sábado, 16 de octubre de 2010

La discriminación de los homosexuales (Disculpas a Serendy)

En Saltillo hasta Sa-catón cuenta chistes de jotitos y no es raro en él, pues nunca ha ocultado que forma parte de la ultraderecha rabiosa de este país. La iglesia católica es su placenta del más allá y sus jerarcas son sus amigos. El cronista de Saltillo es amigo de Perberto Rivera Carrera, de Juan Sandoval Iñiguez y de Pancho Grillalobos Pandilla. No así de Raúl Vera López.

Por eso Sa-catón no aborda estos temas en sus columnas que le publican tanto los diarios local y nacionales. Avala, con su silencio cómplice y vergonzoso lo que dice Emilio González, (a) Etilio acerca de que la comunidad homosexual le produce “asquito” y el concepto de minoría simple a la que alude Juan Sandoval Iñiguez.

Aunque miserable, desde su pobreza, el pueblo mexicano desprecia a esa minoría simple del 10 porciento de la población mexicana, pues según cálculos conservadores, la décima parte de los habitantes de este planeta, algo así como 700 millones de personas, tanto hombres como mujeres tienen preferencias sexuales que se alejan de la “normalidad” entre comillas.

Desde las escuelas primarias los homosexuales son rechazados, los niños se ríen de ellos, les dicen jotitos y los condenan a un estado de ostracismo social y de sufrimiento atroz, pues bien ha escrito Kinsey quien antes de ser sexólogo fue biólogo que no hay homosexual bien adaptado y feliz.

La polémica sobre este tema sigue abierta, pero una polémica de este tipo en un pueblo de analfabetos funcionales donde se leen 2.7 libros per capita al año, se convierte en chisme de vecindad. Un chisme de vecindad que tiene el soporte de la opinión de los altos mandos de una iglesia católica que no completaría con la eternidad para quitar de su rostro la materia fecal que ha acumulado desde el nacimiento de Cristo.

Perberto Rivera, protector de pederastas y ladrones de la Basílica de Guadalupe tiene meses opinando en contra de las bodas gay aprobadas por la Asamblea del Distrito Federal. Juan Sandoval de cacofónico nombre, llama minorías ridículas a los homosexuales y yo me pregunto, ¿por qué meter más leña al fuego en un país que arde, que se consume en medio del desempleo, de la violencia, de la inseguridad, de la falta de justicia?

Definitivamente, los homosexuales tienen derecho a existir al margen de las opiniones cuadradas de los jerarcas de la iglesia católica como Perberto Rivera y Juan Sandoval Iñiguez.

El obispo de Saltillo los defiende a través de la fundación San Elredo, Elenita Poniatowska, y Jesusa Rodríguez los defienden con sus opiniones y su trato, Eduardo Galeano escribe a su favor, porque saben que los padres de tantos y tantos homosexuales sufren por su rechazo.

Rosa Montero, escritora española en su libro Amores y desamores que han cambiado la historia escribió con pasión un texto en el que reescribe el sufrimiento de Oscar Wilde y su relación con Sir Alfred Dowglas su amante en los tiempos en que en Inglaterra la homosexualidad era perseguida. El escritor Oscar Wilde pasó varios años en la cárcel por un delito del que nunca fue culpable: la homosexualidad.

Veo los toros desde la barrera Brother y así como tenemos piedad de estos animales, también debemos tener compasión por esa minoría ridícula del 10 porciento de los homosexuales. En cada hogar puede haber un jotito. Son tan débiles que ni siquiera en tu democrático programa pueden defenderse.

Apliquemos la máxima que de jóvenes discutíamos de Voltaire: puedo no estar de acuerdo con usted, pero defenderé hasta el último momento su derecho a decirlo.

Así, en el fenómeno homosexual podemos no estar de acuerdo con ellos, pero estamos obligados a defender su derecho a existir.

1 comentario:

  1. Tu nota es de lo más contradictoria, inicias defendiendo una postura en contra de la homofobia y atacando a aquellos de mente cuadrada que la satanizan pero terminas manifestandote tan homofóbico como ellos, solo que con la displicencia de tolerar y de defender algo en lo que ni crees ni tampoco respetas. Alquien que crea en el derecho que tiene una minoría de que se respeten sus derechos humanos no les llama "jotitos" que por si no lo sabes es un término despectivo y una ofensa.
    Me parece escandalosamente insultante tu frase: "En cada hogar puede haber un jotito. Son tan débiles que ni siquiera en tu democrático programa pueden defenderse". No se trata de tener compasión sino de tener respeto y de reconocer que somos iguales, no necesitamos de una protección paternalista sino de reglas que reconozcan la equidad y que permitan a cada quien labrarse su destino en igualdad de circunstancias. Porque el hecho de que para algunos homosexuales sea dificil ser felices tiene más que ver con la sociedad homofóbica que o rechaza o compadece, que con la realidad de ser homosexual.

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