David Aguillón Rosales, jefe de prensa del gobierno del estado, gastó alrededor de cinco mil dólares para festejar a su querida subordinada Gabriela Palomo.
El ostentoso tren de vida del funcionario de marras es ya legendario y se comenta a sus espaldas en cantinas, restaurantes y en la calle.
El festejo comenzó poco después del mediodía y se prolongó durante varias horas en las que güisqui, tequila, brandy, cognac y cerveza corrían abundantemente mientras un conjunto musical equipado con batería, órgano y guitarra amenizaba el ambiente. La fiesta tuvo lugar en un fraccionamiento de reciente creación que se encuentra ubicado sobre la calle Murguía, al norte, frente a la entrada a la privada Guadalupe.
La fiesta comenzó a media tarde y se prolongó hasta altas horas de la noche, según la fuente consultada por esta revista.
El evento privado cuyo financiamiento tuvo su origen en el dinero público se desarrolló en la casa de José Reyes, cuñado de Gabriela Palomo y reportero de Vanguardia. Asistieron también a la fiesta de cumpleaños Rolando Franco y Alberto Pimentel González, hermano del excaco municipal, Óscar, de los mismos apellidos.
El ostentoso tren de vida del funcionario de marras es ya legendario y se comenta a sus espaldas en cantinas, restaurantes y en la calle.
El festejo comenzó poco después del mediodía y se prolongó durante varias horas en las que güisqui, tequila, brandy, cognac y cerveza corrían abundantemente mientras un conjunto musical equipado con batería, órgano y guitarra amenizaba el ambiente. La fiesta tuvo lugar en un fraccionamiento de reciente creación que se encuentra ubicado sobre la calle Murguía, al norte, frente a la entrada a la privada Guadalupe.
La fiesta comenzó a media tarde y se prolongó hasta altas horas de la noche, según la fuente consultada por esta revista.
El evento privado cuyo financiamiento tuvo su origen en el dinero público se desarrolló en la casa de José Reyes, cuñado de Gabriela Palomo y reportero de Vanguardia. Asistieron también a la fiesta de cumpleaños Rolando Franco y Alberto Pimentel González, hermano del excaco municipal, Óscar, de los mismos apellidos.
Meseros profesionales se movían diligentemente llevando a los asistentes tacos de bistek, mole y discada. También hubo trabajo para un cantinero que tenía a su cargo el bar debajo de una carpa que fue colocada en el patio trasero de la vivienda. Un verdadero ambiente de cero marginación.
El Bizco, como se conoce entre la tropa reporteril a David Aguillón Rosales era atendido a cuerpo de rey mientras de cuando en cuando cruzaba miradas llenas de catexias libidinales con Gabriela Palomo, que también lucía radiante.
Aguillón Rosales lucía feliz al observar el ir y venir de Gabriela Palomo; además, su panza chicharronera recibía en esos momentos un agasajo, en tanto que con su eterno mirar de soslayo, su campo visual de mosca, se ampliaba hasta casi los 360 grados. En medio de las caravanas que le rendían sus subordinados, el rostro mongoloide del funcionario moreirista se iluminaba. El romance en todo su apogeo.
El año pasado, Gabriela Palomo López protagonizó un escándalo policiaco cuando se encontraba bajo el influjo de las bebidas etílicas. El 22 de junio de 2006, la directora de enlace con medios de la Dirección de Comunicación Social del Gobierno de la Gente viajaba en medio de los vapores alcohólicos junto con la reportera Jessica Rosales Saucedo a bordo de una camioneta Pathfinder que conducía Iván Márquez Morales, subdirector de vinculación del Instituto Coahuilense de Cultura.
Según la revista Postdata, luego de ser detenidos por policías municipales, Iván Márquez Morales, parte del serrallo de Armando Guerra, director del Icocult, "mantenía una civilizada conversación con los municipales, mientras las damas aguardaban dentro del vehículo. Ante el asombro de todos, incluso de sus compañeros de parranda, Gabriela Palomo bajó de la camioneta y al tiempo que trastabillaba y hacía esfuerzos por enderezar su mirada, arremetía contra los uniformados balbucenado: Imbéciles, no saben con quién se meten.
Postdata narra: "Vanos fueron los esfuerzos de sus compañeros de juerga por controlar a la iracunda mujer que daba inicio a una función de teatro callejero, interpretando a una belicosa y prepotente dama del poder.
"Los insultos fueron tales que los elementos de seguridad solicitaron el apoyo de una mujer policía a efecto de someter a la poderosa ebria. Dieron entonces inicio las amenazantes llamadas vía celular y nextel; con credencial en mano, Gabriela Palomo continuaba su humillante perorata y buscaba afanosamente el auxilio de su superior David Aguillón Rosales.
"Solicitó también la presencia de los medios de comunicación, quienes acudieron de inmediato –como buenos reporteros- al llamado de la funcionaria, realizaron notas informativas y tomaron fotografías del incidente, cumplieron con su labor, aunque la intención de Gabriela Palomo era que dieran cuenta de la prepotencia de las autoridades municipales.
"La mujer policía solicitada por los guardianes del orden arribó a la escena del numerito y le anunció a la funcionaria que la única instrucción que ellos tenían era cumplir con su deber; de tal forma que deberían trasladarla a la cárcel municipal. La ira se apoderó de ella y con torpes movimientos pretendió evitar el arresto; sin embargo, el alcohol ingerido fue el principal refuerzo para la guardiana del orden que la sometió y la encerró en la patrulla.
"Sus compañeros, a bordo de la misma camioneta llegaron a la comandancia de policía para ser evaluados por el juez calificador. Para sorpresa de todos, al llegar a la sede del comando policiaco local, la protagonista del escándalo callejero, ya se encontraba en libertad y alardeando su influencia: "con David (el Bizco) se chingan estos pendejos", continuaba amenazando mientras se tambaleaba al caminar.
A la mañana siguiente circularon los periódicos sin la reveladora nota que pudo haber dado cuenta de cómo se trafica con la influencia de una funcionaria menor del gobiero de la gente.
Postdata concluye la información de la siguiente manera: "No es necesario siquiera apelar a la inteligencia del lector para poder afirmar que la prepotencia del jefe de prensa del gobernador Moreira, le llevó a utilizar el puesto y ordenar a los medios informativos omitir la publicación del arresto de su empleada, como tampoco se requiere mayor información para suponer que si los medios atienden a peticiones hechas para favorecer a funcionarios de cuarto o quinto niveles, mucho más deberán acceder a favores pedidos por los altos mandos".
El Bizco, como se conoce entre la tropa reporteril a David Aguillón Rosales era atendido a cuerpo de rey mientras de cuando en cuando cruzaba miradas llenas de catexias libidinales con Gabriela Palomo, que también lucía radiante.
Aguillón Rosales lucía feliz al observar el ir y venir de Gabriela Palomo; además, su panza chicharronera recibía en esos momentos un agasajo, en tanto que con su eterno mirar de soslayo, su campo visual de mosca, se ampliaba hasta casi los 360 grados. En medio de las caravanas que le rendían sus subordinados, el rostro mongoloide del funcionario moreirista se iluminaba. El romance en todo su apogeo.
El año pasado, Gabriela Palomo López protagonizó un escándalo policiaco cuando se encontraba bajo el influjo de las bebidas etílicas. El 22 de junio de 2006, la directora de enlace con medios de la Dirección de Comunicación Social del Gobierno de la Gente viajaba en medio de los vapores alcohólicos junto con la reportera Jessica Rosales Saucedo a bordo de una camioneta Pathfinder que conducía Iván Márquez Morales, subdirector de vinculación del Instituto Coahuilense de Cultura.
Según la revista Postdata, luego de ser detenidos por policías municipales, Iván Márquez Morales, parte del serrallo de Armando Guerra, director del Icocult, "mantenía una civilizada conversación con los municipales, mientras las damas aguardaban dentro del vehículo. Ante el asombro de todos, incluso de sus compañeros de parranda, Gabriela Palomo bajó de la camioneta y al tiempo que trastabillaba y hacía esfuerzos por enderezar su mirada, arremetía contra los uniformados balbucenado: Imbéciles, no saben con quién se meten.
Postdata narra: "Vanos fueron los esfuerzos de sus compañeros de juerga por controlar a la iracunda mujer que daba inicio a una función de teatro callejero, interpretando a una belicosa y prepotente dama del poder.
"Los insultos fueron tales que los elementos de seguridad solicitaron el apoyo de una mujer policía a efecto de someter a la poderosa ebria. Dieron entonces inicio las amenazantes llamadas vía celular y nextel; con credencial en mano, Gabriela Palomo continuaba su humillante perorata y buscaba afanosamente el auxilio de su superior David Aguillón Rosales.
"Solicitó también la presencia de los medios de comunicación, quienes acudieron de inmediato –como buenos reporteros- al llamado de la funcionaria, realizaron notas informativas y tomaron fotografías del incidente, cumplieron con su labor, aunque la intención de Gabriela Palomo era que dieran cuenta de la prepotencia de las autoridades municipales.
"La mujer policía solicitada por los guardianes del orden arribó a la escena del numerito y le anunció a la funcionaria que la única instrucción que ellos tenían era cumplir con su deber; de tal forma que deberían trasladarla a la cárcel municipal. La ira se apoderó de ella y con torpes movimientos pretendió evitar el arresto; sin embargo, el alcohol ingerido fue el principal refuerzo para la guardiana del orden que la sometió y la encerró en la patrulla.
"Sus compañeros, a bordo de la misma camioneta llegaron a la comandancia de policía para ser evaluados por el juez calificador. Para sorpresa de todos, al llegar a la sede del comando policiaco local, la protagonista del escándalo callejero, ya se encontraba en libertad y alardeando su influencia: "con David (el Bizco) se chingan estos pendejos", continuaba amenazando mientras se tambaleaba al caminar.
A la mañana siguiente circularon los periódicos sin la reveladora nota que pudo haber dado cuenta de cómo se trafica con la influencia de una funcionaria menor del gobiero de la gente.
Postdata concluye la información de la siguiente manera: "No es necesario siquiera apelar a la inteligencia del lector para poder afirmar que la prepotencia del jefe de prensa del gobernador Moreira, le llevó a utilizar el puesto y ordenar a los medios informativos omitir la publicación del arresto de su empleada, como tampoco se requiere mayor información para suponer que si los medios atienden a peticiones hechas para favorecer a funcionarios de cuarto o quinto niveles, mucho más deberán acceder a favores pedidos por los altos mandos".
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