martes, 6 de marzo de 2007

Este texto fue publicado en el número 17 de la revista Territorio Libre en marzo de 2004.
EL CÓDIGO DA VINCI
¿Una novela blasfema?


Como si fuese poca cosa el impacto que han tenido en los distintos países las acusaciones de paidofilia, homosexualismo, violación de niñas y mujeres y el abuso de monjas por parte del alto clero católico, al despuntar apenas el tercer milenio surge un nuevo documento que cuestiona e impugna, y además acusa de ilegítima la autoridad del Papa para dirigir los destinos de la Iglesia.
El Código da Vinci, una historia que oscila entre el ensayo didáctico y la novela, es un texto que al menos en los últimos años, ha estrujado la conciencia del hombre en todo el orbe, al afirmar, con base en documentos, -considerados apócrifos por la autoridad eclesiástica- el carácter mortal de Cristo, su relación marital con Magdalena, su descendencia que llega hasta nuestro tiempo, el carácter machista de Pedro y los enjuagues legaloides de corte político, a los que tuvo que recurrir el Papa Constantino el Grande en el año 325, durante el Concilio de Nicea, para convertir en puta, a una mujer que tenía todos los derechos: marital, legal y de sangre, para ser la sucesora de su compañero Jesús de Nazaret.
La obra, que ya ha sido condenada por los siervos del Vaticano, oscurantistas y fanáticos, muestra el funcionamiento abyecto de una iglesia católica devaluada, arrinconada, corrompida hasta los tuétanos de sus hombres, que han ocultado la verdad sobre el carácter mortal de Cristo, y han hecho lo que les ha venido en gana con las multitudes famélicas, que desde la tierra mendigan un mendrugo de pan celestial.
Aunque la novela ha sido cuestionada en todo el orbe por las demoníacas plumas religiosas, hasta el momento, no han logrado que los clientes se retiren de las librerías, pues del texto de alrededor de 550 páginas, se han vendido tan sólo en Estados Unidos más de dos millones de ejemplares, en España alrededor de 300 mil y en México, un país tradicionalmente de escasos lectores, las ventas ya superan los 200 mil ejemplares vendidos, mientras en el Extremo Sur se han distribuido cerca de 50 mil en menos de 90 días.
Para la comentarista literaria del periódico El Mundo de España, El Código da Vinci es una lectura blasfema que ataca a la Iglesia y al Opus Dei, tan sólo porque expresa que sobre la base de la ignorancia que genera le fe en una Biblia que no fue hecha por Dios, sino por los hombres en una época de convulsiones sociales, se ha torcido el origen mortal del profeta de todos los tiempos, y aunque en el libro se reafirma el carácter grandioso y la gran influencia que sigue teniendo en el espíritu humano, esto no ha dejado contentos a los siervos del alto clero católico, y casi a gritos piden que el texto sea echado el fuego y su autor sea condenado a la hoguera como lo hacía la Santa Inquisición, el aparato represivo de la Iglesia durante la Edad Media que asesinó a más de 5 millones de mujeres bajo la acusación de brujería y de pacto con el demonio. Todo parece indicar que la Iglesia y los conceptos que permean a través de la ignorancia hacia las masas católicas, no han cambiado con el tiempo, pues el clero no permite siquiera que a través de la literatura se señalen los pies de arcilla histórica, que ya endeblemente lo soportan.
No obstante que El Código da Vinci ha sido ya condenado por los siervos del Vaticano que tienen espacios en todos los periódicos y revistas del mundo, su autor Dan Brown, sigue engrosando sus cuentas bancarias ante la desesperación de los católicos fanáticos del mundo, que desde su incapacidad mental alegan que es una novela blasfema, que no aporta pruebas.
Olvidan los católicos funcionalmente analfabetos que la corrupción que carcome el alma del alto clero, les ha impedido a ellos también lo mismo, pues durante 20 siglos, han sostenido una criminal idea dominante sobre conceptos pueriles, que no sólo ha alienado a las multitudes, sino que hna actuado como grilletes que aherrojan las almas proletarias. Los crímenes que el clero ha cometido en nombre de Cristo, el cinismo que ha caracterizado a los prelados a través de la historia, las violaciones de monjas y el abuso de menores por parte de los sa-cerdotes rasos, son sólo manchas de una serpiente pintita que repta por todos los confines de la faz de la tierra.
Con ayuda de los apuntes de cubierta, El Código da Vinci se puede sintetizar así: antes de morir asesinado, Jacques Sauniere el último Gran Maestro de una sociedad secreta que se remonta a la fundación de los Templarios, transmite a su nieta Sophie una misteriosa clave. Sauniere y sus
predecesores entre los que se encontraban hombres como Isaac Newton o Leonardo da Vinci, han conservado durante siglos un conocimiento del lugar en el que se
encuentra el Santo Grial, concebido no como la copa de Cristo, sino como un conjunto de documentos, que de darse a conocer, junto con el sitio donde descansan los restos de Magdalena cambiarían completamente la historia de la humanidad, pues en ellos se establece el verdadero origen de Cristo, considerado durante los primeros tres siglos después de su muerte como un profeta mortal que tuvo descendencia. Sophie, con la ayuda del experto en simbología Robert Langdon comienza la búsqueda de ese secreto en una carrera trepidante que les lleva de una clave a otra, descifrando mensajes ocultos en los más famosos cuadros de Leonardo da Vinci y en las paredes de antiguas catedrales.
Langdon y Sophie están obligados a desvelar pronto ese secreto, pues el Opus Dei, una influyente organización católica lo quiere para ellos, primero para evitar que salga a la luz y después para chantajear al Vaticano.
Esta es la historia que ha llegado ya hasta las entrañas del Vaticano asestando un nuevo golpe mortal a la Iglesia Católica.
Dan Brown, a través de su novela expone que desde su muerte hasta el 325 de nuestra era, Jesús inspiró a miles de personas para que dejaran constancia escrita de su vida, desde su encarnación mesiánica de las profesías, hasta el derrocamiento de reyes, pasando por la inspiración de millones de personas y la fundación de nuevas filosofias, incluyendo sus amorosas prácticas mundanas al lado de Magdalena, la mujer originaria del pueblito de Magdala en Galilea.
En la voz del historiador Leigh Teabing, uno de los personajes interactivos de la novela El Código Da Vinci, Dan Brown, su autor, establece: "Tres siglos después de la crucifixión de Jesús, sus seguidores se habían multiplicado de manera exponencial. Los cristianos y los paganos habían comenzado a guerrear, y el conflicto llegó a tal extremo que amenazaba con partir el imperio en dos. Constantino decidió que había que hacer algo. En el año 325 decidió unificar Roma bajo una sola religión: el cristianismo".
Antes del 325, los paganos eran considerados casi como seres satánicos por los ritos que practicaban apegados a la naturaleza y de grande influencia egipcia, pero, en realidad, el término pagano, no significa más que habitante del campo; es decir, campesinos sin adoctrinar; sin embargo, esto representaba un problema enorme para Constantino el Grande, quien aplicó en aquellos tiempos la moderna mercadotecnia, creando una religión híbrida que fue aceptada por las dos partes en conflicto: cristianos y paganos.
De esta manera, los vestigios de la religión pagana, se fusionaron en la simbología cristiana: los discos solares de los egipcios, se convirtieron en las coronillas de los santos católicos. Los pictogramas de Isis amamantando a su hijo Horus, concebido de manera milagrosa, fueron el modelo de nuestras modernas imágenes de la Virgen María amamantando al Niño Jesús.
Nada en el cristianismo es original, pues el dios precristiano Mitras, llamado hijo de Dios y luz del Mundo, nació el 25 de diciembre, fue enterrado en una tumba excavada en la roca y resucitó al tercer día. El 25 de diciembre, también es el cumpleaños de Osiris, de Adonis y de Dionisos. Hasta el día de descanso es prestado, pues originalmente los cristianos respetaban el sabath de los judíos, pero Constantino modificó esta costumbre para que coincidiera con el día de la veneración pagana al sol. Hasta nuestros días, los feligreses acuden a la iglesia los domingos sin saber que están ahí para rendir su tributo semanal al dios del sol.
Dan Brown explica a través de acciones estructuradas sobre bases didácticas que durante el período de fusión de religiones, a Constantino le hacía falta fortalecer la nueva tradición cristiana, y ordenó la celebración del famoso concilio ecuménico de Nicea. Durante ese encuentro, se debatió y se votó sobre muchos aspectos del cristianismo, la fecha de la Pascua, el papel de los obispos, la administración de los sacramentos y, asombrosamente, sobre la divinidad de Jesús, ya que hasta momento de la historia, Jesús era, para sus seguidores, un profeta mortal, un hombre grande y poderoso, pero un un ser mortal. El líder religioso Arrio perdió en ese lugar la batalla que pudo cambiar la historia.
Aunque el emperador Constantino era pagano, le convenía establecer la divinidad de Cristo para la unificación de su imperio y para otorgar una nueva base de poder al Vaticano, porque al proclamar oficialmente a Jesús como el hijo de Dios, se convertía en una divinidad que existiría más allá del alcance del mundo humano, y sus seguidores sólo podrían redimirse a través
de la Iglesia católica, apostólica y romana. Para lograr lo anterior, se encargó y financió la redacción de una nueva Biblia que omitiera los evangelios en los que se hablara de los rasgos humanos de Cristo y se exageraran los que lo acercaran a la divinidad.
Los evangelios que se ajustaran a esta nueva forma de interpretación de la vida de Jesús, fueron prohibidos y quemados.
Los seguidores que optaron por la historia original de Cristo, fueron los primeros herejes que hubo en el mundo. No obstante, algunos de los evangelios que Constantino trató de erradicar se salvaron. Los Manuscritos del Mar Muerto se encontraron en la década de 1950 en una cueva cercana a Qumrán, en el desierto de Judea, además de los manuscritos coptos hallados en Nag Hammadi en 1945. Además de contar la verdadera historia del Grial, esos documentos hablan del ministerio de Cristo en términos muy humanos. Evidentemente, el Vaticano, fiel a su tradición oscurantista, intentó por todos los medios evitar la divulgación de estos textos, porque de aceptarlo, quedaría al descubierto que la Biblia moderna, había sido editada por hombres que tenían motivaciones políticas.

La historia del Santo Grial

La historia del Santo Grial, comúnmente conocida simplemente como el Grial, es uno de los misterios a cuya desvelación, los católicos no han podido acceder, en parte porque a las autoridades eclesiásticas no les interesa ir más allá, y en parte, porque la explicación a los feligreses, complicaría la relación que la Iglesia mantiene con sus seguidores a través de la ignorancia que supura la fe.
En la novela El Código da Vinci se sostiene que en realidad el Santo Grial, no es la copa sagrada que tomó Cristo durante la última cena y dando gracias, compartió el pan ácimo con sus discípulos, sino una metáfora que han usado desde el el año 1099 los miembros del Priorato de
Sión, para referirse a la parte femenina, que deliberadamente fue emasculada de la filosofía del catolicismo, luego del Concilio de Nicea en 325, con el objeto de borrar todos los vestigios, que además habían sido escritos durante los tres siglos
posteriores a la muerte de Jesús, acerca de que la depositaria, por derechos de sangre real, por herencia marital y por voluntad, fue en realidad Magdalena, el símbolo del feminismo en la revolución religiosa que encabezaba Cristo y que a la postre le costó la vida a través de la crucifixión.
Dan Brown, que en la novela se convierte en Robert Langdom, expresa en uno de los diálogos que se pueden leer en la página 296: "El Grial es, literalmente, el símbolo antiguo de la feminidad, y el Santo Grial representa la divinidad femenina y la diosa, que por supuesto se ha perdido, suprimida de raíz por la Iglesia. El poder de la mujer y su capacidad para engendrar vida fueron en otro tiempo algo muy sagrado, pero suponían una amenaza para el ascenso de una Iglesia predominantemente masculina, por lo que la divinidad femenina empezó a demonizarse y a considerarse impura. Fue el hombre, y no Dios, quien creó el concepto de pecado original, por el que Eva probaba la manzana y provocaba la caída de la humanidad. La mujer, antes sagrada y engendradora de vida, se convertía así en el enemigo".
Por su parte, el historiador Leigh Teabing, que en la novela aparece con su nombre real, agrega: "...el concepto de mujer como dadora de vida, fue el origen de la religión antigua. El alumbramiento era algo místico y poderoso. Por desgracia, la filosofía cristiana decidió tergiversar el poder creativo de la mujer ignorando la verdad biológica y haciendo que el creador fuera el hombre. En el Génesis se nos explica que Eva fue creada a partir de una costilla de Adán. La mujer se convirtió así en un apéndice del hombre. Y, además, en un apéndice pecador. El Génesis es el principio del fin de la diosa".
Ante el más mínimo acoso, la Iglesia se defiende y expresa que el Grial es la copa que alzó Cristo durante la última cena para dar gracias por el alimento antes de partir el pan; sin embargo, en la novela El Código da Vinci se establece que "la leyenda del Santo Grial, es una leyenda sobre la sangre real. Cuando se dice que el Grial es 'el cáliz que contenía la sangre de Cristo', se está hablando en realidad de María Magdalena, del vientre femenino que perpetuaba la sangre real de Cristo, porque Jesús no sólo estaba casado, sino que era padre y María Magdalena era el santo receptáculo". Los diálogos en la novela son tan directos, que no hace falta interpretación, basta con que se enlacen lógicamente y de manera natural dan origen a otro género literario: el ensayo.
Los historiadores, con base en los Manuscritos del Mar Muerto y de Nag Hammadi, han establecido que Jesús, por su naturaleza judía no podía ser soltero en los momentos en que empezó a predicar luego de que su primo Juan el Bautista le otorgara la ablución en las aguas del Jordán. Es más, aducen, las pautas sociales que censuraban el celibato ( y obligaban a los padres a procurarle una buena esposa. Además, los evangelios canónicos ni aluden, ni ofrecen explicación, alguna sobre aquella soltería excepcional. Sin embargo, el Evangelio de Felipe -falso para la Iglesia- ofrece datos que soportan la idea de que Jesús estaba casado con Magdalena:
"y la compañera del Salvador es María Magdalena. Cristo la amaba más que a todos sus discípulos y solía besarla en la e boca. El resto de discípulos se mostraban ofendidos por ello y le expresaban su desaprobación. Le decían: ¿Por qué la amas más que a nosotros?".
La furia del apóstol Pedro, sólo es comparable con la de cualquier pinche joto barato. En el Evangelio de María se Magdalena, que por supuesto, también los té clérigos consideran apócrifo se puede leer
lo siguiente: "y Pedro dijo: '¿Ha hablado el Salvador con una mujer sin nuestro consentimiento? ¿Debemos darnos todos la vuelta y escucharla? ¿La prefiere a nosotros? y Levi respondió: "Pedro, siempre has la sido muy impetuoso. Ahora te veo combatiendo contra la mujer como contra un adversario. Si el Salvador la ha hecho digna, ¿ quién eres tú para rechazarla? Seguro que el Salvador la conoce muy bien. Por eso la amaba más que a nosotros ".
Aparentemente, Pedro estaba celoso de Magdalena; sin embargo, la situación rebasaba las cuestiones meramente afectivas pues lo que el apóstol quería, era en realidad el poder que representaba el liderazgo de Jesús, porque éste, ya intuía su pronta captura y su posterior crucifixión, y le había dado instrucciones a Magdalena para que pusiera en marcha la iglesia una vez que Él ya no estuviera. Esta situación, sí mortificaba a Pedro, porque quedaría en una posición de segundón frente a la mujer de Cristo y tal vez, el gran negocio de todos los tiempos en que se convirtió posteriormente la Iglesia Católica no se hubiese dado, si Magdalena hubiera cumplido el plan original de Jesús, de asumir ella misma el poder.
Lo anterior -según Dan Brown- es un secreto que ya había tratado de enterrar la iglesia en el siglo IV, porque la amenaza que María Magdalen representaba para los hombres de la Iglesia primitiva era enorme. No sólo era la mujer a quien Jesús había encomendado la tarea de fundar la Iglesia, sino que era la prueba física de que la recién proclamada deidad de la Iglesia había engendrado a un descendiente y, la autoridad eclesiástica para defenderse del poder de Magdalena, perpetuó su imagen de prostituta y ocultó las pruebas de su matrimonio con Jesús. Esta situación, proclamada en estos días, dos mil años después de la muerte de Cristo, resulta horrenda a los ojos de los creyentes, pero se deben comprender las motivaciones que tenía la Iglesia para haber llevado a cabo una confabulación de esta naturaleza, ya que si los clérigos de aquellos años no mienten, la institución no habría sobrevivido hasta nuestros días como el gran negocio, basado en el engaño de la buena fe que surge de la ignorancia, sobre todo de los pechos proletarios. Un hijo de Jesús en boca de todos los católicos de aquellos tiempos, habría dado al traste con la idea de la divinidad asociada a Jesús y la Iglesia no habría hecho huesos viejos sobre la faz de la tierra.
Se sabe a través de Les Dossier Secrets que el Priorato de Sion, es una organización real fundada en el año 1096 por Godofredo de Bouillon, duque de Lorena -descendiente de Cristo y Magdalena- y a la que han pertenecido como grandes maestros Sandro Boticelli, Roberto Boyle, Isaac Newton, Víctor Hugo y Leonardo da Vinci entre otros muchos que han lidereado este grupo secreto hasta Juan Cocteau y, en nuestros días, esta sociedad secreta, sigue venerando a Magdalena como diosa, como Santo Grial, como rosa y como Madre Divina. Seguramente el lector se preguntará ¿por qué como rosa? Porque los cinco pétalos representan los cinco estadios de la vida de la mujer: el nacimiento, la menstruación, el alumbramiento, la menopausia y la muerte. Además, porque el capullo abierto se parece a los genitales femeninos, a la flor sublime por donde la humanidad entra en este mundo.
Según esta hermandad, Magdalena se encontraba encinta en los momentos en que la cruz en que Cristo purgaría su condena a muerte se levantaba y como Pedro estaba enojado con ella, ésta tuvo que huir de Tierra Santa acompañada de José de Arimatea para refugiarse en Francia, conocida antes como La Galia. En ese sitio, protegida por la comunidad judía, Magdalena dio a luz a su hija Sarah, quien estaba emparentada con los reyes de Judea, David y Salomón. El destino de Sarah estaba ya trazado, pues en los siglos posteriores, sus descendientes sufrirían el acoso del Vaticano que con sus acciones viles pretendía borrar el pasado humano de Cristo.
Aunque la Iglesia Católica de nuestros días sostiene que el Santo Grial no es más que el cáliz con el que Cristo presidió ante sus apóstoles la última cena, justo cuando Judas lo había vendido ya por los 30 denarios, en la novela de Dan Brown, El Código da Vinci se sostiene que en realidad es la tumba que contiene los restos de María Magdalena y los documentos que cuentan la verdadera historia de su vida, pues se presume que entre ellos se encuentran lo que se conoce como "Documentos Puristas", miles de páginas anteriores a la época de Constantino, no manipulados, escritos por los primeros seguidores de Jesús, que lo reverenciaba absolutamente, en tanto que maestro y profeta humano. Además de los documentos anteriores, circula el rumor de que en el paquetito tan codiciado aún por la alta clerecía católica de nuestros días, se encuentra el documento "Q" -un libro con las enseñanzas de Jesús, escrito de su puño y letra- cuya existencia ha llegado a admitir el Vaticano.
Entonces, para el Priorato de Sión, el Grial es la tumba de Magdalena, la reina o agraviada, enterrada con las pruebas que demuestran los derechos que tenía su familia a reclamar un puesto de poder.
Si nos atenemos a la definición que de novela hace Carlos Fuentes cuando habla de que este género literario debe combinar el mito, la realidad y la fantasía, la obra de Dan Brown va más allá, al confeccionar un texto interactivo en el que participan personajes coetáneos, conocidos por el mundo entero como el de Manuel Aringarosa, jefe de la prelatura del Opus Dei en América y quien, en un acto desesperado para que la Santa Sede no los defenestre de su seno, usa la capacidad criminal de un clérigo fanático llamado Silas, para que asesine a los cuatro miembros prominentes del Priorato de Sion en nuestros días y cuya organización tiene su asiento en París. Así empieza la novela, con la muerte de Jacques Sauniere, un hombre que llevaba una doble vida: conservador de obras de arte del Museo De Louvre y jefe del Priorato de Sión. Al sentir que los ácidos gástricos se fugan de su estómago envenenando su sangre, en el umbral de la muerte, producto de un balazo que le había dado el opusdeísta fanático Silas, el conservador recurre a las más conocidas obras de Leonardo de Vinci para usar su código y lograr que de esta manera, su nieta Sophia, se entere de que es depositaria de la sangre real de Cristo.
En sus últimos minutos, el conservador se desnuda y se coloca en la posición del Hombre de Vitubrio -una de las más conocidas obras de arte de da Vinci- con las manos extendidas y los pies separados en medio de un círculo. Además, a la altura del ombligo dibuja sobre su piel un sencillo símbolo de cinco líneas rectas que a base de intersecciones formaban una estrella de cinco puntas: el pentáculo, un concepto religioso que los historiadores denominaban divinidad femenina. Asimismo, Sauniere dibujó en el suelo antes de morir la siguiente clave:
13-3-2~21-1-1-8-5 ¡Diavole in Dracon! Límala asno P.D. Buscar a Robert Langdon
En la novela, Langdon es un famoso historiador, experto en iconografía religiosa, licenciado por la Universidad de Harvard y quien había escrito un libro acerca del Priorato de Sión y por lo mismo, había llamado la atención de Sauniere, quien aprovechando la conferencia que dictaba el académico en París, lo había citado para platicar en su despacho del Museo de Louvre. Más o menos a la misma hora en que habían quedado de verse, llegó el fanático Silas y después de una discusión, disparó en el estómago a Sauniere. En este momento comienza la aventura policiaca de la novela, que por un lado se ha convertido en una fuente de conocimientos vivos y por la otra, contiene los elementos de suspenso necesarios para hacer que el lector mantenga el interés de principio a fin de la obra.
Sophie, nieta de Sauniere, tenía más de una década de distanciamiento con su abuelo porque sin conocer los ritos de la hermandad, un día, al arribar desde Inglaterra y al no encontrar a su abuelo en casa, se dirigió a una estancia rural de descanso y al llegar se sorprendió de que afuera había vehículos carísimos. Como compartía con su abuelo la mayor parte de sus secretos, encontró la llave de la casa de campo y al entrar, descubrió que había una especie de sótano, en realidad, una cueva subterránea cavada en la roca y en ese lugar, en una ceremonia muy extraña encontró que su abuelo se hallaba desnudo en el centro del grupo, con una mujer que a horcajadas sobre él dejaba ver una máscara blanca y un abundante pelo gris que se le derramaba sobre la espalda. Era bastante corpulenta, ni mucho menos perfecta, y se movía al ritmo de los cánticos, haciendo el amor a su abuelo.
Dan Brown dice que este rito se conoce: desde hace más de 2 mil 500 años y se llama Hieros Gamos y nada tiene que ver con el erotismo. Se trata de un acto espiritual. Históricamente, el acto sexual era una relación a través de la cual, el hombre y la mujer experimentaban a Dios. Por supuesto, en aquellos momentos, Sophie no sabía lo anterior, ni mucho menos que desde los días de Isis, los ritos sexuales se consideraban los únicos puentes que tenía el hombre para dejar la tierra y alcanzar el cielo.
La nieta de Sauniere tomó la decisión de alejarse de su abuelo y durante más de diez años no le contestaba el teléfono ni las cartas que se habían acumulado en su cómoda.
El Hieros Gamos que Sophie vio practicar a su abuelo en aquella ceremonia, es un rito muy antiguo que se basa en el concepto de que la unión sexual se consideraba como el agavillamiento de las dos mitades del espíritu humano, la masculina y la femenina, sin ninguna perversión, sino como el camino para que el hombre y la mujer puedan llegar a la plenitud espiritual y a la comunión con Dios. Es más, hasta ese momento, la nieta de Sauniere también ignoraba que los primeros judíos creían que el sanctasanctórum en el Templo de Salomón albergaba no sólo a Dios, sino a su poderosa equivalente femenina, la diosa Shekinah.
Ahora bien, para la iglesia primitiva, el uso del sexo para comulgar directamente con Dios suponía una seria amenaza a los cimientos del poder católico. De ese modo -dice Dan Brown en voz de sus personajes- la Iglesia quedaba fuera de juego y su autoproclamado papel como único vehículo hacia Dios, quedaba en entredicho. Por eso, los clérigos, han hecho todo lo que han podido para demonizar el sexo, convirtiéndolo en un acto pecaminoso y sucio, aunque a la fecha la mayor parte de los clérigos lo práctican de manera soterrada. Esto es una verdad de nuestros días que la Iglesia acepta en su cinismo sin dar más detalles de la conducta de sus siervos y condenando todo los escritos y obras de arte en general, que se atreven a desvelar la hipocresía de la institución religiosa.
Por este pequeño detalle hierogamético, Sophie no le hablaba a su abuelo desde hacía poco más de diez años, por eso, la urgencia de Sauniere de dejar a su nieta las claves que condujeran, no sólo hacia el lugar donde estaba enterrado el Santo Grial, sino para guiarla después de muerto hasta la ubicación de su hermano y de su abuela en Inglaterra.
La obra de Dan Brown fue concebida para contar la misma historia en dos partes: la didáctica y la policiaca. La primera lleva de la mano al lector por el mundo del arte en el que se desmenuza el carácter andrógino de la Mona Lisa de Leonardo da Vinci y de la Última
Cena pasando por la explicación del Hombre de Vitubrio y de el número Phi (1.618) y su relación con la divina proporción. La segunda marca el suspenso que corta la respiración al lector al dar vuelta a cada página del libro. La Última Cena es el fresco más conocido de da Vinci y en éste, el pintor, ( en lugar de colocar a la derecha de Cristo al apóstol Juan, colocó la imagén de una mujer, que se supone es Magdalena, su compañera.
Sophie había estudiado criptografia en una universidad inglesa, por lo que ( su abuelo al morir usó la sucesión numérica que Leonardo Fibonacci creó e en el siglo XIII, en la que todos los dígitos son la suma de los dos anteriores. Esta clave permitió a Sophie y a Robert r Langdom llegar hasta la sucursal en París de un banco suizo en el que se encontraban dos criptex, uno dentro de otro, -artefactos inventados por Leonardo de Vinci con llave numérica o alfabética- y donde estaba la clave para llegar hasta el Santo a Grial. Para ese momento, tanto Sophie como Langdom ya eran perseguidos por la policía francesa.
En un momento de la persecución, Robert Langdom se dirige hasta la casa de campo donde vive Leigh Teabin, tal vez el más docto de los estudiosos investigadores del sitio donde está enterrado el Santo Grial. No sabían aún que quien había desatado toda la a movilización de la trama policiaca, había sido precisamente él. Teabing había movido los resortes fanáticos de Silas y de Manuel Aringarosa, el primero un criminal refugiado en el Opus Dei y el segundo el prelado en América de la misma organización. Ambos querían tener un poder superior sobre el Vaticano que amenazaba con expulsarlos por las prácticas propias de la obra y por su trato despectivo a las mujeres. Silas y Manuel Aringarosa, creían que si tenían en sus manos los documentos que probaran que Cristo durante los e primeros tres siglos de nuestra era, había sido considerado como un ser mortal y que no fue sino hasta que el emperador Constantino necesitó elevarlo a la categoría de deidad, cuando la iglesia torció el camino natural que Jesús se había trazado para ser inmortal en el recuerdo de los hombres, los documentos del Santo Grial, y de pasada los restos de Magdalena, tendrían en un puño a los petulantes funcionarios del Vaticano y de esta manera podrian obligar al Papa en turno a seguir considerándolos como parte de la Iglesia, sin los reclamos a sus particularidades como secta elitista del catolicismo que desprecia abiertamente el rol femenino.
Finalmente, el historiador Leigh Teabing es apresado por la policía inglesa bajo la acusación de secuestro y asesinato, mientras el fanático opusdeísta se suicida y Manuel Aringarosa se recupera de la herida de bala que le había infligido el mismo Silas.
La clave numérica bajo la secuencia de Leonardo de Fibonacci sirve a Sophie y a Langdon para llegar a una pequeña iglesia situada en una isla de Inglaterra y en la que se venera a la rosa y aunque se suponía que los criptex orientarían a los dos hacia el lugar donde se encuentra el Santo Grial, la realidad es que, los condujo finalmente a que Sophie, dueña de la sangre real de Cristo, se reuniera con su abuela, la esposa de Sauniére y con su hermano. El fin de la obra no ha dejado satisfechos a sus seguidores, pues se insinúa que los restos de María Magdalena, junto con los documentos que podrían cambiar la historia de la humanidad se encuentran enterrados debajo de las dos pirámides que se hallan bajo el Museo de Louvre, en París.

Conclusión
Aunque la iglesia se defiende a través de las plumas de sus testaferros de los conceptos plasmados en El Código da Vinci, la verdad es que una institución apolillada, no es capaz de dejar en claro su postura, pues han sido siglos en los que de todas las formas posibles ha engañado a la humanidad.
Apenas, en los estertores finales del milenio anterior, la alta clerecía católica tuvo que enfrentar las acusaciones que contra cientos de sacerdotes lanzó la sociedad por las violaciones de menores y el abuso de mujeres.
Pese a lo anterior, tanto los obispos como los cardenales y los clérigos rasos se pasean muy orondos por las calles del mundo sin aparentar siquiera arrepentiemiento por los crímenes de lesa humanidad que han cometido.
Por estos días, el alto clero católico se encuentra mortificado porque el escritor Dan Brown les ha echado en cara las mentiras sobre las que basan su doctrina, pero seguramente no darán su brazo a torcer, ya que durante la historia de la humanidad de la era cristiana, cientos de críticos han lanzado sus dardos contra la institución religiosa con más poder en el mundo, pero se han topado con la coraza de cebo que a lo largo de los siglos se ha acumulado.
Aunque Carlos Marx ya ha sido enterrado, aún flota en el ambiente su frase de que la religión es el opio de los pueblos y tenía razón, ya que la Iglesia en su terquedad, pretende que la humanidad no sólo comulgue con hostias, sino con enormes ruedas de molino.

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