Carlos Denegri: Ocho columnas.

* Carlos Denegri terminó sus días como vivió: borracho y en medio de la violencia física y verbal.
* Después de su muerte los diarios guardaron silencio sobre su caso.
Por Sergio Martínez Rodríguez (El Brother de Saltillo)

Resulta apasionante conocer la vida de uno de los periodistas más perversos que han existido en nuestro país. Al terminar la lectura del libro ¿Maté yo a Carlos Denegri? de su viuda Linda Denegri y Adela C. Irigoyen se comprende por qué don Julio Scherer lo define como el mejor y el más vil de los reporteros.
El libro narra el infierno que vivió Linda al lado de Carlos Denegri, el asesinato, la corrupción del poder judicial, la compra de testigos en un proceso amañado y que mediante toda clase de argucias legales promovidas por la familia del difunto, la viuda tuvo que permanecer ocho años en la cárcel de Santa Martha Acatitla, en la capital de la República.
Linda Denegri narra en su texto la personalidad patológica de quien era el periodista más aguerrido desde su columna Miscelánea que se publicaba en el periódico Excelsior, y desde donde también mojaba su pluma en el tintero de la miel, para ponderar las virtudes de gobernadores y secretarios de estado.
Cuando Linda conoce a Carlos Denegri, se encontraba en vía de divorcio, 20 años menor que él, es seducida gracias a la cultura, elegancia y poderes político y económico del periodista. El primer regalo fue un abrigo de mink, luego vendrían los viajes por el mundo. De la narración se desprende el lujo en el que vivía el periodista en una residencia equipada con todos los elementos materiales, servidumbre, chofer y cocinera.
Lo anterior es sólo el anverso de la moneda. El reverso era tan negro como una noche sin luna, ya que Denegri bebía a diario y en este estado le decía "eres una vieja puta, ignorante y pendeja". Normalmente estas expresiones iban acompañadas de los golpes. Narra Linda que en algunas ocasiones su marido al platicar le decía lo siguiente: "… en cuanto a las mujeres, tienen problemas más grandes y el principal es que nacen con la tendencia a creer en las palabras y justamente por esa credulidad son fácilmente engañadas. Su sino es obedecer. Primero a los padres, a los hermanos, al novio y por último al marido y hasta las prostitutas buscan a un vividor para obedecerlo, por eso las descarto. Carecen de independencia y me alegra que tenga hijos. Aconsejaría para ellos la clave del triunfo: una pequeña dosis de bondad y una gran dosis de desconfianza".
Por supuesto que al conocer Linda a su marido desconocía la entrañas de su mente. Esto es muy común. Carlos Denegri primero empezó con los golpes; en seguida la hirió con una arma blanca, luego la atropelló con su vehículo en reversa hasta llegar a las amenazas de muerte, siempre borracho, luego le pediría perdón para cerrar el círculo vicioso.
La tragedia ya estaba anunciada: una noche estando ebrio empezaron los insultos, estrujones y amenazas, Linda abrió la cómoda donde Denegri guardaba la pistola y la tomó para ponerla fuera de su alcance, pues temía que le cumpliera las amenazas en ese momento. Carlos la amenazaba con el vaso de vino en su mano gritándole: "A dónde vas hija de la…". Ella trataba de cubrirse la cara con sus brazos para protegerse del impacto del vaso y en esa fracción de segundo se escuchó el estruendo de la detonación que acababa con la vida de Carlos Denegri, que ni después de muerto dejaba de llevarse las ocho columnas.
Después de esta tragedia nada se dio a conocer sobre las investigaciones, el proceso y el encarcelamiento de Linda Denegri, quien estuvo en Saltillo en la década de los 70 huyendo de su entonces victimario. Estuvo en un rancho ubicado a media hora de la central de autobuses. Sus anfitriones fueron Karime y Luis.
Carlos Denegri descrito por Julio Scherer como el mejor y el más vil de los reporteros, era capaz de llenar el solo las páginas de Excélsior, prueba de ello es que el director del diario Don Rodrigo del Llano ponía el diario al servicio del reportero estrella. Con su columna política Miscelánea, el presidente de la república en turno, líderes, gobernadores y alcaldes se doblegaban y le rendían pleitesía al grado de que en su honor, anualmente se celebraba un baile denominado "Miscelánea de la República", al cual acudía la crema y nata de la política.
Sobredotado intelectualmente, hijo de diplomático, políglota, viajero del mundo, con amistades cultas y refinadas, el periodista estaba por encima del promedio de sus colegas de la época, por eso las libertades que se tomaba, al andar siempre con la pistola en un cuadril.
El escritor Carlos Monsiváis en uno de sus textos dice que Carlos Denegri fue el primero en explotar los géneros de la crónica y el reportaje con tanto éxito que mantenía siempre el interés en sus lectores mientras se convertía en la envidia de más de un periodistas de la época.
En su más reciente libro Scherer señala que el abogado de Carlos Denegri, Xavier Olea Muñoz pretendía, después de la muerte del periodista que se publicara una oración fúnebre donde se resaltaran sus virtudes y debía ser en el periódico donde trabajó el reportero; sin embargo, la respuesta de Julio Scherer fue:
- No se publica, Xavier.
- Pago una plana.
- No.
- Pago, tengo derecho.
- No, Xavier.
- Vivió para su periódico.
- Fue inmenso. No cabrían sus reportajes en todo Excélsior. No habrá otro como él Xavier, pero no se publica…
Antes de la muerte de Denegri, en 1950, el autor de La estatua de sal, el cuasitorreonense Salvador Novo le dedicó una obra de teatro en el que el protagonista principal es un periodista corrupto. La tituló Ocho columnas.