jueves, 17 de marzo de 2011

Felipe Calderón: el caldo de cultivo para una nueva invasión norteamericana.

Comentario leído en el programa DICTAMEN RADIOFONICO de Sergio Martínez el "Broteher"

En la página en Internet de Guadalupe Lizárraga una luchadora por los derechos humanos se discuten dos temas en estos momentos: por un lado la xenofobia (odio a los extranjeros) de los mexicanos a los gringos que aparece en los comentarios hechos on line y segundo el hecho de que finalmente el gobierno mexicano aceptó que aviones no tripulados recorran el cielo mexicano.

Los comentarios en los que se generaliza a los “gringos” como drogadictos, sociópatas, torturadores y violadores circulan y se reproducen en la red porque en muchas capas de la población ya existe conciencia de que a la DEA y al FBI no les asiste el derecho para dirigir a los cuerpos mexicanos de seguridad. Esto –dicen- es una humillación para la soberanía nacional y significa la entrega de México al gobierno norteamericano.

La gente educada en las universidades públicas de este país que no necesariamente pertenece a la ultraderecha rabiosa representada por Acción Nacional no está de acuerdo con que el gobierno panista de Felipe Calderón entregue de facto el territorio nacional no al gobierno del Negro Obama sino al gobierno de facto constituido por las grandes corporaciones internacionales.

Mucha razón tenían Carlos Marx y Federico Engels, tan depreciados en las escuelas públicas, pero tan apreciados en las instituciones privadas, cuando desde la publicación del Manifiesto Comunista dejaban sentado que con el tiempo –y esos momentos ya llegaron- los gobiernos del mundo se convertirían en los consejos de administración de las grandes empresas internacionales que se manejarían en un estado superior al capitalismo: el imperialismo.

Al momento de redactar estas líneas Brother, siento que estoy de viaje por el pasado sin LSD ni mariguana, ni siquiera con tequila o ron, cuando en nuestra juventud plena, allá en la década de los 80, cuando armados apenas con dos o tres flechas en nuestro carcaj del conocimiento científico del mundo nos enfrentábamos a jóvenes mucho más ignorantes que nosotros que festejaban que el gobierno norteamericano mantuviera a raya a la Cuba de Fidel Castro, invadiera Granada, armara a los contras sandinistas, combatiera a los guerrilleros tupamaros y que derrocara al gobierno democrático del doctor Salvador Allende.

Por aquellos años mirábamos estupefactos la lucha encarnizada que los intelectuales mexicanos como José Revueltas, Heberto Castillo, Elena Poniatowska y Elí de Gortari entre otros, libraban contra el pensamiento de la ultraderecha rabiosa que condenaba los hechos de armas en los que participaban los grupos de guerrilleros mexicanos que ya presentían el estado de descomposición al que llegaría el gobierno mexicano. Ellos ya entendían que lentamente el estado mexicano se degradaría entrando en la putrefacción a la que hoy asistimos paralizados por el miedo, porque no entendemos las razones de fondo por las que Felipe Calderón ha creado el caos llenando de sangre los caminos de México para entregar la riqueza que aún queda al capitalismo internacional.

Por estos días en Washington no manda el Negro Obama ni los poderosos senadores demócratas o republicanos porque sobre ellos están los intereses económicos de Wall Mart, Wall Street, H.E.B. las empresas petroleras, las armadoras de aeronaves y automóviles y en general los representantes del capital que desde su visión imperialista mueve el mundo.

No hace falta haber ido a la escuela de economía de la UAC para entender esto. Basta con leer los análisis periodísticos y remitirse a los clásicos de economía como el Manifiesto y el Capital.

En México, el proletariado sin cabeza como lo llamaba Pepe Revueltas desprecia desde la trinchera de su ignorancia el pensamiento científico que tiende a explicar las cosas. De esta manera, luego de brindar su apoyo a Andrés Manuel López Obrador lo dejó prácticamente solo en las calles de las grandes ciudades y en los pueblos donde el presidente legítimo de México se ha desgañitado a lo largo de los últimos cinco años denunciando que la mafia que le robó la presidencia está integrada por unas 30 familias que acumulan el 90 por ciento de la riqueza de la Patria.

En esta situación, los mexicanos podemos afirmar con seguridad que no tenemos patria, porque la patria –como decía en alguno de sus discursos Ricardo Flores Magón- es la madre cariñosa de los 30 magnates de este país y de sus palafreneros mientras se convierte en la madrastra de más de 50 millones de mexicanos que en estos momentos no tienen que comer porque se encuentran en un estado de pobreza alimentaria, la más vil, la que procede de la ignorancia supina en la que también se encuentra el sistema educativo nacional generado en las entrañas de la ultraderecha rabiosa. En estos momentos millones de niños y de jóvenes mexicanos caminan para enfrentarse con profesores académicamente incompetentes que no serán capaces de explicarles la realidad que los circunda. Para eso les pagan, para que mantengan dormida a la niñez y a la juventud mexicanas.

Por todo lo anterior Brother, aunque la xenofobia no es justificable, sí es entendible su expresión a través de un sector de la sociedad mexicana que se opone de manera frontal, aunque sea en la red a que el gobierno norteamericano esté a punto de tomar el mando en la conducción de este país. Ya ni siquiera puedo decir nuestro país.

Sin tratar de sumarme a la xenofobia mexicana es necesario dejar claro que los gringos siempre pescan a río revuelto y siempre también han encontrado cómplices en la presidencia de la república.

En 1848 robaron a México más de la mitad del territorio nacional al invadir territorio mexicano bajo el pretexto de defender la naciente república de Texas. En 1914 tomaron el puerto de Veracruz porque en el fragor de la batalla revolucionaria el gobierno apresó a un pequeño grupo de norteamericanos en Tampico. Después, en 1916 con la complacencia de Venustiano Carranza entró el general Pershing a perseguir durante 11 meses a Francisco Villa porque éste les había destrozado el pueblo de Columbus.

En los últimos tres años, Felipe Calderón ha bordado fino. Al declarar la guerra a los grupos del crimen organizado ha generado un excelente caldo de cultivo para que los gringos tomen como pretexto su seguridad nacional y empiecen a invadirnos. Ya hay gringos de la DEA y el FBI armados en la Ciudad de México. ¿Podemos considerarlos como el grupo de avanzada en la próxima invasión de los gringos a México? Sólo recordemos a todavía este país cuenta con grandes reservas de petróleo que no le caería mal al imperialismo norteamericano.

Y los mexicanos seguimos paralizados de terror viendo cómo corre la sangre por las calles de México como una alegoría al poema de Rubén Darío llamado el Lobo de Gubia…

Gracias Brother…

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