domingo, 30 de marzo de 2008

Fernando de las Fuentes Hernández (alcalde de Saltillo): autoestima y estupidez: el efecto Dunning-Kruger.

Este fenómeno psicológico cristaliza en la personalidad del alcalde de Saltillo, porque su nivel de inteligencia no le permite darse cuenta de que es más inepto de lo que parece, y también carece de habilidades que le permitan reconocer su propia incapacidad.


Nunca había estado cerca del Diablillo de las Fuentes, el incompetente alcalde que tiene a la ciudad sumida en la miseria con policías que se dedican a la extorsión, anuncios por doquier de una obra que no tiene su origen en el municipio, cinismo en el trabajo cotidiano, patrullas guardadas y total, el desastre generalizado de un cuerpo edilicio que no inspira confianza.
Es más, cuando aparece en la tele apago el aparato.
Es tanta la repulsión que me causa la desfachatez de su conducta, que cuando se publica su foto en los periódicos escupo sobre el papel impreso.
Fue durante los primeros días de marzo en que por curiosidad asistí al desarrollo de un evento público. Se graduaba la primera generación de policías.


Cuando llegué a Villa Ferré, mientras esperaba al gobernador, el alcalde platicaba con un grupo de reporteros. El acercamiento me sirvió para constatar que Fernando Donato de las Fuentes sólo abre la boca para decir pendejadas, chistes de mal gusto con su voz pastosa, de borracho viejo.
Mientras los reporteros esperaban los resultados del examen antidopingo, el alcalde pidió un encendedor a la concurrencia. Una dama le entregó uno y luego de tomarlo, el alcalde se lo colocó a la altura de sus genitales, lo encendió y les dijo: así es como yo me saco el diablo.
Risas. En eso llegó Héctor Reyes, el jefe de prensa del Ayuntamiento de Saltillo y empezó a repartir el documento que al siguiente día se publicaría en algunos diarios de la localidad.
Héctor Reyes es un funcionario municipal que parece un personaje prófugo de una película de terror. Los incisivos sobresalen de la hilera dental y su mirada siniestra es semejante a la de cualquier ser esquizoide de los que pasan sus días en el Cesame.
No obstante el documento en el que se decía que Fernando Donato de las Fuentes no es adicto a ninguna sustancia tóxica, pues no se encontraron trazas ni de cannabis indica, ni de cocaína, ni de alcohol, nadie lo creyó en esos momentos y mucho menos los lectores de periódicos.
El alcalde de Saltillo tardó muchísimo tiempo desde que Óscar Mohamar Dainitín lo retó a que se hiciera el antidoping y todavía no existe la seguridad de que la sangre y la orina usadas para el examen hayan sido de Fernando Donato de las Fuentes.
Al respecto, en la edición 35 de Territorio Libre de abril de 2007, puede leerse lo siguiente: "(…) el desempeño anodino cargado de desvergüenza del alcalde capitalino y la degradación paulatina que sufre su imagen, colocan al PRI en el riesgo de perder las elecciones también en la región sureste.
"Y es que la imagen de drogadicto y alcohólico que se ha ganado entre la población el alcalde de Saltillo no la ha podido borrar la estupidez de los anuncios televisivos, radiofónicos, de la prensa escrita, de los panorámicos y de los parabuses. La imbecilidad de Te quiero Saltillo… moderno agravia la inteligencia y como consecuencia atiza en el inconciente colectivo el desprecio hacia la figura de la primera autoridad municipal.
"Por otro lado, las declaraciones desventuradas que ha hecho desde su toma de posesión, lo colocan ante el pueblo como un ser malogrado intelectualmente y dueño de un coeficiente de inteligencia fronterizo que intenta cubrir sus errores con el manto del cinismo, postura atávica de corte familiar que heredó de su padre, el peor gobernador que ha padecido Coahuila desde los tiempos de la Colonia.
"Un día, bajo el cuestionamiento de los reporteros de la fuente acerca de la ley seca que impera en Saltillo desde 1972, el alcalde respondía de manera cuasianimal: "hay que decirle a la gente que no compre clandestino porque le sale más caro". Como se puede ver, el valemadrismo es la bandera con la que ha navegado Fernando de las Fuentes en la encomienda conferida por el pueblo en las urnas".
Por esos días en que escuché por primera vez hablar en vivo al alcalde de Saltillo había leído un artículo titulado: Autoestima y estupidez: el efecto Dunning-Kruger y reflexionaba en esto cuando oía las palabras de la primera autoridad municipal.
El efecto Dunning-Kruger es un fenómeno psicológico descrito por científicos de la Universidad de Cornell (Nueva Cork, EEUU) según el cual las personas con escaso conocimiento tienden sistemáticamente a pensar que saben mucho más de lo que saben y a considerarse más inteligentes que otras personas más preparadas, no sólo académica sino también moral y espiritualmente. El fenómeno, rigurosamente demostrado en una serie de experimentos desarrollados por los psicólogos Justin Krugger y David Dunning publicados en The Journal of Personality and Social Psychology en diciembre de 1999, se basa en los siguientes principios:
· Los individuos incompetentes tienden a sobreestimar sus propias habilidades.
· Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer las verdaderas habilidades en los demás.
Ya sabemos que Saltillo, así como otras ciudades están gobernadas por una especie de primates bípedos que se han bautizado a sí mismos como ‘homo sapiens sapiens’ (hombre sabio sabio). Pero, ¿son en realidad tan sabios? No, pero la mayoría cree que sí.
El efecto Dunning-Krugger recae en la personalidad de Fernando Donato de las Fuentes Hernández, porque su nivel de inteligencia no le permite darse cuenta de que es más inepto de lo que parece y también carece de habilidades que le permitan reconocer su propia incapacidad.
Lo anterior porque los políticos más brillantes, si se sometieran a los tests de Dunning y Krugger estimarían que están por debajo; los políticos mediocres (póngale usted nombre), se considerarán por encima de la media; y los rematadamente malos como es el caso de Fernando de las Fuentes se mostrarán convencidos de estar entre los mejores: de hecho, cuanto más inútil es el individuo, más seguro se siente de que hace bien las cosas.
Por eso el nombre del artículo: Autoestima y estupidez: el efecto Dunning-Krugger que resume las características de los incompetentes de la siguiente manera: "no sólo llegan (los incompetentes) a conclusiones erroneas y toman decisiones desafortunadas, sino que su incompetencia les impide darse cuenta de ello"
El texto de referencia concluye así: "En todo caso, y como se ha apuntado frecuentemente, el efecto Dunning-Krugger es una especie de refrendo de la vieja máxima de Charles Darwin: ‘la ignorancia engendra más confianza que el conocimiento".

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