viernes, 19 de noviembre de 2010

El charrismo sindical

El 16 de abril de 1974, más de seis mil obreros se quitaban los grilletes de la esclavitud para colocar las banderas rojinegras en las tiznadas paredes de las fábricas CINSA y CIFUNSA. Los obreros protestaban porque los amos les habían hecho de agua el aumento salarial de ese año y porque ya estaban hartos de los dirigentes charros encabezados por Gaspar Valdés Valdés.

La huelga se prolongaría hasta el dos de junio de 1974, cuando, casi derrotados por hambre, los obreros regresaban a sus puestos de trabajo, donde de nuevo, los amos les colocaban los grilletes para reiniciar el proceso de rabiosa explotación, pues por aquel entonces, un obrero de CIFUNSA ganaba el equivalente a unos 10 dólares por semana.

Las fotografías tomadas a los obreros en huelga producen ternura porque la mayoría de ellos procedía del campo y todavía no se acostumbraban a vivir sin el sombrero. Por aquellos años, los periódicos de Saltillo se refugiaban en el silencio còmplice por temor a los hermanos Isidro y Javier López del Bosque quienes materialmente eran los dueños de Saltillo.

Los historiadores de la época se refugiaban también en la complicidad del silencio. Armando Fuentes Aguirre quien ya arrastraba el mote de Sa-Catón, durante estos 36 años no ha escrito nada sobre el movimiento obrero que cimbraba las estructuras sociales de aquellos años. Por el contrario, Jorge Fuentes Aguirre, hermano del Cronista de Saltillo se dio a la tarea de escribir la biografía de la familia López del Bosque en una lujosa edición que circula en la élite industrial empastada en piel. Por supuesto, en pellejo de obrero.

Nadie ha dejado constancia de que después del conjuro de la huelga CINSA-CIFUNSA, más de dos mil obreros fueron echados a la calle por los católicos hermanos López del Bosque. En una abyecta complicidad con los dirigentes charros, los obreros fueron colocados en las temibles listas negras que en aquel entonces equivalían a una sentencia de muerte por hambre, pues los patrones hambreadores eran dueños de todo el pueblo. Años de tristeza aquellos para muchas familias de Saltillo cuyo único pecado era el haberse quitado los grilletes de la esclavitud para protestar por los bajísimos salarios y por haber depuesto a los charros de la época.

En aquellos años el haber participado en la Huelga de Saltillo equivalía a llevar tatuado en la piel el símbolo de la bestia. Mientras los obreros deambulaban con la cerviz doblada, los charros que encabezaba Gaspar Valdés Valdés comenzaban una nueva época enriqueciéndose al vender caro el sudor de los obreros.

A la llegada de la General Motors cuando despuntaba la década de los 80 el charro Gaspar Valdés fue el encargado de negociar lo más que pudo, que la armadora transnacional no pagara suculentos salarios para impedir una desbandada de obreros del Grupo Industrial Saltillo. Hace alrededor de diez años que la vida cargada de vileza de Gaspar Valdés llegó a su fin, la CTM contrató más de 500 obreros para honrar el funeral del dirigente charro que desde entonces se cuece a fuego lento en los infiernos.

El cacique sindical fue sucedido por Tereso Medina Ramírez, un sujeto sin escrúpulos y que gracias a su mediana ilustración se encuentra convertido en un dirigente de uñas enormes que se ha enriquecido tanto con las cuotas sindicales de los trabajadores como con las componendas que mantiene con el Grupo Industrial Saltillo, la Lechera Lala y el Infonavit. Fuentes cercanas a Medina Ramírez sostienen que tanto el GIS como Lala entregan más de 200 mil pesos mensuales al dirigente charro para sus gastos personales y el Infonavit, donde cobra como consejero le entrega la nada despreciable suma de 50 mil. Lo anterior sólo en la región sureste de Coahuila pues agregue usted lo que cascarea en el interior del estado, donde también tiene sometidos a los trabajadores para garantizar a las empresas un proceso rabioso de explotación que Tereso Medina Ramírez llama pomposamente la nueva cultura laboral, que no es otra cosa que la entrega de los derechos de los obreros a los dueños de las fábricas. Actualmente el salario de los obreros automotores se ha reducido considerablemente.

En diez años Tereso Medina Ramírez ha remontado su origen miserable. A finales de 2007 en algunas columnas periodísticas se filtraba la información de que el charro cetemista acababa de adquirir la casa que en vida perteneció a Jorge Masso Masso. El precio de mercado de este bien inmueble es de alrededor de 500 mil dólares, unos cinco millones de pesos.

Para irse a vivir al fraccionamiento Bugambilias, Tereso Medina Ramírez, el charro cetemista tuvo que dejar otra casa ubicada en Bellaunión y construida en un terreno de por lo menos media hectárea. La vieja casona, remodelada a todo lujo, reposa a la sombra de nogales frondosos. Al frente una enorme barda custodia la intimidad de este siniestro personaje del sindicalismo y cada mañana salen dos camionetas Ford tipo Lobo “ muy chidas, una color plata, otra negra” según cuenta un lugareño adolescente.

Además de lo anterior, también fuentes cercanas sostienen que Tereso Medina Ramírez adquirió un rancho que en vida pertenecía al enajenador de multitudes apodado El Piporro.

Durante los actos del PRI, el charro cetemista llega en distintas camionetas último modelo de las que desciende con el puro encendido y un sombrero de hacendado.

Nadie sabe a ciencia cierta de dónde viene Tereso Medina Ramírez, lo que sí se sabe es que ha escrito las páginas más negras del sindicalismo en la región Sureste de Coahuila.

Actualmente Tereso Medina es diputado federal plurinominal, ya fue diputado local y regidor del Ayuntamiento de Saltillo.

Los cetemistas viejos todavía lo recuerdan conduciendo un viejo marquis azul en el que se transportaba a su casa de Infonavit ubicada en la colonia Valle de las Flores, allá por el panteón Santo Cristo.

Otros más lo recuerdan viviendo en un cuarto de servicio en lo que fue la clínica Vasco de Quiroga del doctor Manuel Ortiz de Montellano. Cuentan que en aquellos años Tereso Medina llegó a pensar seriamente en suicidarse, pues era tanta la adversidad de su existencia, al grado de que pasaba hambre cuando era procurador obrero allá en el edificio Coahuila. Tal vez estos sufrimientos le endurecieron el alma, al grado de volverse insensible ante la miseria de los obreros de esta región,

Tereso Medina Ramírez llegó a San Lázaro por la vía plurinominal porque el PRI desconfió de que pudiera ganar su elección como sucedió hace una década. Sea como sea, y al margen de la escasa conciencia de los obreros, Tereso Medina es el dirigente charro más odiado por el sector de los trabajadores.

En el Valle de las Flores lo odian tanto, que cuando se presentó como candidato a diputado local lo apedrearon. No olvidan que Tereso Medina personalmente echó a la calle a su cuñada, junto con sus sobrinas.

Hace unos días Tereso Medina Ramírez rindió su primer informe como diputado. Por supuesto, no dijo nada de su riqueza malhabida. Los obreros ni cuenta se dieron de este acto porque viven en el mundo ilusorio de televisa.

Aparte de la manida frase de la nueva cultura laboral, el charro cetemista y los industriales corruptos ha torcido el espíritu de la bellísima frase con la que culmina el Manifiesto Comunista de Federico Engels: “Proletarios uníos…pero para joderlos mejor…”

Para Dictamen Radiofónico

En el 610 de AM (Radio Lobo)

Juan Cisneros Cortés.

No hay comentarios:

Publicar un comentario