16 de abril de 1974.
Los obreros rompen las cadenas de la esclavitud en el Grupo Industrial Saltillo, pero 48 días después sus amos les colocan de nuevo los grilletes, y ahí están, aherrojados y en la ignominia para siempre.
En forma muy similar a como sucedía en buena parte de los sindicatos, en CINSA era costumbre que la revisión del contrato colectivo la llevara a cabo la comisión respectiva sin emplazamiento a huelga y sin la intervención de la asamblea en la negociación. En aquella ocasión se hizo prácticamente lo mismo: en la asamblea del 20 de enero (1974) se nombró a la comisión, pidiéndole que mantuviera informada a la asamblea sobre el curso de las negociaciones. El proceso de negociación también fue semejante, aunque en esta ocasión la empresa le dedicó más tiempo a este asunto; finalmente, al llegar a un acuerdo, los directivos del sindicato que en aquel entonces encabezaba Margarito Carranza, intentaron anunciar los resultados en el período previo a la semana santa para agarrar a los trabajadores endeudados en espera del pago de sus vacaciones e informarles en asambleas divididas por turnos sobre los resultados, a fin de dividir la opinión y evitar la insurgencia.
Todo parecía marchar normalmente hasta que el 2 de abril empezó a cundir el rumor de que ya se había firmado el contrato y que se había firmado "a espaldas de los trabajadores".
En ese momento el curso de los acontecimientos sufrió un cambio radical respecto al pasado. Las primeras Víctimas serían los propios líderes charros.
El día 2 de abril no se conocía el monto del aumento salarial pero sí se sabía que las cláusulas del pliego de peticiones habían sido alteradas. En el local del sindicato se reunieron alrededor de trescientos trabajadores a quienes uno de los líderes, el "Zurdo" Villalobos, trató infructuosamente de convencer para que se enfrentaran a los otros líderes. En esa reunión empezaron a participar algunos de los trabajadores más activos para que se celebrara una asamblea extraordinaria al día siguiente, con objeto de conocer el resultado de las negociaciones y de evitar que fueran divididos por turnos.
Al día siguiente (3 de abril) el comité ejecutivo y la comisión de contrato citaron a asamblea al turno que en ese momento no trabajaba. Ya reunidos, los trabajadores presionaron a sus líderes a fin de que se celebrara una asamblea general y aunque los líderes trataron de evitarlo, se vieron obligados a aceptar la propuesta. Ya en un ambiente caldeado, los trabajadores presentes, cerca de 2,000, abandonaron la reunión dividiéndose en tres grandes grupos.
El primer grupo se dirigió a las fábricas para poner anuncios y hacer llegar al resto de los trabajadores el mensaje de que la asamblea se celebraría a las 5:00 p.m., el segundo grupo fue a las estaciones de radio para difundir el mismo mensaje y el tercer grupo se quedó ocupando el local sindical. Conforme pasaba el tiempo la tensión crecía hasta el grado de que la mayor parte de los trabajadores ni siquiera fue a comer. Trabajadores iban y venían de las fábricas al local sindical.
Desde hacía varios días habían estado circulando volantes que trataban de levantar la conciencia de los trabajadores. Los mensajes llamaban a la formacíón de un fondo de ahorro, "resistencia", "vamos a tirar a los charros", "decídete, actúa". Estos mensajes habían circulado en años anteriores, pero aquella vez sí tenían un significado. Los trabajadores que estaban dentro de las fábricas querían salir, los de afuera no querían entrar. En las tres plantas de hierro gris y hierro maleable de CIFUNSAy la de CINSA se hablaba de lo mismo. Se hablaba en las puertas de todo, "el contrato ya lo llevaron ante la junta de conciliación", "ya se vendieron". Nadie sabía cuál era el fondo, había que ir al local sindical en los viejos camiones de Ruta 6 y Circunvalación desde donde la gente gritaba "vámonos, vámonos al sindicato". Al llegar a la puerta del sindicato, algunos no se animaban a entrar pero terminaban haciéndolo al escuchar a los oradores y a seguir a sus compañeros.
Antes de la asamblea apareció un trabajador que habría de convertirse en el líder del movimiento. Salvador Alcázar se dirigió a Socorro Castañeda para decirle que su hermano era actuario en la Junta y que si ella quería, él iría a informarse si ya estaba depositado el contrato. En una motocicleta Salvador fue a ver a su hermano, pero regresó sin una noticia definitiva. Al regresar se dio cuenta de que la gente estaba descontenta, que lo único que faltaba era que alguien le dijera qué hacer. A un compañero Salvador le decía: "pues, carajo, yo tengo a mi esposa embarazada y una niña, pero nadie se avienta". El ya había hablado en público, como vendedor y anunciador de fiestas, sólo tenía seis meses de trabajar en CIFUNSA y ya para entonces lo habían expulsado de Inyect Diesel y de International Harvester por su intervención en los sindicatos. Con inquietud tomó el micrófono para hablar a la gente durante una hora, recurriendo a las grandes frases y a los grandes gestos. En ciertos momentos levantaba el puño y en otros parafraseaba a Flores Magón: "Compañeros: preferimos morir de pie que vivir de rodillas". El discurso cayó como anillo al dedo, pues h~sta ese momento casi todos los discursos habían sido de Socorro que, aunque le llegaba a la gente al fondo, quizá por ser mujer no habría sido aceptada por todos como líder.
A la hora fijada Socorro mencionó que se necesitaba un presidente de debates. Por su presencia y por haber sido él quien hablaba, la asamblea nombró a Salvador presidente de debates.
En ese momento llegó el comité ejecutivo reclamándole que por qué estaba en el presidium, pero cuando le quisieron quitar el micrófono y hacerlo a un lado, se empezaron a oír los gritos de ,!'déjenlo, ¡déjenlo!" Le preguntaron que de dónde era: "¿De dónde eres tú cuñado? Te va a costar muy caro estoque estás haciendo" Él se defendía preguntando a la asamblea que si lo habían puesto de presidente de debates, a lo que la asamblea respondía con los interminables "sí, síi, síii..."
Por fin empezó la asamblea con la lectura del contrato anterior y de los términos del nuevo contrato, con el prólogo tradicional: "Después de 28 días de negociación y lucha hemos conseguido lo que muy pocos comités ejecutivos han conseguido". Entre las nuevas prestaciones estaba un seguro de $25,000.00. Aunque a la gente no le pareció mal el contrato, ante ninguno de los logros aplaudieron, ni siquiera al mencionarse la cifra del seguro. La mención del monto del aumento salarial la habían pospuesto los líderes, ya para finalizar su exposición informaron a la asamblea que el porcentaje era del 12.5%. en ese momento explotó el descontento. Empezaron las preguntas, las críticas, la presión de la base. Uno de los dirigentes recurrió, desesperado, al un último recurso, al del hecho consumado. No cabía la discusión pues el contrato ya estaba firmado. ¡En ese instante estalló la bomba!, la gente empezó a gritar, a acusar. Lo que cabía era la destitución del comité ejecutivo. A sugerencia de Socorro en forma aplastante la asamblea destituyó al comité ejecutivo y a la comisión del contrato colectivo. Se procedió a nombrar a los vocales de una nueva comisión de contrato colectivo, posteriormente tocó elegir al nuevo comité ejecutivo. Para la elección se propusieron tres mecanismos: por cómputo, por voto directo o por planillas. La asamblea prefirió que la elección se realizara a través del voto directo, o sea por mayoría de votos.
Se inició la elección. Una y otra vez se solicitaban candidatos para la secretaría general sin resultados, hasta que Socorro, Castaneda propuso a Salvador Alcázar. Con gritos de júbilo la gente aceptó. Alcázar tomó la palabra para decitles que sólo tenía seis meses en la empresa, que no conocía los estatutos y ni siquiera había asistido a ninguna asamblea, pero las disculpas sólo sirvieron para confirmar su selección. En unas horas Alcázar se convirtió en el líder máximo de la huelga de Saltillo.
Para elegir al resto del comité ejecutivo se hicieron múltiples proposiciones, sublan unos trabajadores y bajaban otros. Casi nadie era conocido por la mayoría, por lo que el comité ejecutivo se fue integrando con base en proposiciones de los distintos sectores y departamentos ahí presentes. No era un comité ejecutivo homogéneo; era más bien resultado de la espontaneidad de los acontecimientos.
Para terminar se consideró necesario elaborar un acta que diera fe de lo acontecido en la asamblea. Pero nadie sabia o querla escribir a máquina, alguien propuso que se llamara a un companero "que es del FAT" para que viniera a redactar el acta. Se le trajo y redactó dicha acta. La asamblea habla empezado a las cinco de la tarde y habla terminado a las doce de la noche. Fue una asamblea tremenda, en la que más de 5,000 almas unidas gritaban lo mismo, pedlan lo mismo...estaban unidas.
A través de informes policíacos y políticos el gobierno estatal habla estado enterado desde hacía tiempo de las reuniones entre estudiantes y obreros que se habían producido después del movimiento de autonomía de 1973. Sabían también de la presencia del FAT en Saltillo, pero no les preocupaba mayormente, pues en ningún momento hablan atacado al gobierno estatal, a quienes hasta entonces preocupaban más los estudiantes que los obreros o el FAT.
El día de la asamblea el ingeniero Eulalio Gutiérrez, gobernador de Coahuila, de acuerdo con un programa de trabajo previo, viajó a México desde Monterrey, quedando Óscar Villegas Rico (secretario del gobierno estatal) encargado del despacho. Según parece, en la misma noche de la asamblea el comité ejecutivo depuesto fue a informar al encargado del despacho sobre lo sucedido en la asamblea y aunque la conversación se desconoce, y es muy posible que el informe fuera alarmista y que los líderes depuestos hayan mencionado que los trabajadores y sus nuevos dirigentes pretendlan tomar el edificio Coahuila, sede de la junta local de conciliación y de numerosas oficinas públicas y que también estaban buscando al presidente de la junta para presiónarlo directamente. Esto se desprende del hecho de que la policla (sin la intervención de la zona militar) haya montado una fuerte vigilancia alrededor del edificio Coahuila y que el presidente de la junta local de conciliación cambiara de domicilio con toda su familia.
Después de la asamblea los nuevos dirigentes obreros diflcilmente conciliaron el suet'lo: "Con los ojos cerrados nos rezumbaban los oídos"; "Seguíamos viendo entre suelos a los miles de trabajadores enardecidos". A la mañana siguiente Socorro se reunió con Alcázar para presentarle a dos compat'leros que "son del Frente Auténtico de Trabajadores"; "nos vienen a ayudar desinteresadamente", "en todo lo que sea asesorla, ellos nos van a dar la mano"; "mira, tú no te preocupes pues tenemos cuatro o cinco licenciados". Los dos compat'leros que hablan llegado de Chihuahua y del Distrito Federal eran el secretario de organización y el secretario de capacitación del FAT.
En la mañana del 4 de abril, el comité ejecutivo, los asesores del FAT y un grupo de trabajadores (según la junta entre 300 y 500, de acuerdo con los trabajadores (unos 2,000) se dirigieron a, la Junta Local de Conciliación y Arbitraje para solicitar el reconocimiento de la nueva directiva sindical. Al presentar la solicitud de reconocimiento a Francisco Javier AlmaguerValdés, él les indicó que necesitaba 24 horas para responderles. El comité ejecutivo insistió, demandó y presionó al funcionario para que diera una respuesta antes de la hora en que cerraban las oficinas. Almaguer aceptó y antes de la hora fijada llamó a los representantes obreros para informarles que había sido reconocido el nuevo comité ejecutivo. Jubilosos por su nueva victoria y cantando por las calles, los trabajadores regresaron al local sindical.
Con el reconocimiento, los trabajadores consiguieron que el gobierno legalizara lo sucedido en la asamblea del 3 de abril. Voluntaria o ¡nvoluntariamente el gobierno estatal aS4mía una postura independ'ente frente al Grupo Industrial Saltillo. ¿A qué se debió esa postura gubernamental?, más concretamente ¿por qué reconoció la Junta Local al nuevo comité ejecutivo? Hay quienes consideran que el reconocimiento fue un mero trámite administrativo, por tratarse de una junta de conciliación con poco movimiento, simplemente el presidente no se percató de lo que Et~taba haciendo. Se dice que la presión directa de los trabajadores reunidos afuera de la junta obligó al reconocimiento. Finalmente, fueron abundantes las versiones de que el Secretario del Trabajo o el Presidente de la República promovieron telefónicamente el reconocimiento. Ninguna de las explicaciones anteriores fue absolutamente convincente.
Todo parecía marchar normalmente hasta que el 2 de abril empezó a cundir el rumor de que ya se había firmado el contrato y que se había firmado "a espaldas de los trabajadores".
En ese momento el curso de los acontecimientos sufrió un cambio radical respecto al pasado. Las primeras Víctimas serían los propios líderes charros.
El día 2 de abril no se conocía el monto del aumento salarial pero sí se sabía que las cláusulas del pliego de peticiones habían sido alteradas. En el local del sindicato se reunieron alrededor de trescientos trabajadores a quienes uno de los líderes, el "Zurdo" Villalobos, trató infructuosamente de convencer para que se enfrentaran a los otros líderes. En esa reunión empezaron a participar algunos de los trabajadores más activos para que se celebrara una asamblea extraordinaria al día siguiente, con objeto de conocer el resultado de las negociaciones y de evitar que fueran divididos por turnos.
Al día siguiente (3 de abril) el comité ejecutivo y la comisión de contrato citaron a asamblea al turno que en ese momento no trabajaba. Ya reunidos, los trabajadores presionaron a sus líderes a fin de que se celebrara una asamblea general y aunque los líderes trataron de evitarlo, se vieron obligados a aceptar la propuesta. Ya en un ambiente caldeado, los trabajadores presentes, cerca de 2,000, abandonaron la reunión dividiéndose en tres grandes grupos.
El primer grupo se dirigió a las fábricas para poner anuncios y hacer llegar al resto de los trabajadores el mensaje de que la asamblea se celebraría a las 5:00 p.m., el segundo grupo fue a las estaciones de radio para difundir el mismo mensaje y el tercer grupo se quedó ocupando el local sindical. Conforme pasaba el tiempo la tensión crecía hasta el grado de que la mayor parte de los trabajadores ni siquiera fue a comer. Trabajadores iban y venían de las fábricas al local sindical.
Desde hacía varios días habían estado circulando volantes que trataban de levantar la conciencia de los trabajadores. Los mensajes llamaban a la formacíón de un fondo de ahorro, "resistencia", "vamos a tirar a los charros", "decídete, actúa". Estos mensajes habían circulado en años anteriores, pero aquella vez sí tenían un significado. Los trabajadores que estaban dentro de las fábricas querían salir, los de afuera no querían entrar. En las tres plantas de hierro gris y hierro maleable de CIFUNSAy la de CINSA se hablaba de lo mismo. Se hablaba en las puertas de todo, "el contrato ya lo llevaron ante la junta de conciliación", "ya se vendieron". Nadie sabía cuál era el fondo, había que ir al local sindical en los viejos camiones de Ruta 6 y Circunvalación desde donde la gente gritaba "vámonos, vámonos al sindicato". Al llegar a la puerta del sindicato, algunos no se animaban a entrar pero terminaban haciéndolo al escuchar a los oradores y a seguir a sus compañeros.
Antes de la asamblea apareció un trabajador que habría de convertirse en el líder del movimiento. Salvador Alcázar se dirigió a Socorro Castañeda para decirle que su hermano era actuario en la Junta y que si ella quería, él iría a informarse si ya estaba depositado el contrato. En una motocicleta Salvador fue a ver a su hermano, pero regresó sin una noticia definitiva. Al regresar se dio cuenta de que la gente estaba descontenta, que lo único que faltaba era que alguien le dijera qué hacer. A un compañero Salvador le decía: "pues, carajo, yo tengo a mi esposa embarazada y una niña, pero nadie se avienta". El ya había hablado en público, como vendedor y anunciador de fiestas, sólo tenía seis meses de trabajar en CIFUNSA y ya para entonces lo habían expulsado de Inyect Diesel y de International Harvester por su intervención en los sindicatos. Con inquietud tomó el micrófono para hablar a la gente durante una hora, recurriendo a las grandes frases y a los grandes gestos. En ciertos momentos levantaba el puño y en otros parafraseaba a Flores Magón: "Compañeros: preferimos morir de pie que vivir de rodillas". El discurso cayó como anillo al dedo, pues h~sta ese momento casi todos los discursos habían sido de Socorro que, aunque le llegaba a la gente al fondo, quizá por ser mujer no habría sido aceptada por todos como líder.
A la hora fijada Socorro mencionó que se necesitaba un presidente de debates. Por su presencia y por haber sido él quien hablaba, la asamblea nombró a Salvador presidente de debates.
En ese momento llegó el comité ejecutivo reclamándole que por qué estaba en el presidium, pero cuando le quisieron quitar el micrófono y hacerlo a un lado, se empezaron a oír los gritos de ,!'déjenlo, ¡déjenlo!" Le preguntaron que de dónde era: "¿De dónde eres tú cuñado? Te va a costar muy caro estoque estás haciendo" Él se defendía preguntando a la asamblea que si lo habían puesto de presidente de debates, a lo que la asamblea respondía con los interminables "sí, síi, síii..."
Por fin empezó la asamblea con la lectura del contrato anterior y de los términos del nuevo contrato, con el prólogo tradicional: "Después de 28 días de negociación y lucha hemos conseguido lo que muy pocos comités ejecutivos han conseguido". Entre las nuevas prestaciones estaba un seguro de $25,000.00. Aunque a la gente no le pareció mal el contrato, ante ninguno de los logros aplaudieron, ni siquiera al mencionarse la cifra del seguro. La mención del monto del aumento salarial la habían pospuesto los líderes, ya para finalizar su exposición informaron a la asamblea que el porcentaje era del 12.5%. en ese momento explotó el descontento. Empezaron las preguntas, las críticas, la presión de la base. Uno de los dirigentes recurrió, desesperado, al un último recurso, al del hecho consumado. No cabía la discusión pues el contrato ya estaba firmado. ¡En ese instante estalló la bomba!, la gente empezó a gritar, a acusar. Lo que cabía era la destitución del comité ejecutivo. A sugerencia de Socorro en forma aplastante la asamblea destituyó al comité ejecutivo y a la comisión del contrato colectivo. Se procedió a nombrar a los vocales de una nueva comisión de contrato colectivo, posteriormente tocó elegir al nuevo comité ejecutivo. Para la elección se propusieron tres mecanismos: por cómputo, por voto directo o por planillas. La asamblea prefirió que la elección se realizara a través del voto directo, o sea por mayoría de votos.
Se inició la elección. Una y otra vez se solicitaban candidatos para la secretaría general sin resultados, hasta que Socorro, Castaneda propuso a Salvador Alcázar. Con gritos de júbilo la gente aceptó. Alcázar tomó la palabra para decitles que sólo tenía seis meses en la empresa, que no conocía los estatutos y ni siquiera había asistido a ninguna asamblea, pero las disculpas sólo sirvieron para confirmar su selección. En unas horas Alcázar se convirtió en el líder máximo de la huelga de Saltillo.
Para elegir al resto del comité ejecutivo se hicieron múltiples proposiciones, sublan unos trabajadores y bajaban otros. Casi nadie era conocido por la mayoría, por lo que el comité ejecutivo se fue integrando con base en proposiciones de los distintos sectores y departamentos ahí presentes. No era un comité ejecutivo homogéneo; era más bien resultado de la espontaneidad de los acontecimientos.
Para terminar se consideró necesario elaborar un acta que diera fe de lo acontecido en la asamblea. Pero nadie sabia o querla escribir a máquina, alguien propuso que se llamara a un companero "que es del FAT" para que viniera a redactar el acta. Se le trajo y redactó dicha acta. La asamblea habla empezado a las cinco de la tarde y habla terminado a las doce de la noche. Fue una asamblea tremenda, en la que más de 5,000 almas unidas gritaban lo mismo, pedlan lo mismo...estaban unidas.
A través de informes policíacos y políticos el gobierno estatal habla estado enterado desde hacía tiempo de las reuniones entre estudiantes y obreros que se habían producido después del movimiento de autonomía de 1973. Sabían también de la presencia del FAT en Saltillo, pero no les preocupaba mayormente, pues en ningún momento hablan atacado al gobierno estatal, a quienes hasta entonces preocupaban más los estudiantes que los obreros o el FAT.
El día de la asamblea el ingeniero Eulalio Gutiérrez, gobernador de Coahuila, de acuerdo con un programa de trabajo previo, viajó a México desde Monterrey, quedando Óscar Villegas Rico (secretario del gobierno estatal) encargado del despacho. Según parece, en la misma noche de la asamblea el comité ejecutivo depuesto fue a informar al encargado del despacho sobre lo sucedido en la asamblea y aunque la conversación se desconoce, y es muy posible que el informe fuera alarmista y que los líderes depuestos hayan mencionado que los trabajadores y sus nuevos dirigentes pretendlan tomar el edificio Coahuila, sede de la junta local de conciliación y de numerosas oficinas públicas y que también estaban buscando al presidente de la junta para presiónarlo directamente. Esto se desprende del hecho de que la policla (sin la intervención de la zona militar) haya montado una fuerte vigilancia alrededor del edificio Coahuila y que el presidente de la junta local de conciliación cambiara de domicilio con toda su familia.
Después de la asamblea los nuevos dirigentes obreros diflcilmente conciliaron el suet'lo: "Con los ojos cerrados nos rezumbaban los oídos"; "Seguíamos viendo entre suelos a los miles de trabajadores enardecidos". A la mañana siguiente Socorro se reunió con Alcázar para presentarle a dos compat'leros que "son del Frente Auténtico de Trabajadores"; "nos vienen a ayudar desinteresadamente", "en todo lo que sea asesorla, ellos nos van a dar la mano"; "mira, tú no te preocupes pues tenemos cuatro o cinco licenciados". Los dos compat'leros que hablan llegado de Chihuahua y del Distrito Federal eran el secretario de organización y el secretario de capacitación del FAT.
En la mañana del 4 de abril, el comité ejecutivo, los asesores del FAT y un grupo de trabajadores (según la junta entre 300 y 500, de acuerdo con los trabajadores (unos 2,000) se dirigieron a, la Junta Local de Conciliación y Arbitraje para solicitar el reconocimiento de la nueva directiva sindical. Al presentar la solicitud de reconocimiento a Francisco Javier AlmaguerValdés, él les indicó que necesitaba 24 horas para responderles. El comité ejecutivo insistió, demandó y presionó al funcionario para que diera una respuesta antes de la hora en que cerraban las oficinas. Almaguer aceptó y antes de la hora fijada llamó a los representantes obreros para informarles que había sido reconocido el nuevo comité ejecutivo. Jubilosos por su nueva victoria y cantando por las calles, los trabajadores regresaron al local sindical.
Con el reconocimiento, los trabajadores consiguieron que el gobierno legalizara lo sucedido en la asamblea del 3 de abril. Voluntaria o ¡nvoluntariamente el gobierno estatal aS4mía una postura independ'ente frente al Grupo Industrial Saltillo. ¿A qué se debió esa postura gubernamental?, más concretamente ¿por qué reconoció la Junta Local al nuevo comité ejecutivo? Hay quienes consideran que el reconocimiento fue un mero trámite administrativo, por tratarse de una junta de conciliación con poco movimiento, simplemente el presidente no se percató de lo que Et~taba haciendo. Se dice que la presión directa de los trabajadores reunidos afuera de la junta obligó al reconocimiento. Finalmente, fueron abundantes las versiones de que el Secretario del Trabajo o el Presidente de la República promovieron telefónicamente el reconocimiento. Ninguna de las explicaciones anteriores fue absolutamente convincente.
16 de abril de 1974, estalla la huelga de Cinsa-Cifunsa. Las pasiones de ambos bandos se recrudecen. Los ricos dicen que es cuestión de honor, los obreros afirman que vencerán a los patrones.
Una vez reconocido por la Junta, el comité ejecutivo acudió a la empresa, solicitando hablar con el señor Rivera, (actualmente catedrático de la Escuela Normal Superior) gerente de relaciones industriales de CIFUNSA. El personal de segúridad dejó entrar al comité ejecutivo, pero el mismo señor Rivera impidió que entraran los asesores del FAT, Antonio Villalba Granados y Arturo Alcalde Justiniani. Entró el comité ejecutivo, pero ya Salvador Alcázar Aguilar se había puesto de acuerdo con Villalba y Alcalde sobre que "en lo más mínimo" hablarían por sí mismos, por lo que pedirían recesos para consultar en cada punto a los asesores. Mientras salían y entraban los nuevos dirigentes, el ambiente se ponía tenso. El señor Rivera les pidió un pliego petitorio que inmediatamente presentaron, les ofreció que les llamaría en media hora, pero nunca les volvieron a llamar. Este incidente de falta de autonomía del comité ejecutivo frente al FAT probablemente llevó a la empresa a pensar que los dirigentes obreros estaban totalmente manejados por el FAT. Pero al no responder al pliego petitorio, la empresa rompió el diálogo con el comité ejecutivo y con los trabajadores.
Ante el desconocimiento de hecho de su comité ejecutivo por los patrones, los trabajadores salieron a las calles clamando por la huelga. Se dirigieron a la casa de la familia López del Bosque, donde realizaron un acalorado mitin que desbordó las pasiones de ambos bandos. Para los trabajadores, los patrones estaban desconociendo a su comité ejecutivo; para los patrones, el conflicto ya no era intersindical, ni tan sólo un grave problema para sus negocios, los ataques directos a la familia López del Bosque lo habian convertido en un asunto personal en el que intervenian las pasiones. Más que una posición calculada, desde ese momento ya se perfilaba la posición que adoptaria el GIS: "no podiamos aceptar a un comité ejecutivo manipulado por el FAT y revisar un contrato colectivo ya firmado"; "cuando asumimos la posición dura no fue por gusto, sino porque nos tocó bailar con la más fea".
Mientras los trabajadores gritaban en el mitin y en las calles ¡Huelga!, los asesores del FAT redactaban el emplazamiento. Al dia siguiente los trabajadores acudieron a la asamblea, en donde se sometió a discusión y votación la propuesta de la huelga que fue aprobada abrumadora mente. Se terminó de preparar la documentación para que el sindicato emplazara a CINSA y
CIFUNSA a huelga por desequilibrio en los factores de la
producción, solicitando un incremento de 35% frente al 12.5% contenido en el contrato colectivo
firmado por la directiva depuesta.
Ante el desconocimiento de hecho de su comité ejecutivo por los patrones, los trabajadores salieron a las calles clamando por la huelga. Se dirigieron a la casa de la familia López del Bosque, donde realizaron un acalorado mitin que desbordó las pasiones de ambos bandos. Para los trabajadores, los patrones estaban desconociendo a su comité ejecutivo; para los patrones, el conflicto ya no era intersindical, ni tan sólo un grave problema para sus negocios, los ataques directos a la familia López del Bosque lo habian convertido en un asunto personal en el que intervenian las pasiones. Más que una posición calculada, desde ese momento ya se perfilaba la posición que adoptaria el GIS: "no podiamos aceptar a un comité ejecutivo manipulado por el FAT y revisar un contrato colectivo ya firmado"; "cuando asumimos la posición dura no fue por gusto, sino porque nos tocó bailar con la más fea".
Mientras los trabajadores gritaban en el mitin y en las calles ¡Huelga!, los asesores del FAT redactaban el emplazamiento. Al dia siguiente los trabajadores acudieron a la asamblea, en donde se sometió a discusión y votación la propuesta de la huelga que fue aprobada abrumadora mente. Se terminó de preparar la documentación para que el sindicato emplazara a CINSA y
CIFUNSA a huelga por desequilibrio en los factores de la
producción, solicitando un incremento de 35% frente al 12.5% contenido en el contrato colectivo
firmado por la directiva depuesta.
Salvador Alcázar desconoce al FAT
A las cinco de la tarde en la Plaza de Armas, Salvador Alcázar comunicó a los asesores del FAT (Arturo Alcalde Justiniani, Antonio Villalba Granados y Alfonso Domínguez Arau) que el gobernador y los patrones fijaban como condición indispensable para negociar el que los asesores del FAT se retiraran. En la asamblea del día anterior se había nombrado a 50 obreros como representantes para negociar, sobre la base de un 20% de aumento y ya no del 35% original. Alcázar, con los representantes obreros y sin los asesores del FAT entró en palacio de gobierno. Primero, ante la presencia del gobernador, Alcázar leyó una carta -hasta ese momento desconocida- donde denunciaba al equipo de asesores del FAT como agentes subversivos y los desconocía. Acto seguido pidió la presencia de los López del Bosque, a quienes se les llamó por teléfono y al poco tiempo llegaron al recinto gubernamental.
Se empezaron a tratar los distintos puntos en discusión. Alcázar expuso lo que pedía la asamblea, pero al proponer el aumento del 20% solicitó una cantidad en pesos que no correspondía exactamente al dicho 20%. Este punto se aprobó rápidamente. Se discutió el problema de los extras de planta, o sea, de los trabajadores eventuales, solicitando se les reconociera después de un plazo fijo la planta. La empresa lo aceptó sin discusión. En el punto sobre salarios caídos fue donde hubo mayor discusión,
pues los empresarios consideraban que si pagaban más del 50% de los mismos, de hecho estarían reconociendo haber perdido la huelga, y esto los enfrentaría con otras organizaciones patronales.
Finalmente, se llegó a una transacción del 50% en dinero y el 20% en especie, o sea en mercancías (las despensas que la empresa a través del "grupo mayoritario" había tratado de distribuir a los trabajadores para granjearse su simpatia y sobre todo la de sus familiares). Terminada la negociación se elaboró el convenio que puso fin a la huelga. que firmaron los interesados a las cinco de la mañana. No aceptaron firmar el convenio seis trabajadores disidentes que desde el momento en que había sido leida la carta donde se atacaba al FAT ya no estuvieron de acuerdo y en algún momento (este grupo incluía al tesorero del comité ejecutivo) pensaron abandonar el palacio de gobierno para informar a la asamblea sobre lo que estaba sucediendo ahí dentro, pero decidieron no hacerla porque se percataron de la intensa vigilancia en derredor del palacio de gobierno.
Con la firma del convenio la huelga había terminado, pero los acontecimientos dejaron muchas incógnitas: ¿se vendieron los líderes o simplemente la empresa supo explotar una rivalidad entre el comité ejecutivo y el FAT? ¿Podría la CTM legitimar su posición y controlar al sindicato CINSA? ¿El gobierno volvería a permitir la organización de los trabajadores o se opondría a ésta? ¿Había logrado la huelga reestructurar el equilibrio político o precipitar un mayor conflicto? ¿Hasta dónde querían llegar los trabajadores?
Se empezaron a tratar los distintos puntos en discusión. Alcázar expuso lo que pedía la asamblea, pero al proponer el aumento del 20% solicitó una cantidad en pesos que no correspondía exactamente al dicho 20%. Este punto se aprobó rápidamente. Se discutió el problema de los extras de planta, o sea, de los trabajadores eventuales, solicitando se les reconociera después de un plazo fijo la planta. La empresa lo aceptó sin discusión. En el punto sobre salarios caídos fue donde hubo mayor discusión,
pues los empresarios consideraban que si pagaban más del 50% de los mismos, de hecho estarían reconociendo haber perdido la huelga, y esto los enfrentaría con otras organizaciones patronales.
Finalmente, se llegó a una transacción del 50% en dinero y el 20% en especie, o sea en mercancías (las despensas que la empresa a través del "grupo mayoritario" había tratado de distribuir a los trabajadores para granjearse su simpatia y sobre todo la de sus familiares). Terminada la negociación se elaboró el convenio que puso fin a la huelga. que firmaron los interesados a las cinco de la mañana. No aceptaron firmar el convenio seis trabajadores disidentes que desde el momento en que había sido leida la carta donde se atacaba al FAT ya no estuvieron de acuerdo y en algún momento (este grupo incluía al tesorero del comité ejecutivo) pensaron abandonar el palacio de gobierno para informar a la asamblea sobre lo que estaba sucediendo ahí dentro, pero decidieron no hacerla porque se percataron de la intensa vigilancia en derredor del palacio de gobierno.
Con la firma del convenio la huelga había terminado, pero los acontecimientos dejaron muchas incógnitas: ¿se vendieron los líderes o simplemente la empresa supo explotar una rivalidad entre el comité ejecutivo y el FAT? ¿Podría la CTM legitimar su posición y controlar al sindicato CINSA? ¿El gobierno volvería a permitir la organización de los trabajadores o se opondría a ésta? ¿Había logrado la huelga reestructurar el equilibrio político o precipitar un mayor conflicto? ¿Hasta dónde querían llegar los trabajadores?
Texto: La Huelga Cinsa-Cifunsa, intento de regeneración obrera Manuel Camacho Solis.
P. D. A 33 años del movimiento obrero que sacudió a todos los estratos sociales de Saltillo, la huelga CINSA-CIFUNSA se encuentra muy lejos de las nuevas generaciones de obreros y universitarios. El recuerdo se ha ido diluyendo, porque así conviene a los intereses de los patrones, tanto a los nacionales como a los extranjeros. Tan es así, que el expediente que reunía la memoria histórica de la huelga desapareció de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje. Tampoco se encuentra en el Instituto Estatal de Documentación. Por estos días, los obreros de las distintas factorías de la localidad siguen en manos de los líderes charros de la CTM y los dirigentes de las diferentes organizaciones sindicales continúan recibiendo los banquetes de bienvenida que les ofrecen los patrones. La conciencia del obrero citadino se encuentra en el mismo nivel de hace tres décadas. Nada ha cambiado. Los trabajadores sufren un nivel de analfabetismo funcional similar al de 1974. Los patrones pueden dormir tranquilos.
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