Jesús R. Cedillo
El 11 de diciembre de 1995, ante el Rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, en Estocolmo, el poeta irlandés Seamus Heaney, dijo: “La poesía tiene el poder de persuadir de su certeza a la parte vulnerable de nuestra conciencia, y a pesar que las evidencias de incertidumbre la rodean, tiene el poder de recordarnos que somos cazadores de valores. La poesía puede hacer realidad un orden que satisface lo que es apetecible para la inteligencia y aprensible para el afecto.”
“Defendiendo la poesía” (Crediting poetry) fue el título de su disertación en la tradicional conferencia de prensa que ofrecen los galardonados con el Nobel de Literatura, días antes de la ceremonia oficial donde se entrega el Premio, en un ambiente de sobriedad, sabiduría y discreta elegancia soporífera.
Hoy, merced a dos traducciones de Pura López Colomé, se pueden leer en español dos libros de la vasta producción del poeta y ensayista galardonado con el Nobel: son los libros El nivel (2000), poesía y Al buen entendedor (2006), ensayos escogidos. El primer título antes escrito está publicado para la editorial Trilce en edición bilingüe y el segundo aparece en una espléndida edición para el sello de Fondo de Cultura Económica.
“Defendiendo la poesía” fue el título de su ensayo, su discurso ante la prensa antes de la ceremonia de la entrega del Premio Nobel y el tema que tuvo ver con la atmósfera y la niebla que se respira en sus textos poéticos: el rescate de la infancia, su niñez en una granja tradicional de Derry, las labores propias de un campesino (su padre), la instrucción escolar...
De lo íntimo, lo privado, de la esfera de la recámara y las aventuras propias de un ser humano “normal”, Heaney, con un tono pulcro y sensible en el manejo de los palabras, ha elevado a categoría universal sus poemas porque precisamente estos hablan de lo que hierve en la condición de cualquier ser humano en cualquier etapa de la humanidad: las faenas cotidianas, el trabajo edificador, la vida misma.
En Seamus Heaney el aprendizaje poético llega con una economía verbal exenta de artificios o construcciones inalcanzables. Sencillo, pero no fácil, el discurso narrativo de los poemas de SH recoge la mejor tradición inglesa del verso libre y el empleo del verso blanco, la herramienta ideal para la comunicación los lectores.
Se lee en El nivel: ¡Y ni hablar del cine! Vanidad de carbonero...
Ella vuelve a entrar y saca el papel, una
De plomo y esmeril: años cuarenta, esta madre,
Toda quehacer en al estufa, se limpia cenizas
De la mejilla con el dorso, mientras el camión,
Arrancado, acelera y se dirige a Magherafelt,
Caryle creía que “la historia del mundo es la biografía de los grandes hombres.” Parafraseando al historiador: la historia de la poesía está en los grandes autores y Heaney es uno de ellos. Margarita Ardanaz, su traductora, quien conoce muy bien la obra del Nobel, ha dicho que SM resume gran parte de la larga tradición angloirlandesa y, como otros escritores celtas, combina el exilio voluntario y temporal que la docencia impone, con el profundo arraigo al lugar de nacimiento.
“Recibir el Nobel es una cosa mágica”, dijo en su momento al conocer la noticia de su reconocimiento, “tengo 56 años y en todo este tiempo me he entrenado en la frugalidad. Durante toda mi vida me he visto obligado a dar clases para poder vivir.” Dar clases, dictar cátedra, arar la tierra, sembrar en el campo yermo que al final de la jornada deja frutos como éste:
Mi padre está arando uno, dos, tres, los cuatro
Costados del prado mientras yo, sentado y todo ojos
Al centro del campo, doy la espalda al endrino
Que nunca se derribó. Los caballos,. Todos cascos
Y lustrosos costados; yo, todo un saber anticipado
Del poema como reja de arado que lanza el tiempo
Y le da la vuelta. De la silla con fronda
Que el endrino de hadas atraviesa hacia el futuro.
Del estar aquí para siempre en todos sentidos.
El descubrimiento gozoso del poema perfecto no es sólo lo que Seamus Heaney cultiva, su gozo como lector nos lo hace saber a través de la recopilación de ensayos, cátedras y discursos que ahora se reúnen en Al buen entendedor, libro editado por Fondo de Cultura Económica en su colección “Lengua y estudios literarios.”
Heaney va de Dante a Yeats, pasando por Dylan Thomas, los poetas de Irlanda poco conocidos, Eliot, Muir o Kinsella. Dice el Nobel: “la poesía logra el balance de los distintos grados de la realidad para llegar a todo equilibrio trascendente.”
Seamus Heaney, poco leído en México, su obra perturbadora ahora se puede conseguir en librerías medianamente surtidas. Leerlo vuelve a renovarnos la fe en una literatura que se creía perdida: la literatura que hierve en la condición humana del campesino, del obrero, de la cocinera, del académico.
“Defendiendo la poesía” (Crediting poetry) fue el título de su disertación en la tradicional conferencia de prensa que ofrecen los galardonados con el Nobel de Literatura, días antes de la ceremonia oficial donde se entrega el Premio, en un ambiente de sobriedad, sabiduría y discreta elegancia soporífera.
Hoy, merced a dos traducciones de Pura López Colomé, se pueden leer en español dos libros de la vasta producción del poeta y ensayista galardonado con el Nobel: son los libros El nivel (2000), poesía y Al buen entendedor (2006), ensayos escogidos. El primer título antes escrito está publicado para la editorial Trilce en edición bilingüe y el segundo aparece en una espléndida edición para el sello de Fondo de Cultura Económica.
“Defendiendo la poesía” fue el título de su ensayo, su discurso ante la prensa antes de la ceremonia de la entrega del Premio Nobel y el tema que tuvo ver con la atmósfera y la niebla que se respira en sus textos poéticos: el rescate de la infancia, su niñez en una granja tradicional de Derry, las labores propias de un campesino (su padre), la instrucción escolar...
De lo íntimo, lo privado, de la esfera de la recámara y las aventuras propias de un ser humano “normal”, Heaney, con un tono pulcro y sensible en el manejo de los palabras, ha elevado a categoría universal sus poemas porque precisamente estos hablan de lo que hierve en la condición de cualquier ser humano en cualquier etapa de la humanidad: las faenas cotidianas, el trabajo edificador, la vida misma.
En Seamus Heaney el aprendizaje poético llega con una economía verbal exenta de artificios o construcciones inalcanzables. Sencillo, pero no fácil, el discurso narrativo de los poemas de SH recoge la mejor tradición inglesa del verso libre y el empleo del verso blanco, la herramienta ideal para la comunicación los lectores.
Se lee en El nivel: ¡Y ni hablar del cine! Vanidad de carbonero...
Ella vuelve a entrar y saca el papel, una
De plomo y esmeril: años cuarenta, esta madre,
Toda quehacer en al estufa, se limpia cenizas
De la mejilla con el dorso, mientras el camión,
Arrancado, acelera y se dirige a Magherafelt,
Caryle creía que “la historia del mundo es la biografía de los grandes hombres.” Parafraseando al historiador: la historia de la poesía está en los grandes autores y Heaney es uno de ellos. Margarita Ardanaz, su traductora, quien conoce muy bien la obra del Nobel, ha dicho que SM resume gran parte de la larga tradición angloirlandesa y, como otros escritores celtas, combina el exilio voluntario y temporal que la docencia impone, con el profundo arraigo al lugar de nacimiento.
“Recibir el Nobel es una cosa mágica”, dijo en su momento al conocer la noticia de su reconocimiento, “tengo 56 años y en todo este tiempo me he entrenado en la frugalidad. Durante toda mi vida me he visto obligado a dar clases para poder vivir.” Dar clases, dictar cátedra, arar la tierra, sembrar en el campo yermo que al final de la jornada deja frutos como éste:
Mi padre está arando uno, dos, tres, los cuatro
Costados del prado mientras yo, sentado y todo ojos
Al centro del campo, doy la espalda al endrino
Que nunca se derribó. Los caballos,. Todos cascos
Y lustrosos costados; yo, todo un saber anticipado
Del poema como reja de arado que lanza el tiempo
Y le da la vuelta. De la silla con fronda
Que el endrino de hadas atraviesa hacia el futuro.
Del estar aquí para siempre en todos sentidos.
El descubrimiento gozoso del poema perfecto no es sólo lo que Seamus Heaney cultiva, su gozo como lector nos lo hace saber a través de la recopilación de ensayos, cátedras y discursos que ahora se reúnen en Al buen entendedor, libro editado por Fondo de Cultura Económica en su colección “Lengua y estudios literarios.”
Heaney va de Dante a Yeats, pasando por Dylan Thomas, los poetas de Irlanda poco conocidos, Eliot, Muir o Kinsella. Dice el Nobel: “la poesía logra el balance de los distintos grados de la realidad para llegar a todo equilibrio trascendente.”
Seamus Heaney, poco leído en México, su obra perturbadora ahora se puede conseguir en librerías medianamente surtidas. Leerlo vuelve a renovarnos la fe en una literatura que se creía perdida: la literatura que hierve en la condición humana del campesino, del obrero, de la cocinera, del académico.
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