domingo, 15 de abril de 2007

El alcalde de Saltillo Fernando de las Fuentes...

NO PASA EL ANTIDOPING.
Para el gobierno del estado el problema actual se llama Fernando de las Fuentes, quien se encuentra convertido en la ‘quinta columna’ para el proyecto de largo aliento que se ha planteado el Cártel de los Moreira.
La fama de alcohólico y drogadicto que se ha ganado entre la población el alcalde capitalino mantiene preocupados y llenos de rabia a los dirigentes priistas, que a través de sus encuestas, ven cómo desciende la aceptación del político saltillense, al grado de colocar en una situación de riesgo al PRI en las próximas elecciones, mediante las que se renovará el poder legislativo de Coahuila. Si el próximo año Acción Nacional logra meter más diputados que el tricolor, la espada de Damocles penderá sobre las cabezas de Rubén y Humberto Moreira, los jefes del famoso cártel gubernamental. Desde ahora, la pelea por el Congreso se antoja encarnizada.

El dopaje (del inglés doping) es la promoción o consumo por cualquier vía de sustancias prohibidas en el deporte, que pueden ser potencialmente peligrosas para la salud de los deportistas, pero susceptibles de mejorar su rendimiento de manera ilícita. El antidopaje es el examen de la orina de cualquier persona para determinar el tipo de drogas que consume. En nuestras latitudes se le conoce como antidoping y es la prueba que no pasa el pestilente municipal de Saltillo Fernando de las Fuentes.
Las primeras luces de alerta han comenzado a encenderse en el tablero de mando del gobierno del estado. La luz roja señala directamente al Ayuntamiento de Saltillo en donde la desfachatez y el cinismo con los que se ha conducido el alcalde Fernando de las Fuentes, hacen que las elecciones del próximo año para la renovación del poder legislativo se encuentren en peligro.
Como todos los arrepentimientos, el de Humberto Moreira llega tarde. En el alto mando político del estado hay preocupación porque no obstante que se asumía el riesgo de perder la Laguna, se pensaba en sacar la elección con Saltillo y el norte de Coahuila; sin embargo, el desempeño anodino cargado de desvergüenza del alcalde capitalino y la degradación paulatina que sufre su imagen colocan al PRI en el riesgo de perder las elecciones también en la región sureste.
Y es que la imagen de drogadicto y alcohólico que se ha ganado entre la población el alcalde de Saltillo no la ha podido borrar la estupidez de los anuncios televisivos, radiofónicos, de la prensa escrita, de los panorámicos y de los parabuses. La imbecilidad de Te quiero Saltillo… moderno agravia a la inteligencia y como consecuencia atiza en el inconciente colectivo el desprecio hacia la figura de la primera autoridad municipal.
Por otro lado, las declaraciones desventuradas que ha hecho desde su toma de posesión, lo colocan ante el pueblo como un ser malogrado intelectualmente y dueño de un coeficiente de inteligencia fronterizo que intenta cubrir sus errores con el manto del cinismo, postura atávica de corte familiar que heredó de su padre, el peor gobernador que ha padecido Coahuila desde los tiempos de la Colonia.
Un día, bajo el cuestionamiento de los reporteros de la fuente, acerca de la ley seca que impera en Saltillo desde 1972, el alcalde respondía de manera cuasianimal: "hay que decirle a la gente que no compre clandestino porque le sale más caro". Como se puede inferir de la respuesta anterior, el valemadrismo es la bandera con la que ha navegado Fernando de las Fuentes, en la encomienda conferida por el pueblo en las urnas.
Refugiado en la ambigüedad. Jamás ha establecido compromiso con nadie y los puestos que ha ocupado le han llegado por inercia y por haberse encontrado en el sitio preciso en el momento oportuno. Cuando era candidato a diputado estrenó una frase que ni siquiera un retrasado mental la hubiese utilizado en un proceso de esta naturaleza: "Por que veo lo que tú ves".
En la época de las campañas políticas, Jesús R. Cedillo acusaba al ahora alcalde de hacer el ridículo en figones de postín bajo el influjo de las bebidas etílicas. El editorialista lo describía como un desquiciado que reía sin parar, mientras sostenía el vaso con el contenido alcohólico sin importarle llevar los faldones de la camisa fuera del pantalón.
En su colaboración del sábado 10 de marzo de 2007, el también editorialista de Vanguardia Luis Carlos Plata se le iba a la yugular, al recordarle que de acuerdo con una encuesta de este rotativo, antes de que tomara posesión, el 68 porciento de los encuestados opinaba que sería "malo" como alcalde. Al culminar el primer semestre del año pasado, el rechazo era patente en el 71 porciento de la población.
En el texto citado, Luis Carlos Plata va más allá al escribir: (…) "Por el cinismo y la desfachatez con que ha encarado los diversos cuestionamientos sobre los problemas de Saltillo, por su irresponsabilidad manifiesta, por la incompetencia de sus colaboradores y sobre todo por lo que han dejado de hacer en estas 30 quincenas de gestión, desde la parcela de poder que me corresponde como ciudadano y en estricto uso del poder soberano que me otorga la Constitución, manifiesto públicamente que desconozco a Fernando de las Fuentes como Presidente municipal de Saltillo pues, para mí, ha sido cesado de sus funciones de manera irrevocable".
En esta misma revista, en su columna Dintel, en junio del año pasado escribíamos: "El cinismo del alcalde de Saltillo Fernando de las Fuentes Hernández comienza a tomar tintes de leyenda. No conforme con tener a la ciudad en el abandono total, las frases que usa en sus declaraciones periodísticas son patéticas y ofensivas: "Hay que decirle a la gente que no compre (alcohol) clandestino porque le sale más caro". "Vayan a la Z.T".
"El Diablito Light, como se le conocía antes de que demostrara que es un pobre diablo en su encomienda política, con su voz pastosa, de borracho viejo, sigue apostándole a su suerte y al dinero malhabido que ha acumulado en su existencia merced a la filiación que guarda con un exgobernador que no se ha caracterizado por su brillo intelectual.
"Sus antecesores en el cargo, al menos parecían alcaldes y no andaban en los campos beisboleros del arrabal, con vasos repletos de alcohol, con el sol en el cenit y profiriendo estupideces. Los hechos hablan: al alcalde no le importa ni la rapiña de que hace gala el cuerpo policiaco municipal, ni las carencias de los barrios marginados. Epicuro es su guía y el hedonismo su práctica cotidiana".
Tocante al mismo tema de la adicción alcaldesca, tanto a los alcaloides como a las sustancias espirituosas, las drogas y el alcohol han mermado el equilibrio psicoemocional que necesita un gobernante. Un dirigente de colonias ha contado que en una visita que hizo al despacho del presidente municipal, éste lo recibió nervioso, torvo, durante el transcurso de la corta conversación el alcalde se levantaba continuamente, e irritado, se paseaba por su oficina con paso cansino, con los ojos inyectados de sangre, el pulso tembloroso y el rostro agostado por los excesos.
En marzo de este año, Vanguardia publicaba que de manera sorpresiva, a todos los policías de Saltillo la autoridad les había practicado el antidoping. Tres salieron positivos. Nuevamente, los reporteros de ese diario cuestionaban al alcalde acerca de si él se había sometido al examen antidrogas. Contestó con el cinismo que lo caracteriza que no tiene por qué hacerlo; sin embargo, la insinuación ya estaba escrita y no sería rebatida: el que calla otorga.
En campaña, Óscar Mohamar, candidato a la alcaldía por el PAN lo retaba también a someterse a un análisis de orina para determinar si consume o no sustancias tóxicas y alcohol. Fernando de las Fuentes, por supuesto, pintó su raya con la negación; no obstante, al pueblo ya nadie le quita de la cabeza que la primera autoridad de Saltillo es un adicto a las drogas. La fama ya es pública y la mujer del César, no sólo debe ser honrada, sino parecerlo.
Eleazar Galindo Vara y Fernando de las Fuentes Hernández.
El paralelismo histórico.
El año uno de la década de los 90, el Partido Acción Nacional arribaba al poder en el municipio de Saltillo, después de una administración caótica que había presidido Eleazar Galindo Vara. Los panistas llegaban a la presidencia municipal dentro de un proyecto global en la república, que tenía como objetivo gobernar las cien ciudades más importantes del país; para esto, basaban su estrategia en las debilidades humanas de los gobernantes tricolores. En esa época gobernaba Coahuila Eliseo Mendoza Berrueto, uno de los últimos gobernadores del sistema priista que arribaría al poder sin contrincante de peso y además, convencido de que la república antes de ser México era el PRI. De allí el viejo eslogan de aquellos años México es PRImero, que junto al de Solidaridad, unidos para progresar, ondeaban como banderas de eterna hegemonía priista a lo largo y ancho del país. Los priistas no querían aceptar a la sazón, que los albiazules, con las 100 ciudades más importantes del país en sus manos, habían empezado a colocar los barrenos que socavarían los cimientos de la república priista.
La arrogancia y la visión roma de Eliseo Mendoza Berrueto, además de otras circunstancias de corte pasional que el inconciente colectivo hacía suyas, permitían por aquellos días, que casi desde su llegada al solio principal de la presidencia municipal de Saltillo, el alcalde fuese relegado: no se le entregaban las participaciones a tiempo, no se le apoyaba para obra pública, se le acorralaba periodísticamente desde el palacio rosa llamándolo el alcalde chatarrero, porque en un momento de desesperación puso a la venta, la chatarra acumulada en los corralones municipales mientras su imagen era socavada en el sótano de la política comarcana.
Las circunstancias de la nominación de Galindo Vara a la presidencia municipal por el PRI, se pierden en la noche de los tiempos; sin embargo, aún vive la mayoría e los actores políticos de aquel entonces. En 1987, luego de que Eliseo Mendoza fue nombrado candidato a la gubernatura del estado merced a su relación –política- con Miguel de la Madrid, empezaba a mencionarse el nombre de Eleazar como el candidato a la alcaldía capitalina.
Los analistas de la época –soldados fieles del sistema priista- comenzaban a mencionar las "virtudes" del cuasicandidato. La dificultad para las plumas alquiladas al tricolor radicaba en que las cualidades del candidato se reducían a sus hazañas en los campos de béisbol, y a la primera regiduría que había ocupado en administraciones anteriores por haber sido en su momento socio de Aceros Toga, S.A., un negocio que durante algún tiempo se dedicó a la venta de fierro y cuyos propietarios principales eran Jorge Torres Caso –cuñado de Javier e Isidro López del Bosque, dueños del GIS- y Eleazar Galindo Vara.
Antes del despunte de la década de los 90, los panistas de Saltillo vivían como una tribu dispersa. Aunque la tradición del panismo citadino la habían mantenido principalmente los miembros de la familia Burciaga, el liderazgo se lo adjudicaban por esos días, Yolanda Campos López y José Manuel Garza Ortiz de Montellano; no obstante, el panorama lucía desalentador para los albiazules, al grado de que, el en aquel entonces diputado plurinominal Humberto Flores Cuellar llegaba a expresar que en Saltillo el PAN jamás ganaría una elección porque todos "llevan el fierro del PRI". Al pedirle que abudara al respecto lo hacía de la siguiente manera palabras más, palabras menos: la CTM, la CROC, el SNTE, la CNOP y las agrupaciones sociales pertenecen al PRI.
Y así era, al menos en el papel. El PRI existía por doquier y no había más. Los jóvenes que pretendían tener éxito en la política se afiliaban al tricolor y ahí gastaban los mejores años de su vida cargando el maletín y soportando el mal genio de líderes obreros o magisteriales, de políticos en ascenso y de otros ya en la plenitud de su carrera; otros pintaban PRI en las paredes mientras los jilguerillos pronunciaban discursos con sabor al nacionalismo revolucionario que justificaba la existencia del otrora invencible partido de estado. El tricolor daba asco a los intelectuales progresistas que para no morir de frustración se habían incorporado a los partidos de izquierda desde donde, con el alma agostada, veían pasar sus días muy lejos del perímetro del poder.
En 1981 el PRI ganaba la alcaldía capitalina con 28 mil 772 votos contra un mil 573 del PAN; para 1984, ambos partidos habían disminuido sus votos: el PRI a 25,155 y el PAN a un mil 276, porque en esa elección participaba Jorge Masso Masso por el PARM; en 1987, Eleazar Galindo Vara "triunfaba" en las urnas con 31,418 sufragios contra 2,295 de Acción Nacional. Como se puede advertir, aquellos eran tiempos de felicidad para el partido en el poder que lograba carro completo a través del embarazamiento de urnas, sin que la impudicia política le subiera la color a las mejillas. Eran tiempos de cinismo. En ese contexto el tricolor ganaba la elección y Eleazar Galindo Vara se convertía en alcalde de Saltillo inaugurando con esto la antesala del poder panista en la capital de Coahuila.
Eleazar relevaba a Carlos de la Peña Ramos, quien a su vez había sucedido a Mario Eulalio Gutiérrez Talamás y éste a Enrique Martínez y Martínez. El paquete era enorme porque Galindo Vara había roto la secuencia de ascenso al poder de los cachorros de la Revolución. Sin dinero comparable con sus antecesores, el alcalde llegaba pobre al disputado puesto político, apenas respaldado por Arturo Berruelo González, otro exalcalde capitalino que se había aprovechado de la falta de conocimiento del sustrato político de su primo Eliseo Mendoza Berrueto, para imponer a la primera camada de alcaldes en Coahuila en el primer tramo de la administración eliseísta.
Luego de su toma de posesión, Eleazar fue abandonado a su suerte mientras Saltillo se sumía en la tristeza. La ciudad estaba convertida en un gran bache por las lluvias veraniegas y ni siquiera había dinero para la repavimentación de las calles. En aquel entonces, los alcaldes tenían que luchar para abatir el rezago en los servicios básicos de las colonias que habían sido invadidas por las lideresas priistas.
Eleazar Galindo se dio cuenta muy pronto de que no podría con el paquete. Su mala suerte y el abandono en que fue confinado por la administración estatal, le hicieron saber muy pronto que había alcanzado su principio de Peter. Nadie sabe si Eliseo Mendoza sabía que estaba hipotecando el futuro del partido que lo llevó al poder. El alcalde iba de la tristeza al ridículo. Por aquellos tiempos se integró la policía montada con el fin de que los guardianes del orden pudieran tener acceso a las colonias de la periferia que aún carecían de pavimento y donde era prácticamente imposible que entraran vehìculos motorizados. Los caballos empezaron a morir de hambre porque no había recursos para el pienso.
Por si lo anterior fuese poco, desde los primeros meses de 1990 se orquestaba una campaña periodística ordenada desde palacio rosa en contra de Galindo Vara. La saña con la que procedía Armando Castilla Sánchez, a través del reportero de alquiler Juan Antonio Rodríguez Samaniego a quien por cierto, la vida le está cobrando su conducta injusta, y por medio de Vanguardia y Extra dejaba ver que había dinero de por medio.
En los últimos días del mes de junio de 1990, Galindo Vara renunciaba a la presidencia municipal. Unos días antes Juan Francisco Guerrero Jiménez, en ese entonces director del programa Tierra y Esperanza había puesto pies en polvorosa ante el acoso del gobierno del estado. Se le acusaba de malversación de fondos junto a la contadora Joaquina Montes García.
En medio del escándalo fue llamado Mario Eulalio Gutiérrez Talamás para que terminara el período que había iniciado Galindo Vara. El daño ya estaba hecho: el 30 de diciembre de 1990 tomaba posesión como alcalde Rosendo Villarreal Dávila. El camino había sido pavimentado por los propios priistas.
Aunque bajo otras circunstancias, en estos momentos la labor al frente de la alcaldía de Fernando de las Fuentes Hernández se orienta hacia el triunfo de Acción Nacional en los comicios para la renovación del poder legislativo en Coahuila.
La región sureste que con excepción de Ramos Arizpe ha sido mantenida políticamente en poder del PRI se siente en estos momentos bajo amenaza. Es más, algunos observadores opinan que Acción Nacional ganará no sólo la Laguna, sino también el enclave priista en la capital del estado.
El motivo es más que evidente: el cinismo y la desfachatez con las que se ha conducido el alcalde de Saltillo, la torpeza de sus cciones y su falta de carisma.
Aparentemente lo anterior es abstracto, pero no, Fernando de las Fuentes es dueño de una malísima imagen entre la población. Además, ya ha dicho en corto que no hará nada para que el PRI triunfe el año que entra. Los motivos: fuertes desavenencias con el poder central.
Humano al fin, de las Fuentes Hernández ha tomado la decisión de convertirse en la quinta columna del proyecto del Cártel de los Moreira que tiene como premisa inmediata el triunfo de los candidatos priistas a la diputaciones locales, pero que ya ven con miedo y con rabia la conducta del alcalde capitalino que no da una.
Aparte de las declaraciones desventuradas que ha hecho a los medios de comunicación que lo evidencian como un retrasado mental, o por lo menos como un hombre seriamente afectado en la sinapsis, a Fernando de las Fuentes se le acusa de mantener un control férreo acerca de los asuntos que está obligado legalmente a ventilar ante la población. Mantiene en absoluto secreto información que debería llegar de manera libre a los ciudadanos.
Además de lo anterior se le ha criticado su cobardía por viajar en vehículos blindados en una ciudad que padece un alto grado de inseguridad pública.
Se le critica también la forma estúpida en que promueve su imagen y publicita la obra pública que según él se ha desarrollado en Saltillo.
El Te quiero Saltillo… moderno es un atentado a la inteligencia del pueblo en donde publicita la construcción de los puentes que se han edificado fundamentalmente con recursos estatales.
El eslogan "Veamos por Saltillo" es sólo otra frase hueca que ha tenido su origen en una cavidad craneana rellena de materia fecal.
En suma, el pueblo piensa que el Diablito de las Fuentes ha resultado un pobre diablo en la encomienda de gobernar Saltillo.
Lo anterior es grave y ya produce miedo y rabia en el alto mando del gobierno del estado, porque de seguir la degradación de la imagen del Fernando de las Fuentes, las próximas elecciones legislativas serán ganadas por el Partido Acción Nacional, y dada la situación que actualmente prevalece a nivel nacional, éste sería el principio del fin del Cártel de los Moreira.
Epílogo
No en balde el subsecretario de asuntos políticos y sociales del gobierno del estado, en uno de sus discursos pronunciados en la sede del PRI estatal ha dejado claro que este es el año electoral. En el 2008 serán las elecciones. Con lo anterior ha precisado que este 2007 es el tiempo de la besana para que el próximo año sea el tiempo de la vendimia.
Pero por si lo anterior fuese poco, los nombres que se han mencionado para arribar al Congreso del Estado no garantizan en estos momentos el triunfo. Los panistas, crecidos, están al acecho y con 80 mil votos en Saltillo. Nunca habían cosechado tantos sufragios como lo hicieron en las elecciones del 2005. La derecha rabiosa va por más mientras Fernando de las Fuentes torpedea el proyecto de Humberto Moreira de que su gente triunfe en las elecciones legislativas, pues esto es vital para que la nueva clase política sobreviva.
Sin embargo, aún hay tiempo de obligar a Fernando de las Fuentes a que se vaya de la presidencia municipal y deje de torpedear el proyecto de largo aliento que acaricia el ya famoso cártel gubernamental, que aunque hasta el momento ha tenido la virtud de transformar la adversidad en oportunidades, también sabe que la suerte no es eterna.
(Juan Cisneros Cortés)

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