Jovencita de 19 años violada el año pasado y condenada por los católicos de Argentina, puede pasar el resto de sus días en la cárcel.
La joven argentina Romina Tejerina quedó embarazada producto de una violación y tras siete meses de embarazo parió sola en el baño de su casa donde presa de la desesperación y el pánico, hirió mortalmente a la recién nacida. El próximo 16 de julio se dará conocer el fallo del juez que podría sentenciarla a cadena perpetua.
Romina de 19 años de edad, es una de las cerca de 335 mil y 400 mil mujeres que se realizan abortos caseros en Argentina cada año arriesgando su vida, debido a la prohibición de esta práctica en aquel país. Se calcula que por cada dos embarazos se registra un aborto en condiciones inseguras.
Entre el 30 y el 40 por ciento de las camas públicas en el área de ginecología de los hospitales bonaerenses están ocupadas por mujeres que sufrieron complicaciones derivadas de "abortos caseros" o mal realizados. La mayoría de ellas son de bajos recursos, siendo esta la causa de muerte de al menos 200 mil mujeres al año.
Para Romina todo sería distinto si hubiese podido acceder a la píldora del día después. Si en esta sociedad hubiera otras condiciones para las mujeres que sufren la humillación de ser violadas.
Desde hace más de un año se ejerce violencia psicológica sobre Romina, toda vez que han pasado ya más de 12 meses para decidir su situación procesal y no ha permitiendo que reciba terapia. Además, le ha impuesto un régimen humillante y restringido para las visitas.
En una carta desde la prisión, Romina relata: "Es injusto, es terrible lo que me están haciendo y todo inicia el uno de agosto cuando abusaron de mí. A medida que pasa el tiempo me pone mal todo. Pero tengo la esperanza de que voy a tener una respuesta a mi favor. Ya que estoy pagando algo injusto, que es este encierro. Es algo que nunca me había imaginado pasar, es una pesadilla que una vez por todas tiene que tener un fin".
"Lo único que yo quiero ahora es que haya justicia para que yo me pueda ir en libertad y quien me violó Eduardo Vargas pague en la cárcel por lo que me hizo. Es todo lo que yo puedo escribir acerca de este encarcelamiento injusto".
"Me siento muy presionada y controlada por el personal (de la cárcel). Se que estoy detenida, pero no es necesario que me tengan tan presionada psicológicamente porque me hace muy mal y cada día que pasa es como un calvario para mí de ver a personas que quizá son peores que nosotras", dice Romina.
Se trata de un caso de justicia ya que muchas juezas y jueces no tienen la capacidad para comprender la situación por la que deben pasar las mujeres violadas o con embarazos no deseados.
Romina de 19 años de edad, es una de las cerca de 335 mil y 400 mil mujeres que se realizan abortos caseros en Argentina cada año arriesgando su vida, debido a la prohibición de esta práctica en aquel país. Se calcula que por cada dos embarazos se registra un aborto en condiciones inseguras.
Entre el 30 y el 40 por ciento de las camas públicas en el área de ginecología de los hospitales bonaerenses están ocupadas por mujeres que sufrieron complicaciones derivadas de "abortos caseros" o mal realizados. La mayoría de ellas son de bajos recursos, siendo esta la causa de muerte de al menos 200 mil mujeres al año.
Para Romina todo sería distinto si hubiese podido acceder a la píldora del día después. Si en esta sociedad hubiera otras condiciones para las mujeres que sufren la humillación de ser violadas.
Desde hace más de un año se ejerce violencia psicológica sobre Romina, toda vez que han pasado ya más de 12 meses para decidir su situación procesal y no ha permitiendo que reciba terapia. Además, le ha impuesto un régimen humillante y restringido para las visitas.
En una carta desde la prisión, Romina relata: "Es injusto, es terrible lo que me están haciendo y todo inicia el uno de agosto cuando abusaron de mí. A medida que pasa el tiempo me pone mal todo. Pero tengo la esperanza de que voy a tener una respuesta a mi favor. Ya que estoy pagando algo injusto, que es este encierro. Es algo que nunca me había imaginado pasar, es una pesadilla que una vez por todas tiene que tener un fin".
"Lo único que yo quiero ahora es que haya justicia para que yo me pueda ir en libertad y quien me violó Eduardo Vargas pague en la cárcel por lo que me hizo. Es todo lo que yo puedo escribir acerca de este encarcelamiento injusto".
"Me siento muy presionada y controlada por el personal (de la cárcel). Se que estoy detenida, pero no es necesario que me tengan tan presionada psicológicamente porque me hace muy mal y cada día que pasa es como un calvario para mí de ver a personas que quizá son peores que nosotras", dice Romina.
Se trata de un caso de justicia ya que muchas juezas y jueces no tienen la capacidad para comprender la situación por la que deben pasar las mujeres violadas o con embarazos no deseados.
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