martes, 12 de diciembre de 2006

LA PROSTITUCION EN SALTILLO
(Historia de odaliscas,
mancebías y lupanares)
La zona de tolerancia de Saltillo pasa por estos días los momentos más tristes de su historia. Por las noches la música de la radiolas suena envuelta en un halo de tristeza y por sus calles sin asfalto deambulan como fantasmas dos o tres odaliscas caminando de uno a otro burdel en busca de marchantes. Los salones Tres Estrellas, Huarachazo y Foco Rojo, de rancia tradición en los giros negros lucen vacíos y en medio de la penumbra, hacinadas en torno de los cantineros, grupos pequeños de barraganas apuran con parsimonia una cerveza, un trago, una coca, lo más lentamente posible porque no hay clientes que asuman el costo del consumo. En número, las putas ya no asisten a este lugar como antes lo hacían y ni la presencia del alcalde a principios del año pasado logró arrimar parroquianos a los burdeles. No, ya no hay jolgorio. Ni siquiera en el Cuero’s, un lupanar de clase media que exhibe mujeres proletarias encueradas. Sólo los viernes y los sábados rugen los instrumentos de los músicos, pues de lunes a jueves se respira el aire de la bancarrota. Tampoco el Blanco y Negro, el otrora prostíbulo de postín, cuenta con parroquianos.
Las mujeres, maduras y viejas barraganas, con prendas ajustadas a sus cuerpos marchitos, se han colocado a las puertas de los establecimientos llamando a los parroquianos, pero tampoco esta estrategia desesperada les ha dado resultados. Los hombres se alejan. Si acaso algunos jóvenes despistados de la clase proletaria, que viven en colonias aledañas a la zona de tolerancia, se presentan de vez en cuando a contemporizar con las pupilas. El Zumbido es por estos días, tierra de padrotes. Sólo ellos, con su oficio en decadencia, cuidan lo que queda de las nalgas de las prostitutas; el resto, son ancianos, drogadictos de poca monta o inermes sexuales que se remontan al pasado, admirando las piernas celulíticas de las hembras que por la condición de sus carnes, es el último reducto que les queda para ganarse el sustento. La zona de tolerancia muere mientras las mujeres, los cantineros y los coimas ven pasar sus últimos días, sin derecho a pensión en uno de los lugares que retrata con mayor nitidez los claroscuros del capitalismo.
Los establecimientos, con tres décadas de edad han visto morir las ilusiones de muchas jovencitas que se han aventurado a la vida aparentemente fácil. Sus cuerpos, ayer lozanos, son hoy el remedo de la juventud. Ellas visten pantalones cortos muy ajustados y blusas que amenazan con acribillar a los clientes a botonazos. Con sólo hurgar un poco en sus ojos, detrás de la máscara de la maldad con la que cada noche salen a ganarse la vida, se encuentra la ternura y detrás de cada una de ellas hay una historia que podría escribirse tomando como base el modelo de la Santa de Federico Gamboa. En estos tiempos de globalización, hablar de pobreza e ignorancia como los factores que detonan y mantienen la llama del fenómeno de la prostitución es verse anticuados. Cada quien es el arquitecto de su propio destino, podrá levantarse una voz globalifílica, porque a las putas nadie las ha llevado a fuerza. Y es cierto, nadie las ha llevado a la fuerza... han sido las circunstancias familiares y personales.
Desde el siglo antepasado, los alcaldes de Saltillo –todos varones- han sentido a la zona de tolerancia como una piedra en sus zapatos. Como una constante en la historia de los giros negros, las mujeres han abandonado el redil de confinamiento y en busca de nuevos horizontes, han sembrado lupanares en distintos puntos de la ciudad. Lo mismo han trabajado en los alrededores de la vieja estación del ferrocarril Coahuila-Zacatecas que a dos cuadras de catedral y a una de la presidencia municipal, pero siempre, la zona roja ha sido absorbida por la mancha urbana y una comunidad con doble moral ha levantado sus voces de protesta por los actos que lesionan las buenas costumbres. Aunque datan de los siglos XIX y XX, los nombres de los sitios donde han funcionado tanto las zonas rojas como los salones de baile y las casas de asignación, son tan célebres que aún perduran en la memoria de los viejos. Como se ha escrito muy poco sobre este asunto, porque los cronistas de la ciudad han sido tan mochos e hipócritas que el asunto les ha parecido más de página policiaca que un fenómeno social
Desde las putitas que a finales del siglo XIX se prostituían en los alrededores de las placitas del Carmen y del Toro, en los sitios aledaños a la penitenciaría del estado, hasta las mujeres que hoy bailan al son de La mesa que más aplauda en tugurios tan famosos como Angelo’s y Dorian, pasando por el salón Egipcio, regenteado por doña Evangelina Comparán y la casa de citas de Carmen la Flaca en el siglo pasado, son, juntos con la casa de asignación en la que las polkas amenizaban a los clientes en el callejón de Miraflores, las huellas que han dejado las mujeres de la vida galante en su trajinar cotidiano para ganarse el pan de cada día.
La impronta de las mujeres del talón persiste hasta nuestros días. Aún en la vieja zona de tolerancia de la calle Terán, ahora Dionisio García Fuentes, se escuchan de cuando en cuando los acordes del mambo y el danzón que se tocaban en el salón la Feria de las Flores que estaba ubicado a unos metros de Pérez Treviño. Más al norte se encontraba el Foco Rojo y en éste se podía escuchar la polka y las canciones rancheras. Todavía en estos días de principios del tercer milenio, la gente que vive en la confluencia de Dionisio y Leza, afirma que por estos lugares, en las noches de estío, el fantasma de una mujer vaga por las calles. Las casas que aún se encuentran en pie, acusan el uso que se les daba en su juventud y en lo que hoy es una frutería, funcionó uno de los congalitos de más renombre. El Tívoli se encontraba por Dionisio, unos metros al norte de Comandante Leza, mientras al sur, funcionaban, donde hoy se levanta un colegio religioso la Tapatía, el Foco Rojo y la Feria de las Flores. En la esquina sur de Pérez Treviño y Dionisio García Fuentes, funcionaba la cantina el Vaivén. El Chueco Chon deleitaba a los asistentes con su orquesta de cuyos instrumentos salían los sones de moda de las décadas de los 40 y 50. En las mesas se servía cerveza Kloster e Indio, mezcal San Martín, brandy Aguirre y coñac Club 45; los parroquianos fumaban cigarros de hoja, Tigre negro, Belmont, Virginia o Gratos. Las mujeres usaban los vestidos con su límite inferior abajo de las rodillas y se peinaban como las artistas de moda que miraban en el cine. Las putas más famosas eran la Chavelona, la Canelilla, la Tepocata, la Aguacata y doña Petra. Doña Meche era de las menos codiciadas, pero años más tarde haría fama como pedagoga sexual de muchas generaciones de saltillenses en la zona de tolerancia de la colonia González. Como en aquellos años no había ley seca, los clientes amanecían. El único temor que tenían, era la llegada del temible Santana Jiménez, quien según cuentan los mayores, una mañana remitió a la demarcación policiaca a un par de jotitos que cantaban el Himno Nacional al son de su borrachera.
Al respecto, Gilberto Duque Medina escribió en 1996 para las Adjuntas, Colección de la revista Desiertomodo lo siguiente:
"Hey Familia, danzón dedicado a fulano de tal y personas que lo acompañan". Esta expresión que se escuchaba bajo el ritmo del danzón Nereidas no era
xclusivo de los salones de baile, como el Salón México, de la capital. Aquí, en esta "puritana ciudad", también se escuchaba en los salones de baile de la céntrica calle de Terán, a escasas cuatro cuadras de catedral. Salones en donde los amantes de Tepíscore le daban rienda suelta a sus ímpetus. La orquesta del Chueco Chon amenizaba en el amplio Salón del Montecarlo, mientras otros conjuntos, como el de Segovia, tocaban en el Tívoli, en el As de Oros o en el Columpio del Amor.
Grandes bailarines exhibían sus cualidades, ocasionando que la concurrencia se situara a su alrededor para admirarlos. Pero el que acababa con el cuadro y reunía a todos los trasnochadores de los demás salones y bares era el famoso Tarifas. Alto y espigado, era un bailador nato, no existía un ritmo que no bailara. Llegó a su apoteosis con el arribo del Mambo. No hubo nadie que lo igualase.
En estos salones de baile se practicaba con las "mariposas nocturnas" los más difíciles pasos de todos los ritmos y una vez perfeccionados estos bailarines saltillenses se iban a presumir a los bailes del Casino, de la Sociedad Manuel Acuña, Obreros del Progreso o Zarco de Artesanos, en muchas ocasiones acompañados de sus noviecitas santas.
Curiosos personajes rondaban por estos salones, como el barillero del mercado, hombre joven, bajo de estatura, moreno y pragmático, quien ya entrado en copas, decepcionado por un amor, pagaba a la orquesta para que lo acompañara y de pie en el centro del salón empezaba a cantar la misma canción de todas las noches, Hoja Seca; de ahí que fuese conocido como el Hoja Seca. Mas la gente no hacía burla de él, respetaban el profundo dolor que lo embargaba por su inalcanzable amor".
Por su parte, Jesús de León Montalvo, el controvertido escritor saltillense y catedrático en el Colegio de Letras Españolas de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la Universidad Autónoma de Coahuila, en el capítulo Zona de tolerancia de su novela Semidesiertos se refiere a los esfuerzos que la puritanamente falsa sociedad saltillense ha hecho a través de los siglos para echar fuera de la ciudad a las putas y establece textual: "¿Por qué siempre ha resultado tan difícil cambiar los prostíbulos de lugar? Aquí los argumentos morales no bastan. La necesidad tiene cara de hereje y, en este caso, no es la excepción. Todos sabemos que los servicios como la vigilancia y la instrucción pública, provienen del pago de impuestos. ¿Quiénes creen ustedes que eran escrupulosamente cumplidos para pagar sus contribuciones? ¿Los artesanos? ¿Los comerciantes? ¿Los propios funcionarios? Pues no, nadie más cumplido en el pago de sus impuestos que los dueños de cantinas y burdeles. Las autoridades municipales han obtenido siempre muy buenos ingresos por causa de cobro de multas a personas que incurrieron en desmanes. Mover a las putas implicaba [e implica] una lamentable alteración del sistema tributario. ¿Cómo pagar servicios primarios? ¿De dónde sacar dinero para escuelas, maestros, vigilancia? ¿Cómo convencer a las personas decentes de que su decencia requería que las putas tuvieran clientes? ¿Cómo convencer a la virtud de que sobrevivía gracias al vicio?"
Aunque el texto de Chuy de León mezcla la realidad con la fantasía y el mito, en la afirmación anterior hay una dosis enorme de verdad, pues si los estados financieros del Ayuntamiento de Saltillo no estuvieran cifrados, podríamos darnos cuenta de que por lo menos 2.5 pesos de cada 100 provienen del vicio. Al menos hay una referencia: en el trienio de Rosendo Villarreal Dávila, caracterizado por la intolerancia y el odio hacia el proletariado, su tesorero, José Manuel Garza Ortiz de Montellano, llegó a reconocer lo anterior, mientras con la baba escurriendo por la comisura de sus labios llamaba putas a todas las mujeres que anduvieran en la calle más allá de la medianoche.

La tragedia de ser puta
Humanidad pigmea:
tú que proclamas la humildad y el Cristo
mintiendo caridad en cada idea
tú que diciendo hermano
escupes al mendigo y al gitano
porque son sólo gitano y un mendigo,
ahí está esa mujer, ¡escúpela!
Aunque tú hayas sido quien la hundió en el crimen,
aunque tú hayas sido quien mató su creencia.
Pobre mujer que abandonada y sola
sobre el oscuro y negro precipicio,
en vez de una mano que la salve,
siente una mano que la impele al vicio.
A una Ramera (Manuel Acuña)
Se cita de memoria, por eso se pierden algunos versos, la consonancia y tal vez el ritmo y la musicalidad del poema.
Para nadie en su sano juicio es un secreto el callado sufrimiento de las mujeres de la vida galante, por eso su proclividad a la alcoholización y su sometimiento a los padrotes en busca de protección. Cuando Federico Gamboa, a principios del siglo pasado publicó su novela "Santa", que entre paréntesis, escandalizó a la puritana sociedad mexicana, aunque ya Emilio Zolá había escrito Naná, el autor en una parte de la obra se atreve a discursear sobre el origen genético de la inclinación de las mujeres del tacón dorado a vender su cuerpo, los estudios sociopsicológicos estaban en pañales, y el pensamiento de Marx y Engels aún no permeaba entre los intelectuales mexicanos que todavía estaban aherrojados al positivismo, además de que prevalecía el enfoque didáctico en los textos. Las letras mexicanas acababan de dejar atrás apenas, los trabajos por encargo que tenían como objetivo la conformación de la idea de país con la que no contaba un pueblo que de 14 millones de habitantes, 9 eran analfabetos absolutos y un gran porcentaje, sólo sabía leer y escribir.
Tal vez el discurso en la novela se debía también a la falta de información científica, pues ahora se sabe que Santa murió de cáncer cervicouterino, primero porque no estaba popularizado el uso del condón y segundo, porque no se sabía que el virus del papiloma humano producto de los múltiples contactos sexuales preparaba las condiciones en la matriz de las odaliscas para que más temprano que tarde esta enfermedad las llevara a la tumba.
Aunque Federico Gamboa mete con calzador las condiciones de abandono en que queda Santa luego de ser abandonada a su suerte por sus hermanos Fabián y Esteban y por su madre, la realidad es que esta es la situación que orilla a las mujeres a prostituirse de dos formas: legal y clandestina. Esto significa en el primero de los casos, contar con su libreta de control sanitario que de entrada denigra al ser humano al someter a las hetairas a exámenes que se parecen más a la vejación, pues sólo les introducen un espejo que revisa la masa uterina con el objeto de encontrar a ojo de buen cubero las enfermedades propias de los placeres himenéicos, muy pocas veces les hacen raspados uterinos para enviar la muestra a los laboratorios para detectar el cáncer cervicouterino y cada tres meses se les extrae sangre para practicar el examen de VDRL y VIH. Muy pocas de ellas, que por la urgencia que marcan los síntomas, son sometidas a la colposcopía, un método para determinar la manifestación temprana del cáncer cervicouterino que tiene su etiología en la entrada el Virus del Papiloma Humano VPH. En las entrañas de los cuartos donde las mujeres se dedican a la actividad amatoria, tienen altares con las imágenes de santos con su respectiva veladora. Antes, allá por la década de los años sesenta, las odaliscas lavaban su cavidad vaginal apoyándose en jofainas y lavamanos después de cada contacto sexual. En el segundo caso, se encuentran las mujeres que por su cuenta y riesgo practican el oficio más antiguo del mundo. Éstas, aunque más bonitas que las asiladas, no cuentan con ningún tipo de examen y sus sitios de operación, son los lupanares que desde hace unos tres lustros se han instalado dentro de la mancha urbana: Angelo’s, Dorian, Fiesta. Un poco más allá, en las goteras de Arteaga, el Botánico, Mirage, las Nenas, Jombo, Víctor’s, Oasis, Tropicana y el Conejo Loco, entre otros que por su ubicación, constituyen por estos días, la ruta del amor.
En estos lugares, las mujeres llegan como a cualquier empleo, se sientan a departir con los varones, bailan, ingieren bebidas etílicas, practican "el raspadito" en pequeños cuartos malolientes en los que los hombres, sin desvestirse, aceptan, previo pago el que las mujeres, semidesnudas les bailen y les froten la zona erógena mientras dura una melodía. En estos lupanares, la canción de moda es la mesa que más aplauda...luego se pondrán de acuerdo y emigrarán hacia cualquier hotel de paso de los muchos que ex profeso han nacido a la orilla de la carretera 57.
El perfil socioeconómico tanto de las mujeres que trabajan en la zona de tolerancia, como de las que lo hacen por su cuenta y riesgo, sin ningún control, es el mismo: pobres y analfabetas funcionales. Su ignorancia las vuelve altamente vulnerables a las enfermedades venéreas. De dos años a la fecha, aunque tanto los funcionarios municipales como los estatales se culpan unos a otros, reconocen que la prostitución es un mal necesario e incontrolable; sin embargo; cada año, en promedio se presentan 10 casos de sífilis adquirida, alrededor de 20 de gonorrea, por lo menos dos de chancro blando, poco más de 1,500 de candidiasis urogenital, unos 25 de herpes genital, unos 1000 de tricomoniasis y alrededor de 25 de papiloma. Esta es la triste realidad a la que se enfrentan las mujeres que tienen que vender caricias para ganarse el pan de cada día.
Las enfermedades anteriores, a excepción del sida, han existido desde tiempos inmemoriales, pero igual que la población de las ciudades, el número de personas que las padecen, se ha incrementado de manera geométrica y por desgracia, no existen anuncios en la radio y en la televisión capaces de alertar sobre los riesgos que corren los jóvenes y los adolescentes que se inician en la actividad sexual.
Saltillo huele a sexo
Los sitios en los que han funcionado tanto casas de citas como de asignación y las zonas de tolerancia son tantos que es imposible citarlos en este trabajo. Se optó por señalar los más conocidos.
Los riesgos de las mujeres de la vida alegre son enormes y sin embargo, en Saltillo, una sociedad puritanamente hipócrita, las ha marginado desde siempre obligándolas a que practiquen su actividad en las orillas de la ciudad, como se puede advertir en los documentos que se transcriben a continuación.
El 22 de julio de 1867 un grupo de vecinos se quejaba de que las mujeres de la vida galante habían sentado sus reales alrededor de las plazas del Toro y del Carmen, cerca de la calle de Sanbuenaventura y pedían que las autoridades las obligaran a practicar su oficio en las orillas de la ciudad. Actualmente, las plazas del Toro y del Carmen son los sitios arbolados que se encuentran en la confluencia de las calles General Cepeda y Arteaga, respectivamente con Castelar que en aquellos años llevaba los nombres de Callejón de la Capilla, Callejón del Toro y Callejón del Largo, si el lector se sitúa en la calle Bravo, atrás de Catedral. Como se puede advertir, las putitas de aquellos años, se encontraban muy cerca de los poderes terrenal y celestial. Saltillo en ese entonces tenía como perímetro las calles Matamoros (Calle Real de Guanajuato) al oriente, Corona (Callejón de Siller) al norte, Félix U. Gómez (Atarjea) al sur y Obregón, antes calle de las Maravillas al poniente, por lo que los vecinos que antes vivían en lo que hoy es el cruce de las arterias General Cepeda y Castelar, solicitaban que las odaliscas ejercieran cuando mucho 300 metros al poniente, o en su defecto, 400 metros hacia el norte.
Según los datos con que se cuenta, las barraganas de aquellos tiempos no pasaban de 20, pues según el censo del 31 de enero de 1888, el número de mujeres que se dedicaban a la práctica del oficio más antiguo del mundo se reducía a 28, menos dos que para esa fecha se encontraban recluidas en el hospital víctimas o de sífilis o de gonorrea y 10 más que solicitaban su inscripción en el padrón de prostitutas de aquel año, por lo que se puede colegir que las damas que buscaban vender sus caricias a los burreros de aquellos años, no eran más que dos o tres; sin embargo, esto escandalizaba a la moral doble de aquella época, por lo que los vecinos decidieron poner el grito en palacio de gobierno para que fueran los gendarmes quienes obligaran a las mujeres a retirarse de las plazas del Toro y del Carmen.
Dos años antes, el 25 de agosto de 1886 había entrado en vigor el reglamento de prostitución para el municipio de Saltillo, una norma curiosa para nuestros días que obligaba a las mujeres de la vida galante "a portarse y vestir con decencia, a abstenerse de hacer escándalo en su casa, en la calle o en otros lugares públicos, a no saludar ni interpelar a los hombres, a no provocar la prostitución con señas ni palabras, a no permanecer en la puerta de los burdeles, ni en las ventanas de ellos y a no ocupar en el teatro las localidades principales".
En ese entonces las prostitutas se clasificaban en dos clases: las aisladas y las públicas. Las primeras, eran aquellas que vivían solas y las públicas las que vivían en reunión.
En los burdeles, las matronas eran las encargadas de vigilar que no se prostituyeran mujeres púberes, ni casadas ni viudas. Las matronas debían tener 35 años como mínimo de edad y además tenían la obligación de pagar tres pesos a la Tesorería Municipal, so pena de ser encarceladas por un lapso de 15 a 30 días. Además, debían denunciar a las clandestinas, o sea, a aquellas hembras que no contaban con su libreta de control sanitario y, si una de las asiladas en el burdel no se presentaba ante el médico municipal, la multa era de cuatro pesos. En los congalitos no podían vivir afeminados ni niños.
El 5 de noviembre de 1888, el Secretario General de Gobierno Marcos Letona comunica al Presidente Municipal de Saltillo en papelería membretada lo siguiente: "Primero.- Se suprime al empleado que auxilia en sus funciones al Médico de Prostitutas y que persibe (sic) treinta pesos mensuales de sueldo.- Segundo.- Se aumenta a noventa pesos mensuales la cantidad de sesenta que disfruta actualmente el precitado Médico de Prostitutas.- Lo que tengo el honor de transcribir a Ud. para su conocimiento y demás fines correspondiente y como resultado de su nota relativa de fecha..." Lib. y Constn., Saltillo, Noviembre 5 de 1888. Marcos G. Letona. Secretario. Rúbrica.
El aumento de chivo en el cargo de Médico de Prostitutas se debió a que Román Siller Pepi, quien ostentaba el puesto de Inspector General de Prostitutas renunció ante el gobernador del estado coronel José Ma. Garza Galán, por lo que éste decidió que un doctor bastaba y le quitó el ayudante, pero le aumentó el sueldo. Firma el comunicado de palacio de gobierno hacia presidencia municipal Constantino de la Garza.
De acuerdo con el reglamento de prostitución en vigor desde el 25 de agosto de 1886, las mujeres que abandonaran el oficio, deberían comunicarlo al presidente municipal. De esta forma, dos mujeres abandonaron sus actividades sexuales entre el 20 y el 26 de agosto de 1890 enviando sendas epístolas al alcalde:

C. Presidente del R. Ayuntamiento:

Ma. Carmen Luna natural de Matehuala y residente en esta Ciudad, ante la recta consideración y en la forma más conveniente, con el debido respeto me presento y expongoa V: que como se ve por la libreta q’
djunto, el día 18 de febrero del presente año fui inscrita en la prostitución, á causa de la condición incapaz en q’ me encontraba para procurarme mi subsistencia, pero nunca porque en mi ánimo estuviera abrazar tan triste ejercicio. Ahora que con las muchas relaciones que tengo, me hé podido procurar la manera de vivir con mejor suerte, sin ser yá el torpe blanco de esta Sociedad, me veo en el caso de ocurrir a Ud. rogándole se sirva concederme hacer formal dimisión del ejercicio q’ dejo referido, en cumplimiento de la prespcripción creada en el art. 29 del Reglamento del 15 de Diciembre de 1889 á cuyo fin acompaño mi libreta como antes digo, protestando observar del todo un nuevo género de vida que no de margen á queja ni procedimiento alguno en mi contra, dando fianza según el precepto legal citado, advirtiendo á V.Sría. que ya de esta instancia hé dado aviso al Sr. Inspector de Salubridad, según lo determina la misma ley.
Por lo expuesto-
A V. Sría. Presidente pido y suplico de nuevo se sirva a darme por separada de la prostitución; pues es justicia que con la protesta solemne de la ley imploro.
Saltillo, a veinte de agosto de mil ochocientos noventa.
Carmen Luna
De la carta anterior se infiere que la vida de las mujeres públicas de aquellos años no era fácil, pues se quejaban de la Sociedad que las condenaba y además, de que los motivos que tenían para prostituirse eran como en nuestros días, de tipo económico.
Para retirarse de la prostitución, las mujeres tenían que dejar fianza, o conseguirse un fiador que, lo más seguro es que se juntara con ellas, o si era pudiente, les pusiera casa aparte, la casa chica a la que se refiere Octavio Paz en su Laberinto de la Soledad. Las cosas no han cambiado, pues las únicas vías de escape que actualmente tienen las mujeres del talón, siguien siendo esas, pedir fiador, o conseguirse un varón que las mantenga.
La siguiente misiva, entregada casi por la misma fecha que la anterior, exhibe el dolor por el que tenían que atravesar las prostitutas de aquellos años para retirarse del servicio:
C. Presidente del R. Ayuntamiento:

Ma. Francisca Hernández, vecina de este lugar, ante la recta y elevada consideración, en la forma más conveniente, con el debido respeto, me presento y expongo: que hace un año, con motivo de habérseme estrechado a que adoptara la prostitución afiliándome en el número de las demás prostitutas, tuve que salirme violentamente con mi madre Dominga Martínez para la Villa de Lerdo, donde permanecí hasta ahora que vengo a presentarme con V. Sr. haciendo formal solicitud de mi separación de dicha carrera que no hé abrazado ni adoptaré por mi voluntad, suplicándole se sirva darme por separada conforme al artículo 29 del reglamento respectivo; adviritiendo que no acompaño libreta por haberse extraviado en mi ausencia, ni tampoco me presenté con el Sr. Inspector por evitar un procedimiento en mi contra; ofreciendo dar la fianza correspondiente que asegure mi conducta futura.
Por lo expuesto:
A. V. C. Presidente, de nuevo pido se sirva en mérito de estricta justicia, darme (sic) por separada de la prostitución que se me estrechó a que adoptara. Protesto buena fé.
Saltillo, Agosto veintisiete de mil ochocientos noventa.
No sé firmar.
Y como la tal Pancha Hernández no sabía firmar, la autoridad municipal tuvo que asegurarse de que la odalisca llevara una vida decorosa de acuerdo con los conceptos de la moral de la época, para lo cual le pidió a la prostituta que llevara una responsiva de tal manera que del hecho se levantó la siguiente acta:
En la ciudad de Saltillo, á los veintiocho días del mes de Agosto de mil ochocientos noventa, ante el Presidente Municipal y Secretario que suscriben, compareció el Señor Antonio Vidaurri; de esta vecindad, mayor de edad y dijo: que garantiza que Ma. Francisca Hernández observará en lo sucesivo buena conducta y se compromete á vigilarla en este sentido, obligándose solemnemente á dar parte á la autoridad y presentar a dicha Señora en caso de que no cumpla con sus deberes de moralidad y honradez. Esto expuso y firmó.= Ma. Francisca Hernández.= Vale.- C. Antonio Vidaurri. Rúbrica.
Como se puede observar, el trato directo con las mesalinas, era una de las actividades en que invertía el tiempo el presidente municipal de finales del siglo antepasado. La República estaba en manos de Don Porfirio Díaz y Coahuila era gobernado desde el 15 de diciembre de 1897 por Miguel Cárdenas, quien no lo abandonaría hasta el 14 de diciembre de 1909, cuando ya don Francisci I. Madero amenazaba al régimen de Díaz con hacerle una revolución si no respetaba el voto de los mexicanos.
En 1900, Saltillo contaba con alrededor de 20 mil habitantes y la población se asentaba en lo que hoy se conoce como Centro Histórico. Tal vez porque en los burdeles las matronas abusaban económicamente de las mujeres, éstas con frecuencia se escapaban y donde podían levantaban las carpas para comerciar con su carne. De esta manera, en el Archivo Municipal existe un documento que se transcribe a continuación para dar una idea de que las barraganas sentaron sus reales también en los alrededores de donde hoy se levanta el Puente Mixcoac:

CC Presidente y Regidores del H. Ayuntamiento.
Ciudad.

Los que suscriben, ciudadanos en el pleno ejercicio de sus derechos y vecinos de esta ciudad, domiciliados en sus casas de las Calles Maravillas, Salazar, Coyoacán y Cuauhtemoczin, ante ese H. Cuerpo, con todo respeto y salvas las protestas oportunas y legales, comparecemos a decir:-
Que es motivo de grande y sincera complacencia para nosotros, que nuestro progresista Municipio sea regido por ciudadanos tan dignos, como son ustedes; que dada la honradez que los caracteriza, esperamos que la súplica que precede y que motiva este escrito, sea, sin trámite ninguno, resuelta de conformidad.
Ahora bien; en Administraciones Locales pasadas,
lgunas casas de las Calles Maravillas, Salazar, Coyoacán y Cuauhtemoczin, estaban ocupadas por mujeres públicas, y con gran disgusto de las familias pacíficas y honradas nuestras autoridades nada hacían para poner coto a los excesos y escándalos que diariamente cometían. El Ayuntamiento presidido por el C. Mijares puso un decidido empeño en moralizar el vecindario, y lo consiguió ordenando que todas las meretrices se cambiaran al "Aire Libre"; llevada a la práctica esta sana y eficaz disposición, volvió a reinar un ambiente de moralidad y honradez en nuestro pacífico vecindario.
Hace unos días que las mujeres públicas han sentado sus reales en nuestro barrio; y como ignoramos qué autoridad haya ordenado su regreso, nos dirigimos a ese H. Ayuntamiento para suplicar, de la manera más respetuosa y firme, sean mandadas retirar las mujeres en cuestión, por exigirlo así la honradez, la moralidad y el decoro. Y decimos que es de absoluta necesidad el retiro inmediato de las mujeres públicas, porque estas, con su mala conducta y los espectáculos nada edificantes que diariamente presentan, envenenan la atmósfera y emponzoñan los sentimientos de las familias honradas, de las cuales está, en su totalidad compuesto nuestro barrio.
Por lo expuesto
Al R. Ayuntamiento suplicamos y pedimos sea resuelta de conformidad nuestra solicitud, solicitud que dados los principios de moralidad y honradez que la fundan y la ilustración y decoro del H. Cuerpo a que nos dirigimos, no esperamos, ni por un momento, sea desechada.
Protestamos buena fé y lo demás necesario.
Saltillo, Coah., a 9 de Enero de 1,919.—-
Rúbricas: Pedro J. Vázquez, José M. Aguilera, Antonio de la Rosa, Gregorio de la Rosa, Miguel Ojeda, J. Refugio de la Rosa, F. Galván, Merced Valdés, Sixto Cabello, Merced Castro, Agustín de León, R. J. Carreón, Miguel Torres, Santos Contreras, Ramón Jasso, Juan Rodríguez, Guadalupe Daniel, Juan Villaseñor, Mariano Rangel, Ezequiel Rivera, Gabriel Beltrán, Gregorio Martínez, Juan R. Pérez, Cecilio Ordóñez, Pedro Reyes, José Daniel, B. R. Gaitán, Nicolás Treviño y L. Rodríguez.

Como se advierte, las rúbricas corresponden todas a varones, no hay una sola mujer que se haya presentado a firmar este documento. Por otra parte, el motivo por el que las mujeres públicas se juntaban en ese lugar, es que el Ferrocarril Coahuila-Zacatecas tenía su terminal a unos metros del sitio señalado por los firmantes como su barrio, honrado a carta cabal.
En el mismo año 1919, pero en diciembre, el regidor comisionado de Higiene y Salubridad Raymundo Ruiz, puso a consideración de los integrantes del ayuntamiento lo siguiente: El C. Doctor don Lauro Camarillo, en oficio fechado en septiembre del año actual, propuso a este Honorable Ayuntamiento un medio de esterilización de la sífilis entre las mujeres públicas, el que; además de ser eminentemente práctico, resuelve un problema que ha dado luagar a muchas discusiones, el proyecto tiende a segar las fuentes de propagación y, seguramente, que podrá lograrse, si las autoridades encargadas de su realización se penetran de su importancia por lo que hace al mejoramiento y conservación de la raza.- Los siguientes conceptos son los FUNDAMENTOS DEL PROYECTO.= Es indiscutible, que la fuente principal de la sífilis son las mujeres públicas. En la actualidad, no puede ser más desastroso el procedimiento curativo de estas mujeres, seguido en los hospitales. Ingresan al establecimiento con lesiones contagiosas, y después de un tratamiento más o menos largo, salen de las salas por desaparición de las lesiones: vuelven a su comercio, reaparecen las lesiones en una época más o menos lejana, contagian por segunda vez, reingresan al hospital, son tratadas como la vez anterior, vuelven a su comercio, siguen infectando y de esta manera, se transforman en una fuente indefinida, aunque intermitente de contagio._ Aislar a esas mujeres durante cuatro años, mínimo para esterilizarlas, sería costosísimo e impracticable.- Ahora bien; está demostrado que un tratamiento mercurial o por el Arsenobenzol suficientemente intenso, prolongado e intermitente, mantiene al enfermo sin lesiones contagiosas y aún puede después de algunos años, curarlo definitivamente. Si las mujeres públicas tuvieran el convencimiento del bien que reciben con una terapéutica semejante, ocurrirían espontáneamente a los consultorios u hospitales, a recibir el tratamiento que las mantendría sanas y en condiciones de no contagiar; pero, llevar el convencimiento a estas mujeres, es imposible y por tanto, el aislamiento se impone, así como la obligación de que las referidas mujeres públicas se presenten a los hospitales a recibir el tratamiento adecuado a que me refiero anteriormente.- Sintetizo en las siguiente proposiciones las medidas que deben tomarse: 1.- Las mujeres públicas no podrán curarse en su domicilio, sino en el hospital, 2.- Las enfermas sifilíticas dadas de alta por desaparición de las lesiones, volverán al hospital en el plazo que indique en la boleta, al médico del paballón, para recibir el tratamiento intermitente, 3.- Aplicada la inyección la enferma abandonará inmediatamente el hospital, para volver a él en la fecha indicada en su boleta, y así sucesivamente, 4.- La reacción de Wassermann será practicada el número de veces que él señale, y ella indicará cuando debe considerarse mujer curada, para suprimir definitivamente el tratamiento, 5.- La boleta que acompañará constantemente a la mujer pública y que deben exigir los empleados de sanidad, tendrá los siguientes datos: retrato, nombre y apodo, edad, época de su prostitución, diagnóstico de la enfermedad venérea, tratamiento, época en la cual desaparecieron las lesiones sifilíticas o la blenorragia, época en que debe volver al hospital para comenzar la serie del tratamiento intermitente, reacción de Wassermann. VI.- El Ayuntamiento propondrá a todos los ayuntamientos de la República que acepten los procedimientos de este proyecto y exijan a las prostitutas que emigren, su boleta de inscripción con los detalles ya mencionados.- Como se vé (sic) todo lo propuesto es práctico, facil (sic) de hacer cumplir, puesto que en las salas de los hospitales existen fuertes cantidades de mujeres públicas sifilíticas que se curan con el imperfecto y criminal procedimiento antiguo que debe ya ser abandonado.- No se viola el secreto profesional, como algún reglamento lo propuso; y se conseguirá, en un período de diez años, que la sífilis sea desterrada de las mujeres que se dedican a la prostitución. Creo que, con estas explicaciones aún someras, los ayuntamientos quedarán convencidos de la utilidad de este proyecto. Srio. Del Ayuntamiento Edmundo Mendoza. Rúbrica.
La sociedad entera, con esa moral externa que la caracteriza, seguía persiguiendo las casas de citas y de asignación:
C. Presidente de la H. Corporación Municipal.

Juan Romero, de esta vecindad, con domicilio en casa número 18 1/2 (sic) de la calle de Hidalgo-Sur, ante Ud. con el carácter que tengo de Juez Auxiliar de la Sección No. 21, respetuosamente por el presente comparezco y expongo: Que hace tiempo existen en el callejón conocido con el nombre de "5 de mayo" dos casas de conducta sospechosa; pues en ellas con frecuencia entran personas de distinta categoría cosa que es pública y notoria por todas las personas del barrio.
Las casas á que me contraigo son la número 9 contigua á la propiedad del Dr. (finado) R.H.L. Bibb y la también contigua a la imprenta particular de Don Jesús de León. Como es un inconveniente el que haya este tipo de casas, conocidas ordinariamente por "CASAS DE CITAS" en un lugar céntrico de la Ciudad como es este, he resuelto ocurrir ante esa Presidencia de su digno cargo, poniéndole en conocimiento tal irregularidad á fin de que se imponga la pena que corresponda.
Todos los vecinos están molestos con esta circunstancia, pues como es bien sabido por esa Superioridad, este barrio está habitado por vecinos de reconocida solvencia y honorabilidad y antes que ellos vayan á poner en conocimiento de cualquier autoridad esto, lo verifico yo en cumplimiento de mí deber.
Por lo expuesto:
A Ud. C. Presidente, suplico se sirva admitir este escrito y en obvio de futuras quejas, proverlo de conformidad, mandando cuanto antes clausurar dichas casas ó al menos hacer que las personas que las habitan cambien de domicilio.
Protesto lo necesario, y suplico se me acuse recibo y se me comunique el proveido ál domicilio citado.
Saltillo, Julio veintiocho de mil noviecientos veintiuno. Rúbrica. Juan Romero.
Como se puede advertir también en este escrito girado por el juez auxiliar del barrio del Ojo de Agua, se argumenta por delante la solvencia moral y la honorabilidad de los vecindarios que perseguían por todos los medios posibles a las mujeres, obligándolas a instalar sus negocios lo más lejos de los honorables barrios.
Al H. Ayuntamiento de la Ciudad de Saltillo.
P r e s e n t e.
María Muro, casada y mayor de edad, propietaria actualmente de una casa de Asignación, ante ese tan honorable cuerpo respetuosamente se permite exponer que demanda, como proceda mejor, permiso para clausurar la mencionada casa pública, y abrir, en cambio, otra "de citas"; comprometiéndose a efectuarlo en rumbo apartado de los sectores en los cuales han establecido sus residencias las familias honorables de sus conciudadanos, de modo y manera que la tranquilidad de éstos, no se vea turbada, ni la moral externa (si así me es permitido llamarla) revista ostentación clara, ni herida visible.
La peticionaria apoya su solicitud en razones de estricta justicia y de palpable conveniencia para las seguridades que los habitantes de esta ciudad, deben tener: En efecto, desde hace algún tiempo, y por gestiones netamente privadas, la que firma ha tratado de obtener, el permiso que hoy, debidamente solicita, y eleva ante el claro criterio de aquellos a quienes ahora se dirige, no habiendo obtenido sino negativas, cuya base de equidad, no alcanza a comprender, puesto que en recinto de esta plaza se encuentran muchas otras, para cuya conseción, (sic) no hubo, en lo absoluto, dificultades. La solicitante expone que ella se encuentra amparada, tan bien como otra cualquiera, en los derechos de ciudadanía, y cree, fundadamente, que el hecho de ministrar una casa pública no es óbice, ni mucho menos, para no alcanzar lo que se propone, antes al contrario, por lo mismo, se encuentra en superiores condiciones experimentales, que aquellas que nunca la tuvieron. Añade, además que ningún mal resultaría con esto, puesto que las mujeres que hoy viven con ella, no quedarían sin recogerse, o lo que es lo mismo en situación distinta de la actual, puesto que la solicitante, se compromete a colocarlas bajo nueva dirección o a remitirlas a los puntos de los cuales proceden, llevándose a cabo, con esto, una clara labor de regeneración, ya que las pupilas, situadas en los diferentes puntos de su origen, tienen más probabilidades de enmienda y cambio de vida, que en una ciudad extraña, en medio de la cual, sin parientes ni apoyos de amistad, no tendrían más remedio que continuar viviendo como hasta la fecha, para ganar su vida.
A más de esto, hace algún tiempo que las mujeres de otra casa para lo mismo, perteneciente a la Sra. María Molledo, tienen pleito casado, tanto conmigo, como con las mujeres que me acompañan. Tal enemistad no tiene otro origen, que la natural rivalidad que en estos casos proviene siempre, tanto por amoríos propios, como por conveniencia pecuniaria. Yo no quiero que mañana o pasado se registren encuentros sangrientos entre nosotros y por ende, que carguemos con responsabilidades ante los tribunales, y pongo los medios para evitarlo, complaciéndome en creer que ese alto cuerpo, los tomará en su debida cuenta. Hago saber, asimismo, y esta es mi principal razón, que hace mucho tiempo que mi organismo se encuentra quebrantado y enfermo, como lo puedo comprobar si se me exigen certificados de los médicos que me han asistido. Por esto, yo no puedo trasnochar, y dejar que diariamente pasen las seis de la mañana en esa vida febril que quiero dejar. Y, como por desgracia, mi vida se extiende de esta manera, necesito trabajar en el día solamente, y en unas cuantas horas dirigir mi negocio, lo cual no conseguiría sino en una casa de la especie que solicito.
El hecho de que el Municipio recabare menos contribuciones, no creo que sea razón para que se me niegue lo que solicito, ya que, en cambio, terminarían los escándalos que a diario se registran en mi casa, y los cuales me es imposible impedir, por la misma naturaleza de la institución; toda esa gente que va a embriagarse y disgustarse, se beneficiaría, puesto que en la casa que pretendo poner, habrá, antes que nada una perfecta tranquilidad y completas garantías, y a más de esto, infinidad de ellos que solamente asisten por el baile y los licores y la baratura, se abstendría en aquella, ya que no deseo nunca establecer baila ni hacer sonar la música.
Considerando de una alta justicia lo que pido, espero, de su criterio recto, la aprobación.
María Muro. Rúbrica.

Según los documentos que están en el Archivo Municipal,
a prostitución era el dolor de cabeza no sólo del presidente municipal de Saltillo, sino del mismo gobernador del estado que en algunas ocasiones tuvo que intervenir de manera directa, instando a uno de los munícipes de los años 20 a que combatiera la prostitución.
C. Presidente Municipal.
P r e s e n t e.
El Gobierno del Estado ha venido notando que debido a que existen en algunas calles de la ciudad casas a donde concurren mujeres de mala conducta, así como que algunas de estas viven en lugares no comprendidos dentro de la zona de tolerancia fijada por esa Presidencia Municipal de su digno cargo, ocasionando con esto la necesidad de ejercer una doble vigilancia por parte de la policía; y en vista de los frecuentes escándalos habidos últimamente, el C. Gobernador, en acuerdo de hoy ha tenido a bien disponer se diga a Ud. como lo verifico, que bajo su más estrecha responsabilidad y a la mayor brevedad, se sirva ordenar que las mujeres de mala conducta que tienen sus domicilios en las calles de Ramos Arizpe y Colón, sean cambiadas a la zona de tolerancia, ampliando esta si no es suficiente para contener a las nuevas inquilinas.
Lo digo a usted para su inteligencia y cumplimiento, suplicándole se sirva dar cuenta del resultado.
Reitero a Ud. las seguridades de mi consideración atenta.
SUFRAGIO EFECTIVO. NO REELECCIÓN.
Saltillo, Coah., a 22 de marzo de 1924.
EL SRIO. DEL EJVO. DEL ESTADO.
Aunque en la correspondencia de la época, no se referían por los nombres, sino por los cargos, el Presidente Municipal de Saltillo era Otilio Gómez Valdés, y según se desprende, la zona de tolerancia en 1924 se encontraba en la parte oriente de la ciudad. Si se toma en cuenta que la ciudad llegaba sólo hasta la calle Matamoros, donde se encontraban los mesones en los que descansaban las personas que llegaban a Saltillo procedentes de la sierra de Arteaga, se colige que la zona de tolerancia debió de haber estado en los alrededores del sitio que se conocía como barrio de La India, muy cerca del callejón del Oso, actualmente Maclovio Herrera; sin embargo, los lupanares crecían en número cerca de la estación del Ferrocarril Coahuila-Zacatecas, por eso las quejas de los vecinos de las Calles Colón y Ramos Arizpe, ambas corren paralelas, pero en ese entonces apenas se acababan de abrir a la circulación, porque una de las tres compañías ferroviarias había instalado las vías que conducían la materia prima hacia uno de los molinos de harina que comenzaron a operar por esos años.
Lo anterior se desprende tanto de la queja que presentaron los vecinos de Colón y Ramos Arizpe, así como del acta de la reunión de cabildo celebrada el 24 de abril de 1924 y que en una de sus partes dice a la letra: "Ocursos.- De varios vecinos de la parte oriente de la Ciudad, manifestando que sus intereses morales son afectados con la disposición del R. Ayuntamiento que determinó la ampliación de la zona de tolerancia, puesto que tienen sus familiares en fincas que se encuentran comprendidas en el perímetro que limita dicha zona se determine (ilegible). Contestándoles, que la comisión que estudió el asunto no encontró otro sitio mejor por diversas circunstancias y por lo mismo no se puede variar el acuerdo".
La década de los 20 fue pródiga en los cuartelazos municipales, pues a Otilio Gómez Valdés lo antecedió en el puesto, como interino Francisco H. Garza, quien fue presidente del 1 de noviembre de 1923 al 20 de mayo de 1924. A él también le tocó lidiar con el descontento de los vecinos y tal parece que no encontraban un lugar definitivo en donde asentar la zona de tolerancia, pues en las postrimerías de su corto mandato, Francisco H. Garza recibía las quejas de los habitantes del sector Salazar, Obregón y Coyoacán, quienes según ocurso recibido en la presidencia municipal, "del Secretario del Consejo de Salubridad participando que el C. Inspector de Policía, ha puesto a disposición del Consejo a mujeres prostitutas que habitaban casa sita fuera de la zona de tolerancia y suplica a la Presidencia Municipal, indique cuál es la mencionada zona a fin de proceder a la clausura de la casa de asignación de las mencionadas mujeres en caso de no encontrarse en el lugar conveniente. Con este motivo, el C. Presidente Municipal Interino (se supone que es Francisco H. Garza), dice a la asamblea que conviene señalar un lugar de la población para que se cambien varias casas de mujeres públicas, que actualmente se encuentran diseminadas por algunas calles de la Ciudad, en vista de que el sitio actual no es bastante para el objeto. Varios ediles hacen proposiciones sobre el lugar, conviniéndose en que por más a propósito se permita que las ya referidas mujeres, ocupen la parte sur de la calle Salazar, comprendida desde la de Coyoacán hasta el Hospital del Coahuila y Zacatecas y la acera que ve al norte del tramo de la mencionada calle de Coyoacán que parte de la de Salazar hasta tocar con el jardín de la Estación del mismo Coahuila y Zacatecas".
Como se puede inferir de la transcripción de los documentos anteriores, en menos de un año, la zona de tolerancia tuvo dos sitios: uno en el sector oriente, ya mencionado y el otro, en la calle Salazar, cerca de la estación del Coahuila y Zacatecas. En ambos lugares, los vecinos perseguían con furia a las mujeres de la vida galante, pero conforme avanzaba el tiempo, ya se perfilaba el sitio que ocuparía desde antes de la década de los 40, hasta la de los 60: La calle Teran, ahora Dionisio García Fuentes.
Para 1929, época del mandato municipal de Nazario S. Ortiz Garza, el problema persistía, aunque ya se dibujaba el sitio en el que definitivamente, las mujeres ejercerían su oficio durante mucho tiempo, según se desprende del acta que se transcribe:
"El Síndico, Dr. Honorato Galindo informó a la Asamblea (Cabildo) que acompañado de los CC Presidente del Superior Consejo de Salubridad e Ingeniero de la Ciudad había visitado la zona de tolerancia, con el objeto de ver si había locales apropiados y en número suficiente para cambiar a dicha zona, las mujeres de mala nota que se encuentran en varios lugares de la ciudad; encontrando varias casas que con una ligera reparación, quedan en muy buenas condiciones para destinarlas al fin indicado.
Estuvo a ver otras casas por la calle Maclovio Herrera, las cuales se pueden utilizar para el mismo objeto, pero con mayor costo.
Para terminar, dijo el C. Síndico Dr. Galindo, que él creía que en dos semanas más se resolvería este asunto y que sólo esperaba que el ingeniero de la Ciudad, le enviara un croquis del lugar que se destinará para la Zona Roja.
En conexión con el informe rendido por el C. Dr. Galindo, el R. Ayuntamiento acordó girar los siguientes oficios:
I.- Al Ing. De la Ciudad para que a la mayor brevedad, envíe un Croquis indicando en él, el lugar que deberá ocupar la Zona Roja; así como un informe de las condiciones en que se encuentran las casas existentes en dicha zona y el número de personas que pueden vivir higiénicamente en ellas.
II.- Otro al C. Presidente del Supremo Consejo de Salubridad, para que en el menor tiempo posible,se sirva informar el número de mujeres de mala nota que se encuentran fuera de la zona de tolerancia.
Pero, si para 1929 ya se dibujaba la calle de Terán como el sitio donde la música sonaba por las noches, aún las putitas no aceptaban entrar en el redil oficial y todavía se encontraban diseminadas por los cuatro puntos cardinales de Saltillo. Lo anterior se advierte del fragmento siguiente de un acta de Cabildo de 1941 durante la presidencia de Tomás Algaba Gómez:
"Ocurso dirigido por las señoras Soledad Ruiz de Anguiano, María Inés Ramírez, María Coronado Vda. de Aguirre y 36 vecinos más de la calle de Pípila de esta Ciudad, en que solicitan sean retiradas o clausuradas las casas de asignación o de citas que se encuentran en dicha zona.- Acuerdo:- Que aplicando las disposiciones legales en vigor, se atienda la petición.
Del mismo período de Algaba Gómez, otro extracto
e acta de Cabildo:
"El C. Presidente da a conocer a los CC Regidores y Síndicos el informe signado por el Lic. José Ma. Díaz, referente a consultas que le fueron hechas por el propio alcalde, dicho informe contiene los siguientes puntos:
1°.- Procedimiento para clausurar las casas de asignación y para determinar una zona en la ciudad en donde puedan funcionar con los menores inconvenientes posibles para la moral y las buenas costumbres, 2°.- Procedimiento para clausurar las cantinas, por infracciones a los Reglamentos, escándalos o inconveniencias, de que subsistan en determinados lugares de la ciudad, 3°.- Proyecto de ley para determinar una zona en la ciudad exenta de cantinas.
Lo más hipócrita: los obreros del Frente Unido de Trabajadores «Manuel Ávila Camacho» pedían el cierre de las casas de asignación, según se desprende de otra acta de cabildo de la misma época de Tomás Algaba Gómez:
Las honorables Comisiones de Gobernación e Higiene y Salubridad dictaminaron sobre los asuntos que le fueron turnados, relativos a la cruzada emprendida por el Frente Unido de Trabajadores Manuel Ávila Camacho", en contra de las casas de asignación de la siguiente manera: Primero.- Que el Ayuntamiento busque una parte en donde establezca una colonia para la reconcentración de las mujeres de mala nota.- Segundo.- Se gestione personas interesadas para que financien este negocio.- Tercero.-Comuníquese a los interesados en el sentido de que ya procede el _Ayuntamiento a hacer las gestiones necesarias para la pronta resolución de este problema.
Pero si a Tomás Algaba Gómez lo traían de la cola los saltillenses, Ricardo Villarreal García, padre de Rosendo Villarreal Dávila, no podía ser la excepción, pues en cuanto arribó a la presidencia municipal, el 1 de enero de 1942, empezaron a llover las quejas por las casas de asignación y la existencia de cantinas en sitios que de manera natural por su actividad económica se mostraban proclives al nacimiento de los giros negros.
"[Escrito] Del C. Secretario Particular del Ejecutivo del Estado, remitiendo para la intervención debida del Ayuntamiento, un ocurso suscrito por el Sr. Ruperto de la Peña, en representación de los vecinos de la calle de Matamoros Norte y adyacentes, quejándose por la existencia de dos casas de asignación, regenteadas por las señoras Rosa Domínguez y Severa Ojeda, pidiendo la clausura de ellas. Acuerdo.- Que se conteste en el sentido de que se toman las medidas administrativas que para el caso se estiman más eficaces y que por lo que hace a las casas aludidas, se les aplique la cuota más alta por los conceptos de expendios de licores y baile; haciendo extensivas estas medidas a la policía para que ejerza especial vigilancia del orden.
Ni el cabaret El Egipcio, de moda entre los ricachones de la época se salvaba de las protestas de los vecinos:
Acta de Cabildo del 2 de enero de 1942: "De varios vecinos de las calles de Colón, Cuauhtémoc, Ferrocarril y General Salazar, de esta Ciudad, obreros de varias factorías radicadas en esa zona, pidiendo la clausura del Cabaret "Egipcio" y de las cantinas ubicadas en el cruzamiento de las calles de Colón y Cuauhtémoc.- Acuerdo.- El mismo recaído en el caso de la gestión de los vecinos de la calle de Múzquiz Ote., por idéntica solicitud.
Aunque la zona de tolerancia venía funcionando de manera aparentemente formal en la calle Terán, las mujeres del tacón dorado se daban sus vueltecitas por los alrededores del Mercado Juárez y se metían con los arrieros que provenían de los distintos puntos rurales que se encuentran cerca de la capital de Coahuila, por lo que el fenómeno de La Rinconada creció tanto, que en la sesión del 9 de julio de 1954, en sesión de cabildo se trató el asunto en los siguientes términos: "Acto continuo el C. Presidente [Carlos Valdés Villarreal] manifiesta que se citó para junta extraordinaria en virtud de que los escándalos suscitados en el lugar denominado "La Rinconada" que se encuentra al oriente del Mercado "Juárez" en esta Ciudad, han llegado a su clímax, y se ha comprobado que están justificadas las protestas del público por las inmoralidades y prostitución que hay en ese lugar, y además por el peligro que existe de que se continúen extendiendo los centros de vicio por las calles de Allende y Manuel Acuña. Propone se proceda de inmediato a la clausura de los restaurantes, fondas y demás establecimientos, en donde se vende cerveza y demás vebidas (sic) embriagantes así como en donde se tolera la inmoralidad del personal que atiende esos centros.- En seguida y una vez discutida la anterior proposición, el Cabildo por unanimidad acordó: Se jiren (sic) las órdenes necesarias para que se proceda de inmediato a la clausura de los centros".
Para 1956, cuando era presidente municipal Manuel Valdés Dávila y gobernador del Estado el general Raúl Madero González, el problema para los gobernantes seguía siendo el de la prostitución. Saltillo contaba en esa época con alrededor de 110 mil habitantes y los problemas de vialidad eran enormes, al grado de que las autoridades saltillenses, en la sesión de cabildo del 1 de marzo de ese año abordaron el asunto "del grave problema que la ciudad de Saltillo tiene en el sentido de estar situada (sic) en un lugar céntrico la Zona de Tolerancia y expone a la vez [el alcalde] la conveniencia de suprimir a la vez los centros de vicio no solamente de este sector, sino de los que se hallan diseminados por distintos rumbos de la ciudad, pues cada día aumenta la población y hay necesidad de continuar comunicando y ampliando calles y la calle de Terán ha venido desde hace años impidiendo la comunicación directa de gran parte del oriente de la ciudad hacia el centro de la misma; por otra parte, las escuelas cercanas hacen que los niños a su paso reciban influencias que se pueden traducir más tarde en graves perjuicios para la juventud.- Las ideas expresadas por el Sr. Presidente a este respecto son acogidas por todos los miembros del Cabildo con sumo interés y a propósito de esto el Secretario Dn. Rafael Cepeda Castillo hace uso de la palabra y pide que se externen opiniones al respecto; pero en vista de que por unanimidad se aprueba la idea del Sr. Presidente se toma el acuerdo de comunicar esta misma noche a las personas que tengan
Como se desprende de lo anterior, el primer día de marzo de 1956 en la noche, al calor de sus conceptos morales, los integrantes del cabildo condenaron a muerte la Zona de Tolerancia que funcionaba en la calle Terán, atrás de la penitenciaría, a 150 metros de la presidencia municipal y a poco más de 200 en línea recta del asiento del poder ejecutivo de Coahuila; sin embargo, el la siguiente sesión, llevada a cabo el 5 de abril, el regidor Nicolás Cuevas expuso que, "para poder equilibrar los ingresos y los egresos de la Tesorería, el Sr. Presidente Municipal propone se estudie detenidamente este problema, para lo cual indica, se citará a todos los representantes de las Instituciones Sociales de esta ciudad, a fin de que en acuerdo con las Autoridades, resuelvan el problema, no precisamente de la fuente de ingresos que se ha perdido, sino que se estudie si debe ubicarse la ciudad sanitaria en algún lugar de los alrededores de Saltillo".
Con lo anterior se establecía una tregua, y la zona de tolerancia de la calle Terán recibía de este modo el indulto. Los días anteriores habían sido difíciles para los ediles, pues se había cabildeado con los dueños de cantinas, bares, cabarets y congales y además, se había llegado a la conclusión de que el cierre por parte de las autoridades de los congales de Terán, de las casas de citas, de las de asignación y de los lupanares que funcionaban de manera clandestina, pero con la mirada vigilante de los gendarmes, mermaría gravemente los ingresos de la presidencia municipal; seguramente así lo hicieron saber los síndicos y regidores a los representantes de las instituciones sociales y mutuamente reconocieron que había sido un error de las autoridades responder afirmativamente a la lucha contra el vicio y la prostitución, si ésta era una fuente segura que equlibraba el magro presupuesto municipal de Saltillo. Por lo pronto, en esa administración, no se prolongó la calle Venustiano Carranza, que antes llevaba el nombre de Iturbide y a partir de la época de Óscar Flores Tapia adquirió el nombre de Manuel Pérez Treviño.
El avance de la ciudad era lento pero sostenido. Tal parece que a esto contribuía el hecho de que en el aspecto económico el país vivía uno de los mejores momentos de su historia con un crecimiento de 8 porciento de su Producto Interno Bruto (PIB); lógicamente, los recursos federales comenzaban a fluir hacia Saltillo, por lo que, al parecer, las autoridades y la sociedad, ya entretenidos ambos en el progreso, se olvidaban poco a poco del combate a la prostitución; al menos, no se trataba el asunto en las juntas de cabildo, pero lo que sí es un hecho, es que desde que la zona de tolerancia de Terán fue condenada a muerte el 1 de marzo de 1956 y después indultada por razones financieras que afectaban los ingresos de la Tesorería, el indulto duró tan sólo los años de transición de la década de los 50 hasta la de los 60, pues ya para cuando Roberto Orozco Melo era Presidente Municipal de Saltillo, en el edificio de Hidalgo y Aldma se recibían quejas de los vecinos de la colonia González en cuyos escritos, dirigidos al alcalde, le decían que la música y los escándalos no cesaban todas las noches en un lugar conocido como la Enramada, situado unos metros más allá del Pozo Azul, en donde comienza la colonia González y en el sitio en el que en aquella década se levantaría la zona de tolerancia, que adquirió otro más de sus motes: la Enramada, porque comenzó en condiciones precarias, pues los lenones, cantineros y cabareteras de la calle Terán, al emigrar hacia el corazón del rancho El Triste, no pudieron levantar los muros de sus locales con adobe y morillos, materiales que rifaban en aquellos años y comenzaron en locales improvisados, muy cerca de la colonia González, a menos de 500 metros al oriente de la calle Urdiñola, por eso se le llamaba Sector Oriente de manera eufemística entre la clase media semianalfabeta, pues para el pueblo, obreros que había emigrado de sus ejidos hacía poco menos de una década, era el Congo. –Vamos al Congo –decían luego de empinar algunas cervezas en las cantinas y fondas del centro de la ciudad, aunque no sabían que el término deriva de la palabra conga que en las Antillas significa baile popular.
La zona de tolerancia tenía que salir ¡a huebo! del centro de la ciudad. Saltillo comenzaba a labrarse el rostro que se le conoce desde principios de la década de los 60. Tres años antes, se había creado por decreto la Universidad de Coahuila, estaba recién fundada la escuela Jaime Balmes y el Banco de Londres y México levantaba su edificio. La capital de Coahuila empezaba a vivir la etapa que la condujo a ganarse el mote de Atenas de México. Durante el despegue de esta misma década, el Grupo Industrial Saltillo construía los cimientos del poderío económico que hoy ostenta y que fue determinante en la vida de la ciudad por lo menos hasta los primeros años de la década de los 80 en que se comenzaron a instalar las industrias maquiladoras de automóviles, merced a la visión de Óscar Flores Tapia, pero desde aquellos años, se comenzaba a notar el crecimiento demográfico que tenía su origen en la inmigración de campesinos de los rincones rurales cercanos a Saltillo. En el recuerdo, aún se escucha el eco radiofónico de la voz del compadre Medina que invitaba a los ejidatarios a que se trajeran la fe de bautismo y con ese documento entraban a laborar como esclavos a la Cía Fundidora del Norte, S.A. donde a media mañana y a las dos de la tarde se podía ver la escena en la que los trabajadores salían en tumulto, primero al lonche y después a sus casas, vestidos con uniforme fabril y con el rostro tiznado como tiznada empezaban a tener el alma. Ellos vivían en los arrabales de Saltillo, en el oriente en la Provivienda, Centenario y González, en el sur en el Ojo de Agua y la Bellavista, en el poniente en la Guayulera, la Minita, la Chamizal, Panteones, Pedrera y Antonio Cárdenas. La ciudad fue, por la pobreza de sus habitantes, un pueblo bicicletero hasta la década de los 80. Casa Chalita y Aguiso, Sombrerería Cuauhtémoc y Casa Chapa, eran los centros que proveían de insumos para su existencia a las familias de los obreros. En el centro de la ciudad, por la calle Pérez Treviño funcionaba un establecimiento que compraba cueros y el GIS, era la única fuente de empleo. Quien no trabajaba en el Grupo Industrial, simplemente no trabajaba.
En este contexto económico y social funcionó durante alrededor de 20 años la zona de tolerancia en la colonia González hasta 1975.
En los primeros días de enero de 1976, el famoso Nayos, ofreció un ágape al entonces alcalde Juan Pablo Rodríguez Galindo que había sucedido a Luis Horacio Salinas en el puesto. El motivo del festejo era la inauguración de la nueva Zona de tolerancia ubicada al pie de la Sierra Zapalinamé. Al fin se cumplía el sueño de la honorable sociedad saltillense de enviar a las odaliscas a ejercer el oficio más antiguo del mundo lejos de la mancha urbana. Pero el gusto duraría muy poco, pues desde hacía por lo menos dos años, grupos de precaristas se habían dedicado a invadir los terrenos ociosos que pertenecían a las familias de abolengo de Saltillo. Desde 1974, Juan Sánchez Segovia, Francisco Navarro Montenegro y Lidia Hernández entre otros, se dedicaban a reunir en los distintos puntos de las goteras de la ciudad a gente que desde el auge económico que había tenído el GIS desde la década anterior, no contaba con una vivienda digna y vivían en hacinamiento total en vecindades y en casas de renta que no contaban con los servicios de drenaje y agua potable. Paralelo al nacimiento de la nueva zona de tolerancia, nacía este movimiento social que no logró detenerse sino hasta que José de las Fuentes el Diablo, hizo modificaciones a las leyes penales que amenazaban con cárcel a los invasores de tierras.
Por estas razones, a principios de la década de los 80, los terrenos de la familia de León, enormes extensiones de tierra ubicados alrededor del sitio en el que ya funcionaba la ciudad sanitaria fueron invadidos por las huestes de la lideresa Yolanda Rocamontes ante la impotencia del alcalde Mario Eulalio Gutiérrez Talamás, quien ante la evidente necesidad de los colonos, poco pudo hacer para evitar que para 1982 se comenzaran a levantar los primeros tejabanes que darían origen a la colonia Miguel Hidalgo que desde hace casi dos décadas arropa en su seno a la zona de tolerancia. Poco le había durado el gusto a los mochos saltillenses, pues tal parece que el crecimiento de la ciudad siempre ha seguido al sector pecaminoso. ¿Por qué pecaminoso? Porque así lo han decretado los clérigos y la conservadora clase media de Saltillo que en mucho de parece, por su doble moral al Tío Balcárcel, personaje hipócrita y ruin de la novela Las buenas conciencias de Carlos Fuentes.






Canonicemos a las putas

Jaime Sabines

Santoral del sábado: Bety, Lola, Margot, vírgenes perpetuas,
reconstruidas, mártires provisorias llenas de gracia, manantiales
de generosidad.
Das el placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a
cambio sino unas monedas miserables. No exiges ser amada,
respetada, atendida, ni imitas a las esposas con los lloriqueos,
las reconvenciones y los celos. No obligas a nadie a la
despedida ni a la reconciliación; no chupas la sangre ni el
tiempo; eres limpia de culpa; recibes en tu seno a los pecadores,
escuchas las palabras y los sueños, sonríes y besas. Eres
paciente, experta, atribulada, sabia, sin rencor.
No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta: anticipas
tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los
criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las
agresiones del orgullo, las asechanzas de los enfermos: alivias a
los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos,
encuentras la fórmula de los desencantados. Eres la confidente
del borracho, el refugio del perseguido, el lecho del que no
Ttene reposo.
Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus
vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte,
moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a
las maneras del amor.
Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie;
no sometes a los recuerdos ni a la espera. Eres pura presencia,
fluidez, perpetuidad.
En el lugar en que oficias a la verdad y a la belleza de la vida,
ya sea en el burdel elegante, la casa discreta o el camastro de la
pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un
pan.
¡Oh puta amiga!, amante, amada, recodo de este día de siempre,
te reconozco, te canonizo a un lado de los hipócritas y los
perversos, te doy todo mi dinero, te corono con hojas de yerba y
me dispongo a aprender de ti todo el tiempo.

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