Del heroismo a la picota.
La madrugada del 14 de octubre, apenas unas horas antes de la comparecencia del gobernador del estado ante las cámaras de RCG, se empezaron a postear los primeros mensajes: “Samuel ‘arregló’ a Robledo con 120 mil pesos mensuales”. Otro abundaba: “Además de empleo para cinco de sus hijos”. Otro más: “Pago retroactivo a 11 meses a razón de 50 mil pesos cada mes”. Alguien más decía al respecto que la cantidad es exagerada y otros sólo asentían con la cabeza. En unas horas, el rumor había recorrido toda la geografía reporteril de Saltillo y la región.
Al alba de ese día, Salvador Heredia, mejor conocido con el apodo de la “Musa” recibía tajante la orden de José Guadalupe Robledo: “retira de circulación todos los ejemplares que has repartido”. El sábado 14 dejaba de circular el mensuario El Periódico de Saltillo y no fue repartido durante la lectura del primer informe de Humberto Moreira, aunque existía la amenaza al poder de que así sería. Las versiones de ‘arreglo’ aceptadas por el gobierno y propuestas por el editor cobraban fuerza entre la tropa reporteril. Por doquier se comentaba el hecho. Los políticos murmuraban mientras editores y reporteros no daban crédito a la versión.
Uno de ellos era categórico al expresar: “(…) si ‘callan’ a Robledo con esa cantidad, los dueños de periódicos se le van a ir a la yugular al gobernador, porque su razonamiento silogístico, será en torno de que quien más grita, más alcanza, en la relación comercial entre el gobierno del estado y los medios de comunicación, tanto escritos como electrónicos”.
Actualmente se calcula que la mano generosa de Humberto Moreira entrega cada año, a los periódicos, revistas, estaciones de radio y canales de televisión de Coahuila y de la capital de la república, alrededor de 1,500 millones de pesos del erario con el objeto de evitar la crítica; sin embargo, esto no ha sido suficiente, para que los medios de información exhiban sus habilidades para romper el cerco: hace unos días, Vanguardia publicaba una nota en la que aludía a los motivos del baile colombiano que tanto gusta practicar en público el mandatario; Palabra, filial del grupo Reforma, durante una semana antes de la efímera comparecencia del gobernador ante la sometida representación popular, publicaba información acerca de la forma en que una empresa, propiedad de un tío paterno de Moreira Valdés, con escaso capital, había ganado todos los concursos para hacer los planos de todos los puentes de Coahuila que se encuentran en construcción, mientras el Zócalo de Piedras Negras, ponía el dedo en la pústula que significa el crimen organizado, al dar a conocer que José Vicente Chaires, chofer del mandatario, había sido ‘levantado’ en aquella ciudad fronteriza.
El Periódico de Saltillo, o José Guadalupe Robledo Guerrero, que para el caso es lo mismo, ha recibido trato especial desde su nacimiento, en julio de 1988, cuando recién había tomado posesión como gobernador Eliseo Mendoza Berrueto. Desde entonces, no ha faltado algún funcionario que sirva de puente entre el editor y el gobernante en turno. Pese a que algunas veces, las autoridades han blandido el garrote, por lo regular, le han entregado fuertes sumas de dinero bajo el rubro de publicidad.
En la ya larga vida como editor que ha llevado Robledo Guerrero, Humberto Moreira Valdés, es el primer gobernador de los últimos cinco que se faja, y pese a que derrocha a manos llenas el presupuesto en la compra de espacios publicitarios en la mayoría de los medios, no ha cedido a la presión que ejerce El Periódico de Saltillo en el que las caricaturas lo evidencian como cualquier ‘chúntaro’, alienado por la música colombiana, y las palabras como loco, mientras a Rubén, el primer hermano gubernamental, le ha insinuado en muchas ocasiones, desvíos de corte vesiánico, en tanto que se alude a la homosexualidad, como la etiología de su carácter vengativo, con lo que lo coloca en la picota social de la deshonra.
Las cosas no han parado ahí, pues luego de que salió a la luz el divorcio del mandatario, el editor ha amagado con dar a conocer prolijamente, los pormenores de esta situación que se encuentra en la vida privada del gobernante.
La historia.
Durante las últimas dos décadas, Robledo se ha distinguido por su actitud retadora frente al gobierno. Sus enemigos han dicho siempre que “cobra más por lo que no dice en su pasquín, que por lo que publica”. Sus simpatizantes, lo consideran un hombre emblemático del periodismo y de la cultura. De cualquier manera, su estilo sui generis de abordar los temas políticos de la entidad y su cercanía con el poder, genera polémica. Siempre tras bambalinas, como maestro de la intriga, el editor de El Periódico de Saltillo, en los años más tiernos de la década de los 80 cobraba fama por enfrentarse al entonces poderoso rector Óscar Villegas Rico.
En la administración de José de las Fuentes Rodríguez, un político mañoso de la vieja escuela priista, Robledo se distinguía por la forma didáctica en que abordaba los asuntos públicos, muy al estilo del Don Juan Manuel, el autor del Conde Lucanor, siempre concluía con una moraleja, entre más burda, más entendible para la clase política de la época, que no se caracterizaba por su formación académica sino por su cinismo.
Con Eliseo Mendoza Berruelo, el editor enfrentaría serios conflictos, derivados de sus empeños por hacer pública la vida privada del gobernante. Aún en estos días, Robledo recuerda con crispación la frase del exgobernador que se puede sintetizar en otra moraleja: “no somos moscas para que nos maten a periodicazos”. En los primeros años de la década de los 90, José Guadalupe Robledo andaba ‘alzado’: en uno de los números de su publicación, daba a conocer que el gobernador de aquella época había roto su matrimonio con doña Malú Altamira, para contraer nupcias en una ciudad fronteriza del lado americano con su ahora esposa, la profesora Lucila Ruiz Múzquiz. Esto por supuesto, sacó de sus casillas al mandatario, quien ordenó a todos los miembros de su gabinete romper cualquier tipo de nexo que tuvieran con el insolente editor. Por aquello días Robledo Guerrero andaba apestado por el poder y temeroso de cualquier atentado. Por fortuna, nada pasaría, pues el dueño de El Periódico de Saltillo, hábilmente se ligaba a prominentes funcionarios del gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
Durante los primeros años del gobierno de Rogelio Montemayor Seguy, todo era miel sobre hojuelas, pues se había ligado al exgobernador cuando éste era casi el virrey en la entidad. Tiempos de periodismo militante a horcajadas de la ideología priista en los que el editor presumía que desayunaba cada sábado con el mandatario. Vendrían los tiempos adversos que culminarían con el pago del chayote con carácter retroactivo. Así culminaba aquella aventura político periodística de José Guadalupe Robledo.
Para el Periódico de Saltillo, la administración de Enrique Martínez y Martínez, se puede resumir en un sexenio de vacas gordas.
En menos de un año, las vacas gordas han enflacado notablemente y el Periódico de Saltillo ha dejado atrás la mesura en el vocabulario periodístico, pasando a utilizar un lenguaje soez y elemental, que usa el silogismo como sustituto de los hechos y la caricatura como elemento conciente de agresión; el editor ha sustituido la investigación como proceso que da sustento a la verdad, para colgarse del insulto y la diatriba. En el gremio ya se levantan voces que afirman, que José Guadalupe Robledo ha enloquecido, porque Moreira no le ha dado dinero. Algunos se lamentan de que haya dejado el honroso sitio de la persecución periodística para pasar al terreno de la picota, de la vergüenza pública.
Robledo Guerrero, ¿gatillero de Samuel?
Conforme han ido pasando los días, después de que se desató el rumor del ‘arreglo’ de Robledo con el gobierno de Humberto Moreira a través del dirigente estatal del PRI Samuel Rodríguez, y los hechos posteriores que colocan en tela de duda este pacto de corte mafioso, de la atmósfera miasmática que rodea a los círculos político-periodísticos, empiezan a emerger conjeturas demoledoras y crueles:
a).- Robledo Guerrero es el gatillero de Samuel.
b).- Samuel Rodríguez Martínez se encuentra en un estado de guerra interior, porque no ha sido llamado a formar parte del gabinete moreirista y se siente relegado en la dirigencia de un partido que si no ha muerto, ya apesta, pues los panistas vendrán por ellos en la primera oportunidad electoral para sepultarlos políticamente.
c).- Las supuestas diferencias entre Rubén, el capo visible del Cártel de los Moreira, y Samuel Rodríguez están conduciendo al otrora grupo monolítico, a una guerra intestina de consecuencias imprevisibles hasta el momento.
d).- Con el endurecimiento de sus ambiciones personales, hasta el momento frustradas, Samuel ha decidido mantener bajo fuego amigo al Cártel de los Moreira, con el objeto de cobrar agravios y afrentas, pues siente que ‘se la jugó’ con el actual mandatario, al organizar aquella reunión del 25 de septiembre de 2004, que le costó el puesto de director del Instituto Estatal de Educación para los Adultos, al ser sorprendidos por la reportera de Palabra, Sonia Pérez.
e).- En las horas que siguieron a la reunión entre Samuel y Robledo, la noche del 13 al 14 de octubre, el periodista, hasta entonces, supuestamente perseguido, pasaba a un sitial de vergüenza pública, por lo que se espera que ya haya quemado sus naves y aumente el número de epítetos con los que se ha venido dirigiendo a la familia gobernante; pero además, se espera también que enderece ha crítica, contra el dirigente estatal del PRI, porque ¿quién más pudo filtrar el rumor del ‘arreglo’ con 11 mil dólares mensuales y pago retroactivo, además de empleo para cinco de sus hijos?
f).- Así mismo, la carrera política del profesor Samuel Rodríguez se encuentra en riesgo, porque si antes, los miembros del Cártel de los Moreira lo miraban con recelo por su relación de amistad con el periodista José Guadalupe Robledo Guerrero, a partir de los primeros días de la segunda quincena de octubre, seguramente es visto con suma desconfianza, si es que no existen de por medio, valores entendidos.
Por otro lado, si es que hubo marcha atrás en el pacto con el periodista Robledo Guerrero, en palacio rosa se espera un embate fuerte en el que las palabras invadirán los territorios prohibidos de la vida personal de los miembros de la familia que actualmente gobierna Coahuila.
El binomio Samuel-Robledo.
Samuel Rodríguez Martínez ha vivido en un estado de simbiosis con los hermanos Moreira desde los años tiernos de la juventud. A ellos, pero fundamentalmente a Humberto le debe lo que ha sido hasta el momento, incluyendo la riqueza que no ostenta, pero existe, y sobre todo, haber evitado una vida triste, ganándose la existencia en cualquier escuela de barriada, pues el actual dirigente priista adquirió formación como docente en la BENC. Sus aspiraciones juveniles –si es que existieron- han sido pagadas con creces por el destino.
Nadie sabe a ciencia cierta en qué momento ligó sus actividades con las de Robledo, al grado de parecer traidor al grupo que por estos días ostenta la hegemonía política en la entidad.
En esta relación entre Samuel Rodríguez y el periodista que por sistema ha denostado la investidura gubernamental de Coahuila, y ha insultado de manera soez a la familia del gobernante actual, muy pocos conocen el fondo del asunto. Las inferencias más elementales van desde que Samuel tiene un miedo patológico a la pluma demoledora y pródiga en epítetos del periodista, aunada a otras deducciones que corren paralelas a las preferencias habituales de ambos personajes.
Sea como fuere, por temor o por conveniencia, la realidad es que luego del rumor desatado a medidados de octubre, Robledo se ve como el gatillero a sueldo de Samuel Rodríguez, que socava la imagen del gobernante y de su familia.
En los últimos días se ha hablado de que Samuel dejará la dirigencia del PRI para ocupar un sitio en la Subsecretaría de Asuntos Políticos y Sociales del Gobierno del Estado, desde donde, se dice, será catapulteado al Congreso, lugar en el que –según la lógica política- tendrá como misión a largo plazo la de cuidar las espaldas al actual gobernante, cuando deje de serlo.
Además, ahí estará bajo la permanente mirada del capo mayor del Cártel de los Moreira con el afán también de neutralizar el veneno de los venablos que ha venido arrojando a la familia gobernante a través de su amigo Robledo Guerrero, el periodista que de ‘perseguido’, hoy se sabe que vestía los ropajes de sicario al servicio de Samuel, quien ocupe el puesto que ocupe, no estará satisfecho, pues se siente con merecimientos suficientes para ostentarse como secretario del gabinete moreirista.
¿Atole con el dedo a José Guadalupe?
Aunque hasta el momento nadie puede afirmar con seguridad si el periodista acudió ante su amigo Samuel con el objeto de que interviniera ante el clan Moreira, la verdad es que los indicios posteriores así lo afirman, ya que no repartió su publicación el día del informe del gobernador, como había amenazado, y además, retiró de circulación algunos ejemplares, pero para el martes 17 de octubre, de nuevo El Periódico de Saltillo se encontraba en circulación en algunas oficinas públicas, cantinas y figones de políticos.
Hasta donde se puede inferir, de ser cierto el rumor que aún corre, Samuel, a nombre del Cártel de los Moreira, le ofreció al periodista el oro y el moro, mientras lo engañaba para que guardara silencio el día del informe, por la incomodidad que podría representar para Humberto Moreira, quien aparece caricaturizado en la portada de la publicación, con la indumentaria de los jóvenes que gustan del baile colombiano; atrás de él un atril con la leyenda del primer informe, y como diálogo la frase: “les vengo a informar que yo le ‘pongo’ al alcalde”, como insinuación de que los juegos de palabras que ha usado en público el gobernante, son en sí, catexias libidinales que muestran por sí mismas, su personalidad. Al menos, esa es la interpretación que puede dársele de entrada.
Esta es la historia, tal como ha ido gestándose.
Humberto soslaya los insultos.
¿Prudencia o miedo? Nadie sabe.
Aunque nadie sabe las razones, en este caso, el gobernador Humberto Moreira Valdés ha soslayado la diatriba y el insulto cediendo a las presiones del editor que en los últimos números de su publicación se venía declarando perseguido por el Gobierno de la Gente e incluso llegó a manifestar que temía por su vida.
No obstante lo anterior, queda a manera de epílogo de esta confrontación, el ‘triunfo’ del periodista que se ha atrevido a retar al poder omnímodo del Cártel de los Moreira y ha salido no sólo indemne, sino con acuerdos comerciales con el gobierno del estado, aunque Robledo Guerrero es visto ya como el medio por el cual el líder del PRI Samuel Rodríguez cobra afrentas a la familia gobernante. Lo anterior no deja de ser una simple conjetura.
De haber llegado a buen término el ‘negocio’ entre el Cártel de los Moreira y el periodista que se decía perseguido, no deja de ser digna de alabanza la postura del mandatario, aunque quedará para la historia la pregunta: ¿Por qué reculó Humberto? ¿Prudencia o miedo?...
Por lo demás, es también digno de echar las campanas al vuelo el hecho de que el ‘pellejo’ del periodista otrora “perseguido”, ya no corra peligro.
Enhorabuena a Robledo por el negocio que ha cerrado, aunque de ser cierto el rumor, el periodismo de combate pierde a uno de sus oficiales, o se desprende de su peor lacra.
La madrugada del 14 de octubre, apenas unas horas antes de la comparecencia del gobernador del estado ante las cámaras de RCG, se empezaron a postear los primeros mensajes: “Samuel ‘arregló’ a Robledo con 120 mil pesos mensuales”. Otro abundaba: “Además de empleo para cinco de sus hijos”. Otro más: “Pago retroactivo a 11 meses a razón de 50 mil pesos cada mes”. Alguien más decía al respecto que la cantidad es exagerada y otros sólo asentían con la cabeza. En unas horas, el rumor había recorrido toda la geografía reporteril de Saltillo y la región.
Al alba de ese día, Salvador Heredia, mejor conocido con el apodo de la “Musa” recibía tajante la orden de José Guadalupe Robledo: “retira de circulación todos los ejemplares que has repartido”. El sábado 14 dejaba de circular el mensuario El Periódico de Saltillo y no fue repartido durante la lectura del primer informe de Humberto Moreira, aunque existía la amenaza al poder de que así sería. Las versiones de ‘arreglo’ aceptadas por el gobierno y propuestas por el editor cobraban fuerza entre la tropa reporteril. Por doquier se comentaba el hecho. Los políticos murmuraban mientras editores y reporteros no daban crédito a la versión.
Uno de ellos era categórico al expresar: “(…) si ‘callan’ a Robledo con esa cantidad, los dueños de periódicos se le van a ir a la yugular al gobernador, porque su razonamiento silogístico, será en torno de que quien más grita, más alcanza, en la relación comercial entre el gobierno del estado y los medios de comunicación, tanto escritos como electrónicos”.
Actualmente se calcula que la mano generosa de Humberto Moreira entrega cada año, a los periódicos, revistas, estaciones de radio y canales de televisión de Coahuila y de la capital de la república, alrededor de 1,500 millones de pesos del erario con el objeto de evitar la crítica; sin embargo, esto no ha sido suficiente, para que los medios de información exhiban sus habilidades para romper el cerco: hace unos días, Vanguardia publicaba una nota en la que aludía a los motivos del baile colombiano que tanto gusta practicar en público el mandatario; Palabra, filial del grupo Reforma, durante una semana antes de la efímera comparecencia del gobernador ante la sometida representación popular, publicaba información acerca de la forma en que una empresa, propiedad de un tío paterno de Moreira Valdés, con escaso capital, había ganado todos los concursos para hacer los planos de todos los puentes de Coahuila que se encuentran en construcción, mientras el Zócalo de Piedras Negras, ponía el dedo en la pústula que significa el crimen organizado, al dar a conocer que José Vicente Chaires, chofer del mandatario, había sido ‘levantado’ en aquella ciudad fronteriza.
El Periódico de Saltillo, o José Guadalupe Robledo Guerrero, que para el caso es lo mismo, ha recibido trato especial desde su nacimiento, en julio de 1988, cuando recién había tomado posesión como gobernador Eliseo Mendoza Berrueto. Desde entonces, no ha faltado algún funcionario que sirva de puente entre el editor y el gobernante en turno. Pese a que algunas veces, las autoridades han blandido el garrote, por lo regular, le han entregado fuertes sumas de dinero bajo el rubro de publicidad.
En la ya larga vida como editor que ha llevado Robledo Guerrero, Humberto Moreira Valdés, es el primer gobernador de los últimos cinco que se faja, y pese a que derrocha a manos llenas el presupuesto en la compra de espacios publicitarios en la mayoría de los medios, no ha cedido a la presión que ejerce El Periódico de Saltillo en el que las caricaturas lo evidencian como cualquier ‘chúntaro’, alienado por la música colombiana, y las palabras como loco, mientras a Rubén, el primer hermano gubernamental, le ha insinuado en muchas ocasiones, desvíos de corte vesiánico, en tanto que se alude a la homosexualidad, como la etiología de su carácter vengativo, con lo que lo coloca en la picota social de la deshonra.
Las cosas no han parado ahí, pues luego de que salió a la luz el divorcio del mandatario, el editor ha amagado con dar a conocer prolijamente, los pormenores de esta situación que se encuentra en la vida privada del gobernante.
La historia.
Durante las últimas dos décadas, Robledo se ha distinguido por su actitud retadora frente al gobierno. Sus enemigos han dicho siempre que “cobra más por lo que no dice en su pasquín, que por lo que publica”. Sus simpatizantes, lo consideran un hombre emblemático del periodismo y de la cultura. De cualquier manera, su estilo sui generis de abordar los temas políticos de la entidad y su cercanía con el poder, genera polémica. Siempre tras bambalinas, como maestro de la intriga, el editor de El Periódico de Saltillo, en los años más tiernos de la década de los 80 cobraba fama por enfrentarse al entonces poderoso rector Óscar Villegas Rico.
En la administración de José de las Fuentes Rodríguez, un político mañoso de la vieja escuela priista, Robledo se distinguía por la forma didáctica en que abordaba los asuntos públicos, muy al estilo del Don Juan Manuel, el autor del Conde Lucanor, siempre concluía con una moraleja, entre más burda, más entendible para la clase política de la época, que no se caracterizaba por su formación académica sino por su cinismo.
Con Eliseo Mendoza Berruelo, el editor enfrentaría serios conflictos, derivados de sus empeños por hacer pública la vida privada del gobernante. Aún en estos días, Robledo recuerda con crispación la frase del exgobernador que se puede sintetizar en otra moraleja: “no somos moscas para que nos maten a periodicazos”. En los primeros años de la década de los 90, José Guadalupe Robledo andaba ‘alzado’: en uno de los números de su publicación, daba a conocer que el gobernador de aquella época había roto su matrimonio con doña Malú Altamira, para contraer nupcias en una ciudad fronteriza del lado americano con su ahora esposa, la profesora Lucila Ruiz Múzquiz. Esto por supuesto, sacó de sus casillas al mandatario, quien ordenó a todos los miembros de su gabinete romper cualquier tipo de nexo que tuvieran con el insolente editor. Por aquello días Robledo Guerrero andaba apestado por el poder y temeroso de cualquier atentado. Por fortuna, nada pasaría, pues el dueño de El Periódico de Saltillo, hábilmente se ligaba a prominentes funcionarios del gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
Durante los primeros años del gobierno de Rogelio Montemayor Seguy, todo era miel sobre hojuelas, pues se había ligado al exgobernador cuando éste era casi el virrey en la entidad. Tiempos de periodismo militante a horcajadas de la ideología priista en los que el editor presumía que desayunaba cada sábado con el mandatario. Vendrían los tiempos adversos que culminarían con el pago del chayote con carácter retroactivo. Así culminaba aquella aventura político periodística de José Guadalupe Robledo.
Para el Periódico de Saltillo, la administración de Enrique Martínez y Martínez, se puede resumir en un sexenio de vacas gordas.
En menos de un año, las vacas gordas han enflacado notablemente y el Periódico de Saltillo ha dejado atrás la mesura en el vocabulario periodístico, pasando a utilizar un lenguaje soez y elemental, que usa el silogismo como sustituto de los hechos y la caricatura como elemento conciente de agresión; el editor ha sustituido la investigación como proceso que da sustento a la verdad, para colgarse del insulto y la diatriba. En el gremio ya se levantan voces que afirman, que José Guadalupe Robledo ha enloquecido, porque Moreira no le ha dado dinero. Algunos se lamentan de que haya dejado el honroso sitio de la persecución periodística para pasar al terreno de la picota, de la vergüenza pública.
Robledo Guerrero, ¿gatillero de Samuel?
Conforme han ido pasando los días, después de que se desató el rumor del ‘arreglo’ de Robledo con el gobierno de Humberto Moreira a través del dirigente estatal del PRI Samuel Rodríguez, y los hechos posteriores que colocan en tela de duda este pacto de corte mafioso, de la atmósfera miasmática que rodea a los círculos político-periodísticos, empiezan a emerger conjeturas demoledoras y crueles:
a).- Robledo Guerrero es el gatillero de Samuel.
b).- Samuel Rodríguez Martínez se encuentra en un estado de guerra interior, porque no ha sido llamado a formar parte del gabinete moreirista y se siente relegado en la dirigencia de un partido que si no ha muerto, ya apesta, pues los panistas vendrán por ellos en la primera oportunidad electoral para sepultarlos políticamente.
c).- Las supuestas diferencias entre Rubén, el capo visible del Cártel de los Moreira, y Samuel Rodríguez están conduciendo al otrora grupo monolítico, a una guerra intestina de consecuencias imprevisibles hasta el momento.
d).- Con el endurecimiento de sus ambiciones personales, hasta el momento frustradas, Samuel ha decidido mantener bajo fuego amigo al Cártel de los Moreira, con el objeto de cobrar agravios y afrentas, pues siente que ‘se la jugó’ con el actual mandatario, al organizar aquella reunión del 25 de septiembre de 2004, que le costó el puesto de director del Instituto Estatal de Educación para los Adultos, al ser sorprendidos por la reportera de Palabra, Sonia Pérez.
e).- En las horas que siguieron a la reunión entre Samuel y Robledo, la noche del 13 al 14 de octubre, el periodista, hasta entonces, supuestamente perseguido, pasaba a un sitial de vergüenza pública, por lo que se espera que ya haya quemado sus naves y aumente el número de epítetos con los que se ha venido dirigiendo a la familia gobernante; pero además, se espera también que enderece ha crítica, contra el dirigente estatal del PRI, porque ¿quién más pudo filtrar el rumor del ‘arreglo’ con 11 mil dólares mensuales y pago retroactivo, además de empleo para cinco de sus hijos?
f).- Así mismo, la carrera política del profesor Samuel Rodríguez se encuentra en riesgo, porque si antes, los miembros del Cártel de los Moreira lo miraban con recelo por su relación de amistad con el periodista José Guadalupe Robledo Guerrero, a partir de los primeros días de la segunda quincena de octubre, seguramente es visto con suma desconfianza, si es que no existen de por medio, valores entendidos.
Por otro lado, si es que hubo marcha atrás en el pacto con el periodista Robledo Guerrero, en palacio rosa se espera un embate fuerte en el que las palabras invadirán los territorios prohibidos de la vida personal de los miembros de la familia que actualmente gobierna Coahuila.
El binomio Samuel-Robledo.
Samuel Rodríguez Martínez ha vivido en un estado de simbiosis con los hermanos Moreira desde los años tiernos de la juventud. A ellos, pero fundamentalmente a Humberto le debe lo que ha sido hasta el momento, incluyendo la riqueza que no ostenta, pero existe, y sobre todo, haber evitado una vida triste, ganándose la existencia en cualquier escuela de barriada, pues el actual dirigente priista adquirió formación como docente en la BENC. Sus aspiraciones juveniles –si es que existieron- han sido pagadas con creces por el destino.
Nadie sabe a ciencia cierta en qué momento ligó sus actividades con las de Robledo, al grado de parecer traidor al grupo que por estos días ostenta la hegemonía política en la entidad.
En esta relación entre Samuel Rodríguez y el periodista que por sistema ha denostado la investidura gubernamental de Coahuila, y ha insultado de manera soez a la familia del gobernante actual, muy pocos conocen el fondo del asunto. Las inferencias más elementales van desde que Samuel tiene un miedo patológico a la pluma demoledora y pródiga en epítetos del periodista, aunada a otras deducciones que corren paralelas a las preferencias habituales de ambos personajes.
Sea como fuere, por temor o por conveniencia, la realidad es que luego del rumor desatado a medidados de octubre, Robledo se ve como el gatillero a sueldo de Samuel Rodríguez, que socava la imagen del gobernante y de su familia.
En los últimos días se ha hablado de que Samuel dejará la dirigencia del PRI para ocupar un sitio en la Subsecretaría de Asuntos Políticos y Sociales del Gobierno del Estado, desde donde, se dice, será catapulteado al Congreso, lugar en el que –según la lógica política- tendrá como misión a largo plazo la de cuidar las espaldas al actual gobernante, cuando deje de serlo.
Además, ahí estará bajo la permanente mirada del capo mayor del Cártel de los Moreira con el afán también de neutralizar el veneno de los venablos que ha venido arrojando a la familia gobernante a través de su amigo Robledo Guerrero, el periodista que de ‘perseguido’, hoy se sabe que vestía los ropajes de sicario al servicio de Samuel, quien ocupe el puesto que ocupe, no estará satisfecho, pues se siente con merecimientos suficientes para ostentarse como secretario del gabinete moreirista.
¿Atole con el dedo a José Guadalupe?
Aunque hasta el momento nadie puede afirmar con seguridad si el periodista acudió ante su amigo Samuel con el objeto de que interviniera ante el clan Moreira, la verdad es que los indicios posteriores así lo afirman, ya que no repartió su publicación el día del informe del gobernador, como había amenazado, y además, retiró de circulación algunos ejemplares, pero para el martes 17 de octubre, de nuevo El Periódico de Saltillo se encontraba en circulación en algunas oficinas públicas, cantinas y figones de políticos.
Hasta donde se puede inferir, de ser cierto el rumor que aún corre, Samuel, a nombre del Cártel de los Moreira, le ofreció al periodista el oro y el moro, mientras lo engañaba para que guardara silencio el día del informe, por la incomodidad que podría representar para Humberto Moreira, quien aparece caricaturizado en la portada de la publicación, con la indumentaria de los jóvenes que gustan del baile colombiano; atrás de él un atril con la leyenda del primer informe, y como diálogo la frase: “les vengo a informar que yo le ‘pongo’ al alcalde”, como insinuación de que los juegos de palabras que ha usado en público el gobernante, son en sí, catexias libidinales que muestran por sí mismas, su personalidad. Al menos, esa es la interpretación que puede dársele de entrada.
Esta es la historia, tal como ha ido gestándose.
Humberto soslaya los insultos.
¿Prudencia o miedo? Nadie sabe.
Aunque nadie sabe las razones, en este caso, el gobernador Humberto Moreira Valdés ha soslayado la diatriba y el insulto cediendo a las presiones del editor que en los últimos números de su publicación se venía declarando perseguido por el Gobierno de la Gente e incluso llegó a manifestar que temía por su vida.
No obstante lo anterior, queda a manera de epílogo de esta confrontación, el ‘triunfo’ del periodista que se ha atrevido a retar al poder omnímodo del Cártel de los Moreira y ha salido no sólo indemne, sino con acuerdos comerciales con el gobierno del estado, aunque Robledo Guerrero es visto ya como el medio por el cual el líder del PRI Samuel Rodríguez cobra afrentas a la familia gobernante. Lo anterior no deja de ser una simple conjetura.
De haber llegado a buen término el ‘negocio’ entre el Cártel de los Moreira y el periodista que se decía perseguido, no deja de ser digna de alabanza la postura del mandatario, aunque quedará para la historia la pregunta: ¿Por qué reculó Humberto? ¿Prudencia o miedo?...
Por lo demás, es también digno de echar las campanas al vuelo el hecho de que el ‘pellejo’ del periodista otrora “perseguido”, ya no corra peligro.
Enhorabuena a Robledo por el negocio que ha cerrado, aunque de ser cierto el rumor, el periodismo de combate pierde a uno de sus oficiales, o se desprende de su peor lacra.
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