Guadalupe Lizárraga
Con todo su dolor, Sicilia habla a los medios para pedirnos a los mexicanos, prácticamente que olvidemos el pasado y empecemos de nuevo. Nos pide que “Lleguemos a un pacto, por lo menos un pacto nacional entre nosotros, porque si no, no vamos a salir, pero la convocatoria no puede salir de mí, –dice– quienes están al frente del país son los que tienen que convocar a esto” y les pide a los sicarios que vuelvan a su "código de honor".
Y con todo respeto que nos merece su trágica pérdida, hemos de responder precisamente con la congruencia que el dolor de un país tan lastimado como el nuestro puede darnos. Pero la congruencia no puede venir sólo del dolor, ciertamente, tenemos que hacernos muchas preguntas, muchas reflexiones y hacer memoria para tomar decisiones colectivas, hoy, en un momento crítico en el que México sigue muriendo.
¿Contra quién sería ese pacto nacional que propone Sicilia? ¿Contra las mafias narcotraficantes? ¿Contra los que han estado asesinando impunemente a los jóvenes, mujeres y niños? ¿Cuál es el problema realmente? ¿El que asesinen indiscriminadamente, el que trafiquen ilegalmente, o el que queden en impunidad? ¿Podrá ser racional un ejecutor que ha degollado a una veintena de personas lo mismo que el narcojefe Chapo Guzmán que se ha vuelto multimillonario reconocido internacionalmente? ¿Realmente se puede hablar de un código de honor para asesinar? ¿El pacto es pedirles que sólo se maten entre ellos? ¿Y los 25 mil niños que trabajan para el narcotráfico, está bien que mueran, mientras no se metan con "nosotros", los del pacto? ¿Podrán estos “señores” criminales comprender la razón intrínseca en un pacto de esta naturaleza?
¿Quiénes son los que están al frente del país y que según Sicilia “tienen que convocar a ese pacto”? El actual titular del Ejecutivo federal es producto de una elección fraudulenta que nos impidió tener la certeza de resultados legítimos y legales de las elecciones en 2006, una historia repetida en nuestro país. ¿No es acaso un criminal quien se roba las elecciones? ¿No es acaso un criminal quien miente a sus electores? Por supuesto que hay de criminales a criminales. Pero, querido lector, te pido que sigas leyendo hasta el final del texto.
La investidura del presidente de la república no es suficiente para convocar un pacto de no violencia, y olvidar sus acciones del pasado, mediato e inmediato. La guerra existe por convenio firmado en noviembre de 2007 entre Calderón y Bush. Fue una decisión, al margen del pueblo. El gobierno mexicano ha recibido más de 2 221 millones de dólares para combatir al narcotráfico, pero el cártel de Joaquín Chapo Guzmán sigue intacto. Las narcomantas, que han aparecido junto a los muertos y decapitados desde 2006, han puesto en evidencia que el combate es selectivo y la reacción sanguinaria de los rivales del Chapo no va a parar hasta que se respeten sus plazas.
Al frente del país están también los legisladores y jueces. ¿No son acaso quienes nos están robando y acordando reformas en contra de nosotros mismos? ¿Son ellos los que quiere que nos convoquen a un pacto de no violencia, mientras permitimos que sean violentos contra los derechos de los trabajadores?
¿Qué han hecho por el pueblo mexicano estos “señores” del poder público, señor Sicilia? ¿Irse de vacaciones a París o a Roma con el erario, en plena crisis económica y cuando las muertes se cuentan por miles de jóvenes sin apellido prominente? ¿Por qué ellos, los del poder, habrían de convocarnos a un pacto contra el narcotráfico, si cada día nos cuestan las drogas que consumen personalmente, nos cuesta el alcohol que se beben, los viajes que realizan, los escandalosos sueldos que ganan? ¿No es eso violento?
¿Por qué los ciudadanos vamos a pactar con quienes nos están denigrando, los que nos están expulsando de nuestro propio país, los que nos están robando y amenazando a diario? No, señor Sicilia, hay un problema para aceptar su propuesta, al menos de muchos mexicanos que no podemos ni olvidar ni perdonar lo que le han hecho a nuestro país ni a nuestras familias.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación también está al frente de México. ¿Por qué habrían de convocarnos los jueces a un gran pacto nacional para frenar la violencia que les resulta indiferente a ellos? ¿Cuántos hijos de ministros y jueces han asesinado en estos cuatro años? ¿Cuántas hijas de jueces han secuestrado, violado y tirado en un terreno baldío? ¿Hay alguna hija de un alto funcionario que haya desaparecido junto con las jóvenes de Ciudad Juárez? ¿Cuántas casas de los ministros han incendiado, después de una denuncia de de derechos humanos? ¿Podrán abanderar un verdadero pacto estos “señores” que están tan ajenos a nuestro dolor y tan cercanos al crimen organizado?
Piense señor Sicilia, ¿por qué habríamos de pactar con quienes han declarado la absolución de criminales como Raúl Salinas de Gortari (2009), el desparecido ex diputado Manuel Muñoz Rocha que nunca pisó la cárcel, absuelto también en 2009, o en un caso más reciente el asesino confeso de Ciudad Juárez, Sergio Barraza Bocanegra, en 2010, sólo por mencionar algunos? ¿Acaso no han sido estos jueces los responsables de que nuestro sistema de justicia, local y nacional, esté quebrado, corrompido y sólo sirva para proteger a criminales confesos o disfrazados de funcionarios?
Piense, señor Sicilia, ¿realmente podemos dejarnos liderar por los criminales que ocupan el poder público? ¿O cómo le llamaría usted a un funcionario que recibe dinero por dejar absuelto a un criminal? ¿No sería también un criminal? ¿Y al funcionario que permite el paso de la droga en la aduana? ¿Y al presidente del país que insiste en la masacre, en vez de convocar a una cumbre para la legalización del tráfico? ¿No le resulta tan sospechoso que siendo tan fallida la guerra, tan costosa en vidas, se insista en la misma estrategia? ¿No es criminal eso?
No podemos aceptar ningún pacto, ninguna convocatoria, de quienes nos han ofendido, depredado y diezmado, sólo porque están ahora al frente del país. No señor. No podemos olvidar que “ellos”, los ocupantes de los poderes públicos, están al frente del país, no porque los ciudadanos los hayamos puesto. Llegaron ahí por el tráfico de influencias, por nepotismo y por corrupción.
Quienes están al frente del país son también los integrantes del Congreso de la Unión. ¿No son acaso quienes nos han robando y acordado reformas en contra de nosotros mismos? ¿Son ellos los que quiere usted que nos convoquen a un pacto de no violencia?
Usted dice, señor Sicilia, “que puede sentarse con todos los sectores a dialogar, pero el que tiene que convocarlos a un pacto nacional, por estar al frente del país, es el presidente Felipe Calderón”. Con todo respeto, usted señor Sicilia es una víctima más del mal gobierno de Felipe Calderón. No es una cuestión personal, ni mucho menos, es un problema sistémico que ningún diálogo con ningún sector puede arreglar. No es pues, un asunto de palabras. Nunca lo ha sido. Es un asunto de acciones colectivas contra ellos mismos, contra quienes tienen al país hundido.
El estado de derecho ha sido fracturado porque se permite la impunidad, a quienes les pagamos por no permitirla. Cada uno de los mexicanos con cierto poder, dinero o influencias políticas, puede violar a nuestras hijas y matar a nuestros hijos, y tener total impunidad. Con Carlos Salinas de Gortari aprendimos lo que era la impunidad de los poderosos. Eso no podemos olvidarlo ni perdonarlo. Calderón solamente es un peón del gran juego de ajedrez que se mueve en torno al narcotráfico. No nos pida que un criminal convoque a un pacto contra criminales.
Por eso, no podemos aceptar su propuesta. Hablo por mí, por mi familia y por los 40 mil asesinados que hoy no olvidan ni perdonan haber muerto.
Con todo su dolor, Sicilia habla a los medios para pedirnos a los mexicanos, prácticamente que olvidemos el pasado y empecemos de nuevo. Nos pide que “Lleguemos a un pacto, por lo menos un pacto nacional entre nosotros, porque si no, no vamos a salir, pero la convocatoria no puede salir de mí, –dice– quienes están al frente del país son los que tienen que convocar a esto” y les pide a los sicarios que vuelvan a su "código de honor".
Y con todo respeto que nos merece su trágica pérdida, hemos de responder precisamente con la congruencia que el dolor de un país tan lastimado como el nuestro puede darnos. Pero la congruencia no puede venir sólo del dolor, ciertamente, tenemos que hacernos muchas preguntas, muchas reflexiones y hacer memoria para tomar decisiones colectivas, hoy, en un momento crítico en el que México sigue muriendo.
¿Contra quién sería ese pacto nacional que propone Sicilia? ¿Contra las mafias narcotraficantes? ¿Contra los que han estado asesinando impunemente a los jóvenes, mujeres y niños? ¿Cuál es el problema realmente? ¿El que asesinen indiscriminadamente, el que trafiquen ilegalmente, o el que queden en impunidad? ¿Podrá ser racional un ejecutor que ha degollado a una veintena de personas lo mismo que el narcojefe Chapo Guzmán que se ha vuelto multimillonario reconocido internacionalmente? ¿Realmente se puede hablar de un código de honor para asesinar? ¿El pacto es pedirles que sólo se maten entre ellos? ¿Y los 25 mil niños que trabajan para el narcotráfico, está bien que mueran, mientras no se metan con "nosotros", los del pacto? ¿Podrán estos “señores” criminales comprender la razón intrínseca en un pacto de esta naturaleza?
¿Quiénes son los que están al frente del país y que según Sicilia “tienen que convocar a ese pacto”? El actual titular del Ejecutivo federal es producto de una elección fraudulenta que nos impidió tener la certeza de resultados legítimos y legales de las elecciones en 2006, una historia repetida en nuestro país. ¿No es acaso un criminal quien se roba las elecciones? ¿No es acaso un criminal quien miente a sus electores? Por supuesto que hay de criminales a criminales. Pero, querido lector, te pido que sigas leyendo hasta el final del texto.
La investidura del presidente de la república no es suficiente para convocar un pacto de no violencia, y olvidar sus acciones del pasado, mediato e inmediato. La guerra existe por convenio firmado en noviembre de 2007 entre Calderón y Bush. Fue una decisión, al margen del pueblo. El gobierno mexicano ha recibido más de 2 221 millones de dólares para combatir al narcotráfico, pero el cártel de Joaquín Chapo Guzmán sigue intacto. Las narcomantas, que han aparecido junto a los muertos y decapitados desde 2006, han puesto en evidencia que el combate es selectivo y la reacción sanguinaria de los rivales del Chapo no va a parar hasta que se respeten sus plazas.
Al frente del país están también los legisladores y jueces. ¿No son acaso quienes nos están robando y acordando reformas en contra de nosotros mismos? ¿Son ellos los que quiere que nos convoquen a un pacto de no violencia, mientras permitimos que sean violentos contra los derechos de los trabajadores?
¿Qué han hecho por el pueblo mexicano estos “señores” del poder público, señor Sicilia? ¿Irse de vacaciones a París o a Roma con el erario, en plena crisis económica y cuando las muertes se cuentan por miles de jóvenes sin apellido prominente? ¿Por qué ellos, los del poder, habrían de convocarnos a un pacto contra el narcotráfico, si cada día nos cuestan las drogas que consumen personalmente, nos cuesta el alcohol que se beben, los viajes que realizan, los escandalosos sueldos que ganan? ¿No es eso violento?
¿Por qué los ciudadanos vamos a pactar con quienes nos están denigrando, los que nos están expulsando de nuestro propio país, los que nos están robando y amenazando a diario? No, señor Sicilia, hay un problema para aceptar su propuesta, al menos de muchos mexicanos que no podemos ni olvidar ni perdonar lo que le han hecho a nuestro país ni a nuestras familias.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación también está al frente de México. ¿Por qué habrían de convocarnos los jueces a un gran pacto nacional para frenar la violencia que les resulta indiferente a ellos? ¿Cuántos hijos de ministros y jueces han asesinado en estos cuatro años? ¿Cuántas hijas de jueces han secuestrado, violado y tirado en un terreno baldío? ¿Hay alguna hija de un alto funcionario que haya desaparecido junto con las jóvenes de Ciudad Juárez? ¿Cuántas casas de los ministros han incendiado, después de una denuncia de de derechos humanos? ¿Podrán abanderar un verdadero pacto estos “señores” que están tan ajenos a nuestro dolor y tan cercanos al crimen organizado?
Piense señor Sicilia, ¿por qué habríamos de pactar con quienes han declarado la absolución de criminales como Raúl Salinas de Gortari (2009), el desparecido ex diputado Manuel Muñoz Rocha que nunca pisó la cárcel, absuelto también en 2009, o en un caso más reciente el asesino confeso de Ciudad Juárez, Sergio Barraza Bocanegra, en 2010, sólo por mencionar algunos? ¿Acaso no han sido estos jueces los responsables de que nuestro sistema de justicia, local y nacional, esté quebrado, corrompido y sólo sirva para proteger a criminales confesos o disfrazados de funcionarios?
Piense, señor Sicilia, ¿realmente podemos dejarnos liderar por los criminales que ocupan el poder público? ¿O cómo le llamaría usted a un funcionario que recibe dinero por dejar absuelto a un criminal? ¿No sería también un criminal? ¿Y al funcionario que permite el paso de la droga en la aduana? ¿Y al presidente del país que insiste en la masacre, en vez de convocar a una cumbre para la legalización del tráfico? ¿No le resulta tan sospechoso que siendo tan fallida la guerra, tan costosa en vidas, se insista en la misma estrategia? ¿No es criminal eso?
No podemos aceptar ningún pacto, ninguna convocatoria, de quienes nos han ofendido, depredado y diezmado, sólo porque están ahora al frente del país. No señor. No podemos olvidar que “ellos”, los ocupantes de los poderes públicos, están al frente del país, no porque los ciudadanos los hayamos puesto. Llegaron ahí por el tráfico de influencias, por nepotismo y por corrupción.
Quienes están al frente del país son también los integrantes del Congreso de la Unión. ¿No son acaso quienes nos han robando y acordado reformas en contra de nosotros mismos? ¿Son ellos los que quiere usted que nos convoquen a un pacto de no violencia?
Usted dice, señor Sicilia, “que puede sentarse con todos los sectores a dialogar, pero el que tiene que convocarlos a un pacto nacional, por estar al frente del país, es el presidente Felipe Calderón”. Con todo respeto, usted señor Sicilia es una víctima más del mal gobierno de Felipe Calderón. No es una cuestión personal, ni mucho menos, es un problema sistémico que ningún diálogo con ningún sector puede arreglar. No es pues, un asunto de palabras. Nunca lo ha sido. Es un asunto de acciones colectivas contra ellos mismos, contra quienes tienen al país hundido.
El estado de derecho ha sido fracturado porque se permite la impunidad, a quienes les pagamos por no permitirla. Cada uno de los mexicanos con cierto poder, dinero o influencias políticas, puede violar a nuestras hijas y matar a nuestros hijos, y tener total impunidad. Con Carlos Salinas de Gortari aprendimos lo que era la impunidad de los poderosos. Eso no podemos olvidarlo ni perdonarlo. Calderón solamente es un peón del gran juego de ajedrez que se mueve en torno al narcotráfico. No nos pida que un criminal convoque a un pacto contra criminales.
Por eso, no podemos aceptar su propuesta. Hablo por mí, por mi familia y por los 40 mil asesinados que hoy no olvidan ni perdonan haber muerto.
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