sábado, 16 de octubre de 2010

La Chingamex (Zincamex) ¿Qué oculta la botarga Jericó Abramo Masso?

El incendio que se produjo el martes en los terrenos de la antigua Zincamex hace que los temas ecológico y de corrupción vuelvan a la mesa de discusión.

Esta empresa estatal que llegó desde Europa a mediados de la década de los 60 fue una de las más contaminantes, pues no dejó de arrojar desechos a la atmósfera hasta su cierre en la década de los ochenta.

Contaminante en grado superlativo en una época en que no estaba regulado el respeto al medio ambiente, día y noche, sus tres chimeneas pintaban de negro el cielo de Saltillo. Los habitantes de esta ciudad estábamos inermes ante Zincamex y la Compañía Fundidora del Norte del Grupo Industrial Saltillo. Entre ambas empresas envenenaban el ambiente y como Zincamex era del gobierno federal, nadie podía decir nada. Lo mismo sucedía con los poderosos dueños del GIS.

En estos días, sólo por encender un cigarrillo ya lo andan quemando a uno en leña verde.

La Zincamex tiene su historia aunque las generaciones de hoy ya no la conozcan.

La factoría funcionaba bajo el esquema de empresa paraestatal, por lo que produjo no sólo muchísimas barras de zinc sino una comalada inmensa de nuevos ricos. Los directores y sus ayudantes hacían y deshacían al interior de la empresa. Los obreros se encontraban adheridos al Sindicato de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos de la República Mexicana pastoreados en ese entonces por Napoleón Gómez Sada, sí, ya le atinó usted: el papá del ahora famoso Napito exiliado por estos días allá en Canadá.

En la época en que Rosendo Villarreal Dávila era alcalde de Saltillo los terrenos de Zincamex fueron usados como garantía de préstamos por el Ayuntamiento de Saltillo. Este fue uno de los más sonados actos autoritarios del Hitler de Saltillo, pues el panista solicitó para rescatar la ciudad algo así como 5,000 millones de viejos pesos. El asunto se ventiló en la prensa durante unos tres años después de que Adolfo Hitler Villarreal Dávila dejó la alcaldía y no paró hasta que su sobrino Manuel López Villarreal pagó el adeudo con las instituciones bancarias.

En la década de los 90 los priistas se daban vuelo recordándole al entonces Senador de la República el hecho de haber atravezado el patrimonio municipal sin autorización del Congreso del Estado.

La postura tanto de los panistas como de los priistas parecía ridícula.

Cuando finalmente el asunto fue zanjado al pagar a los bancos el Ayuntamiento de Saltillo, una parte de los terrenos pasó a manos de la Universidad Autónoma de Coahuila y otra quedó como reserva territorial del Ayuntamiento capitalino. La Universidad construyó en su parte un complejo deportivo mientras las autoridades municipales no quisieron saber nada de estos terrenos donde miles, tal vez millones de metros cúblicos de desechos de zinc y plomo se encuentran al aire libre.

Actualmente ninguna de las dependencias que por ley deberían investigar si esos desechos contienen metales pesados como residuos de radio y uranio, no han hecho nada, pues tanto en la dirección de ecología municipal como en la Secretaría del Medio Ambiente y la misma Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente (Profepa) se hacen de la vista gorda.

Lo anterior, porque es preciso recordar que de la pechblenda María Curie logró aislar el radio, elemento 300,000 veces más radiactivo que el uranio. Tanto el complejo deportivo de la universidad como la gente que habita las colonias aledañas a la vieja Zincamex podrían en estos momentos estar cerca de una fuente radiactiva de baja intensidad. No habrá manera de comprobar esto si las autoridades ecológicas no toman cartas en el asunto.

Por lo pronto, la tarde del martes la atmósfera recibió durante cinco horas una inyección letal de contaminantes que afectan la capa de ozono y contribuyen al calentamiento global. El incendio también afectó de manera directa a los habitantes de las colonias ubicadas en el norponiente de Saltillo.

Desde los primeros minutos del incendio se dijo que la bodega de equipo de refrigeración pertenece a la empresa Mabe que fabrica refrigeradores. Por lo tanto, se puede deducir los tanquecitos de gas refrigerante tronaron durante el incendio y vaya usted a saber qué otros elementos tóxicos viajaron a la atmósfera y a las fosas nasales de los pobladores de este sector.

Esto nos dice que ninguna de las dependencias encargadas de mantener el equilibrio del medio ambiente cumple con sus funciones, porque no cuenta con un padrón de las empresas potencialmente contaminantes.

Pero todavía hay más: el incendio dejó al descubierto la corrupción. Primero, porque si esos terrenos pertenecen al Ayuntamiento de Saltillo, ¿quién o quienes permitieron que se estableciera un brazo de la empresa Mabe?

Segundo, en la entrada de Zincamex existe una manta en la que se ofrecen terrenos en venta y en renta. Insisto, ¿Es o no propiedad del Ayuntamiento de Saltillo?

Total que este incendio no sólo alcanzó equipo de refrigeración de la empresa Mabe, sino que en los próximos días la quemazón alcanzará a muchos funcionarios municipales, estatales y federales.

Mientras esto sucede en la realidad, los profesores de secundaria viven una realidad virtual enseñando las partes de la célula a sus alumnos en lugar de volcarse a tratar los grandes temas ecológicos que potencialmente afectan a la población. Por eso nuestros alumnos son los últimos en ciencias, matemáticas y español.

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