domingo, 31 de octubre de 2010

Policías asesinan a Angélica Galindo Sánchez y sus dos hijos.

Hago la siguiente reseña por el asesinato de Angélica Galindo Sánchez y sus dos hijos que murieron bajo las balas asesinas de los cobardes policías estatales que hoy se niegan a reconocer su crimen y se escudan en el resultado de las bajas pasiones para buscar la impunidad.

Angélica Galindo Sánchez era hija de Eleazar Galindo Vara quien fue alcalde de Saltillo del 1 de diciembre de 1988 hasta el 30 de junio de 1990 en que Eliseo Mendoza Berrueto lo obligó a renunciar.

En 1987 Eleazar Galindo Vara andaba en campaña en busca del voto popular que lo conduciría a la alcaldía de Saltillo. De humanidad robusta y prístina mirada de hombre bueno, el candidato usaba una gorrita de beisbolista, que como ahora dicen los muchachos, lo hacía ver ‘bien reba…’.

Galindo Vara venía a sustituir a Carlos de la Peña Ramos a quien una prolongada campaña del periódico Vanguardia lo había motejado como el Cabal. A él le había tocado uno de los períodos más duros, en que la república se debatía en medio de la pobreza por los errores de los priistas encumbrados en los altos mandos del país; sin embargo, la gente y los mapaches seguían rellenando las urnas con votos a favor del PRI; ahora ya no hace falta eso, pues la Tarjeta de la Gente ha suplido las viejas prácticas mapacheras.

De esa manera, la campaña de Eleazar no era más que mero trámite, pues desde el momento en que había sido nominado por su partido, ya se sabía que él sería el próximo presidente municipal de Saltillo, por eso, el candidato no tenía necesidad de adoptar una imagen de intelectual ni de don Chinguetas, pues todo mundo sabía que venía de los campos de béisbol, y había sido ungido como aspirante a la alcaldía por los intereses de Arturo Berrueto González, a la sazón, el operador político de Eliseo Mendoza Berrueto, quien ya se preparaba para sustituir al Diablo de las Fuentes en la gubernatura de Coahuila.

Eleazar no sabía que con su triunfo en las urnas llegaba su desgracia. Durante los primeros dos años de su administración, pasaba de los apuros para el pago de nóminas al ridículo de su policía montada que no resolvía el problema de la inseguridad pública en las decenas de colonias que en los años anteriores habían crecido en los arrabales, como los hongos después de la lluvia.

El transporte público era un verdadero caos. Los choferes y concesionarios, armados con viejas unidades no cumplían con los horarios y Saltillo estaba convertido materialmente en un bache, pues las calles después de las lluvias veraniegas parecían la superficie marciana, con miles de cráteres. Esto, por supuesto mantenía irritados a los automovilistas que exigían también, vías rápidas de comunicación en la ciudad.

Muy pocos conocen, aparte de los actores de la época, los motivos que tuvo Eliseo Mendoza Berrueto para dejar en la orfandad política y económica a Galindo Vara. Pero Eleazar no sólo era víctima de la soledad sino de lo inquina del gobernante, quien desde palacio rosa pagaba a Armando Castilla Sánchez para que lo denostara.

La campaña periodística estaba a cargo de un profesor miserable espiritualmente, de nombre Juan Antonio Rodríguez Samaniego, que en estos días entrega en abonos la zalea y no falta mucho para que empiece a cocerse a fuego lento en el infierno quien se solazaba desde las páginas del vespertino Extra llamándolo el alcalde chatarrero. En esos tiempos el Extra se escribía mojando las plumas en tinteros de materia fecal.

Resulta que en su desesperación por cumplir con los compromisos monetarios inherentes a su cargo, Eleazar se había visto en la necesidad de vender la chatarra de los corralones municipales porque Eliseo no le aventaba ni un quinto de las participaciones municipales, la prueba es que la obra cumbre de este trienio inconcluso fueron los barandales del viejo puente de la calle Lerdo de Tejada cruz con las vías ferroviarias, construido en 1904 para facilitar la llegada de los muertos, al panteón San Esteban.

El país estaba herido de muerte por las crisis galopantes y la corrupción de la clase gobernante; sin embargo, el PRI seguía conservando la hegemonía política en medio del engaño electoral, al grado de que en Saltillo, muy pocos pensaban que el PAN podría alzarse con la victoria el 28 de octubre de 1990.

Eliseo Mendoza Berrueto, el peor de los gobernantes que ha padecido Coahuila a lo largo de su historia, no sabía que al destruir a Galindo Vara estaba abriendo la puerta para que la ultraderecha rabiosa representada por Acción Nacional se metiera en la alcaldía de Saltillo.

En 1990, un año antes de que llegara a su fin la administración de Eleazar Galindo Vara los saltillenses asistíamos a un linchamiento político ayuno de piedad. Desde el poder estatal Eliseo Mendoza Berrueto ordenaba el desprestigio del alcalde saltillense. Eleazar, el hombre bueno era el alcalde chatarrero, el inútil, el bueno para nada. Ya le habían saqueado las arcas municipales. No le enviaban las participaciones y el gobierno de la república con Miguel de la Madrid no daba para más. Los fantasmas del hambre y el desempleo recorrían los cuatro puntos cardinales.

En enero de 1991 Eleazar era conducido al CERESO estatal donde estaría hasta mayo de aquel año. Con él iba la contadora del programa Tierra y Esperanza Joaquina Montes Valdés, ya que el titular Juan Francisco Guerrero Jiménez se les había pelado y dos décadas después nadie sabe si lo mataron, lo pozolearon, lo enterraron vivo, o lo quemaron en leña verde. Así era la administración de Eliseo Mendoza Berrueto. Basta recordar dos crímenes: la muerte misteriosa de Eliseo Loera Salazar, el miserable labriego que dirigía la Sección 38 del SNTE y el asesinato de Enrique Ramos Dávila. No había piedad.

Después de aquellos hechos la mala suerte se ensañaría con Eleazar Galindo Vara pues luego de perder la Quinta Chilla, su propiedad emblemática ubicada en la Aurora se dedicaría a recorrer las cantinas de Saltillo en busca de los viejos amigos para implorar la copa. Ahí se daría cuenta de que la vida es ingrata: todos los viejos amigos habían desaparecido de su existencia.

Si en la edad madura había perdido un hijo, en el ocaso de su vida tuvo que llevar al cementerio a otra de sus hijas.

Casi un año después de su partida al más allá, Eleazar ha perdido a otra de sus hijas y dos nietos en condiciones que deberían avergonzar a la Fiscalía del Estado, pues según ha trascendido a través de los medios de comunicación, un policía alertó a sus compañeros diciéndoles: ¡No disparen, son civiles! Sin embargo, el antiguo guachoma del Fiscal dio la orden: ¡Fuego! Los siguientes segundos Angélica Galindo Sánchez manejaría su Avalanche unos 500 metros tratando de poner a salvo a sus hijos. No lo logró. La mala suerte se ensañaba con la familia de Eleazar Galindo Vara pues es seguro que los asesinos de Angélica y de sus hijos no pisarán la cárcel.

Por eso Brother yo te pido que me des un norte: ¿Dónde está la justicia en Coahuila? O acaso, ¿todos andamos norteados?...

No hay comentarios:

Publicar un comentario