Amas de casa, cuyos hijos han sido dotados en las escuelas por ánforas para la recolección de fondos, burócratas estatales y federales, profesores,secretarias y trabajadores manuales, todos ellos andan por estos días encabronadísimos porque los han ungido a la carreta, que como circo itinerante, pregona falsamente la justicia social.
Cobardes, al igual que los empresarios convenencieros que apoyan el programa Cero Marginación, nada dicen. Han sellado sus bocas y han dado la espalda a la dignidad como si viviesen en tierras de dictadores bananeros. En estos momentos, en la mayoría de los estratos sociales existe un encabronamiento silencioso, lo mismo de quienes piden, como de los que se niegan a dar.
Los señalamientos anónimos envilecen la imagen del gobernante. Unos piensan que el dinero de la cooperación será para la próxima boda del profesor Humberto. Otros, más audaces y de lengua lampiña no pierden tiempo y espetan al pedigueño: ¡No, porque Moreira es un ratero! Así, de seco, surge el chingadazo a la popularidad del mandatario; cae entre ceja y oreja.
La conciencia dormida de la gente empieza a despertar. Heráclito, el Oscuro de Éfeso, no andaba tan errado: nadie se puede bañar dos veces en el mismo río. Y Humberto Moreira lleva ya varios baños en las mismas aguas. Más bien, se ha ido al baño. La gente ya tantea que se encuentra en campaña permanente, como siempre, con dinero del pueblo. Por eso, hoy, aunque su corazón se lo dicta, la nobleza que inflama el corazón del proletariado, se ha vuelto arisca. No, de ninguna manera se niegan a ayudar a sus coetáneos más necesitados, pero la duda en el destino de los fondos los mantiene al borde de la indignación.
Aunque a la mayor parte de los estratos sociales les es difícil hacer conceptos de lo que está pasando, sí les choca el cinismo de los anuncios de radio como el que dice: “No es justo, no es humano, no es cristiano…” Juan Pablo II. Primero, porque nada tiene que ver la religión es un estado laico como el nuestro, y segundo, los pocos, cuyas débiles luces de la inteligencia les permite ubicar a este exjefe del Vaticano como un ser hipócrita que siempre estuvo del lado de los dueños del dinero internacional.
Los anuncios de radio que pretenden sensibilizar a la población para que apoye el programa Cero Marginación, están resultando contraproducentes al objetivo para el que fueron trazados.
Ahora la gente dice: no es justo, no es humano, no es cristiano que Humberto Moreira se chingue la lana del pueblo, gastándola en panorámicos, en la televisión, en la radio y en los periódicos: el pueblo.
Voz del pueblo, voz de Dios.
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