Tatiana Mares es una mujer de 27 años, piel blanca, según se aprecia en las fotografías que fueron publicadas ayer por Vanguardia. En su mirada se advierte el miedo y sin embargo expresa su repudio al aparato de justicia coahuilense, pues se ha enterado de que el cocinero de alta escuela Arody Benassi abandonará el CERESO de Saltillo a más tardar en 2012.
Uno de los primeros días de septiembre de 2009 una noticia daba la vuelta al mundo erizando los pelos de los lectores de periódicos, televidentes y radio escuchas: la madrugada del 4 de septiembre Arody Benassi alcanzó a Tatiana Mares que en ese entonces era su esposa y le asestó nada más ni nada menos que 13 puñaladas. El único testigo de los hechos fue un niño de dos años de edad, hijo de ambos. La mujer fue salvada de la muerte por los vecinos que después de llamar a la policía se interpusieron entre el asesino y su víctima. Luego de los hechos la mujer fue recogida por una ambulancia y trasladada a un hospital de la localidad. Durante muchos días Tatiana Mares libró una dura batalla contra la muerte.
Tatiana Mares y su familia pensaban en septiembre del año pasado que el cocinero Arody Honore Benassi se pudriría por lo menos unos 15 años en el penal varonil de la capital de Coahuila. Por desgracia no fue así, porque como me dijo un día un abogado con el que platicaba a las puertas del penal: “este lugar es pa’ los jodidos. Ningún rico, sólo que se haya apendejado, está aquí”.
Tal parece que el chef Arody Honore Benassi tiene dinero. El suficiente para comprar a la justicia de Coahuila. Hoy Tatiana Mares llora con ese llanto que surge de la impotencia. Dice que buscará protección en otro país con lo que deja en claro que la justicia de Coahuila está podrida. El aparato del estado se ha declarado incapaz de protegerla contra la furia de quien fuera su marido e intentara asesinarla el año pasado. Ya se salvó de un intento, del siguiente quièn sabe.
Seguro es que Tatiana Mares se pregunta qué sucedió en el tortuoso camino de la justicia. No sabe pero lo intuye: los agentes del ministerio público son unos ladrones, funcionarios venales que por dinero son capaces de vender hasta a su propia madre. Los jueces igual. Los magistrados también. Todos ellos, seres sinvergüenza que tienen precio y que con sus actos enlodan el decoro y la dignidad de los seres humanos. Pero estos infelices llevan como castigo vivir en la sombra, avergonzarse interiormente frente a su mujer, frente a su madre y frente a sus hijos. En suma, no pueden caminar por la senda de la vida con la frente en alto, porque a cada vuelta de la esquina, saben que cualquiera puede escupirles la cara.
Los jueces de Coahuila quisieran reducir a Tatiana a una cifra más dentro de las negras estadísticas del país. En México, de
Por fortuna no conozco al maldito concinero Arody Honore Benassi. Tampoco a su víctima Tatiana Mares, pero cuando leí la información en el periódico Vanguardia acababa apenas de terminar una novela de Enrique Serna que se llama “La sangre erguida”. La novela está ambientada en Barcelona y me ceñiré al caso: un hombre de unos 50 años coloca al borde de la muerte a una mujer. Intenta estrangularla porque la fémina se había burlado de su virilidad. El resultado: la cárcel. 15 años sin derecho a libertad condicional. En Saltillo, por el mismo delito, un cocinero de alta escuela ha podido comprar justicia a los mercaderes de Coahuila. ¡Qué vergüenza para el gobierno de la gente!
Brother: ¿Quieres que te dé un norte? En Coahuila la justicia tiene precio. Se vende al mejor postor.
Malditos agentes del ministerio público que mañosamente conducen las investigaciones, malditos también los jueces y juezas cobardes que dictan sentencia a espaldas del pueblo porque no hay nadie que les exija, y malditos también los magistrados de toda laya que cubren todas las corruptelas.
¿Qué pasaría si Tatiana Mares fuera hija de algún magistrado o de algún alto funcionario del Gobierno de
Ai lo dejo sólo como pregunta….
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