domingo, 31 de octubre de 2010

El infierno: los picaderos de Ciudad Juárez

Reportera: Patricia Dávila
(Proceso)

Fotos: Germán Canseco

En Ciudad Juárez, cuya fama arrastra feminicidios, ejecuciones y guerra entre narcotraficantes, un viaje al infierno en la tierra está a la mano de cualquiera… Son cientos, miles de picaderos de heroína, en donde seres que apenas llevan nombre, mujeres que ya no sueñan, jóvenes que viven para la droga y se drogan para “vivir”, capaces aun de matar por ella, deambulan como autómatas en medio de la podredumbre y el olvido oficial. La reportera y el fotógrafo de Proceso se internaron en este inframundo, y en este reporte especial lo muestran tal como es: descarnado, enfermo, delirante…

CIUDAD JUAREZ, CHIH.- Piltrafa humana, a Eduardolo inunda un inesperado ataque de pudor. Siempre indiferente a las miradas, ahora le incomoda la promiscuidad del sitio. Por ello gira su harapienta figura hasta darle la espalda a sus compañeros. Sus ojos navegan en el extravío, su respiración se agita…

Titubeante, la mano izquierda hurga en una de las bolsas de su pantalón. Saca un envoltorio de plástico. De reojo lo mira: parece un diminuto caramelo

Se tranquiliza. Su cuerpo, con sobrepeso, huele mal.

Solitario en la faena, deposita el dulce en el fondo de una lata de cerveza, le agrega agua, activa un encendedor, le da calor hasta que aquello se transforma en un líquido café. De otra bolsa de su pantalón, como un mago transformando el aire en palomas, aparece una jeringa desechable. Está usada, pero con ella absorbe la sustancia. Se la lleva a la boca, la atenaza con los labios resecos. Un ataque de ansia lo estremece…

Tembloroso, se desabrocha, baja el cierre de su pantalón, que se le escurre por los muslos. Encorva las rodillas. Evita que la prenda caiga. Sus nalgas quedan al aire… No lleva trusa. Con su mano derecha recupera la jeringa usada. Experto en el trámite, se cerciora de que fluya el líquido. La mano izquierda, entre tanto, sostiene su pene erecto. Y ahora la derecha apunta ya sobre la hinchada vena del miembro.

Tras el pinchazo –40 rayas (0.40 mililitros) de heroína disparadas de golpe al torrente sanguíneo–, la contorsión…

Instalado en su efímero paraíso, respira con los ojos cerrados. Su mirada se aviva, las facciones de su rostro se suavizan. Y entonces sí, luego de un intento por acomodarse la ropa, se integra a la comunidad. Inicia la plática con sus compañeros de viaje: alrededor de 20 congregados en ese mediodía de un jueves de junio.

Unos se inyectan, otros alistan la infusión, uno más arregla un cigarro de cocaína. Alejado un poco, otro se prende con una piedra.

–¿Por qué se inyecta, o filerea, como se dice aquí, en el pene? –pregunta la reportera a Julián, exadicto que presume 12 años sin reincidencia en el consumo de heroína y quien por ello es respetado ahora en este inframundo.

–Se filerea en el pene –responde– porque es el

único lugar en que las venas están sanas. El resto del cuerpo: brazos, piernas y cuello, ya se lo destrozó.

Eduardo se infiltra hasta tres veces al día en la vena bulbouretral. Es asiduo visitante de la zona conocida como Las Tapias, una de entre miles que existen en la ciudad y en las que personas de cualquier sexo y edad (cada vez más jóvenes) se concentran para aplicarse droga, especialmente heroína. A estos lugares se les conoce como picaderos.

Para llegar a estos refugios, conseuir el veneno e inyectarse no se requiere de un mapa secreto ni de un guía que lo lleve por los escondrijos de esta ciudad tocada permanentemente por la violencia. No, los picaderos pueden encontrarsea dos cuadras del Zócalo, del mercado principal o la presidencia municipal. Aquí todos saben dónde se ubican: a unos pasos de los operativos del Ejército, de la Policía Federal, de la fuerza pública estatal y municipal.

–¿Cuántos picaderos hay en la ciudad? –se le inquiere a Julián, a quien se le menciona que en 1989 el PRI local manejaba la cifra de 10 mil.

–No hay una cifra exacta, pero creo que el número ha disminuido. Actualmente se calcula que existen alrededor de 6 mil.

Por lo pronto, la incursión de las Fuerzas Armadas provocó que se modificara el precio de la dosis. Antes de la llegada del Ejército –finales de marzo pasado– se pagaban 50 pesos por 40 rayas. A partir de los operativos esa dosis llega a cotizarse hasta en el doble.

Conocida internacionalmente como la ciudad de “las muertas de Juárez” debido a los cientos de feminicidios impunes cometidos aquí, y más recientemente por la guerra entre bandas del narcotráfico –que en lo que va del año arroja un saldo de mil 100 ejecuciones–, esta región fronteriza se encuentra prácticamente tomada por el Ejército.

El motivo de la presencia militar es precisamente la guerra que libran esas bandas. Según declaraciones de autoridades locales de seguridad pública, el líder del cártel de Sinaloa, Joaquín El Chapo Guzmán, insiste en disputarle la plaza al cártel comandado por Los Zetas y sus hoy aliados: los hermanos Beltrán Leyva y el cártel de Juárez, que dirige Vicente Carrillo Fuentes. A su vez, este cártel lidera al grupo de expolicías conocidos como La Línea, que junto con la banda de Los Aztecas controlan la venta de droga en esta ciudad fronteriza desde 1989.

Las Tapias se ubica en la colonia Barrio Alto. La conforman cuatro de los picaderos más grandes de Juárez, tres fijos y uno ambulante. Los operadores de esta zona son conocidos como Los Pilullos, quienes son controlados por Los Aztecas.


Sentada en el piso con las piernas extendidas, María, de 32 años, acaba de “meterse” 0.40 mililitros de heroína. Por unos segundos su rostro deja ver la extraña serenidad que le proporciona la invasión de la droga.

–¡Estoy embarazada! –grita de pronto.

La joven viste ropa limpia: un short blanco y una amplia camisa a rayas color café y blanco, en la que apenas cabe su abultado vientre. Los rizos de su pelo negro caen sobre su cara y cuello. No se inmuta cuando suelta el dato: “estoy a 10 días de parir”.

A pesar de tener dos hijos de 18 y 12 años, dice que el que espera es como si fuera el primero porque los otros viven con su abuela. “Me los quitó por adicta”, asume.

Sin dificultad, se instala en la confidencia. Cuando tenía seis meses de embarazo acudió al doctor para que la ayudara a dejar la droga: “Me dijo que no, que en todo caso será hasta que yo dé a luz”.

–¿Le explicó por qué?

–Sí. Dijo que si dejo de picarme mi bebé se muere porque ya lo volví dependiente a la droga. Sólo me dio ácido fólico (tratamiento para evitar que venga con defectos de nacimiento en el cerebro y la médula espinal).

–¿Qué piensan tú y tu esposo de lo que dijo el médico?

–Sentí feo, ya perdí a dos hijos y puedo perder a éste.

Mi esposo tenía la esperanza de que al casarnos dejara de drogarme. Pero no pude.

Su marido, dice, es quien le financia la droga: “Sabe que salgo a conseguirla, pero no le digo adónde. Si conociera este lugar –Las Tapias– no me dejaría regresar aquí”.

En todo su embarazo, María sólo fue una vez al médico. No se hizo ningún ultrasonido. A estas alturas de la gestación ignora el sexo de su bebé. La próxima madre reposa su espalda en el muro, sus brazos caen a los lados de sus caderas. Con sus manos se acaricia el vientre.

Muy cerca de ella, Martha y su esposo, sentados también en el piso, escuchan el relato de María. Martha, explica su pareja, cumplió seis meses de embarazo el 18 de junio. Acaban de inyectarse, pero están en alerta. Esperan el arribo de los militares. “Todos los días vienen”, arguye Martha. “Hace dos meses llegaron cuando estábamos comprando… Todos corrieron, también el vendedor. Por mi estado, mi esposo se quedó a esperarme y lo agarraron. Dijeron que él era el distribuidor”.

Los de la migra, dicen, pueden llegar en cualquier instante. Y aunque golpean a los adictos y les quitan la droga, éstos regresarán al picadero porque, sostienen, no hay alternativa.

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Es mediodía. La reportera y el fotógrafo ingresaron a la zona de los picaderos de Las Tapias acompañados por Julián y Manuel, ambos exadictos, que ahora forman parte del programa Compañeros, que se dedica a combatir enfermedades como el sida y la hepatitis C, a las cuales los drogadictos son más propensos.

Llevan cajas con 800 jeringas desechables, conocidas en estos bajos fondos como cuetes. La aguja tiene un milímetro de calibre y 0.5 de grosor.

“Son especiales para nosotros, no se desperdicia nada”, dice satisfecho un heroinómano en medio de su éxtasis.

Julián y Manuel llevan también cuatro botes grandes, llenos de caramelo macizo y dos cajas de jugos. Lo dulce es bueno para calmar la ansiedad causada por la malilla que deja la falta de droga, explican los voluntarios.

La calle en que estacionan el automóvil está desierta. De la cajuela bajan los cuetes, los dulces y los jugos. De la nada aparece un joven como de 25 años. Quiere intercambiar 15 jeringas usadas. Las cuenta una a una mientras las deposita en un recipiente rojo y toma las nuevas.

En cosa de segundos, Julián y Manuel están rodeados por una decena de adictos. Desde las casas cercanas llegan más personas. De la cuadra siguiente también. Todos se dirigen al auto de los voluntarios. La dotación de cuetes vírgenes se agota pronto.

Los voluntarios acuden una vez a la semana a este lugar. Gracias a esta labor consiguen disminuir –mas no desparecer– el riesgo de que una jeringa sea usada más de una vez. Por ello, cuentan Julián y Manuel, han enseñado a los adictos a “desinfectarlas con alcohol o cloro”.

De uno de los picaderos de Las Tapias asoma Daniel, hombre joven, alto, de pelo lacio color negro que reconoce a Julián y lo invita a entrar. En el interior del cuartucho, al fondo, descansa Ismael, el dueño, en una cama matrimonial. Además de la cama hay tres sillones, y hace las veces de mesa una vieja hielera de unicel donde los “clientes” preparan la dosis.

A dos jóvenes la malilla les pegó desde temprano. Malamente pueden coordinar sus movimientos y su habla. No habían conseguido dinero para curarse, pero ya están ahí. Piden su cuete nuevo y entregan el usado. Daniel les da la cuca, el fondo de una lata de cerveza parada al revés y donde se forma una especie de cazuelita. Los adictos la utilizan para disolver y calentar la heroína.

Sobre la cuca, los dos jóvenes colocan una minúscula mota de algodón –de apenas unos tres milímetros de diámetro– que sirve, dicen, para absorber sustancias como el café, con las cuales los vendedores rebajan la droga.

Uno de ellos se filerea en el antebrazo derecho, pero el líquido no fluye, la aguja se tapó. Lo intenta en el izquierdo, muy cerca de la axila. Tiene éxito. Adentro del baño, sentado en una silla, un harapiento con la piel plagada de mugre se pica entre los dedos del pie derecho. Cuando termina, con dificultad desliza la callosa extremidad dentro de un desgastado tenis sin agujeta. El pie izquierdo lo acomoda en una sandalia “pata de gallo”. Apenas puede andar, sale cojeando. En el baño se observa un bote blanco de 40 litros repleto de cucas y, a su lado, una caja igual de llena.

Para entonces, en solo 15 minutos, el procedimiento lo repiten nueve que llegaron “bien locos”, describe Daniel. Por usar el picadero los adictos pagan una gota (10 mililitros) de heroína que dejan en el recipiente y que es recolectada por Daniel en otra jeringa hasta llenarla. Así juntan las ocho dosis que entre su patrón y él consumen al día.


“En su mayoría, los picaderos son operados por usuarios con problemas de adicción muy fuerte. Los tienen para resolver su situación de consumo, no para hacer dinero”, explica María Elena Ramos, directora de Compañeros, que atiende 50 picaderos fijos y 15 ambulantes, y quien fue el primer contacto de los reporteros para ingresar a esos lugares.

Ahora es Ismael quien autoriza el acceso de los visitantes a otro picadero de Las Tapias, situado a unos pasos de su casa. Al fondo, en los dos cuartos que conforman este punto de adicción, se pierde un grupo de aproximadamente 30 hombres y mujeres andrajosos y despeinados. Esperan al vendedor de droga.

Huele a orines. Huele a vómito, a mariguana. Huele a cocaína. Huele a piedra…

El aire es denso, provoca náuseas. La cabeza duele. De todo se consume ahí. Entra un distribuidor. Se percata de que hay extraños. Inicia la venta a la discreta, primero fuera del cuarto, pero después ya no importan los desconocidos: el tráfico es abierto.

El vendedor se confunde entre los consumidores…

Aturdidos por el ansia, los adictos no reparan en visitas de extraños como los reporteros. Mucho menos cuando se están filereando, aunque conforme pasa el efecto de la droga reaccionan y se intimidan ante los desconocidos.


Instalado a la mitad del cuarto, Martín, adicto también a la heroína, es diestro para filerear el cuello, directamente en la yugular. Igual que la vena que recorre el pene, esta arteria es gruesa y fácil de localizar. Martín no recuerda cuantos años lleva haciéndolo, pero sus clientes, que se cuentan por decenas, tienen el mismo problema: el único conductor que les queda útil está en el cuello.

Hacen fila. Esperan pacientemente su turno. Gozan con los pinchazos que recibe el de adelante… En tan solo 30 minutos, por las manos de Martín han pasado 10 de sus compañeros de cuarto.

Encabeza la fila Domingo, le sigue Sara, quien no quita la vista de la yugular de su compañero. Su rostro hace un gesto de disfrute al observar cómo poco a poco le penetra la heroína. Es su turno. Lleva la cabeza hacia atrás, deja la piel de su cuello estirada, cierra lentamente los ojos. Goza antes de que la aguja la penetre. Martín le dispara la carga de heroína. Sara abre la boca con deleite. Le escurre saliva. Está en éxtasis.

Todos han recibido su primera dosis del día. Alrededor de las cuatro de la tarde les toca la segunda. Antes de llegar al picadero tuvieron que haber resuelto el problema de la lana.

–¿Qué han hecho por conseguir la droga? –se le pregunta a Marcelo, encargado del picadero y también adicto.

En la puerta, Alma, una mujer delgada, bajita y muy morena, con brazos y cuello desfigurados por tanta cicatriz, responde: “La malilla nos hace robar, asaltar a la gente y hasta matar, porque necesitamos la droga en nuestro cuerpo”.

Una joven de aproximadamente 18 años, alta, esbelta, hermosa pero desaliñada, interviene: “La droga nos transforma. Me puedo tirar (matar) a quien sea por ella”. Esta mujer se reserva su nombre, pero sube su falda. Muestra su pierna derecha: es una brasa debido a la infección por las filereadas. Junto a ella, otro adicto enseña la pantorrilla: también está hecha una desgracia por las cicatrices e infecciones. Uno más exhibe los antebrazos, comidos por las llagas.

Pero ese dolor no es nada. Es soportable, a diferencia del que provoca la falta de la droga.

Alma, quien intervino primero, ya no le hace caso a nadie. Camina como entre nubes, tranquilamente se abre paso y se refugia en una esquina del derruido cuarto. Sentada en el piso, se acurruca. Se pierden sus ojos, su rostro, su pecho, prácticamente hasta su respiración.

Las graves laceraciones que los adictos se ocasionan en el cuerpo, explica la directora de Compañeros, María Elena Ramos, únicamente son atendidas los jueves durante las campañas de intercambio de jeringas, ya que, se queja, las autoridades de salud en el estado se niegan a auxiliar a estas personas. Ramos cree que este tipo de lesiones, que van pudriendo la carne, se producen porque las drogas pueden estar siendo rebajadas con sustancias tóxicas.

Rumbo al oriente y poniente de Ciudad Juárez se concentra el mayor número de picaderos, donde los adictos le pegan a todo: a la piedra (bicarbonato de sodio, agua y raticida), que se fuman con una pipa fabricada con un trozo de antena para TV, con un foco o con papel aluminio; al agua celeste (químico que inhalan similar al thinner); a la mariguana; a la heroína, e incluso al mezcal… Igual hacen mezclas, como el speedball (combinación de cocaína con heroína), que también se inyectan.

En otra de las colonias visitadas por los reporteros de Proceso, la San Antonio, operan dos picaderos. Cada uno recibe más de 100 usuarios por día. Los dueños de este picadero son Lalo y Juan. El primero tiene 35 años, pero parece de 50; al segundo se le calculan 60, aunque tiene 42.

Este picadero es frecuentado por Hugo, al que apodan El Locutor, quien en una garrafa de plástico lleva un litro de mezcal. Dice que el dinero no le alcanzó ni para una dosis de heroína. Sus brazos están hinchados, tienen bolas moradas y grandes agujeros amoratados de los que escurren hilos de sangre. Toma una cobija del piso, le quita los pedazos de tierra dura y se limpia con ella. En su brazo izquierdo se forma una torta de sangre… Mete la jeringa en el mezcal, la llena, deja caer un poco en el brazo manchado y lo vuelve a limpiar. Se lleva la jeringa a la boca, se vacía otro chorro y lo traga. Luego se inyecta lo que queda. Repite la operación enseguida y luego otra, y otra y otra vez. La sangre no deja de fluir.

Pegada a la colonia Bella Vista está la Alta Vista. En ésta operan cinco picaderos fijos. Las dos colonias son controladas por Los Aztecas. Aquí resulta imposible visitar un picadero. El recorrido se realiza en automóvil. En cada calle hay vendedores en bicicleta, sentados en la banqueta bajo un árbol, en una ventana, en una puerta, en una tienda o en la cancha. Todos vigilan: desde las amas de casa hasta las niñas chifladoras, que dan el aviso cuando detectan a un extraño.

Debido a picaderos como éstos y a la presencia de los grandes cárteles de la droga, Ciudad Juárez mantiene el primer lugar en consumo de heroína en el país, por arriba de Tijuana.

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Recorren el cuartucho como si estuvieran en la intimidad. Una joven mujer se acerca a un hombre que en la mano izquierda sujeta un refresco. Se coquetean. Se disputan, jugueteando, la posesión del envase. Él le cruza un brazo sobre los hombros y alcanza a deslizar su mano dentro de la roja blusa. La mujer aprovecha el manoseo para quitarle el líquido. Él avanza. La besa en el cuello y con la mano que tiene libre le toquetea la vagina.


Ambos se acaban de infiltrar. Se refugian en un rincón de la habitación, pero ninguno de los habituales usuarios de estos espacios se interesa por el espectáculo de sexo en vivo.

La promiscuidad es asunto de todos los días…


Policías asesinan a Angélica Galindo Sánchez y sus dos hijos.

Hago la siguiente reseña por el asesinato de Angélica Galindo Sánchez y sus dos hijos que murieron bajo las balas asesinas de los cobardes policías estatales que hoy se niegan a reconocer su crimen y se escudan en el resultado de las bajas pasiones para buscar la impunidad.

Angélica Galindo Sánchez era hija de Eleazar Galindo Vara quien fue alcalde de Saltillo del 1 de diciembre de 1988 hasta el 30 de junio de 1990 en que Eliseo Mendoza Berrueto lo obligó a renunciar.

En 1987 Eleazar Galindo Vara andaba en campaña en busca del voto popular que lo conduciría a la alcaldía de Saltillo. De humanidad robusta y prístina mirada de hombre bueno, el candidato usaba una gorrita de beisbolista, que como ahora dicen los muchachos, lo hacía ver ‘bien reba…’.

Galindo Vara venía a sustituir a Carlos de la Peña Ramos a quien una prolongada campaña del periódico Vanguardia lo había motejado como el Cabal. A él le había tocado uno de los períodos más duros, en que la república se debatía en medio de la pobreza por los errores de los priistas encumbrados en los altos mandos del país; sin embargo, la gente y los mapaches seguían rellenando las urnas con votos a favor del PRI; ahora ya no hace falta eso, pues la Tarjeta de la Gente ha suplido las viejas prácticas mapacheras.

De esa manera, la campaña de Eleazar no era más que mero trámite, pues desde el momento en que había sido nominado por su partido, ya se sabía que él sería el próximo presidente municipal de Saltillo, por eso, el candidato no tenía necesidad de adoptar una imagen de intelectual ni de don Chinguetas, pues todo mundo sabía que venía de los campos de béisbol, y había sido ungido como aspirante a la alcaldía por los intereses de Arturo Berrueto González, a la sazón, el operador político de Eliseo Mendoza Berrueto, quien ya se preparaba para sustituir al Diablo de las Fuentes en la gubernatura de Coahuila.

Eleazar no sabía que con su triunfo en las urnas llegaba su desgracia. Durante los primeros dos años de su administración, pasaba de los apuros para el pago de nóminas al ridículo de su policía montada que no resolvía el problema de la inseguridad pública en las decenas de colonias que en los años anteriores habían crecido en los arrabales, como los hongos después de la lluvia.

El transporte público era un verdadero caos. Los choferes y concesionarios, armados con viejas unidades no cumplían con los horarios y Saltillo estaba convertido materialmente en un bache, pues las calles después de las lluvias veraniegas parecían la superficie marciana, con miles de cráteres. Esto, por supuesto mantenía irritados a los automovilistas que exigían también, vías rápidas de comunicación en la ciudad.

Muy pocos conocen, aparte de los actores de la época, los motivos que tuvo Eliseo Mendoza Berrueto para dejar en la orfandad política y económica a Galindo Vara. Pero Eleazar no sólo era víctima de la soledad sino de lo inquina del gobernante, quien desde palacio rosa pagaba a Armando Castilla Sánchez para que lo denostara.

La campaña periodística estaba a cargo de un profesor miserable espiritualmente, de nombre Juan Antonio Rodríguez Samaniego, que en estos días entrega en abonos la zalea y no falta mucho para que empiece a cocerse a fuego lento en el infierno quien se solazaba desde las páginas del vespertino Extra llamándolo el alcalde chatarrero. En esos tiempos el Extra se escribía mojando las plumas en tinteros de materia fecal.

Resulta que en su desesperación por cumplir con los compromisos monetarios inherentes a su cargo, Eleazar se había visto en la necesidad de vender la chatarra de los corralones municipales porque Eliseo no le aventaba ni un quinto de las participaciones municipales, la prueba es que la obra cumbre de este trienio inconcluso fueron los barandales del viejo puente de la calle Lerdo de Tejada cruz con las vías ferroviarias, construido en 1904 para facilitar la llegada de los muertos, al panteón San Esteban.

El país estaba herido de muerte por las crisis galopantes y la corrupción de la clase gobernante; sin embargo, el PRI seguía conservando la hegemonía política en medio del engaño electoral, al grado de que en Saltillo, muy pocos pensaban que el PAN podría alzarse con la victoria el 28 de octubre de 1990.

Eliseo Mendoza Berrueto, el peor de los gobernantes que ha padecido Coahuila a lo largo de su historia, no sabía que al destruir a Galindo Vara estaba abriendo la puerta para que la ultraderecha rabiosa representada por Acción Nacional se metiera en la alcaldía de Saltillo.

En 1990, un año antes de que llegara a su fin la administración de Eleazar Galindo Vara los saltillenses asistíamos a un linchamiento político ayuno de piedad. Desde el poder estatal Eliseo Mendoza Berrueto ordenaba el desprestigio del alcalde saltillense. Eleazar, el hombre bueno era el alcalde chatarrero, el inútil, el bueno para nada. Ya le habían saqueado las arcas municipales. No le enviaban las participaciones y el gobierno de la república con Miguel de la Madrid no daba para más. Los fantasmas del hambre y el desempleo recorrían los cuatro puntos cardinales.

En enero de 1991 Eleazar era conducido al CERESO estatal donde estaría hasta mayo de aquel año. Con él iba la contadora del programa Tierra y Esperanza Joaquina Montes Valdés, ya que el titular Juan Francisco Guerrero Jiménez se les había pelado y dos décadas después nadie sabe si lo mataron, lo pozolearon, lo enterraron vivo, o lo quemaron en leña verde. Así era la administración de Eliseo Mendoza Berrueto. Basta recordar dos crímenes: la muerte misteriosa de Eliseo Loera Salazar, el miserable labriego que dirigía la Sección 38 del SNTE y el asesinato de Enrique Ramos Dávila. No había piedad.

Después de aquellos hechos la mala suerte se ensañaría con Eleazar Galindo Vara pues luego de perder la Quinta Chilla, su propiedad emblemática ubicada en la Aurora se dedicaría a recorrer las cantinas de Saltillo en busca de los viejos amigos para implorar la copa. Ahí se daría cuenta de que la vida es ingrata: todos los viejos amigos habían desaparecido de su existencia.

Si en la edad madura había perdido un hijo, en el ocaso de su vida tuvo que llevar al cementerio a otra de sus hijas.

Casi un año después de su partida al más allá, Eleazar ha perdido a otra de sus hijas y dos nietos en condiciones que deberían avergonzar a la Fiscalía del Estado, pues según ha trascendido a través de los medios de comunicación, un policía alertó a sus compañeros diciéndoles: ¡No disparen, son civiles! Sin embargo, el antiguo guachoma del Fiscal dio la orden: ¡Fuego! Los siguientes segundos Angélica Galindo Sánchez manejaría su Avalanche unos 500 metros tratando de poner a salvo a sus hijos. No lo logró. La mala suerte se ensañaba con la familia de Eleazar Galindo Vara pues es seguro que los asesinos de Angélica y de sus hijos no pisarán la cárcel.

Por eso Brother yo te pido que me des un norte: ¿Dónde está la justicia en Coahuila? O acaso, ¿todos andamos norteados?...

martes, 26 de octubre de 2010

El ingenio de los moneros, una válvula de escape para el inconciente colectivo (da doble clic en los monitos para aumentar su tamaño.

Las transas de la CFE (Proceso)

Colosomanía tomada de Proceso

viernes, 22 de octubre de 2010

La corrupción en la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro que ya debería haber desaparecido...

Cuando yo era adolescente, los estudiantes de la Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro ya eran famosos en un pueblo que en 1970 tenía menos de 200 mil habitantes.

Los pelones de la Narro, como se les conocía a los novatos hacían de la calle Victoria la cantina más grande de Saltillo. Sus conductas quedaban impunes porque los policías les tenían miedo y los políticos pavor. Eran el cártel mejor organizado de la época. Los políticos priistas hablaban de que los agrónomos eran los nuevos magos que harían producir el campo mexicano con métodos científicos. En pocas palabras, serían los productores del maná bíblico del pueblo judío que vagaba por el desierto en busca de su libertad luego de ser esclavo de los egipcios.

Burros de entrada, machistas de botas picudas, novios de las estudiantes de la Benemérita Escuela Normal de Coahuila, los Pelones de la Narro constituían un fenómeno sociológico a estudiar, pues se sentían por encima de los estudiantes del Tecnológico de Saltillo y del Ateneo Fuente con quienes mantenían un pleito constante y por menos que quítame estas pajas se liaban a golpes en cualquier esquina como seres primitivos. No había motivos, sólo las razones que les dictaban las tripas remojadas en alcohol.

Al interior del campus universitario eran una partida de cobardes que abusaban de los estudiantes de nuevo ingreso y éstos a su vez, repetían la historia hasta el infinito. Las novatadas llegaron a su fin en 1977 luego de que un grupo de estudiantes quedó seriamente dañado. Eran tiempos de impunidad y no había resultados que justificaran la existencia de esta universidad agraria pues en el desierto mexicano no hacen falta ingenieros agrónomos sino agua. En el desierto mexicano las prácticas agrícolas son onánicas. De Onán (O-n-a-n) el personaje bíblico.

En 1975 en la vieja Zona de Tolerancia de la colonia González, un estudiante se liaba a golpes con un cobarde policía judicial. Para suplir su desventaja física el policía sacó su arma de cargo y asesinó al escolapio de la Narro. Esto desató la furia del Cártel de la Narro y bajaron en montón a exigir justicia al gobierno de don Eulalio Gutiérrez Treviño. Lograron una jugosa indemnización. En ese entonces estrenaban autonomía. De Escuela Superior de Agricultura pasaban a ser parte de la pomposa Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro. Empezaban los tiempos del saqueo, de la baja calidad académica, del manejo político de los estudiantes. Se comenzaba a generar el mito de la Narro, de sus estudiantes. Venían de todo el mundo. En la década de los 80 Mario Castro Gil dio vida al maíz enano que a más de 30 años de su nacimiento no se cultiva en México sino en China. En esa misma década los estudiantes egresaban y el gobierno lopezportillista les entregaba a cada uno una camioneta, unas botas picudas y una hielera de cerveza. Recorrían el desierto mexicano sin resultados.

En la misma década eran famosos los desfiles chuscos. Como sodomitas reprimidos, los estudiantes de la Narro salían del closet vestidos de mujer y desfilaban por las calles principales de Saltillo. Después del espectáculo, invariablemente había quejas de los dueños de los depósitos de licor y cerveza pues eran saqueados por los estudiantes de agricultura. Esto se terminó al despuntar la década de los 90 cuando Rosendo Hitler Villarreal Dávila era alcalde de Saltillo.

A partir de estos años, la clase política dirigente de esta universidad se empezó a dar cuenta de que la demanda para ingresar al campus universitario en calidad de alumno iba a la baja. El negocio se venía abajo mientras la perversidad de los rectores y de sus adláters buscaban rutas alternas para mantener viva la podredumbre en que se había convertido la universidad agraria. No batallaron mucho: irían por los pobres de los más pobres a los estados del sur del país. De esta manera, Saltillo empezaría a recibir a estudiantes de Guerrero, Morelos, Veracruz, Tabasco y Chiapas, entre otros.

La falta de empleo provocada por las recurrentes crisis económicas en que se ha visto inmerso el país haría que esos estudiantes, luego profesionistas sin empleo se quedaran en Saltillo al grado de que en uno de sus informes Enrique Martínez y Martínez llegó a reconocer que era imposible terminar con el rezago de la ciudad porque la población aumentaba un 10% cada año.

Todo lo anterior, sumado a la voracidad de las mafias que controlan una universidad con un presupuesto jugoso ha hecho que el campus universitario se convierta en un mugrero con niveles académicos bajísimos donde el poder se defiende con dientes y uñas. Así ha sido durante muchos años.

Hoy está inmerso Jorge Galo Medina Torres el rector que intenta sacar adelante el fraude electoral al estilo del viejo PRI porque Galo Medina es un anciano mapache con amplia experiencia en las prácticas nefastas del PRI.

En la Narro sólo falta meter la Tarjeta de la Gente y los Zapatos y los uniformes escolares. Todo a tono con la época. La Narro está convertida hoy en un basurero que debería avergonzar a los saltillenses. Es una universidad que desde hace mucho debió haber cerrado sus puertas pues a los gobiernos, tanto priistas como panistas les resulta más barato llevar limosna a los campesinos flojos que enseñarlos a producir.


lunes, 18 de octubre de 2010

Los profes burros le hemos partido la madre a nuestra lengua...

Nueva ortografía

Jacobo Zabludovsky

·

· MADRID.— No quise molestar a mi amigo Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española, para preguntarle si es auténtico el correo electrónico sobre una reforma a la ortografía de nuestro idioma. Lo encabezan los escudos de la RAE y de la Biblioteca Nacional Miguel de Cervantes. Copio textual:

“En vista de la evolución del castellano en los últimos años debida a las aportaciones realizadas por los jóvenes, la Real Academia de la Lengua (primer error: no se llama así) dará a conocer la reforma de la ortografía española, que entrará en vigor poco a poco para evitar confusiones.

Supresión de las diferencias entre c, q y k. Komo despegue del plan, todo sonido parecido al de la k será asumido por esta letra. En adelante pues, se eskribirá: kasa,keso, Kijote.

Sesimplifikará el sonido de la c y z para igualarnos a nuestros hermanos hispoamericanos ke convierten todas estas letras en un úniko fonema “s” Kon lo kual sobrarán la c y la z: “El sapato de Sesilia es asul”.

Desaparecerá la doble c y será reemplasada por la x: “Tuve un axidente en la Avenida Oxidental”. Grasias a esta modifikasión, los españoles no tendrán desventajas ortográfikas frente a otros pueblos, por su estraña pronunsiasión de siertas letras.

Asimismo, se funden la b kon la v; ya ke no existe diferensia alguna entre el sonido de la b y la v. Por lo kual, a partir del segundo año, desaparecerá la v. Y beremos kómo bastará kon la b para ke bibamos felises kontentos.

Pasa lo mismo kon la elle y la y. Todo se eskribirá kon y: “Yébeme de paseo a Sebiya, señor Biyar”. Esta integrasión probokará agradesimiento general de kienes hablan kasteyano, desde Balensia hasta Bolibia.

La hache,kuya presensia es fantasma, kedará suprimida por kompleto: así ablaremos de abas o alkool. No tendremos ke pensar kómo se eskribe sanaoria y se akabarán esas komplikadas y umiyantes distinsiones entre “echo” y “hecho”. Ya no abrá ke desperdisiar más oras de estudio en semejante cuestión ke nos tenía artos.

A partir del tercer año de esta implantasión, y para mayor konsistensia, todo sonido de erre se eskribirá kon doble r: “Rroberto me rregaló una rradio”.

Para ebitar otros problemas ortográfikos, se fusionan la g y la j, para ke así, jitano se eskriba komo jirafa y jeranio komo jefe. Aora todo ba kon jota: “El jeneral jestionó la jerensia”. No ay duda de ke esta sensiya modifikasión ará ke ablemos y eskribamos todos kon más rregularidad y más rrapido rritmo.

Horrible kalamidad del kasteyano, en jeneral, son las tildes o asentos. Esta sankadiya kotiodiana jenerará una axión desisiba en la rreforma; aremos komo el inglés, ke a triunfado universalmente sin tildes. Kedaran ellas kanseladas desde el kuarto año, y abran de ser el sentido komun y la intelijensia kayeresa los ke digan a ke se rrefiere kada bokablo. Berbigracia: “Komo komo komo komo!”

Las konsonantes st, ps o pt juntas kedaran komo simples t o s, kon el fin de aprosimarnos lo masimo posible a la pronunsiasion iberoamerikana. Kon el kambio anterior diremos ke etas propuestas okasionales están detinadas a mejorar este estado konfuso de la lengua.

Tambien seran proibidas siertas konsonates finales ke inkomodan y poko ayudan al siudadano. Así, se dira: “¿ke ora es en tu rrelo?”, “As un ueko en la pare” y “La mita de los aorros son de agustin”. Entre ellas, se suprimirán las eses de los plurales, de manera ke diremos “la mujere” o “lo ombre”.

Después yegara la elimiasion de la d del partisipio pasao y kanselasion de lo artikulo. El uso a impuesto ke no se diga ya “bailado” sino “bailao”, no “erbido” sino“erbio” y no “venido” sino “benio”.

Kabisbajo asetaremo eta kotumbre bulgar, ya ke el pueblo ya no manda, al fin y al kabo. Dede el kinto año kedaran suprimia esa de interbokalika ke la jente no pronunsia. Adema y konsiderando ke el latin no tenia artikulo y nosotro no debemo imbentar kosa ke nuetro padre latin rrechasaba, kasteyano karesera deartikulo.

Sera poko enrredao en prinsipio y ablaremo komo futbolita yogolabo, pero depue todo etranjero beran ke tarea de aprender nuevo idioma resultan ma fasile. Profesore terminaran venerando akademiko ke an desidio aser rreforma klabe para ke sere umano ke bibimo en nasione ispanoablante gosemo verdaderamente del idioma de“Serbante y Kebedo”.

Eso si:

Nunka asetaremos ke potensia etranjera token kabeyo de letra eñe.

Eñe representa balore ma elevado de tradision ispanika y primero kaeremo mueto ante ke asetar bejasione a simbolo ke a sio korason bibifikante de istoria kastisa epañola unibersa.

Hasta aquíel texto de la reforma tal vez falsa, pero. “Si non e vero e ben trovato”(discúlpeme: en español nos confunde la nueva ortografía, peor nos pasa en italiano): si no es cierto es bien hallado.

domingo, 17 de octubre de 2010

Vídeo censurado por la NASA

¿Qué hace un sa-cerdote homosexual por las noches?

Las noches romanas de los curas homosexuales
(Tomado de la Revista Denuncia (www.revistadenuncia.com

"Las noches bravas de los curas gays". Es este el título de la nota de tapa del semanario Panorama que salió a la venta hoy en los quioscos de Italia, y que revela la doble vida de algunos sacerdotes que viven en esta capital -centro del catolicismo debido a la presencia del Vaticano- que, de día, son normales curas que visten su hábito; mientras que de noche son hombres perfectamente integrados en el mundo gay romano.
Durante casi un mes un cronista de Panorama -revista editada por Mondadori, editorial del premier italiano, Silvio Berlusconi-, acompañado por un cómplice, se infiltró en el ambiente gay de esta capital. Así, descubrió una realidad inédita formada por sacerdotes que de noche participan de fiestas nocturnas con acompañantes de sexo masculino, tienen relaciones sexuales con compañeros ocasionales; frecuentan chats y reuniones gays.
Panorama describe especialmente tres casos: el de Paul, el de Carlo y el de Luca, nombres ficticios para proteger la identidad de los sacerdotes en cuestión. El primero es un francés de unos 35 años, que el cronista del semanario se encontró la noche del viernes 2 de julio en una fiesta gay de un local del barrio de Testaccio, en Roma.
Roma de noche. Durante esa velada, en la que participaban dos escorts varones que bailaban semidesnudos con el cura y con otros invitados (practicando luego sexo con algunos de ellos), se encontraba Carlo, el segundo cura, un italiano de entre 45 y 50 años. Esa noche, según el relato en primera persona de Panorama , termina en la casa de Paul, donde el cómplice del cronista antes le pide al cura de ponerse la sotana y luego mantiene una relación sexual con él, filmada por la cámara oculta.
La noche siguiente, Paul y Carlo citan al cronista de Panorama junto a su cómplice en el Gay Village de Roma. En esta ocasión, Carlo desaparece y aparece varias veces: luego explica que se vio obligado a hacerlo para evitar encontrarse con otras personas que conoce, otros curas o seminaristas. La noche termina también con sexo, siempre filmado por la camarita oculta. Otro día, Paul celebra misa sobre una mesa de su casa ante sus invitados.
En otra oportunidad, Carlo invita al cronista de Panorama a un restaurante del centro de esta ciudad, frecuentado según él por varios sacerdotes homosexuales. En la mesa de al lado hay una pareja: uno de ellos también es sacerdote, y el otro, su novio. "Carlo cuenta que ha descubierto sus verdaderas tendencias sexuales hace tres años, al entrar en el giro romano y frecuentando a otros sacerdotes. Jura que al menos el 98% de los curas que conoce es homosexual y que los demás reprimen su sexualidad: los más frustrados serían los que exhiben hábitos decorados con encajes", escribe el cronista de Panorama . "Dice que en la Iglesia de hoy, hay una parte «intransigente» que se esfuerza en no mirar la realidad, y otra más «evangélica» que reconoce y acepta el fenómeno de los curas gays", agrega.
Al finalizar la cena, Carlo llevó al cómplice de Panorama a su departamento, conectado con una estructura eclesiástica, y tiene una relación con él, también filmada por una cámara oculta. El cronista, por otra parte, filma a Carlo mientras celebra misa en una iglesia.
El tercer cura, Luca, también italiano, de 25 años, es hallado por Panorama a través de un chat homosexual en Internet. Hecho el contacto, Luca mantiene una relación con el cómplice del cronista en su habitación del barrio de Trastevere, frente a una iglesia misionera católica. "Después de la relación sexual, Luca abre su ropero y muestra sus hábitos sagrados [...]. Mientras acompaña hasta la puerta al amante ocasional le pregunta si quedó satisfecha su curiosidad de «tener relaciones sexuales con un cura». Luca cuenta que por lo general ocurre lo contrario: después del cortejo en chat, cuando dice que es cura muchos se escapan".
La respuesta de la Iglesia. Los sacerdotes homosexuales que lleven supuestamente una doble vida "por coherencia deberían revelarse", ya que "nadie los obliga a seguir siendo curas, aprovechando exclusivamente de los beneficios" que conlleva esa condición, afirmó la diócesis de Roma tras conocerse la investigación.
"Quienes conocen la Iglesia de Roma, donde viven también varios centenares de curas provenientes de todo el mundo -que estudian en sus universidades pero no forman parte del clero romano ni están empeñados en su pastoral- no se reconocen para nada en la conducta de estos expertos de la ´doble vida´, que no han comprendido lo que es el sacerdocio católico", aseguró en una nota.

sábado, 16 de octubre de 2010

Tom Y Jerry, El Gato Se Gana El Zapatazo (1)

La Chingamex (Zincamex) ¿Qué oculta la botarga Jericó Abramo Masso?

El incendio que se produjo el martes en los terrenos de la antigua Zincamex hace que los temas ecológico y de corrupción vuelvan a la mesa de discusión.

Esta empresa estatal que llegó desde Europa a mediados de la década de los 60 fue una de las más contaminantes, pues no dejó de arrojar desechos a la atmósfera hasta su cierre en la década de los ochenta.

Contaminante en grado superlativo en una época en que no estaba regulado el respeto al medio ambiente, día y noche, sus tres chimeneas pintaban de negro el cielo de Saltillo. Los habitantes de esta ciudad estábamos inermes ante Zincamex y la Compañía Fundidora del Norte del Grupo Industrial Saltillo. Entre ambas empresas envenenaban el ambiente y como Zincamex era del gobierno federal, nadie podía decir nada. Lo mismo sucedía con los poderosos dueños del GIS.

En estos días, sólo por encender un cigarrillo ya lo andan quemando a uno en leña verde.

La Zincamex tiene su historia aunque las generaciones de hoy ya no la conozcan.

La factoría funcionaba bajo el esquema de empresa paraestatal, por lo que produjo no sólo muchísimas barras de zinc sino una comalada inmensa de nuevos ricos. Los directores y sus ayudantes hacían y deshacían al interior de la empresa. Los obreros se encontraban adheridos al Sindicato de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos de la República Mexicana pastoreados en ese entonces por Napoleón Gómez Sada, sí, ya le atinó usted: el papá del ahora famoso Napito exiliado por estos días allá en Canadá.

En la época en que Rosendo Villarreal Dávila era alcalde de Saltillo los terrenos de Zincamex fueron usados como garantía de préstamos por el Ayuntamiento de Saltillo. Este fue uno de los más sonados actos autoritarios del Hitler de Saltillo, pues el panista solicitó para rescatar la ciudad algo así como 5,000 millones de viejos pesos. El asunto se ventiló en la prensa durante unos tres años después de que Adolfo Hitler Villarreal Dávila dejó la alcaldía y no paró hasta que su sobrino Manuel López Villarreal pagó el adeudo con las instituciones bancarias.

En la década de los 90 los priistas se daban vuelo recordándole al entonces Senador de la República el hecho de haber atravezado el patrimonio municipal sin autorización del Congreso del Estado.

La postura tanto de los panistas como de los priistas parecía ridícula.

Cuando finalmente el asunto fue zanjado al pagar a los bancos el Ayuntamiento de Saltillo, una parte de los terrenos pasó a manos de la Universidad Autónoma de Coahuila y otra quedó como reserva territorial del Ayuntamiento capitalino. La Universidad construyó en su parte un complejo deportivo mientras las autoridades municipales no quisieron saber nada de estos terrenos donde miles, tal vez millones de metros cúblicos de desechos de zinc y plomo se encuentran al aire libre.

Actualmente ninguna de las dependencias que por ley deberían investigar si esos desechos contienen metales pesados como residuos de radio y uranio, no han hecho nada, pues tanto en la dirección de ecología municipal como en la Secretaría del Medio Ambiente y la misma Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente (Profepa) se hacen de la vista gorda.

Lo anterior, porque es preciso recordar que de la pechblenda María Curie logró aislar el radio, elemento 300,000 veces más radiactivo que el uranio. Tanto el complejo deportivo de la universidad como la gente que habita las colonias aledañas a la vieja Zincamex podrían en estos momentos estar cerca de una fuente radiactiva de baja intensidad. No habrá manera de comprobar esto si las autoridades ecológicas no toman cartas en el asunto.

Por lo pronto, la tarde del martes la atmósfera recibió durante cinco horas una inyección letal de contaminantes que afectan la capa de ozono y contribuyen al calentamiento global. El incendio también afectó de manera directa a los habitantes de las colonias ubicadas en el norponiente de Saltillo.

Desde los primeros minutos del incendio se dijo que la bodega de equipo de refrigeración pertenece a la empresa Mabe que fabrica refrigeradores. Por lo tanto, se puede deducir los tanquecitos de gas refrigerante tronaron durante el incendio y vaya usted a saber qué otros elementos tóxicos viajaron a la atmósfera y a las fosas nasales de los pobladores de este sector.

Esto nos dice que ninguna de las dependencias encargadas de mantener el equilibrio del medio ambiente cumple con sus funciones, porque no cuenta con un padrón de las empresas potencialmente contaminantes.

Pero todavía hay más: el incendio dejó al descubierto la corrupción. Primero, porque si esos terrenos pertenecen al Ayuntamiento de Saltillo, ¿quién o quienes permitieron que se estableciera un brazo de la empresa Mabe?

Segundo, en la entrada de Zincamex existe una manta en la que se ofrecen terrenos en venta y en renta. Insisto, ¿Es o no propiedad del Ayuntamiento de Saltillo?

Total que este incendio no sólo alcanzó equipo de refrigeración de la empresa Mabe, sino que en los próximos días la quemazón alcanzará a muchos funcionarios municipales, estatales y federales.

Mientras esto sucede en la realidad, los profesores de secundaria viven una realidad virtual enseñando las partes de la célula a sus alumnos en lugar de volcarse a tratar los grandes temas ecológicos que potencialmente afectan a la población. Por eso nuestros alumnos son los últimos en ciencias, matemáticas y español.

Los gobernantes de Coahuila en el basurero de la historia

Brother:

Ayer, durante la entrevista que le hacías al alcalde de Saltillo pensaba rápidamente en los políticos del pasado. Me preguntaba por el leit motiv que mueve a los hombres en su búsqueda constante del poder en una sociedad funcionalmente analfabeta como la nuestra, donde la democracia es un mito porque los votos que entran en las urnas han tenido el precio del atraso en aspectos tan fundamentales como educación, seguridad y justicia.

Cuando el profesor Humberto Moreira Valdés hacía sus pinitos como Jefe del Poder Ejecutivo de Coahuila dejaba claro que una nueva camada de políticos lo acompañaría en su encomienda. Desdeñaba así a los políticos experimentados y anteponía su juventud en la empresa más importante que ha emprendido.

A casi cinco años de haber jurado como gobernador, Coahuila padece taquicardia, su corazón late aceleradamente mientras soplan los vientos de la sucesión gubernamental en medio del sopor que produce el control absoluto de todo lo que se mueva en la entidad.

Igual que en la Alemania nazi y en la Italia de Mussolini hay un solo bando, un solo partido. La bandera del Gobierno de la gente cobija por estos días a tirios y troyanos. No son tiempos en que se pueda disentir y esto se refleja en las columnas de los diarios. Quienes andamos en la quinta década de vida no recordamos tiempos en que el inconciente colectivo haya sido bombardeado con miles de mensajes en los que se da cuenta de la enorme obra pública que emprende el Gobierno de la gente.

Desde los condones y los zapatos de la gente pasando por sus farmacias, los puentes se yerguen majestuosos y ya empiezan a transformar al viejo Saltillo al que con cantera rosa le dio forma Óscar Flores Tapia. Lo mismo sucede en el interior del estado. Ni duda cabe que Coahuila avanza en la mayor parte de los rubros.

Sólo hay tres pintitos en este blanco arroz y tienen nombre: educación, seguridad pública y justicia.

Contrario a lo que decía Porfirio Díaz: en Coahuila hay mucha política y mucha administración; el gobernador Moreira debe empezar a tenerle miedo al juicio implacable de la historia porque a diferencia de Fidel, la historia no lo absolverá.

Sin educación de calidad la gente no puede exigir ni seguridad pública ni justicia.

¿De qué sirven los uniformes y los zapatos de la gente si el caprichoso hermano del gobernador de nombre Carlos, que regentea la Sección 38 del SNTE se opone al examen de oposición?

¿De que sirven los uniformes y los zapatos de la gente si las escuelas normales de Coahuila siguen produciendo a los profesores más impreparados del planeta?

Coahuila, en lo que va del sexenio ha tenido tres secretarios de educación pública y va por el cuarto, pero al final nos daremos cuenta de que de todos ellos no se hace uno.

Por eso vuelvo a la premisa planteada al inicio de mi comentario: los motivos que tienen los políticos para encaramarce en el poder, si esos motivos son tan primitivos, tan pavlovianos, tan de estímulo respuesta que hacen a la gente aplaudirle al gobernante en turno, pero que no tienen conciencia de la historia.

La administración estatal que hoy nos apabulla con mensajes de grandeza, es igual al gobierno imperial de Enrique Martínez y Martínez, similar al gobierno que parecía aspirar materia fecal de Rogelio Montemayor, y muy igual a los gobiernos chapuceros de Eliseo Mendoza Berrueto y José de las Fuente Rodríguez.

Todos los gobernantes del ayer se encuentran en el basurero de la historia.

El pueblo analfabeto sigue aplaudiendo a quienes transformen el presupuesto en migajas.

¿Humberto será la excepción a la regla? No creo, la historia no lo absolverá. Porque la historia, esa de los analfabetos funcionales, es implacable.

Gracias Brother…

Para el programa Dictamen Radiofónico que dirige Sergio Martínez "el Brother" en Radio Lobo, en el 610 de AM en Saltillo, Coah.,