sábado, 2 de abril de 2011

Ni a quién irle. Iguales de corruptos y pendejos tanto los priistas como los panistas y los pedorristas...

Hace unos 20 años, un funcionario menor del gobierno panista de Rosendo Villarreal Dávila declaraba que las mujeres que fueran sorprendidas en la calle más allá de las 12 de la noche serían remitidas a la cárcel bajo los cargos de prostitución. No importaba que en aquel entonces la industria maquiladora estuviera ocupando mucha mano de obra femenina. Para la ultraderecha rabiosa de la ciudad, esas mujeres no eran obreras sino odaliscas.

También 20 años después en Jalisco, su gobernador Emilio González (a) Etilio declara que las mujeres que se liguen las trompas de Falopio como la medida más eficaz para evitar la procreación deberían estar en la cárcel. Etilio es el mismo que donó a la iglesia muchos millones de pesos para salvar su alma. Así son los panistas, ignorantes siempre ligados a los explotadores y a la iglesia. Así sucedió en Saltillo hace unos 5 años cuando murió Javier López del Bosque el más famoso explotador de la región: también donó parte de su fortuna al clero. Hoy se cuece a fuego lento en los infiernos pero al morir creyó con esto que iría al cielo.

En la Baja California Sur hoy se discute un tema de narcopolítica. Se acusa al gobernador Narciso Agundez de estar asociado con un grupo de norteamericanos para trasladar droga a los Estados Unidos. Narquizo Agundez es un miembro distinguido del Partido de la Revolución Democrática. Igual que el cuasimbécil Lazarito Cárdenas Batel. Igual también que Julio César Godoy Toscano, hermano del gobernador de Michoacán.

En Zacatecas, la exgobernadora Amalia García dejó temblando las finanzas del estado. Su nepotismo no tuvo límites: colocó a su hermana como subprocuradora de injusticia y a su hija Corichi la convirtió en Senadora de la República usando métodos muy parecidos a la Tarjeta del Hogar en un estado donde la pobreza es el común denominador y donde en los límites del absurdo la mayoría de la población vive en Estados Unidos.

Rosario Robles Berlanga, exgobernadora del Distrito Federal, con familiares en Arteaga sorprendió al mundo político cuando se descubrió aquella carta de amor en la que amenazaba a su amante Carlos Ahumada Kurtz con quemar la cama donde se habían ayuntado. Donde habían refocilado alegremente. Aquella cama donde habían acordado los grandes negocios de la Ciudad de México. La corrupción no tiene sexo.

En Yucatán un pariente del gobernador anterior asesina a su esposa y no pisa la cárcel.

En Nuevo León Natividad González Parás exgobernador priista, es desubierto comprando muchos kilómetros de playa cerca de Cancún con dinero del crimen organizado. Por eso Monterrey arde.

En Puebla el exgobernador Mario Marín (a) el gober Precioso amafiado con Kamel Nacif, empresario de la industria textil mete en la cárcel a la escritora Lidia Cacho porque denunció a una red de pederastas que alcanza a muchos políticos y empresarios que se relacionan sexualmente con niños y niñas pero que los domingos van a misa de mediodía.

En Chiapas, Ulises Ruiz, un político primitivo forjado en el viejo PRI cometió mil atropellos y dejó temblando las finanzas del estado. Gabino Cue, un político ligado al Peje no ha hecho nada por meterlo en la cárcel. Todo queda en familia.

En Veracruz, un estado sumido en la pobreza, su exgobernador Fidel Herrera presumía antes de dejar el cargo que tenía todo el poder. Así lo demostró dejando sucesor ante la mirada atónita de miles de opositores que no lograron colocar a su candidato en la gubernatura porque el neopanista Miguel Ángel Yunes estaba acusado de pederastia por Lidia Cacho en su libro Los Demonios del Edén.

Pero lo peor: en Tamaulipas asesinan a un candidato a la gubernatura y el pueblo coloca a su hermano como gobernador. El colmo de la imbecilidad popular en un estado que ha vivido bajo la economía del narco.

Mientras esto sucede en el país Ciudad Juárez se encuentra cubierta con el manto de la tristeza que produce el alto cosumo de droga. La ciudad está podrida y los juarenses lloran. No hay poder castrense que corrija los errores del ayer.

A grandes rasgos así está México: corrupción y narcotráfico. Coahuila y Saltillo no son las excepciones. Ya nos pudrieron la vida. Nos han quitado la tranquilidad de la que presumíamos todavía hasta hace una década.

Ni el alcalde ni el gobernador dan la cara por las balaceras que a diario padecemos los saltillenses. Ocultan la información. La ciudad vive en medio de la zozobra y la incertidumbre.

Esto no es vida.

Ni siquiera tenemos esperanza en el futuro. Ni siquiera tenemos esperanza en el próximo sexenio porque éste será la continuidad del presente. Pobre Saltillo. Pobre Coahuila. Lo que hace la Tarjeta del Hogar en un pueblo que arrastra la miseria de la educación pública muy al estilo de estos tiempos negros…


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