martes, 25 de septiembre de 2007

Sindicalismo charro



La riqueza y las traiciones de Tereso Medina.

· En diez años, el dirigente charro ha remontado su origen miserable.
· Por su actitud criminal ante los obreros, ni después de muerto podrá ocultar los conceptos sociales demoledores de charro, ladrón y vendedor de la sangre y el sudor de los trabajadores.
· Tereso Medina no aborrece ninguna forma de enriquecimiento: lo mismo tiene a cuota a los tornilleros que introducen el producto en los comedores industriales que a los dueños del transporte obreril.
· Le compró un rancho a Eulalio González “El Piporro”, un personaje al que la sociología desprecia, pero que las multitudes aceptan como uno de sus ídolos.
· Con un promedio de 100 dólares en la bolsa cada semana, los trabajadores de la región sureste de Coahuila intentan, sin resultados, obtener la felicidad terrena.
· Para los operarios caguameros, los sábados son de supermercado y los domingos de futbol por televisión. La política sindical no les interesa.
· El hatajo de obreros cetemistas: emasculados, sin dignidad y analfabetos.
· Julia Quiñónez y la esperanza del sindicalismo independiente.
· En el sureste de Coahuila hay miedo en los pechos proletarios…


Para cuando Tereso Medina Ramírez ocupaba la residencia que en vida pertenecía al polémico Jorge Masso Masso ya había dejado la zalea de dirigente sindical en el camino de la ignominia al convertir en cadáveres políticos a sus amigos más cercanos y a todos aquellos que estuvieron cerca de él en los momentos en que la miseria lo hacía pensar en el suicidio, como la única forma de huir de la pobreza.
Hace unos días, en medio de la deshonra pública Medina Ramírez hacía imprimir su fotografía en pasquines, revistas y periódicos con el fin de recordar que desde hace una década regentea la Confederación de Trabajadores de México en el estado de Coahuila, integrada por obreros fabriles de caguama dominical y futbol por televisión.
Para esto, Tereso Medina instruyó a su testaferro Ignacio Dávila Sánchez con el fin de que confeccionara un discurso en el que se exaltaban sus supuestas virtudes. El ridículo se prolongaría por algunos días en el lapso en el que el dirigente cetemista amueblaba su nueva residencia con menaje burgués procedente de Muebles José, en el exclusivo fraccionamiento Bugambilias, muy cerca de la casa de su más temido contrincante: Gerardo Ordaz Moreno.
Medina Ramírez dejó la enorme residencia ubicada en el bucólico poblado de Bella Unión para trasladarse a Bugambilias. Cálculos conservadores indican que tan sólo en estas propiedades, el cínico dirigente cetemista tiene acumulado más de un millón de dólares, cantidad excesiva para un hombre que hace dos décadas vivía en un cuarto de servicio en la antigua clínica Vasco de Quiroga propiedad del doctor Manuel Ortiz de Montellano, ubicada en Acuña, entre las calles Victoria y Aldama de la capital coahuilense.
La casa de Bella Unión que acaba de dejar el desvergonzado dirigente obrero se encuentra en un terreno que por lo menos mide cinco mil metros cuadrados. La construcción reposa a la sombra de nogales frondosos. Al frente una barda enorme custodia la intimidad del personaje y cada mañana salen dos camionetas Ford Lobo “muy chidas, una color plata. Otra negra.” según cuenta un lugareño adolescente.
Además, dos cámaras de circuito cerrado vigilan constantemente la llegada de extraños al lugar, colocadas sobre un par de columnas de concreto de donde cuelga un portón de aluminio color negro. La esposa del descarado liderzuelo charro conduce un lujoso automóvil según cuenta una lugareña. A un costado de la residencia del falso redentor obrero se levanta una modesta escuela a la que asisten los hijos de los pobladores proletarios. Tereso era un personaje en el lugar. Otra habitante del poblado dice que las puertas de la casa de Medina Ramírez siempre están abiertas para los niños de escasos recursos. Les obsequia dulces, panecillos y pasteles caros. A la escuela le ha regalado equipo de cómputo, pero al preguntarle por los hijos del cacique caradura simplemente contestan: “a ellos no los vemos nunca”. Supone que estudian en colegios privados.
La noticia de que el Charro Mayor de la región sureste de Coahuila había adquirido la propiedad que en vida pertenecía a Jorge Masso Masso empezó a correr hace alrededor de tres meses. Durante ese lapso, Tereso se ha dado tiempo para hacer las remodelaciones pertinentes y para amueblarla. Aunque el hecho ya es del dominio público, no le interesa, pues su estructura mental corresponde más a la de un forajido que a la de un auténtico líder comprometido con sus agremiados.
Tereso arribó a la dirigencia de la CTM sobre el cadáver político de Gerardo Ordaz Moreno, quien hace un década poco podía hacer en Coahuila para defenderse de la difamación y la calumnia a las que fue sometido por órdenes de su antiguo amigo Medina Ramírez.
En ese entonces, a Ordaz Moreno le fincaron como cargo principal una supuesta intentona de dividir a la organización obrera; de esta forma se levantaron firmas entre los dóciles integrantes del concejo cetemista para dejarlo fuera de la toma de decisiones. Gerardo Ordaz era diputado federal, puesto al que en los mismo diez años ha aspirado Tereso Medina sin lograrlo, pues su fama de charro ha traspasado la débil frontera de la conciencia social, al grado de que ha sido apedreado por los moradores del mismo distrito que ha intentado representar.

Por la ruta de la abyección de Tereso Medina.

Hasta la muerte de Gaspar Valdés Valdés, el dirigente cetemista en el sureste de Coahuila era de facto el cancerbero de los intereses de la familia López del Bosque ,dueña del Grupo Industrial Saltillo, sobre todo después de la huelga de abril de 1974 en el que el orden laboral fue sacudido por el paro de los trabajadores fabriles. Tereso no podía ser la excepción a esta regla y merced a su docilidad y analfabetismo funcional, fue catapulteado al puesto que hoy ocupa por el poder que hacía sentir el Grupo Industrial Saltillo, aunque la vileza de sus acciones para encaramarse en la dirigencia cetemista lo hicieran pasar sobre el cadáver político de su mejor amigo y protector Gerardo Ordaz Moreno a quien no titubeó al confeccionarle un rosario de imputaciones falsas, para finalmente traicionarlo.
La estructura mental del falso redentor obrero, ahíta de lumpenaje, tiene su origen en la cuna miserable que lo arrullaba. Este pedazo de carroña del sindicalismo charro nació en un ejido paupérrimo próximo a Fresnillo, Zac., donde la economía giraba en torno de la siembra de granos para el autoconsumo. De su infancia se sabe muy poco, porque él se ha encargado de eliminar a quienes tenía cerca en aquellos tiempos de penuria, pues se avergüenza de la pobreza que lo rodeaba. Se supone que fue beneficiario del programa norteamericano de asistencia social llamado Alianza para el Progreso en la época de John F. Kennedy, mediante el que se enviaba ayuda a los habitantes pobres de Latinoamérica.
Ninguno de nuestros informantes precisa qué hizo durante su infancia y adolescencia. De pronto –dicen- reapareció en la Comarca Lagunera donde el padre del dirigente explotaba el carbón de huizache y de mezquite. Tiempos de frustración que el ahora charro cetemista vivía, resignado, mientras degustaba en medio de chasquidos de lengua, el menudo dominical con el que comerciaba su familia para el avío semanal.
Al inicio de la década de los 80, Tereso estaba ya convertido en carne de yugo y dentro de las limitaciones de corte intelectual que siempre lo han acompañado en su existencia, ya cuestinaba las distintas formas de opresión del proletariado del campo y la ciudad. Esos ideales, ayunos de mística conducirían sus pasos ante Leobardo Flores Ávila, el viejo dirigente cetemista de La Laguna para implorarle una beca. Para el viejo lobo del charrismo sindical Medina Ramírez aparecía ya como lo que es: un cínico. Lo mandó a la chingada cerrándole la puerta en sus narices y humillándolo. Por eso, tuvo que marchar a Saltillo a entrevistarse con Gaspar Valdés Valdés, por aquellos años, el jefe de la pandilla cetemista. Ante él, Tereso imploraría al cielo clemencia para su destino. Ante las lágrimas que escurrían por el cutis aún turgente del ahora jefe del charrismo sindical de Coahuila Gaspar se llenaba de piedad mandándolo a algún claustro académico con los que cuenta la CTM. Aunque nadie sabe a ciencia cierta qué estudios tiene Medina Ramírez, un lustro después aparecería con los viejitos que fungían como procuradores obreros en el edificio Coahuila. En aquellos tiempos todavía era más pobre que una rata y vivía en uno de los cuartos de servicio de la privada propiedad de la familia Ortiz de Montellano sobre la calle Acuña de la capital coahuilense.
De ahí, y cuando ya había contraído nupcias con una sobrina política de Gaspar Valdés, el dirigente charro cambiaba su residencia a la colonia Valle de las Flores popular, allá por el panteón del Santo Cristo. Ya se sentía parte de la élite de la dirigencia charra cetemista.
Gaspar le dio todo, hasta novia y luego esposa pasando por la dirigencia charra y le pagó mal, pues tan pronto consolidó el poder al interior de la CTM, se asoció con un inversionista del sur, despojando a dos de los hijos de Valdés Valdés de las concesiones que tenían para dar servicio de transporte a las empresas. A otro lo tiene con un sueldo modesto en la nómina cetemista mientras gasta en este mismo rubro 20 mil dólares mensuales en sus propios ingresos y en los de sus dos hermanos, una cuñada y un concuño. Todo queda en familia. No hay fugas. Mientras tanto los obreros son explotados por los capitales nacional y extranjero sin visos de mejoría en sus niveles de vida.
Cualquier escritor que encuadre sus textos dentro del realismo mágico garciamarqueciano ya tendría el personaje con todos sus rasgos psicológicos en Tereso Medina, pues la historia de este criminal del sindicalismo charro no es toda. Durante su primer período como diputado local acudió a su antigua vivienda enclavada en la colonia Valle de las Flores donde vivía una su cuñada y la golpeó de manera salvaje. Por eso sus antiguos vecinos, cada que se presenta como candidato a algún puesto de elección popular lo apedrean y le escupen el rostro.
El primer automóvil que condujo en esta ciudad era un Crown Victoria azul que rezumaba modestia. Luego se haría, en pagos mensuales, de una Blazer que apenas andaba; sin embargo, el charro no perdía la fe y seguía picando piedra dentro del laberinto cetemista donde ya había aprendido a moverse con diligencia en un sustrato en el que para triunfar, es necesario revolcarse en el fango. No hay duda.

El negro origen de la riqueza.

En 2005, durante los días turbulentos, previos a la nominación del PRI de su candidato a la gubernatura de Coahuila, Tereso Medina se mantenía firme en el bando del actual gobernador. Eso le ha ganado la simpatía del grupo en el poder; sin embargo, ni siquiera esta situación ha logrado despercudir el negro origen de la riqueza del dirigente charro de la CTM.
Para los cerca de 40 mil trabajadores que regentea la CTM sólo en la región sureste de Coahuila, Tereso Medina no existe más que en los periódicos y en la televisión, pues muy pocas veces lo han visto de carne y hueso. Los obreros tratan con los testaferros del dirigente charro, en cada una de las fábricas, en una dinámica que hace diez años, el pícaro obrero sin callos llamaba nueva cultura laboral, pero que no es otra cosa que el charrismo sindical llevado a su máxima expresión, en el que se encuentran inmiscuidos los dueños de las empresas tanto nacionales como extranjeras, que usufructan la mano de obra barata de los asalariados semianalfabetos.
Tereso Medina Ramírez se enriquece con las cuotas de los obreros y las dádivas que mensualmente le envían empresas como Lala, De Acero, GIS y General Motors, entre otras que existen en la geografía estatal y porque desde su perspectiva, igual que Fidel Velásquez y Gaspar Valdés, nunca, ni después de muerto podrá remontar los conceptos sociales demoledores de charro, ladrón y vendedor de la sangre y el sudor de los trabajadores.
Como en la obra sobra, uno de los primeros pasos que Tereso dio al arribar a la dirigencia cetemista fue imponer una cuota extraordinaria de 400 pesos a los trabajadores, pagaderos en 20 semanas a razón de 20 pesos hebdomadarios, para levantar el edificio que actualmente existe sobre la calle Matamoros, dos cuadras al norte de Francisco Coss. La fachada es de cantera rosa y en su cuerpo luce el logotipo de la CTM con la leyenda: “Por la emancipación de México”. Nada más contradictorio, pues el rebaño obreril no busca ser independiente ya que el analfabetismo y la cobardía que arrastra lo ubica sólo en niveles de supervivencia, siempre resignado a padecer con estoicismo a las sanguijuelas cetemistas que le chupan la sangre y el sudor.
Luego signaría otros acuerdos oprobiosos para su propia dignidad ya de por sí diezmada: 35 mil mensuales en la lechera Lala de Torreón, 200 mil con el Grupo Industrial Saltillo por concepto de capacitación de los trabajadores –que por supuesto no se lleva a cabo-, y 60 mil con Infonavit por servir de cómplice en la construcción de chiqueros para los obreros fabriles, entre otros muchos en los que cobra a través de prestanombres, si no es así, aparte de las cuotas sindicales que también trafica Tereso Medina, ¿de dónde ha salido el dinero que actualmente lo coloca como uno de los dirigentes del charrismo cetemista más ricos del norte del país?
Está comprobado ya que Tereso Medina no aborrece ninguna forma de enriquecimiento: lo mismo tiene a cuota a los tortilleros que introducen el producto en los comedores industriales de las empresas con sindicatos cetemistas que a los dueños del transporte obreril; hace poco tiempo obligó indirectamente al suicidio a uno de éstos al exigirle que de la noche a la mañana tenía que cambiar sus unidades de modelo antiguo por otras del año.
La voracidad del dirigente charro es tanta que no vacila en recibir como soborno camionetas del año de los concesionarios de los comedores de las industrias que regentea la CTM.
Si de muchas empresas recibe dinero a través de nombres falsos, también, a través de prestanombres mantiene oculta la propiedad de algunos bienes: se rumora que en los límites de Coahuila y Zacatecas es dueño de dos ranchos a los que por lo menos han llegado tres semovientes mostrencos de alto registro.
Al interior de la CTM la mayoría de sus secuaces le muestran fidelidad; sin embargo, se ha filtrado también el rumor de que mantiene fuertes cantidades de dinero fuera del país, pues la fiscalización de las cuotas de los trabajadores y el dinero oscuro que recibe a través de las cloacas de las industrias, no es transparente.
Lo anterior le ha permitido a Tereso Medina adquirir uno de los ranchos que en vida pertenecían al enajenador de las multitudes rurales y urbanas Eulalio González, “El Piporro”, un personaje que la sociología desprecia, pero que las multitudes aceptan como uno de sus ídolos.

La Morada y la Diputada.

Pero las cosas no paran en su proclividad voraz a la acumulación de riqueza, pues el Cenizo, como se conoce a Tereso en el submundo cetemista ha adquirido gustos onerosos: es aficionado a las carreras de caballos. Y no podía ser de otra manera si nació con alma de charro.
Aunque sin precisar el sitio, cuentan que hace poco, Tereso Medina cruzaba apuestas con Alfio Vega. El primero dueño de la yegua la Morada y el segundo de la Diputada. No se sabe si el evento ecuestre se llevó a cabo, pero sí ha quedado claro que el Cenizo es dueño de una cuadra entre cuyos animales tiene también su consentido: la Morada. Quienes lo conocen murmuran: ¡Qué lástima para la Nelly!
La historia de la Morada es la siguiente: un día, en viaje por Nueva Rosita, Tereso Medina se quejaba con Fidel Hernández Gómez, uno de los miembros del charrismo cetemista del lugar, de que una de sus hijas -¿Rocío?- formaba parte de la escaramuza charra de Saltillo y no tenía caballo. Ante la cuita que abatía al Cenizo, Fidel le contestó:
- No se preocupe compadre, yo le regalo una yegua a su hija. Se llama la Morada, es pura sangre, cuarto de milla.
Al Cenizo se le iluminó el rostro, mientras la distensión de sus maseteros era evidente en una franca sonrisa.
- Gracias compadrito, no esperaba menos de ti. –Expresó el Charro Mayor de la CTM al tiempo en que estrechaba la mano de Fidel Hernández y luego le daba unas palmaditas en la espalda. Muy cerca de ellos, el estado mayor del charrismo sindical festejaba la felicidad de su jefe.
Tiempo después, a Tereso se le vería en las carreras de caballos apostando las cuotas de los obreros con el rostro descompuesto por la adrenalina, la baba escurriendo por las comisuras de sus labios.

Tereso comanda un enorme hatajo de obreros analfabetos y cobardes. Tal para cuales.

Con un promedio de 100 dólares en la bolsa cada semana, los trabajadores de la región sureste de Coahuila intentan sin resultados obtener la felicidad terrena. Resignados ya a las penurias y en un mundo en el que tienen que competir con sus congéneres por la subsistencia tienen muy poco tiempo para preocuparse por la vida político-sindical.
La mayor parte de los obreros fabriles invierten dos horas en ir y venir a las fábricas y poco más de ocho en sus labores. El poco tiempo que les queda libre después de lidiar con sus mujeres por la falta de pan en sus mesas, lo dedican a ver telenovelas como una forma de catarsis para seguir viviendo. La mayoría de ellos es semianalfabeto: proceden de la escuela pública en una época en que desde su nacimiento los esperan las trasnacionales y el capital criollo para chupar su sangre, su esfuerzo, su sudor. Los sábados son de supermercado y los domingos los disfrutan con los partidos de futbol por televisión acompañados por sus caguamas. Ninguno lee sistemáticamente todas las secciones de los periódicos, sólo la deportiva.
Después de la huelga Cinsa-Cifunsa de abril de 1974 en toda la comarca se respira un ambiente de terror, de miedo. En los pechos proletarios jóvenes ya no laten los ideales justicieros que caracterizaban a la juventud de los 60. En estos días, los operarios sienten que paladean el fruto de la equidad al meterse con su familia en una casa de Infonavit con piso de cemento pulido, paredes embarradas con yeso y techos confeccionados con vigas de alma abierta, nieve seca y una delgada capa de concreto. Todo es aparente.
Y esa apariencia puede ser una calma chicha, que envuelve a la frustración como bomba de tiempo que estalla cada noche en los pleitos de pandilleros, que sólo reflejan el rencor social que genera el bajísimo ingreso de los obreros.
Los voceros de los últimos gobiernos estatales han declarado con orgullo que Coahuila es el estado en el que el clima de paz laboral invita a la inversión. En tres lustros no ha estallado una sola huelga. Se pondera a la CTM como el artífice de la estabilidad entre el trabajo y el capital.
Nunca expresan esos voceros que en las fábricas la tiranía tiene dos cabezas: los líderes del sindicalismo charro y los dueños del capital. En todas las grandes, medianas y pequeñas empresas hay uno o varios cancerberos de origen obrero que tienen como misión controlar la conducta de los trabajadores, señalar como indeseables a los pocos que tienen conciencia de sus derechos, a echarlos del empleo, a colocarlos en las listas negras.
De 1974 a la fecha, tanto las industrias extranjeras como las nacionales que tienen su asiento en Saltillo, Ramos Arizpe y Arteaga han refinado sus métodos de control, por eso, no ha estallado ninguna huelga en 15 años.
En Saltillo y la región no existe el sindicalismo independiente. El charrismo sindical en pleno impone a los comités ejecutivos de las fábricas y cuando esto no les funciona, los deponen y colocan en su lugar a un delegado, normalmente incondicional de Tereso Medina y sus testaferros.
Las Juntas de Conciliación y Arbitraje están constituidas de tal modo que la CTM a través del charro en turno decide el nombre del titular. No en balde el término arbitraje ha sido convertido por la vox populi en pillaje. Los obreros que llegan ahí llenos de miedo a que los coloquen en la lista negra, son amedrentados y en el mejor de los casos estafados por los profesionales del derecho.
Ante un panorama tan desalentador, es cierto que el mejor dirigente que tiene la CTM es Tereso Medina Ramírez, quien conduce a un gremio de obreros emasculados, sin dignidad y analfabetos.
En un discurso pronunciado por Ignacio Dávila Sánchez, testaferro de Tereso Medina, se ponderan las “virtudes y los logros” de el Cenizo y se proyectan como grandes avances de la CTM estatal el establecimiento de un “Plan de Previsión Social” que a través de aportaciones de los trabajadores y de las empresas, permite que al obrero y a sus familiares se les garantice un pedazo de tierra en el panteón.
Otro de los “grandes logros” es el “Plan de Salud” una copia burda de las actividades del nefasto doctor Simi (a) Víctor González. Éste consiste en que los trabajadores que no quieran atenderse en el IMSS, acudan al edificio cetemista que se encuentra sobre la calle Hidalgo. Dávila Sánchez afirma que diariamente se consulta a medio centenar de personas.
El otro gran logro de los charros cetemistas es la habilitación de un centro de convivencia que permite a los trabajadores un considerable ahorro cuando sus hijas cumplen 15 años, o cuando un hijo tiene la mala suerte de contraer nupcias, o tal vez, cuando ya con el rostro y otras partes de su anatomía se encuentran agostadas por el sufrimiento, el operario cumple medio siglo de feliz matrimonio.
Estas son las “mamadas” que Tereso y su pandilla cetemista presumen como los grandes logros de una década.
Por supuesto que no se informa a los obreros analfabetos y cobardes de las dos residencias que en ese mismo lapso de tiempo adquirió su dirigente, tampoco de sus ranchos, ni de sus camionetas y automóviles, ni del dinero que se dice tiene en bancos cuyas matrices funcionan allende el Atlántico. Dirigentes y obreros viven en un mundo raro. Para ellos no existe el mundo exterior. Los trabajadores bajo el proceso constante de alienación ni siquiera reparan en el cinismo de sus capataces del charrismo sindical.

Julia Quiñones y el sindicalismo en busca de su independencia.

Cuando Tereso Medina Ramírez escucha el nombre de Julia Quiñonez, tiembla. El dirigente charro ha recibido varios reveses en elecciones de comités ejecutivos en las maquiladoras de Piedras Negras y Acuña y por lo menos una recomendación de la Organización Internacional del Trabajo con la que el gobierno mexicano ha firmado algunos tratados de colaboración en cuanto a la democracia que debe existir al interior de las organizaciones sindicales, y que gracias al sustrato de corrupción que ha generado la CTM a lo largo y ancho del territorio nacional, las Juntas de Conciliación y Pillaje otorgan el registro sindical a los incondicionales del cetemio fronterizo.
Julia Quiñónez (así escribe su nombre, con “z”), es la líder del Comité Fronterizo de Obrer@s –CFO-, una organización de base, que contraria a la política de engaño que sigue la CTM con sus agremiados, promueve la democracia sindical y los derechos de los trabajadores en siete ciudades de la frontera con Estados Unidos.
Según su página de Internet, con el apoyo del CFO, miles de trabajadores de las maquiladoras han ganado lo siguiente:
· Alzas sustanciales de salarios.
· Mejoras en sus condiciones de trabajo.
· Elecciones a comités ejecutivos apoyados y pertenecientes a la CTM.
· Indemnizaciones de acuerdo con la ley.
· Regreso de prestaciones quitadas por las empresas.
El CFO se comenzó a formar hace 24 años y lo integran trabajadores más concientes que ayudan a sus propios compañeros. Todos son operarios y extrabajadores de las maquiladoras que respetan las preferencias políticas, religiosas y sexuales de sus miembros; además, el CFO tiene una característica: es independiente del gobierno y de los partidos políticos.
Los propósitos principales del CFO son simples: educar y organizar a los trabajadores de las maquiladores (donde las féminas amenazan con ser mayoría) para que mejoren sus condiciones de trabajo en esas industrias y su calidad de vida.
Otros objetivos de el CFO nada tienen que ver con otro mundo: generación de confianza a través del conocimiento del entorno de los trabajadores; la democratización de los sindicatos charros y el avance en la sindicalización independiente; brindar información a los trabajadores acerca del impacto en su salud y ambiental; sobre las actividades industriales de las empresas; pero, lo más importante: establece vínculos de solidaridad y estrategias comunes con organizaciones afines de todo el mundo.
En la frontera de Coahuila el charrismo sindical auspiciado por la CTM se encuentra en extinción gracias al trabajo de base de el CFO que encabeza Julia Quiñónez, y aunque falta mucho por hacer en este campo, poco a poco se logra llegar a la conciencia de los trabajadores de las maquiladoras, (49 porciento son mujeres) para que se combata al interior de las organizaciones la antidemocracia y la aplicación de los peores vicios del sistema priista de la década de los 80.
Ante el avance sostenido del sindicalismo independiente, las plumas mercenarias al servicio de la CTM han acusado al CFO de obtener financiamiento del extranjero para infliltrarse en los sindicatos charros y desestabilizarlos.
También se ha acusado al CFO de ser culpable en el cierre de maquiladora desde Torreón hasta Acuña, debido a su trabajo en pro de la concientización de los trabajadores.
Gracias al empuje de las mujeres que integran el CFO, el charro cetemista de Coahuila ha recibido algunos reveses y la cultura de la democracia crece en la frontera mexicana donde funciona la mayoría de la industria maquiladora.

Epílogo

Cuando el charro Tereso Medina arribó a la CTM por todos los medios empezó a divulgar la idea de que iniciaba una nueva era en la cultura laboral.
Nunca dijo que esta nueva política sería la entrega total de los derechos de los obreros a los empresarios y una nueva visión totalitaria, en la que el sindicalismo charro jugaría un papel de cancerbero de los intereses de los empresarios.
Actualmente en la región sureste de Coahuila hay miedo en los pechos proletarios. Ya no le temen a los dueños de las empresas sino a los sindicatos cetemistas que los amenazan ylos someten

Saltillo, Coah., verano de 2007.

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