miércoles, 29 de noviembre de 2006


Con fondo perredista y marco priista, como si su inconciente lo llevara a encender dos veladoras, en plena campaña política, el profesor Humberto Moreira Valdés intenta, a través de mensajes en las bardas, dar el brinco de gobernante a filósofo; al parecer, quiere que sus apotegmas compitan con los de Juárez, aunque suena bien, el lector avispado siente que al que sigue le sobra una palabra: “El maestro se funde con el alma colectiva de la gente”.
Aunque eufónico, al mensaje o le sobra gente o está demás el término colectivo, porque gente es un sustantivo que significa grupo de personas, con lo que la oración se torna tautológica, en aras de la grandilocuencia vana.
Definitivamente, el gobernador Moreira se escucha mejor pronunciando los terminajos de las bandas juveniles proclives a la violencia: “los federicos”, “a huevo me van a dar los recursos”, “me caliento”, “una coronela light”, etc.
En “a huevo me van a dar los recursos”, pudo haber hecho la aclaración de que “a huebo” significa por necesidad y entonces, el maestro hubiese enmendado la plana, pero como el uso del castellano no es su fuerte, los reporteros tuvieron que escribir “a huevo”.
Pecado menor.
Sin embargo, el ridículo apotegma moreireano puede quedar de la siguiente manera: “El maestro se funde en el alma colectiva”.
O tal vez así: “El maestro se funde en el alma de la gente”.
Pero en fin, ajustémonos al dicho popular: “Chango viejo no aprende maroma nueva”.

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