector desde días antes por losa granaderos y vigilados los edificios por agentes de civil, ¿quién hubiera podido llegar ahí con un rifle o una metralleta?—, resulta improbable que los estudiantes las hubieran utilizado: todos sabemos el miedo que el ejército inspira al pueblo; en cuanto aparecen los uniformes verde olivo, a todo mundo le entran ganas de correr.Ello no fue obstáculo para que la prensa “informara”, al día siguiente, que “hasta una ametralladora de grueso calibre, de tripié, fue utilizada por los ‘agitadores’ contra las tropas”. ¿Cuántos soldados habrían muerto, si una ametralladora de grueso calibre hubiera sido dirigida contra los que avanzaban en formación cerrada? También se publicó la fotografía de un hombre que, “portando un hacha descomunal”, que en la gráfica más parecía un utensilio de cocina, “intentó agredir a las tropas”. Gesto desesperado éste, seguramente, de un ciudadano que, como otros muchos que intentaron lanzarse contra los soldados a mano limpia, hervían de indignación al presenciar la inhumana matanza.Contra el edificio Chihuahua se hicieron pruebas del armamento del ejército. Las ametralladoras instaladas en las torretas de los tanques y vehículos blindados vomitaban fuego indiscriminadamente. Claro que ese edificio está ocupado por pacíficos vecinos, que nada tenían que ver con el mitin; y para matar a un presunto francotirador, se asesinó a mansalva a todos los que se pusieron al alcance de los proyectiles del “guardián de nuestras instituciones”.Ah: el bizarro general José Hernández Toledo, en cuyo futuro seguramente hay entorchados y galardones, declaró muy orondo: “No empleamos las armas de alto poder”. Y es verdad: los cañones de los tanques no fueron utilizados, aunque sí hay huellas de bazucazos en el edificio Chihuahua. Tampoco intervino la Fuerza Aérea, aunque tal vez cuatro o cinco bombas lanzadas por los aviones sobre la Plaza de las Tres Culturas hubieran realizado una labor más rápida y eficaz que la de los soldados.Una auténtica “labor de limpia”Terminada la matanza, llegó la hora de la “labor de limpia”, ejecutada al pie de la letra por los soldados, que literalmente asaltaron todos los edificios que rodean la Plaza de las Tres Culturas. Iban en busca de “agitadores”, claro; pero arramblaron con todo lo de valor que hallaron en los departamentos; en algunos casos, lo que no pudieron llevarse lo destruyeron. En camiones militares se transportó a los detenidos; pero seguramente algunos de ellos fueron utilizados para conducir el botín. A estas horas, en muchos hogares de “humildes juanes” deben estar mirando televisión, comiendo con cubiertos de plata y utilizando mantelería fina. Los que no participaron en la “Operación Tlatelolco”, seguramente esperan que el alto mando del ejército disponga otra nueva matanza de ciudadanos, para sacar la tripa de mal año.Los heroicos generales Crisóforo Masón Pineda y Raúl Mendiolea Cerecero, que quedaron al frente de las fuerzas de ataque una vez que el general José Hernández Toledo recibió esa “grave herida” en el pecho, “penetrante de tórax” que no obstante la permitía charlar tranquilamente tres horas después, tomaron todas las precauciones posibles con los peligrosos miembros del Comité Nacional de Huelga capturados en la gloriosa operación.Por principio de cuentas, los desnudaron totalmente, y luego los esposaron: enseguida continuó la “labor de limpieza”, que consistió en tirar a culatazos las puertas de todos los departamentos, detener a sus moradores y permitir que los soldados cargaran con todo lo que les llenara el ojo.Con las manos en alto, centenares de detenidos fueron alineados junto al muro sur de la iglesia de Santiago Tlatelolco, con las manos en la nuca. Si en los encuentros con los estudiantes en que participó anteriormente la tropa, los soldados respetaron a los muchachos capturados, y fueron los granaderos quienes se ensañaron golpeando a los que ya estaban más que rendidos, ahora no ocurrió así: los soldados culatearon a placer a mujeres, hombres y muchachos, y los agentes policiacos los ayudaron repartiendo pistoletazos.Casi nadie escapó indemne, y hasta algunos periodistas recibieron culatazos, y uno de ellos un bayonetazo. También los fotógrafos recibieron lo suyo, y a varios de ellos les hicieron pedazos sus cámaras. Era el ejército, “salido de la misma entraña del pueblo”, en el apogeo de su gloria, omnipotente, haciendo todo el daño que podían en seres inermes, ninguno de los cuales intentó siquiera defrenderse, pues ello hubiera determinado su muerte inmediata.La escritora y periodista italiana Oriana Fallaci, de la revista L’Europe, fue herida de dos balazos en el tercer piso del edificio Chihuahua. Clamaba desesperada: “Una ambulancia, por favor una ambulancia; como compañeros, una ambulancia”; pero continuó desangrándose durante cerca de una hora, pues el estado mayor de la Secretaría de la defensa, ya para esa hora, había ordenado la suspensión del servicio de emergencia de la Cruz Roja. Y encima de lesionada, en un acto que abochorna a todo mexicano bien nacido, y que de seguro traerá repercusiones negativas para nuestro país en el extranjero, la periodista italiana fue despojada de su bolso de mano. Ésta será la hora en que algún “juan” estará preguntándose qué valor tienen las liras, si es que la colega no alcanzó a hacer el cambio de su moneda.El heroico batallón “Olimpia”Como indicamos al principio, toda la maniobra fue minuciosamente planeada por mentes perversas, por cerebros malvados. El batallón Olimpia, integrado por elementos selectos de las Guardias Presidenciales, tuvo a su cargo la tarea de asaltar los comercios de la zona de Ciudad Tlatelolco, seguramente para atribuir los actos vandálicos a los “agitadores extremistas”. Los miembros del batallón Olimpia cargaron con lo que les pareció, y destruyeron lo demás. ¿Con qué fines siniestros se afectó así el patrimonio de modestos comerciantes, que nada tienen qué ver ni con los estudiantes ni con el gobierno? Explicable que robaran lo que les gustó; pero, ¿para que destruir el resto? Éstas son preguntas que sólo podrían contestar quienes urdieron la “Operación Tlatelolco”.Todavía en la madrugada los millares de detenidos estaban siendo embarcados en los transportes militares. Unos periódicos hablaron de “mil detenidos”, y otros aún redujeron este número; pero si había en la Plaza de las Tres Culturas cerca de cinco mil personas a la hora de iniciarse el asalto del glorioso ejército nacional, y murieron quizá 200, y 500 resultaron heridos, los detenidos suman muchos miles, pues a los asistentes al mitin hay que agregar a los residentes de los edificios que rodean la plaza, muchos de ellos sacados de sus domicilios en paños menores y arreados, por familia completa, hacia los transportes militares. Probablemente no pasaron de cien los que alcanzaron a escapar del teatro de la agresión ilesos, y ello por verdadero milagro, pues a la hora en que se encendieron las bengalas verdes (“disparen al aire”) y luego las rojas (“ataquen, heroicos valientes soldados”), absolutamente todas las salidas de Ciudad Tlatelolco estaban cubiertas por las tropas.La explicación del “mariscal”“El responsable soy yo”, dijo el “mariscal” Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional, a los periodistas citados urgentemente en su despacho. Luego agregó, tal vez para dar el toque de humor a la matanza: “la libertad seguirá imperando”.También el “mariscal” García Barragán hizo una exhortación a los padres de familia, “para que controlen a sus hijos estudiantes, y no permitan que sean utilizados por los agitadores”. Lo que no explicó es por qué, si en verdad cree que los muchachos son “víctimas de agitadores”, no lanzó a las tropas contra esos malandrines agitadores, en lugar de ordenarles asesinar no solamente a los estudiantes, sino a madres indefensas y a niños (una circunstancia desdichada hizo que un gran porcentaje de las madres que acudieron al tráfico mitin de Ciudad Tlatelolco fueran mujeres embarazadas; imposibilitadas para correr, fueron el blanco más fácil para los soldados. Y encima, llevaban consigo a otros niños pequeños, que al verse solos se convirtieron en bandadas histéricas y sollozantes).García Barragán, que se atribuyó toda la responsabilidad, dijo que envió al ejército, “porque se lo solicitó la policía”. Increíble versión ésta, pues resulta inconcebible que el secretario de la Defensa Nacional ignore, que, en tiempos de paz aunque él y sus soldados crean que estamos en guerra, del ejército sólo puede disponer el presidente de la República, y no cualquier polizonte.Pero el pueblo ya ha sacado sus propias conclusiones: él sabe quién es culpable de esta horrenda y estúpida matanza, sin duda la mayor ocurrida en la ciudad de México en tiempos de paz. El gobierno ha dado un paso irreversible, y ahora, seguramente, ya no podrá hallarse una fórmula que liquide totalmente el conflicto estudiantil, fútil y banal al principio, y que fue creciendo debido a la ineptitud o la soberbia de quienes pudieron resolverlo a tiempo, hasta llegar a convertirse en tormento y preocupación de millones de mexicanos, y que incluso repercutirá negativamente en el extranjero.(Muchos periodistas extranjeros, que vinieron a México con motivo de los Juegos Olímpicos, se hallaban en la Plaza de las Tres Culturas a la hora en que los soldados atacaron. Aparte de las heridas sufridas por la escritora Oriana Fallaci, a la hora de escribir estas notas seguían “perdidos” dos periodistas alemanes y dos japoneses).Que la historia los juzgueY ya que hablamos de periodistas, resulta increíble la venalidad, la corrupción inmunda en que vive la llamada “gran prensa”. Bien que los diarios oculten los robos al erario, la camada de millonarios que produce cada sexenio, los atracos de los caciques y la falsificación democrática en que vive México; pero a la hora en que ocurre una agresión tan cobarde como la de Ciudad Tlatelolco, que enlutó a tantos hogares, informar con verdad, e intentar siquiera una tibia defensa de las víctimas, si es que los compromisos económicos no permiten más, resulta deber insoslayable.Hace mucho tiempo que la prensa, en México, desertó al cumplimiento de su misión; pero en un caso como éste, se imponía abandonar la postura de rodillas y ponerse del lado de los injusta y cobardemente ametrallados.Indignaba leer el jueves 3 los grandes diarios capitalinos: deformación y mentiras en su “información”, al grado de que los redactores del diario encadenado más servil y abyecto casi intentaron un motín, que quedó conjurado cuando recordaron que su órgano más sensible es el estómago.¿Y las páginas editoriales, los comentarios de fondo? Frente al drama de millares de hogares capitalinos donde se lamenta la ausencia de los seres queridos muertos o desaparecidos, los sesudos comentaristas hablaban del dólar, de la última encíclica del papa, de las elecciones en los Estados Unidos, de Vietnam, del nombramiento de nuevos jueces, de los poetas clásicos y mil estupideces.A los responsables de la matanza de Ciudad Tlatelolco los juzgará la Historia; de su juicio no escaparán quienes han hecho de la soberbia y la fuerza normas de gobierno; pero la prensa mercenaria, que a cambio de prebendas económicas ha vuelto la espalda al pueblo, tampoco escapará al juicio histórico. Y no nos referimos a caballerangos convertidos en periodistas encadenados, que ésos ya están juzgados y condenados desde ahora, sino a los que se llaman capitanes de la prensa, los que creen lucir títulos de profesionales de la pluma y están manchándose con el estigma de esta conspiración de silencio en torno a un crimen de lesa patria.Lo dijo el maestro de periodistas:“No es periodista el que trabaja en un periódico o es propietario de él. Periodista es el que busca la verdad y la publica, aun a costa de su honor, de su fortuna o de su vida”.***Por qué?, con este reportaje objetivo sobre lo ocurrido el miércoles 2 de octubre de 1968 en Ciudad Tlatelolco, cree cumplir, en la medida de su modestia, con una labor que debía ser de todos los que en México se llaman periodistas.

lunes, 4 de febrero de 2008


domingo, 3 de febrero de 2008

Marcos Martínez Soriano

El 'cuerno de chivo' de Roberto Casimiro González (RCG) regresa a la misma cueva pero en horario nocturno.



La Paloma (a) Marcos Martínez Soriano, el sicario de Roberto Casimiro González está de regreso en la pantalla chica. De lo anterior se puede inferir que efectivamente Rogelio Montemayor Seguy es una rata y Jorge Zermeño infante un ruco nazi que golpeaba a su primera mujer.
Lo anterior queda de manifiesto luego de que a través de sendas demandas, que tanto Rogelio como Zermeño Infante interpusieron ante las autoridades competentes por los delitos de difamación y calumnias, no prosperaron en ninguna instancia y el ‘cuerno de chivo’ del dueño de la televisión estatal ha regresado a la misma cueva, pero en horario nocturno.
Martínez Soriano, famoso por las prácticas de felatorismo político que le ha practicado a los gobernadores en turno para luego denostarlos, se retiró temporalmente de la pantalla debido a que pesaban en su contra dos demandas mediante las que le exigían la reparación del daño moral infligido por su pico suelto.
Otra versión afirma que su retiro temporal obedecía a que tuvo necesidad de acudir con profesionales a que le retiraran el líquido blanquecino que obtenía al prácticar el felatorismo al gobernador y a sus funcionarios cercanos.
Sea como fuere la paloma está de regreso y curiosamente en un año electoral, en el que tal parece que hay muchos que requieren del concurso de sicarios que denigren a los políticos de Acción Nacional.
Martínez Soriano goza de negra fama entre el estrato pensante de la sociedad coahuilense, que no acepta que en los medios electrónicos participen este tipo de sujetos que no sólo denigran a los políticos opositores, sino se constituyen en pésimo ejemplo para las nuevas generaciones por con sus desplantes de cinismo.
Marcos Martínez está de regreso y no se espera nada bueno de él. Hasta el poeta Juan Martínez Tristán hoy se arrepiente de no haber usado preservativo, pues siente asco y vergüenza del locutor televisivo, que más parece un engendro del Averno que un ser humano al servicio de la verdad.
Entre las perlas que se le achacan a la Paloma, está el haber llamado homosexuales a los sacerdotes Pedro Pantoja y Raúl Vera, dos hombres que han dedicado su vida a luchar contra la injusticia.

La tragedia que aún se puede evitar: el edificio Coahuila

Arturo Berrueto González está a punto de convertirse en asesino por omisión y egoísmo.
Si desde que empezó como presidente del Consejo Editorial del Gobierno del Estado Arturo Berrueto González (a) el Aguado ha sido un desgraciado con los trabajadores de la imprenta de gobierno, por estos días, en el ocaso de su miserable existencia de burócrata, está a punto de convertirse en asesino por omisión.
El edificio Coahuila, punto de referencia en la década de los 60 porque era el más alto de la ciudad está a punto de caer. Desde hace meses, la mayor parte de las oficinas que funcionaban ahí, han cambiado su residencia por los riesgos que presenta la construcción, que en más de 40 años no ha recibido mantenimiento.
No obstante lo anterior, y pese a que funcionarios de la Secretaría de Finanzas lo han constatado, Arturo Berrueto González, exalcalde de Saltillo, expresidente del PRI,
exbrazoderecho de Eliseo Mendoza Berrueto y como diría José Rubén Romero en su novela La vida inútil de Pito Pérez, excremento, no quiere dejar sus confortables oficinas de la calle Victoria para trasladarse a un espacio en donde funcionaban los Almacenes Nacionales de Depósito, allá por la carretara a Monclova, sitio que tentativamente han escogido los funcionarios encargados de rentar espacios para el gobierno del estado.
En los talleres gráficos del gobierno estatal trabajan, en dos turnos, alrededor de 40 personas. La dependencia que funciona en el sótano del edificio Coahuila ha sido la más olvidada de las últimas tres administraciones, al grado de que los empleados reciben un trato cercano al desprecio y a la humillación.
Aparte del riesgo en que trabajan, los impresores han estado sometidos a la conducta voluntariosa de Sergio Mireles, director de los talleres gráficos quien desde hace tiempo les canceló una salida de emergencia que da hacia la calle Guerrero.
Por la naturaleza de sus actividades, en la imprenta existen solventes altamente inflamables, pero esto no le importa a Sergio Mireles cuya conducta es avalada por el Aguado Arturo Berrueto González, quien en lugar de preocuparse por dotar de dignidad a sus últimos días, sigue metiendo en la nómina oficial a sus descendientes, pues es fama pública que cada que nace un Berrueto, tiembla el presupuesto del estado.
Con un aire de intelectual, que en el fin de sus días lleva colgado con alfileres, Arturo Berrueto se ha negado de manera sistemática a evacuar el sótano del edificio Coahuila porque su egoísmo no lo deja abandonar las oficinas que disfruta por viejas glorias de la calle Victoria.
Para qué sumar otra tragedia como las de Pasta de Conchos en Rosita, Villa de Fuente en Piedras Negras, Celemania en Nadadores y Parras de la Fuente, si se puede evitar la del edificio Coahuila que no tarda en venirse abajo. Los trabajadores de los talleres gráficos del Gobierno de la Gente, trabajan en medio de la tensión porque temen que la mole de hormigón se les venga encima.

La bola de la independencia.

Por Jesús R. Cedillo

Se acerca a pasados agigantados el Bicentenario de la Independencia Nacional (1810-2010) y el Centenario de la Revolución Mexicana (1910-2010). Las celebraciones para estas epopeyas de la Nación mexicana ya empezaron precisamente con los preparativos para estas fiestas de la historia, del espíritu y de aquello que nos da pertenencia a México.
En mayor o menor medida (según sea el presupuesto, claro) los gobiernos federales, estatales y municipales programan a lo largo y ancho del territorio nacional celebraciones, fiestas y fandangos para conmemorar las anteriores fechas que marcan la liberación del yugo español y luego la liberación de la tiranía opresiva de un mal gobierno. La primera es la emancipación de la tiranía española, la segunda es la emancipación de la tiranía local.
Pero, desgraciadamente nos acercamos poco a los libros "serios", por decirlo de alguna manera, nos acercamos poco a los textos sesudos que nos cuentan de éstas y otros episodios de nuestra historia patria. Inmersos en el tráfago de la existencia cotidiana donde lo más importante es el vestido, la comida y la bebida, no tenemos tiempo para la lectura dilatada, de aquí entonces que es agradecible que la historia mexicana sea abordada por un dibujante, uno de los ahora llamados "moneros" de la prensa mexicana, como lo es Rafael Barajas Durán, "El fisgón."
Su libro se llama "La bola de la Independencia. Una historieta de la historia" publicado para editorial Planeta, el cual en más de 90 páginas aborda críticamente la historia de la Independencia, pero lo hace desde un punto de vista en el cual es maestro: con dibujos, con viñetas, con "monitos."
Todo mundo recuerda que el pionero en estos menesteres es el inigualable "Rius", el cual ha aportado algunos libros clásicos al estudio de temas fundamentales, los cuales tienen la seriedad de cualquier investigación histórica, lo único excepcional es que estos libros están dibujados, son "monitos" que por lo atractivo de sus dibujos, son accesibles a cualquier lector mexicano que "no tenga tiempo para leer."
Pero atención, los dibujos tratan de simplificar un texto que tiene una buena investigación histórica y que aporta buenos datos al imaginario colectivo. En el prólogo al volumen de historia que está hecha historieta, el politólogo Lorenzo Meyer escribe: "En La Bola de la Independencia, Rafael Barajas, El Fisgón, ofrece una interpretación del pasado mexicano a la luz de los acontecimientos que han dado forma al México actual, es decir, un México donde la independencia y la soberanía son, en el mejor de los casos, conceptos relativos. Un México donde la lucha por la equidad y la justicia se da, en su esencia, en términos no muy diferentes a como se plantearon hace dos siglos, cuando sirvieron para alimentar el reclamo de los insurgentes."
Ver y leer al "Fisgón" es un lujo para la mirada. Sus dibujos y viñetas hacen meditar y pensar mientras se va hojeando un libro que es mejor que el inefable "Libro Vaquero" o "Sensacional de traileros." "El Fisgón" aporta datos, fechas e ideas a una parcela de nuestra historia una y otra vez andada pero jamás agotada. A la vez que educa, divierte con su "humor serio" que hace meditar y reflexionar al instante.
Complemento de este buen libro ilustrado puede ser el todavía análisis disfrutable de Enrique Krauze, "Siglo de caudillos" donde realiza un retrato mundano y memorioso del llamado "Padre de la patria", el cura Miguel Hidalgo.
Cuenta Krauze que en ese tiempo, cuando Hidalgo era el cura de la parroquia de San Felipe Torres Mochas, incurría en conductas extravagantes, por decir lo menos: era "jugador de profesión y como tal, disipado", "libre en el trato con las mujeres", dado a la "continúa diversión." Según un proceso histórico de la época, el cura Hidalgo era poco menos que un hereje: Hidalgo habría negado el infierno, habría espetado textualmente a una "amiga", "no creas en eso Manuelita... son soflamas." En privado, de Santa Teresa, según Hidalgo ésta era "una ilusa, porque se azotaba, ayunaba mucho y no dormía, veía visiones." Y una perla en su proceso seguido por la Inquisición: la Biblia se debía "estudiar con libertad de entendimiento para discurrir lo que nos parezca sin temor a la Inquisición."
En el momento apoteósico de poder político, Hidalgo se hizo llamar "Su alteza serenísima" y tuvo una novia jovencísima en Guadalajara, a donde trasladó las tropas de insurrectos, en lugar de tomar por asalto la capital de la Nueva España.
Y si a esto agregamos los dibujos y viñetas de "El Fisgón", tendremos un panorama divertido y aleccionador en este libro que enseña historia sin el tedio del hoja tras hoja, merced a las estampas que fluyen de su pluma y su mano.
En el prefacio del libro-historieta, "El Fisgón" escribe: "Para hacer una reconstrucción apegada a la realidad es importante recrear los ambientes y el universo estético de la época. Nadie plasma las visiones, las aspiraciones, la realidad y los ideales de un periodo como los artistas de su tiempo. Los grabados, alegorías, dibujos, óleos, retratos en cera que fueron hechos en la década de 1810 y la gráfica patriótica liberal son documentos que tienen un valor gráfico e histórico enorme y nos permiten meternos de lleno en el paisaje social y el imaginario visual del momento."
Apostillas:
* "La bola de Independencia. Una historieta de la historia." De Rafael Barajas "El Fisgón", está publicado por editorial Planeta, con prólogo de Lorenzo Meyer. Tiene 95 páginas y acaba de salir al mercado editorial.
* "El Fisgón" es editorialista gráfico del diario "La Jornada" desde 1984. Fue becario de la Fundación Guggenheim entre los años 2002-2003. Es autor de los libros: "La historia de un país en caricatura" (2000), "El país del llorón de Icamole" (2007) y "Cómo triunfar en la globalización" (2005), editado también en España, Japón y Estados Unidos.
* En el prólogo al volumen, el politólogo Lorenzo Meyer escribe: "Por lo que a la historia misma se refiere, las tomas de posición del autor son contundentes, sin matices, pero con el sentido del humor de uno de los mejores caricaturistas políticos del México actual."

Periodismo y literatura: la incómoda frontera

Por Jesús R. Cedillo.
Desde el mes de agosto y hasta diciembre del año pasado, cursé en la ciudad de México un Diplomado en "Periodismo de Investigación." Con validez oficial de estudios por parte del ITESM, campus ciudad de México, el Diplomado fue impartido por los reporteros y redactores de la revista "Proceso."
Después de "graduarse", este escritor pertenece a la XIII Generación de Periodistas de Investigación. Y la cosa no ha sido sencilla hasta el momento de redactar estas líneas. Merced al buen pool de maestros que nos impartía cátedra, las discusiones e intercambio de esgrima verbal estuvo nutrido. Lo nutrido también fue posible merced al buen nivel de los compañeros de diferentes partes de la república que asistían con puntualidad y placer compartido a dicho Diplomado.
En las discusiones académicas afloraba aquella vieja rencilla entre estas dos materias, entre estas dos disciplinas: ¿dónde está la coincidencia y dónde la divergencia entre el periodismo y la literatura? Que la segunda nutra a la primera es válido, pero llega a suplantar a la primera y a esto ¿aún se le considera periodismo? ¿es mejor un buen texto casi literario basado en hechos reales o bien, es preferible escribir los llamados "datos duros" tal cual, sin matices ni estructuras narrativas emparentadas con la literatura?
Todo mundo lo sabe: la literatura suele gozar de un una gran libertad, necesita, como el tango, de una buena pista de baile para moverse. En cambio, el periodismo, al colocarse al lado de las ciencias sociales, se encuentra atado al manejo de la objetividad (tiene un objeto de análisis) no a la ficción o subjetividad (se basa en el sujeto) de la literatura.
Aflora entonces el problema, la delicada frontera entre uno y otro géneros. Los grandes reportajes se han convertido en libros que se leen como apasionantes novelas ("A sangre fría" de Truman Capote es el ejemplo más socorrido al respecto, aunque ahora hay mejores libros que éste, como los de Santiago Gamboa, Julio Scherer, Juan Pablo Meneses, Tom Wolfe, Ryszard Kapuscinzki, Olga Wornat y Sam Quiñónez, por citar sólo algunos que se pueden conseguir fácilmente en cualquier librería nacional).
¿Literatura o periodismo? El problema es que en los orígenes del buen periodismo, las fronteras siempre han estado abolidas y la separación, la bifurcación entre estos primos de escritura es obligada para la academia, pero sin efecto para la vida diaria. ¿Upton Sinclair (1878-1968) era novelista o periodista? ¿Jacob A. Riis (1849-1914) era periodista o novelista?
Les llamaron los muckraker (los "pepenadores", los "rastrilladores"). Eran periodistas-periodistas anglosajones que cambiaron el llamado establishment norteamericano con su pluma y sus reportajes. Movieron a tal grado el obeso aparato del Estado de USA, que muchas de sus leyes sociales, laborales, en materia de salud, territoriales, etcétera, se modificaron luego de que aparecían las crónicas y reportajes de estos escritores.
Estos reporteros anglosajones sólo se dedicaron a contar lo que era evidente a los ojos, pero invisible para los sociedad rica norteamericana. El asombro y la curiosidad fueron su motor a lo cual sólo agregaron el mejor condimento que puede tener el periodista: escribir bien, y es aquí donde mucho tiene qué ver el tener un buen oficio narrativo, el oficio del novelista, del cuentista.
Estos periodistas no pocas veces se dedicaron a la caza mayor. La gran periodista Ida Tarbell fue más osada: buscó sin asco en el estiércol norteamericano una buena cabeza que pudiera presumir en su sala de trofeos: fue la del magnate John D. Rockefeller, el fundador de la Standard Oil Co. Sin duda, el capitalista gringo más emblemático del siglo XX.
¿Cómo enfrentarse al magnate millonario? Armada con su pluma estilográfica y con una inteligencia a prueba de fuego, la osada reportera, a razón de la entrega de un reportaje mensual en la revista McClure´s por 24 meses, desnudó al magnate y su compañía. Documentó manipulaciones contables, camuflajes legales, estratagemas monopólicas y toda una red de protección oficial para hacer materialmente imposible cualquier auditoría y señalamiento con índice de fuego.
La periodista acosó sólo con su pluma y sus textos al poderoso magnate, dueño de un imperio petrolero, ferroviario y banquero. Las entregas de los reportajes de Ida Tarbell se reunieron en un libro en 1904 y al día de hoy, es una historia que se deja leer con sobresaliente vigor y lenguaje expresivo, el cual de tan apasionante tema, entretiene mejor que una novela. La edición original incluye 64 apéndices documentales en los cuales la reportera basó su minuciosa investigación.
La pluma de Tarbell influyó en la toma de decisiones. El Presidente de USA, Teodoro Roosevelt, solicitó una investigación de la compañía del magnate Rockefeller al Congreso y a varias agencias del gobierno federal, en especial del buró contra los trust, creado por la Ley Sherman, la cual consagraba la libre competencia y penalizaba duramente los monopolios.
¿Periodismo o literatura? La polémica y la discusión sigue vigente. Los maestros en el Diplomado en "Periodismo de Investigación" también están divididos en su opinión al respecto.

Los socios de Elba Esther.,,

Es un relato con todos los ingredientes de la novela realista del siglo antepasado que narra el origen, la vida y, anticipa tanto el destino de Elba Esther Gordillo Morales como del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

Los socios de Elba Esther es un texto muy triste que engarza dos historias de ambición y de amargura. Es un relato con todos los ingredientes de la novela realista del siglo antepasado que narra el origen, la vida y anticipa el destino de Elba Esther Gordillo Morales como del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Tanto una como el otro nacieron en el década de los 40 del siglo pasado. Ella en un hogar donde la mano férrea de su abuelo había construido un patriarcado; el SNTE, en el seno de la familia priista que empezaba a organizar a las masas analfabetas.
Los destinos de Elba Esther y del SNTE se cruzaron en la década de los 60 y desde entonces empezaron a coquetearse hasta establecer, en 1989, un matrimonio indisoluble que sólo la muerte podrá separar. Tal vez la sociedad mexicana tendrá que enterrarlos juntos: ella padece cirrosis producto de la hepatitis C, un padecimiento que sólo se adquiere por relación sexual; por su parte, el SNTE agoniza víctima del Sida político adquirido en algún momento de los 60 años que lleva viviendo en promiscuidad con los gobiernos emanados del PRI y del PAN. A ella los observadores le dan seis meses de vida, al SNTE, lo que aguante su vejez.
Si como en alguna parte de la obra se cita que el origen es destino, el SNTE nació para someter a los profesores, Ella para tiranizarlos.
El libro conduce al lector a las recámaras del poder. Para derrocar al viejo cacique del SNTE Carlos Jongitud Barrios, Gordillo Morales tiene que hacer alianza con Carlos Salinas de Gortari y con Manuel Camacho Solís cuando éste era regente de la Ciudad de México y necesitaba para la consecución de sus fines, el apoyo de la nueva líder magisterial para las elecciones de 1994.
La suerte del cacique ya estaba echada desde el 10 de noviembre de 1987 cuando acudió a su partido, el PRI, para hacer una donación de mil millones de viejos pesos con el objeto de apoyar la candidatura presidencial de Carlos Salinas de Gortari.
En contraparte, "entre 1982 y 1989, el ingreso promedio de los educadores pasó de 2.5 veces el salario mínimo a 1.3 veces; una caída neta del 52 por ciento en sólo siete años". –Escribe Ricardo Raphael, autor del libro Los socios de Elba Esther.
De la mano de Carlos Salinas de Gortari Elba Esther Gordillo Morales aplasta a la Coordinadora de Trabajadores de la Educación (CNTE), asesina al profesor Misael Núñez Acosta, humilla y envilece a sus colaboradores cercanos, se enriquece a través del programa de vivienda del magisterio (VIMA), compra departamentos y residencias en el país y en el extranjero, se convierte en diputada federal y por fin logra uno de sus más caros anhelos: llevar en su muñeca izquierda un Rolex.
Narra el autor de la obra que Elba Esther "nació el martes 6 de febrero de 1945. Su madre, Estela Morales Ochoa era hija de un acaudalado chiapaneco, productor de aguardiente de caña. Su padre, Daniel Gordillo Pinto, un agente de tránsito de la ciudad de México".
Como en las novelas del Canal de las Estrellas, durante un viaje a la ciudad de México Estela Morales Ochoa conoció a un hombre bohemio y pobre que luego la alcanzaría en Comitán para proponerle matrimonio al que se opuso su padre, Daniel Gordillo Pinto, abuelo de Elba Esther. Los novios se rebelaron y se fueron a vivir a la capital del país. Ahí nacieron Elba Esther y su hermana Martha Leticia, las dos únicas hijas de aquel matrimonio.
Tres años duraría la felicidad de Estela pues en 1948 Daniel Gordillo Pinto sufrió un repentino estallamiento de la aorta que le quitó la vida. Estela Morales quedó sola con sus dos hijas y sin ningún centavo. Así la encontraría tiempo después su padre Rubén Morales Trujillo quien se hizo cargo de las dos niñas, pero nunca perdonó a Estela el haber actuado contra su voluntad.
A su abuelo, Gordillo Morales lo describe así: "Podía ser duro, frío, lo mismo que tierno y generoso". Sin duda –acota el autor- fue su abuelo el primer cacique con el que se topó en su vida con el que a los 14 años rompería definitivamente, para luchar con tenacidad por la sobrevivencia. Fue recepcionista y mesera de un hotel. Antes de ingresar en el magisterio, un funcionario sindical menor le propuso jugar a los placeres del himeneo. Ella dice que no aceptó. ¿Quién sabe?
Actualmente Elba Esther es el blanco favorito de los moneros de México. Se le pinta tal cual es: una mujer sin escrúpulos, vergüenza del género femenino.
Luego de su ruptura con Roberto Madrazo y de su expulsión del PRI en la época de Vicente Fox, Gordillo Morales hace alianza con Felipe Calderón y se convierte en el fiel de la balanza electoral usando toda la estructura del magisterio para que los profesores ocuparan todas las casillas descuidadas por la oposición. Con esto logra un poder inmenso que sólo podrá aplastar la muerte de la lideresa.
De la obra también se desprende el pavor que le tiene la mayoría de los dirigentes seccionales. Esto avergüenza al machismo que con tanto esfuerzo se ha construido en este país.
Pero lo más grave para el país, es que durante los últimos 20 años ha influido de manera determinante para frenar las reformas que requiere el sistema educativo nacional para dejar el sótano en cuestión de aprovechamiento, según las últimas mediciones de la OCDE.
Los recursos que ha obtenido del gobierno a través del SNTE son enormes: Vicente Fox le entregó en los últimos días de su gobierno 100 mil millones de pesos y Felipe Raterón le acaba de entregar 150 mil millones de pesos para que los gaste de manera discrecional estirándose el cuero y pagando las transfusiones de sangre que le practican en La Jolla, California, para prolongar su pervertida existencia.

El alcalde de Saltillo: drogadicto y alcohólico.

Si los priistas olvidan la historia...

El pobre diablo Fernando Donato de las Fuentes le abrirá la puerta a la ultraderecha rabiosa que representa Acción Nacional.

En 1987 Eleazar Galindo Vara andaba en campaña en busca del voto popular que lo condujera a la alcaldía de Saltillo. De humanidad robusta y prístina mirada de hombre bueno, el candidato usaba una gorrita de beisbolista, que como ahora dicen los muchachos, lo hacía ver ‘bien reba…’.
Galindo Vara venía a sustituir a Carlos de la Peña Ramos a quien una prolongada campaña del periódico Vanguardia lo había motejado como el Cabal. A él le había tocado uno de los períodos más duros, en que la república se debatía en medio de la pobreza por los errores de los priistas encumbrados en los altos mandos del país; sin embargo, la gente y los mapaches seguían rellenando las urnas con votos a favor del PRI, no se sabe en qué proporción.
De esa manera, la campaña de Eleazar no era más que mero trámite, pues desde el momento en que había sido nominado por su partido, ya se sabía que él sería el próximo presidente municipal de Saltillo, por eso, el candidato no tenía necesidad de adoptar una imagen de intelectual ni de don Chingón, pues todo mundo sabía que venía de los campos de béisbol, y había sido ungido como aspirante a la alcaldía por los intereses de Arturo Berrueto González, a la sazón, el operador político de Eliseo Mendoza Berrueto, quien ya se preparaba para sustituir al Diablo de las Fuentes en la gubernatura de Coahuila.
Eleazar no sabía que con su triunfo en las urnas llegaba su desgracia. Durante los primeros dos años de su administración, pasaba de los apuros para el pago de nóminas al ridículo de su policía montada queno resolvía el problema de la inseguridad pública en las decenas de colonias, que en los años anteriores habían crecido en los arrabales, como los hongos después de la lluvia.
El transporte público era un verdadero caos. Los choferes y concesionarios, armados con viejas unidades no cumplían con los horarios y Saltillo estaba convertido materialmente en un bache, pues las calles después de las lluvias veraniegas parecían la superficie marciana, con miles de cráteres. Esto, por supuesto mantenía irritados a los automovilistas que exigían también, vías rápidas de comunicación en la ciudad.
Muy pocos conocen, aparte de los actores de la época, los motivos que tuvo Eliseo Mendoza Berrueto para dejar en la orfandad política y económica a Galindo Vara. Pero Eleazar no sólo era víctima de la soledad sino de lo inquina del gobernante, quien desde palacio rosa pagaba al mercenario Armando Castilla Sánchez para que lo denostara.
La campaña periodística estaba a cargo de un profesor miserable espiritualmente, de nombre Juan Antonio Rodríguez Samaniego (en estos días entrega en abonos la zalea y no falta mucho para que empiece a cocerse a fuego lento en el infierno) que se solazaba desde las páginas del vespertino Extra llamándolo el alcalde chatarrero. En esos tiempos el Extra se escribía mojando las plumas en tinteros de mierda.
Resulta que en su desesperación por cumplir con los compromisos monetarios inherentes a su cargo, Eleazar se había visto en la necesidad de vender la chatarra de los corralones municipales porque Eliseo no le aventaba ni un quinto de las participaciones municipales, la prueba es que la obra cumbre del trienio fueron los barandales del viejo puente de la calle Lerdo de Tejada cruz con las vías ferroviarias, construido en 1904 para facilitar la llegada de los muertos, al panteón San Esteban.
El país estaba herido de muerte por las crisis galopantes y la corrupción de la clase gobernante; sin embargo, el PRI seguía conservando la hegemonía política en medio del engaño electoral, al grado de que en Saltillo, muy pocos pensaban que el PAN podría alzarse con la victoria el 28 de octubre de 1990.
Eliseo Mendoza Berrueto, el peor de los gobernantes que ha padecido Coahuila a lo largo de su historia, no sabía que al destruir a Galindo Vara estaba abriendo la puerta para que la ultraderecha rabiosa representada por Acción Nacional se metiera en la alcaldía de Saltillo.
Por aquel entonces, desde la Unión de Organismos Empresariales Rosendo Villarreal Dávila, excapataz del GIS, ya arañaba la presidencia municipal de Saltillo, y como en ese entonces no tenía partido aborrecido, no le hubiese importado la postulación por parte del PRI; sin embargo, la clase política priista aún tenía la fortaleza para decidir por alguno de sus hombres y no sería precisamente Rosendo, hijo de Ricardo Villarreal García quien había sido alcalde capitalino en 1942.
Cuando el 30 de junio de 1990 Eliseo Mendoza y Arturo Berrueto tumban a Eleazar nombrando a Mario Eulalio como alcalde interino, poco se podía hacer, pues en el inconciente colectivo ya flotaba la idea del cambio.
Ni el oficio político, ni el prestigio de Mario Eulalio Gutiérrez Talamás pudieron hacer, de julio a septiembre de 1990, que los priistas de las colonias pobres salieran a votar por el partido oficial. El 28 de octubre de aquel año, fecha en que se llevaban a cabo las elecciones, sólo 17 mil priistas irían a las urnas. Los panistas con Villarreal Dávila a la cabeza metían 500 sufragios más y el gobierno de Mendoza Berrueto, acorralado por la iniciativa privada se encontraba maniatado para torcer los resultados. De esta manera, la noche de aquel día Rosendo encabezaba la marcha de la victoria. Tenía su cuartel político en la calle Rayón, enfrente de la Cruz Roja.
Esta historia es tan triste para los priistas que Abraham Cepeda Izaguirre, el contrincante de Rosendo aún llora cuando le recuerdan la derrota. Todavía se acuerda que él hacía campaña en el Casino mientras Villarreal Dávila vociferaba en las colonias que rescataría a Saltillo.
Pero como ha escrito Nietszche –que no era tan pendejo-: la historia es cíclica, casi 20 años después la historia se repite. En estos momentos el PRI tiene un imbécil al frente de la alcaldía y no hace nada para contrarrestar a la ultraderecha rabiosa que ya se encuentra en las goteras de Saltillo, encarnada en Óscar Mohamar Dainitín.
Aunque muy parecidos, estos días son diferentes porque Eleazar no era drogadicto como el actual alcalde Fernando Donato de las Fuentes Hernández, pero las condiciones políticas son similares. Primero, porque existe un rechazo absoluto hacia el alcalde por parte del estrato socioconsciente de la población en el que se aglutinan los votantes panistas y porque igual que hace 20 años, los priistas no están dispuestos a salir a las urnas para legitimar a un partido, que no ha tenido la capacidad de remover la ineptitud de el alcalde capitalino.
En estos momentos el PRI se encuentra en una encrucijada pero aún tiene tiempo de mover sus piezas, porque si en 1990 faltaban sólo 90 días para las elecciones municipales, ahora faltan todavía dos años.
Actualmente la situación sociopolítica es muy similar a la que privaba en 1990: deficiente transporte público, policías abusivos y ladrones deambulando por la ciudad, mal servicio de limpieza y una malísima imagen del alcalde que se ha defendido con uñas y dientes antes de someterse a un antidoping.
No obstante que lo anterior es sumamente subjetivo y puede calificarse como etéreo, puede provocar la migración del voto priista hacia la derecha rabiosa que, dígase lo que se diga, cuenta con un discurso atractivo, aunque éste sólo se escuche en la época electoral.
Al tiempo…

La rata cetemista de Coahuila

Se tambalea el imperio de rapiña de Tereso Medina Ramírez. La cárcel lo espera por el delito de fraude, pues ha engañado a los obreros cetemistas para forjar su inconfesable fortuna.

Aunque todavía de pie, el imperio de rapiña de Tereso Medina Ramírez se tambalea; es más, los huesos del dirigente charro pueden pasar una buena temporada a la sombra en el Penal de Saltillo, pues ha dispuesto del dinero de los trabajadores en acciones que pueden tipificarse bajo el delito de fraude.
Así lo expresó uno de los integrantes del cetemio coahuilense quien pide que su identidad no sea revelada pues teme a las represalias no sólo de Medina Ramírez, sino del resto de los cómplices del dirigente que han expoliado a los trabajadores durante los últimos diez años.
Según el Código Penal para el estado de Coahuila, "comete fraude el que engañando a alguien o aprovechándose del error en que éste se haya, se haga ilícitamente de alguna cosa o alcance un lucro indebido". El fraude de cuantía mayor se castiga con prisión de dos a ocho años y multa cuando el valor de lo defraudado es mayor de quinientas veces el salario mínimo.
De acuerdo con lo anterior, Tereso Medina Ramírez y su pandilla cetemista han engañado a los trabajadores y además se han aprovechado de su ignorancia para comprar residencias, casas, ranchos y vehículos onerosos, además de mantener en la nómina de la CTM a su esposa, a sus hermanos y a sus primos, sin soslayar la exigencia permanente que mantiene sobre los tornilleros de los comedores industriales a quienes les solicita una camioneta último modelo anualmente.
También está dentro la esfera de la conducta delictiva del dirigente cetemista, el uso discrecional del dinero de las cuotas sindicales de los obreros para hacer regalos onerosos a sus subordinados, como el caso en el que le entregó un reloj de la marca Rolex a Jesús Berino Granados.
También le tipificarán como fraude los vehículos que exige a las empresas para tranquilizar a los obreros como sucedió recientemente con la empresa Fujikara que le entregó dos Chevrolet Equinox. Uno de estos automóviles lo usa Rocío Medina López, hija del dirigente charro y circulaba con las placas FBL3981 a nombre del Instituto de Educación Obrera. Otro vehículo de la misma marca lo conduce Jesús Berino Granados y fueron adquiridos en Piedras Negras, curiosamente en los tiempos en que estallaba el conficto entre Fujikara y sus obreros.
El imperio de rapiña que mantiene en pie el dirigente charro de la CTM Tereso Medina Ramírez, atraviesa en estos días por el cuestionamiento de los líderes regionales del cetemio coahuilense, cuyos puntos de influencia son la comarca lagunera y las regiones norte y centro del estado.
En Torreón, Piedras Negras y Monclova, los dirigentes se han dado cuenta de la fortuna que ha amasado el descarado dirigente, con el sudor y la sangre de los obreros adheridos a esa central. Los obreros de Saltillo siguen igual de dormidos y son los únicos que se mantienen fieles al charro cetemista.
En Piedras Negras y Torreón, hasta donde se cuenta con información, los dirigentes cetemistas han reproducido en copias fotostáticas las últimas dos ediciones de esta públicación, entregándola a los obreros, en maquiladoras y centros de trabajo en los que la CTM tiene influencia.
Lo anterior porque existe descontento contra Medina Ramírez, quien se ha enriquecido como cualquier sinvergüenza, aprovechando todos los recovecos legales, desde el uso discrecional de las cuotas sindicales de los obreros, hasta el cobro que hace a los empresarios por una capacitación técnica que en los hechos no existe.
En jefe del charrismo cetemista se encuentra sumamente molesto con esta publicación que ha recorrido de mano en mano toda la geografía coahuilense, rebasando las fronteras estatales para ir a parar a los escritorios de los altos jerarcas de la CTM en la capital del país, quienes no ven con buenos ojos el enriquecimiento criminal de Tereso Medina Ramírez.
Ahora, ya muchos obreros saben que el dirigente de la CTM en Coahuila es dueño de dos mansiones, una enclavada en el bucólico pueblecito de Bella Unión, al pie de la sierra de Arteaga y la otra en el fraccionamiento Bugambilias de Saltillo. Esta residencia pertenecía a polémico político parmpriista Jorge Masso Masso y le costó cinco millones de pesos.
En la edición anterior de Territorio Libre se publicó en portada lo siguiente: "…para el dirigente charro de la CTM de Coahuila, el precio de su riqueza es bastante alto: la traición a los obreros. Convertido desde hace muchos años en el cancerbero de los intereses de los empresarios, Tereso Medina Ramírez ha tenido que echar mano de instrumentos asquerosos como las claúsulas de exclusión y las listas negras que aunque lo envilecen aún más, lo ayudan a medrar con el sufrimiento del obrero.
"Aparte de la manida frase de la nueva cultura laboral, el charro cetemista y los industriales corruptos han torcido el espíritu de la bellísima frase con la que culmina el Manifiesto Comunista de Engels: ‘Proletarios uníos… pero para chingarlos mejor’.
"La falta de prácticas democráticas sume en el silencio abyecto a los trabajadores, pero esto le conviene al charrismo sindical, que encuentra en esta coyuntura su mina de oro.
Y, es que a Medina Ramírez le han bastado sólo diez años para remontar su origen miserable. Por su actitud criminal ante los obreros, ni después de muerto podrá ocultar los conceptos sociales demoledores de charro, ladrón y vendedor de la sangre y el sudor de los trabajadores.
Lo anterior, porque el amo del cetemio coahuilense no aborrece ninguna forma de enriquecimiento: tiene a cuota a los tortilleros que introducen el producto en los comedores industriales, que están obligados a entregarle una camioneta último modelo cada año.
El dirigente charro no sólo es dueño del par de residencias ya señaladas. También se ostenta como propietario de algunos ranchos en los que se dedica a la crianza de animales, sin soslayar la propiedad de caballos pura sangre, que monta acompañado de su hija la charrita menor Rocío Medina López.
Los obreros de Coahuila ya saben que la empresa LALA le entrega 35 mil pesos mensuales al dirigente sindical con el fin de que mantenga la paz laboral por la fuerza, aplicando las claúsulas de exclusión y engrosando las listas negras. Además, cobra 200 mil pesos cada mes por concepto de capacitación técnica a los obreros, sin que esto se lleve a cabo.
Actualmente Tereso Medina Ramírez representa un lastre para el partido gobernante en Coahuila, pues no es cierto que la CTM aporte votos al PRI en los procesos electorales. Esto ha quedado claro desde las elecciones en las que resultó electo Carlos Salinas con alrededor de nueve millones de votos solamente, cuando la central obrera había prometido que sacaría a votar a 20 millones de obreros.
Lo anterior puede resultar intrascendente porque si los líderes priistas saben contar, comprenden que no cuentan con el charro cetemista, quien es odiado por el inconsciente obreril que no se rebela, porque de hacerlo, el jefe del charrismo está listo para aplicar a cualquier obrero la claúsula de exclusión, que lo colocaría en la lista negra, equivalente a no encontrar empleo nunca.
Toda la información anterior ya se encuentra en manos de obreros y dirigentes de las regiones Laguna, Norte y Centro de Coahuila, en donde ya se busca la forma de terminar con el cacicazgo de Tereso Medina Ramírez, que en los últimos meses ha visto cómo se tambalea su imperio de rapiña y se pone en peligro la riqueza malhabida que ostenta, además de que sabe que de probársele el delito de fraude, tendrá que cambiar su residencia al Centro de Readaptación Social para Varones, donde -dicen- lo espera el Llorarás.

Dintel


El revuelo internacional que ha causado la salida de Carmen Aristegui de W Radio tiene contra la pared a la ultraderecha rabiosa que representa Felipe Calderón, pues aunque no existen evidencias, todo mundo sospecha que el cese de su programa radiofónico fue ordenado desde Los Pinos.
Carmen Aristegui es en los medios electrónicos tan emblemática como lo es don Julio Scherer García en el periodismo impreso, pues al margen de lo espinoso que pueda ser cualquier asunto, ellos lo abordan con el profesionalismo que requiere una democracia en eclosión como la que existe en nuestro país.
En los últimos cinco años, la exconductora del programa radiofónico Hoy por Hoy tocaba temas como el del cura pederasta Nicolás Aguilar y desde su micrófono se establecía la protección que le brindaba el cardenal Norberto Rivera Carrera; el caso de las mujeres violadas por militares en Castaños; el del Gober Precioso (a) Mario Marín en el que Carmen difundió el audio en el que el gobernador sinvergüenza platicaba con Kamel Nacif sobre los ‘coscorrones’ que le había metido a la escritora Lidia Cacho; el caso también de Zongolica en el que una partida militar violó a Ernestina Ascencio, una mujer de 70 años; el de Hildebrando Zavala, cuñado del presidente de la república, quien fue denunciado por Andrés Manuel López Obrador de manosear el padrón electoral para beneficiar a Felipe Calderón, entre otros de igual importancia para la vida política y económica del país.
En sus programas de radio y televisión Carmen Aristegui destila bondad, parece una niña curiosa y no hay asunto para el que no busque explicación. Su mirada clara es el espejo de un corazón enorme. Aparte de su hermosura física es una mujer con alto grado de sensibilidad que ama a su hijo Emilio y por él transita por la vida vistiendo el albo ropaje de la verdad, una verdad que con su enorme capacidad, desmenuza, para hacerla llegar, digerible, a un auditorio compuesto lo mismo por intelectuales que por amas de casa.
Sin Carmen Aristegui en el micrófono México ya no es el mismo, sin su voz, una auténtica caricia para la verdad, el periodismo está de luto y una gran parte de México, también…Chema Fraustro y Ricardo Alvarez -según ha trascendido- compraron el edificio de Corona y Emilio Carranza que durante muchos años sirvió como cuartel general de los gerentes que usaban a los talladores de ixtle para los mítines electorales. La construcción es el recuerdo de muchos años en que los gobiernos priistas se aprovechaban de la ignorancia de los campesinos para legitimarse...mientras en el ámbito federal en el primer año de gobierno de Felipe Calderón ya han rodado tres cabezas de secretarios de estado, en Coahuila continúa la especulación y los rumores respecto de la salida de Fausto Destenave, Jorge Torres y Jaime Castillo. Los analistas consideran que estos tres funcionarios no han dado el ancho y si están ahí, es por el compromiso político que a la fecha ya ha sido pagado con creces, pues mientras el gobernador Humberto Moreira trabaja, recorriendo todo el estado, cuestión que hasta sus detractores le reconocen, estos funcionarios merced a su ineficiencia, incapacidad y grisura, opacan la labor del ejecutivo; por si fuera poco, cuando arrecian los ataques a la administración por parte de los dirigentes de otros partidos, ninguno de sus colaboradores del primer círculo sale a defenderlo, a excepción de su hermano Rubén, que se pone los guantes contra los pugilistas de peso medio, ligero y completo. En tanto el secretario de educación se preocupa por seguir acumulando riqueza, Fausto Destenave satura los medios para ganar imagen y lograr ser candidato a lo que sea, incluso a regidor; por su parte, el secretario de finanzas, se confirma, es sólo un adefesio. Queda demostrado que estos "amigos" son de las ligas pequeñas y el Gobierno de la Gente requiere de personas capaces, inteligentes y con cojones. Más vale corregir a tiempo que después lamentarlo toda la vida, corregir es de sabios, pues la imagen y el éxito de un gobierno depende en muy buena medida de los colaboradores… Las renuncias de Luis Gerardo Martínez y Enrique Martínez Morales –se comenta- ya han sido presentadas. Al parecer, el distanciamiento entre el ex y el actual se ha agudizado, lo cual ha quedado de manifiesto en los importantes eventos sociales recientes en que no logran unirlos ni con pinzas de presión. La reciente salida de Roberto Serna y de Sergio Robles, gente cercanísima al exgobernador, lo confirma, aunque por otra parte se señala que el Yayo es capaz de destruir un distribuidor vial con tal de construir una candidatura…German Froto Madariaga por fin logró el acercamiento con el grupo gobernante, tanto que hoy se menciona que en la asignación de concesiones para los distintos grupos, una de las magistraturas será para el lagunero mientras al Foro de Abogados de Saltillo no les llegan ni las actuarías, tal parece que no hay dirigencia…Guadalupe Sergio Reséndiz Boone continúa hablando hasta por los codos, no en balde su mote es el de Lupe la Verdulera; esto lo ha alejado del grupo gobernante al que logró meterse con calzador, aunque él persiste con sus sueños guajiros de ser alcalde. Con cargos de elección popular en diversas administraciones se resiste a que entren al relevo las nuevas generaciones, igual que sus maestros, a los que ha superado, Jesús Alfonso Arreola Pérez y Arturo Berruelo González…Javier de la Mora de la Peña (a) la Rémora se ha ido a la ciudad de México con todo y sus chivas. El escritor sin obra que abusó de los recursos durante la administración de Enrique Martínez y Martínez ha puesto pies en polvorosa, ¿quién sabe que le haría al cártel de los Moreira?, pues durante muchos años presumió su cercanía con el actual mandatario, incluso hasta hace unos meses mantenía la foto del gobernador con él, en los tiernos años de la infancia. La Rémora es conyuge de María de los Ángeles Errizuris Alarcón, exsecretaria de educación en Coahuila. Son legendarias ya las francachelas que agarraba con sus amigos en la ciudad de México con cargo al erario y pensaba que su sexenio sería el de Humberto Moreira; sin embargo, no ha sido así, al grado de que ha tenido que emigrar a la capital del país, ahora sí, en calidad de exiliado, porque su presencia es muy poco grata en el imperio moreirista... Mario Eulalio Gutiérrez, famoso por su frase de los maturrangas, más que por el linaje y la prosapia, continúa asistiendo a todos los eventos en que es convocado por la administración olvidándose de el ostracismo en que actualmente vive Enrique Martínez y Martínez, tal parece que contratos matan compadres…Cuando se esperaba la renuncia de Sigfrido Macías Pérez (a) el Suavecito en solidaridad por la abrupta salida de su ‘hermano’ Alfonso Martínez Pimentel optó por afianzarse en la subsecretaría de gobierno. Bien se afirma que en política no hay pleitos a perpetuidad ni amistades eternas, ejemplos sobran y con uno basta: Rogelio Montemayor despidió de su administración al actual gobernador por no apoyar a Chuy María Ramón y hoy es su ‘amigocho’: estuvo en la boda del mandatario. Lo bueno es que el paso de Sigfrido por la Dirección de Bibliotecas por fin lo puso a leer, al menos la revista TV Novelas y uno que otro libro vaquero.

La Paca Perra de la Sección 38.

Después de dejar la Tesorería de la Sección 38.
¿Resistirá Francisco Benito Parra Mireles un paseo por la ruta de 'su' dinero?
Aunque nunca informaba sobre el destino de las cuotas sindicales de los profesores del estado, hoy se encuentra al frente del Servicio Médico. Su insensibilidad e intransigencia generan incertidumbre en el gremio

Ahora sí nos lo vamos a chingar… todo esta amarrado –decía Francisco Benito Parra Mireles a un grupo de amigos mientras clavaba su torva mirada en la hilera de vehículos que iban de sur a norte, de norte a sur, allá por el bulevar Venustiano Carranza, una mañana de julio de 2003. Así se despedía, triunfante, mientras se acomodaba el ropaje de la abyección que le ha permitido llevar a cabo lo actos más viles en su existencia.
Parra Mireles caminaba en medio de la atmósfera fresca y húmeda rumbo a su vehículo mientras su retorcida mente trabajaba de manera febril, buscando la forma de torcer la ley para convertir a Juan Cisneros Cortés, profesor de literatura de la Escuela Normal Superior en compañero de Jaime Zamudio, tesorero de la administración de Juan Manuel Armendáriz para aplicarle el artículo 42 del Estatuto Jurídico para los Trabajadores al Servicio del Estado, porque bajo la firma del primero, había aparecido un texto en la revista Territorio Libre con el siguiente encabezado: Se enriquece tesorero de la Sección 38.
Por supuesto que el escrito mantenía enfurecido a Jaime Zamudio porque lo lastimaba moralmente, pero también pisaba los callos de algunos funcionarios sindicales mientras cimbraba toda la estructura de la administración de Armendáriz Rangel.
Francisco Benito había sido nombrado como fiscal por el pleno del Comité Ejecutivo de la Sección 38 para solicitar el cese fulminante como trabajador, de Cisneros Cortés. Por aquel entonces regenteaba el departamento jurídico de la Secretaría de Educación Pública Fausto Destenave Kuri quien mantenía como palafrenero legal a otro abogado de perfil mediocre de nombre Ernesto Guevara Ochoa; además, como encargado de atizar el fuego fungía un sujeto de pelo níveo y nariz chata que paseaba por la vida un eterno rictus de amargura; se apellida Anguiano y aún pulula en el universo sindical de la Sección 38.
Sin pizca de escrúpulos y sin el más mínimo sentido de solidaridad sindical, Parra Mireles, en un acto de venganza promovía el cese como trabajador de la SEP de Juan Cisneros Cortés. El complot estaba en marcha avalado por el pleno del CE de la Sección 38. Se revolverían las preñadas con las paridas si esto era necesario. Se citaría a testigos falsos mientras se hacían las diligencias necesarias. Pero si la postura de Benito Parra y de sus representados era aberrante, más lo era la postura de Destenave Kuri y de Guevara Ochoa (el análisis de esto corresponde a otro capítulo) que se prestaban a torcer el espíritu de la ley, porque para aplicar el artículo mencionado, es necesaria la condición sine qua non de que los trabajadores sean compañeros cercanos y en un aparato tan grande, como el educativo, esto es imposible de configurar desde el punto de vista legal.
Finalmente el desencuentro quedaría zanjado de manera extralegal, pero Francisco Parra ya se había metido hasta el cuello en el tambo de la mierda de la ilegalidad y de la perversión; se había exhibido como un ridículo Torquemada, cuando su función era la defensa de los derechos de los trabajadores. Desde entonces quería ser Secretario General de la Sección 38.
Por eso y por muchas cosas más –como dice la canción- la base magisterial aplaude la llegada de Carlos Moreira Valdés a la dirigencia de la Sección 38, porque ya se había creado un mundo de discrecionalidad, de abuso, de falta de transparencia y de despilfarro. Durante dos décadas se había jugado con la inteligencia de los profesores.
Parra Mireles odia a Juan Cisneros Cortés con ese odio de corte feminoide desde los tiempos en que Polo Vega era el titular de educación en Coahuila. No admitía, ni lo admite, que un profesionista recién egresado de la ENS echara mano de la denuncia pública para exigir, hoja volante en mano, un lugar para sí, dentro de la estructura educativa de Coahuila. Menos admitiría –dada su estructura mental de totalitarismo barato- que Cisneros Cortés se presentara ante el Congreso del Estado a demandar en juicio político a su jefe.
La ambición monetaria de Francisco Parra carece de límites y lo más seguro es que no resista un paseo por la ruta del dinero, como decía Garganta Profunda, sobre todo después del puesto que ocupó como tesorero de la Sección 38 y por su fallido intento por convertirse en el máximo dirigente de esta organización.
Un dato más que exhibe su falta de escrúpulos y su ambición: dentro de las filas del magisterio nadie desconoce el proceso de expoliación a que sometió durante años a los alumnos reprobados, a quienes con la promesa de aprobarlos, los obligaba a que lo ayudaran en trabajos de albañilería a levantar la finca que tiene en Ramos Arizpe y después, a edificar el colegio que funciona en la calle Salazar.
Unos días después, cuando moría una tarde lluviosa de julio, en la trastienda de la cantina El Delicias, bajo los focos de 60 watts, Juan Cisneros Cortés en compañía de algunos amigos se metía entre pecho y espalda sus ya tradicionales tragos dobles de ron añejo. En eso llega otro camarada y le espeta:
- En la mañana, en un restaurant del norte de la ciudad dijo la Paca Perra que ahora sí te va chingar… que todo está amarrado.
El aludido levantó la cabeza mesándose el cabello ensortijado por la lluvia y le respondió:
- Pos ve y díle a ese hijo de su reputisísima madre, que como dijo don Julio Scherer, si es con la inteligencia, el que se lo va a chingar soy yo… tengo lo que me queda de vida por delante…
Después soltó una carcajada saludablemente sonora cuyos ecos se perdían en medio de los acordes de la música norteña.
Más vale tarde que nunca...
Dos décadas después, con el arribo de Carlos Moreira Valdés a la dirigencia de la Sección 38 del SNTE, triunfa el movimiento de reivindicación del magisterio que en 1988, a la muerte de Eliseo Loera Salazar, exigía la aplicación plena de la legalidad y la democratización del gremio.
Veinte años después de la rebelión, Carlos somete y aplasta a la ‘nomenklatura’ nacida en el patio trasero de la revuelta y la exhibe al exponer que toda la estructura de seguridad social se encuentra en quiebra. Además denuncia la falta de transparencia en el manejo de los fondos públicos.

El fiambre de Eliseo Loera Salazar

Eliseo Loera Salazar
El 30 de junio de 1988 Saltillo olía a muerte. Detrás de su escritorio, Guadalupe Sergio Reséndiz Boone, a la sazón secretario de la Dirección General de Educación Pública de Coahuila lucía demacrado, triste, abatido. Parecía sincero. Esperaba la llegada del cadáver de Eliseo Loera Salazar quien hasta el día anterior había sido Secretario General de la Sección 38 del SNTE y cuyo asesinato brutal había conmocionado a la todavía ingenua sociedad saltillense.
De pronto, Jesús Alfonso Arreola Pérez, titular de la dependencia se planta ante él y le dice con el engolamiento natural de su voz:
- Sergio, venga, necesito hablar con usted.
Resendiz Boone dejó de acariciar su generosa barriga y se puso de pie para caminar los tres metros que lo separaban de la umbría oficina desde donde se manejaban los asuntos educativos del estado. Sólo ellos saben qué platicaron, pero cuando Guadalupe Sergio cerraba la puerta del despacho de Jesús Alfonso ya traía colgada la sonrisa mecánica con la que deambula por la existencia.
Aunque no existen evidencias, del contexto se puede inferir que ambos saben mucho más de este artero crimen. Gobernaba Coahuila Eliseo Mendoza Berrueto.
Al morir, Loera Salazar tenía 51 años. Había sido tuerto en tierra de ciegos. Pésimo como docente, el otrora titular de educación había muerto en una finca con valor de 100 millones de pesos mientras cada uno de los profesores ganaba 1.5 salarios mínimos, el equivalente a 60 pesos diarios en estos días.
Aunque con dinero público y sindical había logrado comprar algunos romances, el viejo dirigente vivía con el complejo que deriva de la fealdad. Su comportamiento era altanero. Eliseo empezaba a fundar un imperio de corrupción. Antes de ocupar la secretaría general había sido presidente del Consejo de Administración del Servicio Médico. Desde ahí entregaba tarjetas de crédito ilimitado a sus compañeras sentimentales.
La noche del 29 al 30 de messidor Reséndiz Boone había participado en la ceremonia de velación de los restos del dirigente de la Sección 38 y la última mañana de junio de 1988 esperaba la llegada del cadáver que ya había hecho escala en un periplo con tinte oficial en el que por instrucciones del gobierno lo habían llevada la BENC y a la sede sindical.
Con el sol a levante, el cadáver de Loera Salazar llegaba al patio central de la DGEPE. Sergio Reséndiz Boone, con 38 años de edad en el lomo y sintiéndose un moderno Demóstenes, fue el encargado de pronunciar el discurso fúnebre en el que se legitimaba la existencia del arrogante líder sindical que antes había pasado por las filas de la burocracia, encabezando el ministerio de educación, durante el gobierno de don Eulalio Gutiérrez Treviño en el sexenio 1969-1975, quien lo utilizaba como jilguerillo en los eventos oficiales que se han inmortalizado en un libro llamado Signo y Retorno.
Luego de la ceremonia los restos del dirigente sindical eran conducidos al panteón Santo Cristo en medio del dolor de sus muchas viudas sindicales, mientras la mujer que había muerto la víspera en la misma cabaña, era inhumada de manera casi clandestina.
Aquel 30 de junio de hace dos décadas se ponía a prueba la condición humana. Pese a que Sergio Reséndiz le debía todo al dirigente, optó por su permanencia en la burocracia en lugar de exigir la investigación en torno de la muerte de Eliseo Loera Salazar. Reséndiz Boone había empezado su carrera como docente en las piernas del dictador sindical. Apenas había llegado a los 20 años de edad y ya era inspector general de escuelas secundarias en el estado. El discurso fúnebre pronunciado en el patio central de la DGEPE no había sido más que un intento de Guadalupe Sergio por poner orden en su mente. Una manera de despercudir su cobardía, porque las dudas sobre la muerte de Loera Salazar comenzaron desde los primeros momentos en que su cadáver fue descubierto por Lázaro Vásquez Ramos, Osvaldo Campos Quintero y Humberto González Loza.
En las columnas políticas de la época se insinuaba el misterio que existía en torno del fallecimiento del dirigente sindical, pues no se había practicado la autopsia ni al cuerpo de Eliseo ni al de su acompañante, una enfermera de la clínica del magisterio cuyo desceso fue ocultado por el gobierno.
Los Nichos… y Eliseo
Antes de Eliseo Loera Salazar detentaban el poder en la Sección 38 los hermanos Dionisio y Candelario Sánchez Villaseñor mejor conocidos en los bajos fondos del magisterio como los Nichos.
Ellos habían prestado el poder a Loera Salazar en un pacto mafioso que consistía en que el sucesor en la dirigencia sindical sería Candelario, hermano menor de Dionisio y luego Ascensio, hermano menor de Eliseo.
Pero mientras se cumplían los tiempos Dionisio se haría cargo de la presidencia del Fondo de la Vivienda y Candelario de la presidencia del Consejo de Administración del Servicio Médico.
Voraces en grado superlativo y con una vocación patrimonialista cargaban maletas llenas de dinero para lo que se pudiera ofrecer. Según publicaciones de la época, Dionisio emprendía una carrera frenética en la que lo mismo compraba ranchos, casas, joyas y ropa de marca, que lo transformaba en una especie de Adonis del magisterio. En la década de los ochenta la negra fama de despilfarrador del dinero de las instituciones era ya legendaria y se comentaba en los corrillos del magisterio; sin embargo, esto no le importaba.
Por su parte Candelario ocupaba el lugar que había dejado vacante Eliseo en la presidencia del servicio médico. Atrincherado en esta institución, Candelario se preparaba para suceder a Loera Salazar; sin embargo, atendiendo a su intuición de ranchero mañoso, hurgaba en los registros contables encontrando un rosario de irregularidades que iban desde el otorgamiento de tarjetas de crédito a sus compañeras sentimentales hasta una nómina inflada en la que cobraban desde el jardinero de un primo lejano, hasta la enfermera de la madre del dirigente seccional.
Con esto, Candelario se sentía seguro de tomar el poder a la buena o a la mala. Eliseo había dejado prácticamente quebrado el servicio médico, sin reservas y bajo una administración pésima, la institución marchaba a la deriva con la nómina inflada y bajo la premisa de la improvisación.
La falta de visión de Eliseo Loera Salazar permitía el enriquecimiento de proveedores como la Farmacia Madero, pues en lugar de hacer las compras de los medicamentos directamente con los laboratorios, éstas se hacían con los intermediarios, en donde como la perinola, toma uno, toman dos y toman todos.
Para ese entonces, en las clínicas no había equipo de cómputo para el control de inventarios lo que permitía la fuga de medicinas y material quirúrgico.
Al arribar Candelario Sánchez Villaseñor al servicio médico, lo primero que hizo fue poner orden: desinflar la nómina y dotar de computadoras a las clínicas de Saltillo, Torreón y Monclova. Además, hurgaba en los registros contables del período anterior, encontrando una serie de irregularidades que le permitían tener en un puño a Loera Salazar.
Se dice, aunque esto es imposible de comprobar, que el equipo e instrumental médico con que se dotó a la clínica de Saltillo permitió a Eliseo el desvío de fondos, pues fue comprado ya obsoleto en Estados Unidos.
Por otro lado, la lucha sorda entre Loera Salazar y Dionisio se intensificaba, porque quien tenía en sus manos todos los hilos de la Sección 38 era Sánchez Villaseñor pues desde los años más tiernos de la década de los 80 había empezado a erigirse en el cacique sindical.
El origen paupérrimo de los Nichos les había permitido soslayar totalmente la escala axiológica para la consecución de sus fines. Para 1986 en que resultó impuesto como dirigente Eliseo Loera Salazar, ya los hermanos Candelario y Dionisio habían usado toda la estructura de la Sección 38 para enriquecerse de manera ostentosa, al grado de que desde la perspectiva de la picaresca eran ‘admirados’ por el gremio magisterial que aún transitaba por la senda de la inocencia. pues no habían sido capaces de adquirir la mayoría de edad mental.
Hasta diciembre de 1987 el gremio era propiedad de Candelario y Dionisio, al grado de que las clínicas eran construidas por el contratista José Sánchez Villaseñor, quien debido a su empirismo, carecía de los conocimientos técnicos necesarios para levantar este tipo de obras. La prueba fue el derrumbre del techo del hospital de Piedras Negras en la época en que su hermano Candelario regenteaba el servicio médico del magisterio estatal. En la de Saltillo se les olvidó colocar rampas y aunque los arquitectos de la época hacían señalamientos, éstos eran desoídos por los hermanos Sánchez Villaseñor.
A la suerte de los Nichos se la había llevado el Diablo... José de las Fuentes Rodríguez, gobernador de Coahuila del 1 de diciembre de 1981 al 30 de noviembre de 1987, durante ese sexenio, Dionisio gozaba de la amistad del gobernante y merced a lo anterior, el sumiso congreso de Coahuila aprobaba la Ley del Fondo de la Vivienda para los Trabajadores de la Educación. Desde ahí, Sánchez Villaseñor soñaba con seguir enriqueciéndose; sin embargo, para la víspera de Navidad de aquel año, los Nichos todavía no se daban cuenta de que su suerte había fenecido.
Los últimos días de 1987, los sueños de los hermanos Candelario y Dionisio Sánchez Villaseñor se transformaban en pesadilla. La policía ministerial detenía a Candelario bajo los cargos de robo de vehículos y lo sentaba en el banquillo de los acusados. La vida les había dado un vuelco. La fotografía del otrora poderoso dirigente llegaba a todos los rincones de Coahuila mientras Dionisio que ya miraba convertidas en añicos sus aspiraciones y su voracidad, entraba en depresión profunda.
Desde entonces, los automóviles volkswagen de la línea Corsar se harían famosos en Coahuila. La delgada franja conciente del magisterio estatal estaba de plácemes; en tanto, en cantinas y figones los profesores soltaban la brida de los comentarios zahirientes. Los Nichos habían caído en desgracia y el más contento era Eliseo Loera Salazar pues se había quitado de encima una nopalera. Había sacado de sus zapatos dos piedras enormes que no lo dejaban caminar en el saqueo a la Sección 38 del SNTE.
Durante las cuatro semanas posteriores a la muerte de Eliseo Loera Salazar, era común leer columnas políticas como la siguiente:
"De poco le ha servido a Rubén Castro Ojeda, el hombre de organización del SNTE, enviado por Carlos Jongitud Barrios a contralar la Sección 38, la gira que realiza por la entidad para calmar los ánimos de las bases magisteriales que ahora, al ver la rebatinga que se ha desatado por la aún no aclarada muerte del líder (sic) Eliseo Loera Salazar, se muestran decididas a poner un alto a la manipulación y al uso de la agrupación sindical como pivote político o para el enriquecimiento personal de los dirigentes… la presencia hoy (21 de julio de 1988) de grupos de mentores que representan a todas las regiones de la entidad, es una muestra del rechazo que por igual sienten por quienes como el líder nacional Antonio Jaimes Aguilar están tratando de evitar a toda costa una democratización o por quienes como el profesor Miguel Vargas Ortiz pretenden entrar a pescar a río
revuelto en las finanzas del profesorado…pero sobre todo, la base está hoy mostrando su repudio y la indignación que hay entre los mentores en relación a lo que ha sido el liderazgo estatal en los últimos años, desde que Dionisio Sánchez Villaseñor, con su hermano Candelario como principal cómplice, amasó una fortuna incalculable realizando todos los negocios imaginables y no imaginables utilizando los dineros sindicales o la fuerza del gremio para obtener favores políticos lícitos e ilícitos… todo mundo sabía que un modesto maestro no podía milagrosamente enriquecerse de la noche a la mañana sin trabajar y las sospechas se profundizaban por la ostentación de riqueza que Nicho acostumbra, luciéndose cual jeque árabe… se conocían sus desplantes, los trafiques con su fábrica de uniformes, el intermediarismo, el juego con los contratos de obras educativas a través de prestanombres o de empresas fantasmas, la cantidad de propiedades que acumuló bajo otros nombres y la vida disipada que llevaba, pero hasta que se descubrió el comercio de autos robados…"
En otra columna política de la época ha quedado para la historia que los automóviles fueron comprados por el propio Eliseo Loera Salazar, una diputada y Oswaldo Campos Quintero.
También, en otra nota periodística de aquellos años se puede leer el siguiente encabezado: "Caciquismo y corrupción en la Sección 38". El sumario reza: "Dionisio Sánchez Villaseñor la ha utilizado para su beneficio personal lesionando los intereses de miles de maestros agremiados a esa institución, cuyos fines han sido desvirtuados de sus nobles objetivos.
En el cuerpo de la nota ha quedado escrito: "De propiedades cuyo valor actual es de varios centenares de millones de pesos logró hacerse durante su gestión el exsecretario general de la Sección 38 del SNTE, Dionisio Sánchez Villaseñor, quien ahora, junto con "su grupo" pretende retomar el control de la organización con el pretexto de la muerte del profesor Eliseo Loera Salazar.
Una minuciosa investigación realizada por VANGUARDIA permitió conocer que Dionisio Sánchez Villaseñor posee un rancho denominado "El Aire", ubicado en el cañón de Palmagorda de este municipio.
Este rancho perteneció hace muchos años a una familia de apellido Flores, el cual posteriormente fue vendido al exrector de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro José Luis Gutiérrez Esquivel.
Su extensión es de aproximadamente 700 hectáreas, de las cuales 150 son tierras de primera clase (para huertas), y el resto es agostadero con capacidad para unos 250 vientres entre ganado vacuno y caprino.
Existe de reciente construcción una pila con capacidad para almacenar 300 mil litros de agua y en posición de trabajar se encuentra estacionada en el rancho una máquina perforadora. Asimismo, como obras de reciente proceso existe un camino e incluso hay un tractor pequeño que se ha encargado de este trabajo. Lo más importante es quizá la electrificación del rancho, de reciente instalación porque en su postería se puede leer "LP-88", correspondiendo estas abreviaturas a "línea primaria" y el año de su conexión.
El rancho cuenta con riego por aspersión, y tomando en cuenta toda la infraestructura, la inversión ahí realizada rebasa conservadoramente los 500 millones de pesos, sin incluir la perforación del pozo que a la vista se pretende, lo cual elevaría el monto en otra cantidad millonaria. El inmueble se localiza a tan sólo 24 kilómetros de esta capital.
En el callejón Juan de Bernardino y calle Salazar se puede observar la remodelación a todo lujo que Dionisio Sánchez Villaseñor ordenó, sin el menor recato ni respeto para sus compañeros maestros, algunos de los cuales viven en pocilgas ubicadas en las colonias La Minita, Guayulera, Francisco I. Madero y 26 de Marzo, entre otras.
En el bulevar Ildefonso Villarello número 685 se encuentra una fábrica de uniformes escolares de uso forzoso hasta el pasado ciclo en todas las escuelas federales, estatales y municipales, denominado YODI, que corresponden a los nombres de Yolanda Flores Carreón y Dionisio Sánchez Villaseñor.
El Cortijo San José –donde hace dos años se realizó un torneo de tenis a nivel nacional a costos multimillonarios- tiene entre sus muchas comodidades una alberca techada, calefacción, baño sauna y canchas para practicar todos los deportes…".
La información anterior fue ilustrada por la publicación de referencia con fotografías del rancho, las casas, la maquina perforadora, el tractor y la pila con capacidad para almacenar 300 mil litros de agua.
Como se puede advertir, era materialmente imposible ocultar el origen malhabido de las fortunas de los dirigentes de la Sección 38. En ese tiempo las instituciones de seguridad social apenas empezaban a consolidarse en medio de la pobreza de los trabajadores de la educación, quienes debido al proceso inflacionario que se vivía en ese entonces y como consecuencia de la erosión constante de sus ingresos, ganaban apenas el equivalente a seis dólares, 1.5 salarios mínimos.
La muerte de Eliseo Loera Salazar
La mañana de aquel 28 de junio de 1988, apenas una semana antes de la elección presidencial el país ardía. Por doquier se esuchaban voces que anunciaban el desastre. Para algunos, México se cimbraría por las candidaturas a la presidencia de la República de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano por el Frente Democrático Nacional –FDN-, Manuel de Jesús Clouthier por el PAN y Carlos Salinas de Gortari por el Partido Revolucionario Institucional.
Todo lo anterior no importaba a los hermanos Sánchez Villaseñor que se enfrascaban en una agria discusión con Eliseo Loera Salazar en el quinto piso del edificio sindical de la Sección 38 del SNTE. Carlos Jongitud Barrios vivía sus últimos meses al frente de Vanguardia Revolucionaria; los cuerpos políticos tanto de Dionisio como de Candelario se encontraban en medio de los estertores agónicos y Eliseo aspiraba los últimos aires de su vida. Ninguno de los actores conocía su destino inmediato.
Cuando Eliseo abandonaba el recinto sindical el sol ya había pasado el cenit en la bóveda celeste. Los últimos en despedirse del dirigente se daban cuenta de su mal humor y no habían sido ajenos al tufo etílico. Aquel día, Loera Salazar había empezado a beber escocés muy temprano, tal vez –pensaban- con el afan de amainar el coraje provocado por los hermanos Sánchez Villaseñor.
Aunque sólo algunos conocen la ruta seguida por el funcionario, poco antes de las dos de la tarde se encontraba en el estacionamiento de la clínica del magisterio, al sur de la ciudad a bordo de su automóvil Ford Crown Victoria de aúreo color. Desde el interior de la dirección del nosocomio se podía advertir que iba de muy mal talante, pues desde su arribo comenzó a activar el claxón al grado de taladrar los tímpanos de trabajadores y pacientes. Ante la situación, el director del hospital le dijo a una de las enfermeras:
- Olvide lo que está haciendo y mejor vaya a ver qué quiere.
La mujer salió del lugar y abordó el vehículo. Ya jamás se les volvió a ver con vida. Dos días después los periódicos daban cuenta de que con el cadáver de Eliseo había sido encontrada una mujer, también desnuda, y cuya muerte había llegado porque junto a su amante había aspirado el gas de un calentador, en pleno verano, allá por el rumbo del fraccionamiento San Ignacio, al pie de la Sierra Zapalinamé. Los restos de la enfermera eran velados casi de manera clandestina en una funeraria de la localidad. El velo que el gobierno intentaba colocar sobre el caso empezaba a despertar sospechas entre la opinión pública.
Como si el escenario político que se vivía hubiese sido confeccionado por una mente endiablada, en el Real Cinema se proyectaba la película: La Venganza del Maestro Borrachón mientras en el Florida 2 pasaban Emanuelle, Reina del Amor; en sala dos de Los Gemelos Alameda se corría la cinta Universidad del Crimen; como gran estreno, el Cinema Atenea anunciaba Contacto Sangriento, y para estar a tono con el clima de crimen y violencia que vivía Coahuila, Studio 42 decía en su cartelera: El Diablo hizo esta película.
Por su parte, Soriana, donde nadie gana, exhibía sus ofertas: zapato tipo tenis para niña, varios colores, corte en tela y suela PVC, tallas de la 17 a la 21 de $22,190.00 a $9,900.00.
En el ámbito político estatal, Eliseo Mendoza Berrueto el más gris de los gobernadores que ha padecido Coahuila acababa de calzarse las botas de gobernante, y el villano favorito del dueño del periódico Vanguardia era el procurador de justicia Ramiro Flores Arizpe; los panistas apenas sacaban la cara en declaraciones de Roberto Uriega Gómez y Yolanda Campos López. En el PRI vivía sus momentos de gloria Arturo Berrueto González quien llevaba mano en el nombramiento de los cargos públicos y de elección popular y poco después desgraciaría la vida de Eleazar Galindo Vara, luego de haberlo hecho alcalde.
Cuando los miembros del descabezado Comité Ejecutivo de la Sección 38 se dieron cuenta de que estatutariamente la secretaría general debía ser ocupada por Samuel González Santos, suplente de Loera Salazar apenas comenzaba el estira y afloja por el poder sindical entre los distintos grupos de esa organización. La suculencia del botín los llevaría a una lucha fratricida que se prolongaría durante mes y medio.
A mediados de julio nacía el Movimiento de Reivindicación Sindical que buscaba la aplicación de los acuerdos emanados del Décimosegundo Pleno del que había surgido como dirigente Eliseo Loera y como suplente Samuel González Santos. La oposición de los integrantes del CES de la 38 haría estallar el petardo. Ni las generosas lluvias veraniegas podían impedir que un puñado de jóvenes azuzados por los dirigentes que ya habían acumulado fortuna se rebelaran contra las cabezas visibles que operaban en la Sección 38: Lázaro Vásquez Ramos, José de Jesús Rentaría, Alfonso Cepeda Salas y Oswaldo Campos Quintero, entre otros.
Por su parte, el Movimiento de Reivindicación Sindical estaba conformado por una pléyade de exdirigentes y tropa entre los que figuraban Dionisio y Candelario Sánchez Villaseñor, Miguel Vargas Ortiz, Humberto y Carlos Moreira Valdés, Francisco Gaytán y, en un curioso sesgo de su vida Leopoldo Vega Urbina quien se incorporaría al movimiento el 29 de julio de aquel año.
Diezmado, pero con el apoyo de Carlos Jongitud Barrios, el viejo cacique del SNTE, los oficialistas manejaban la situación, porque finalmente los porros estaban de su lado y un puñado de 600 profesores difícilmente podría arrebatarles el poder, sobre todo por el desprestigio que vivían los exdirigentes sindicales, pues carecían de calidad moral para ser contrapeso de la todavía poderosa dirigencia, que en conjunto manejaba alrededor de 10 mil millones de viejos pesos cada año.
Para mediados de agosto el movimiento reivindicador se había desinflado y aunque todavía se alzaban algunas voces de protesta a las que los medios hacían eco, Lázaro Vásquez Ramos declaraba que no había oposición al interior del comité seccional para que Samuel González Santos tomara posesión de su cargo; no obstante estas declaraciones, ya se cocinaba un pleno seccional que legitimaría a Oswaldo Campos Quintero como secretario general interino. De esta manera los oficialistas ganaban tiempo mientras ubicaban las trincheras enemigas. De septiembre a diciembre el movimiento culminaba con la expulsión mediante castigo de los derechos sindicales de 23 integrantes del opositor movimiento reivindicador. Entre los castigados estaba Humberto Moreira Valdés, actual gobernador de Coahuila y Leopoldo Vega Urbina que se había integrado al grupo insurrecto tal vez por la nostalgia que genera la pérdida del poder, pues en diciembre de 1987 había dejado de ser director de educación en el estado.
En enero de 1989 la serenidad y sencillez campiranas de Lázaro Vásquez Ramos, paisano de Humberto Dávila Esquivel (a) la Liebre, que recién había sido electo dirigente de la Sección 38 harían que las aguas revueltas regresaran a sus cauces.
Dionisio Sánchez Villaseñor y su hermano Candelario se replegaban mientras el sindicalismo magisterial tomaba nuevos derroteros.
En aquel entonces se empezaba a rumorear que Eliseo Loera Salazar había dejado una lista de sus pupilos que ocuparían la secretaría general durante las próximas dos décadas. Tal parece que su capricho fue cumplido cabalmente, pues la Sección 38 viviría sindicalmente en medio de la paz de los sepulcros hasta la llegada de Carlos Ariel Moreira Valdés.
Los pupilos de Eliseo
Ciertos o no los rumores de que en vida Loera Salazar había nombrado herederos, la verdad es que a partir de Oswaldo Campos Quintero la sucesión en la Sección 38 se ha dado en forma tersa. En 1989 asumiría la dirigencia Lázaro Vásquez Ramos; en 1991 lo sucedería Julián Montoya de la Fuente; luego en 1995 Alfonso Cepeda Salas; después, en 1998, Alejandro Torres de la Rosa; en 2000 Juan Manuel Armendáriz Rangel; y de 2004 a 2007, Alejandro Campos García.
Durante estas dos décadas en que estos hombres fueron la encarnación al estilo Luis XIV de la Sección 38 del SNTE, los rumores de que las instituciones de seguridad social estaban al borde de la quiebra no han cesado; no obstante lo anterior, tampoco cesaba la construcción de residencias para algunos funcionarios sindicales en los fraccionamientos exclusivos. Los lujosos vehículos que se veían estacionados a las puertas del viejo edificio sindical, eran una muestra inequívoca del ostentoso tren de vida que han llevado.
Pese a que el grupo compacto que dirigió a la Sección 38 durante los últimos 20 años surgió en medio de los reclamos de cientos de profesores y de los señalamientos de los medios de comunicación, siempre privó la opacidad en el manejo de los recursos de las instituciones de seguridad social.
Durante todo este tiempo, el agiotismo sindical fue otra de las constantes, pues los préstamos a corto plazo otorgados a los profesores y trabajadores de apoyo se emitían con tasa de interés bancario, tanto Pensiones, FOVI, Fondo de Ahorro y Seguro del Maestro han lucrado con las necesidades de la base magisterial.
Secretarios generales como Alfonso Cepeda Salas y Juan Manuel Armendáriz Rangel no han estado exentos de señalamientos; el primero pasó a la fama por el comentario público que en su momento hizo la conductora de RCG Maribel Campos de haber recibido un dije con valor de un mil 500 dólares y el segundo tuvo que pasar tragos amargos cuando se exhibía a su tesorero en medio de su riqueza.
Por otra parte, en estas dos décadas nunca se cumplió con las leyes que rigen el funcionamiento de las instituciones de seguridad social en lo que respecta a la publicación de sus estados financieros en los diarios de mayor circulación.
Con la llegada de Carlos Moreira a la dirigencia de la Sección 38 la élite que la dirigía se sintió aplastada y tarde se dieron cuenta los miembros de la nomenklatura de que durante dos décadas fueron clavando, con paciencia franciscana, las tablas del ataúd que los conduciría irremisiblemente al ostracismo sindical.
No tuvieron la precaución de otear el horizonte para darse cuenta de que el grupo gobernante no duerme.